Juana Molina hoy. La vida actual de la “la Björk argentina” que, asegura, desterró el malhumor de tocar en vivo

Joaquín llama a Mario en plena pandemia para contarle que su mamá se está mudando y no sabe qué hacer con un montón de cajas con discos viejos. Tal vez queden ahí o terminen en algún volquete. Mario va a esa casa a ver de qué se trata; primero, rapiña los objetos que le convidan (se lleva una plancha para churrascos) y, cuando está apunto de irse, le piden que pispee las cajas que están en el entrepiso: con la linternita del celular ilumina una estantería medio vencida, con cintas derramadas y un dominó de lomos rotos. “No creo que encuentres nada interesante ahí”, avisa Victoria, la madre de Joaquín Píriz y exmujer del productor y técnico de sonido Carlos Píriz. Como en un cuento, Mario intuye que ha dado con un tesoro, pero todavía no lo sabe; mete las cintas en cinco cajas y sale volando para su guarida. Se tira en el patio de su casa y, cuando mira en detalle las primeras cintas, se pone a temblar: lo que tiene en sus manos son masters originales y copias de masters de algunas de las canciones más importantes de la música uruguaya de todos los tiempos.Así empieza una historia con ribetes mágicos. La casualidad o un destino mañoso hicieron que en ese entrepiso húmedo –una especie de Narnia yorugua–, estuviera durmiendo la copia del máster original de Musicasión 4 1/2. Y que Mario Agustín González compartiera el hallazgo con Juana Molina, de quien es asistente, productor artístico y socio en el sello Sonamos, que fundaron juntos.Ese disco, que la artista atesora desde su infancia, es el testimonio de cuatro shows históricos que se llevaron a cabo en Montevideo a fines de los 60. Los entendidos lo consideran el bautismo de fuego del candombe beat uruguayo y de la figura del gran compositor Eduardo Mateo, del que un periodista dijo alguna vez que era “un tipo muy lastimado y muy genial”. En las grabaciones encontradas brillan grandes músicos uruguayos, como Rubén Rada, Diane Denoir, Horacio Buscaglia, Urbano Moraes, Verónica Indart, Mario Chichito Cabral, Federico García Vigil y el grupo El Kinto, cuyos principales referentes eran Rada y Mateo.Horacio Molina y Chunchuna Villafañe, junto a la pequeña Juana Rosario Molina VillafañeHoracio Molina, padre de Juana, recibió una copia de Musicasión 4 1/2 de manos del propio Mateo, cuando el uruguayo pasó por los estudios ION de Buenos Aires para la caótica grabación de Mateo solo bien se lame –editado en 1972 por el sello De la Planta–, su primer álbum solista. “Papá era mucho más fana de Mateo que de Musicasión. Pero cuando ese disco llegó a casa, yo partí”, evoca la cantante.En su encuentro con LA NACION revista, Juana cuenta lo mucho que hay de ese disco en las canciones que ha hecho hasta ahora y explica por qué creó un sello –junto a Mario González y Federico Mayol– que terminó reeditando esas perlas de la música rioplatense.La entrevista transcurre en la casa de Juana Molina en Pacheco, provincia de Buenos Aires, que alguna vez fue de sus abuelos. Abre el portón el propio Mario: flaco, alto, con una porra de rulos negros y un pulóver beige cuello en v. Lo siguen tres perros nacidos y criados por ahí. El terreno tiene el pasto alto, una piscina con agua muy verde de otros veranos y una casita en el fondo. La charla se da en la calma soleada de la cocina, frente a frente en una gran mesa de madera.-En el texto que escribiste para la reedición, decís que este disco (Musicasión 4 1/2) fue algo que te alimentó sin que te dieras cuenta. ¿Cómo describís ese proceso?-Cuando era chica sentía que toda la música que me gustaba era como algo abstracto; no podía distinguir si había un guitarrista o un cantante. Era todo una sola cosa, como una pintura. Muchos años después, empecé a tener noción de que para hacer música había que hacer cada una de las partes. Aún sabiendo eso, cuando estoy grabando llega un momento en que desaparecen los instrumentos, desaparezco yo, desaparece todo, y no me doy cuenta de que estoy tocando. Estoy “en una”, en un viaje, empiezo a ver imágenes abstractas, algunas muy indescriptibles, como curvas, rulos, y voy siguiendo eso. Nunca se me ocurre una analogía mejor que decir que me siento guía y turista a la vez.-¿Cuánto te marcó ese disco?-No sé cuánto me marcó; sé que es un disco que escuché muchísimo, en soledad, que no compartía con nadie. Era muy chica. Me veo a mí con la tapa del disco en la mano, cantando las voces (me volvía loca la batida de la guitarra), imaginándome siempre lo mismo en cada pasaje. Cuando uno escucha música o mira un cuadro, muchas veces se va armando un surco en la escucha, y va prestándole atención a las mismas cosas.Hace 22 años era presentado Segundo, el álbum que marcaría la carrera de Juana Molina y que le dio proyección internacional. El disco también fue reeditado por Sonamos e incluyó el vinilo remasterizado y un libro que compila fotos de aquellos años –con textos del periodista Roque Di Pietro y de Juana–, diseñado por Alejandro Ros.Juana Molina en su casaIgnacio ColJuana venía de un primer disco en el que todavía parecía avanzar a tientas (Rara, 1996), producido por Gustavo Santaolalla, en una época en que el grunge influenciaba casi todo. “Siempre quedó el malentendido de que Santaolalla me quería cambiar el sonido, pero la verdad es que yo no sabía para dónde disparar”, admite. “Los demos de Rara se parecen más a Segundo que a Rara”, entiende hoy en retrospectiva.A fines de los 90, viajó a Los Ángeles. Allá descubrió los teclados y se le abrieron las puertas de un universo nuevo. Aterrizó en esa ciudad con mucho material que había grabado con Alejandro Franov en Buenos Aires, entre 1997 y 1998, y pudo terminar Segundo.Atrás dejaba un pasado de actriz cómica que marcó a una generación, con el programa Juana y sus hermanas, emitido entre 1991 y 1993 por Canal 13. Muchos de sus personajes (la psicóloga; la cajera del supermercado chino, la modelo engreída; la profesora de gimnasio; Sammdra y el nabo de Diegomm) tienen tanta vigencia que siguen siendo virales en YouTube.La idea de viajar a Los Ángeles era tocar puertas, pero se quedó en su casa grabando. “No me daba pedir, me daba mucha vergüenza. Lo único que hice fue llamar a la radio donde pasaron mi música y ellos me invitaron a tocar”, recuerda. Su hija Francisca era muy chiquita y de día se quedaba cuidándola. A las 9 de la noche, cuando la nena se dormía, Juana se ponía a grabar. “Quedaba muerta. Tocaba con los ojos cerrados y todo lo que tocaba se me mezclaba con los sueños; era muy loco. Entonces, ¿cómo iba a repetir eso después en otra toma? Es imposible”, dice.Segundo fue definido de mil maneras: “colchón eléctrico con ambiente bucólico tecno-campestre”, “folk-trónica”, “ensoñación loopera” y etiquetas de todos los colores, que hablaban más de las ínfulas de críticos musicales casi siempre pretenciosos que de otra cosa. Lo que sí era seguro: para bien o para mal, ya le habían encajado el traje de “artista de culto”.-¿Cómo te llevás con eso de ser una artista de culto? Te apodaban “la Björk argentina”…-Uh, qué pesado. A mí me gustó lo que escribió Jon Pareles (crítico del New York Times) una vez. Dijo que lo único que teníamos en común Björk y yo es que cada una hace lo suyo. Me encantó. Porque, en serio, ¿qué tiene que ver mi música con la de Björk?. Además, ser “de culto” quiere decir que te escuchan pocos. Para empezar, que no vendés discos. No sé si soy artista de culto, no se de qué soy. Lo único que sé es que si hay algo con lo que no transé fue con la actuación y con la música. Cuando actué hice lo que me parecía que estaba bien, y cuando me cansé, me cansé; con la música, lo mismo. Más todavía. Porque la actuación era algo que hacía de taquito.-Si te buscás en Wikipedia, vas a ver que dice que “los medios resentían tu salida de la televisión”. Parecía que te querían hacer quedar como una malhumorada crónica, como una vendetta de la TV. ¿Vos lo sentías así?-Por supuesto. Tengo fama de que reniego de mi pasado como actriz. Esa fama que me hicieron fue porque cuando salió Rara y me venían a hacer notas por el disco, me preguntaban por los personajes de la tele y yo les decía: “che, estamos haciendo una nota sobre el disco”. Yo defendía el disco, no era que estaba renegando de mi pasado como actriz. De lo único que hablaban las notas era de que yo había dejado la tele. Del disco no se decía ni mu, ni el nombre de un tema, ni siquiera un “no me gusta”. Nada.-Traicionarte también hubiera sido traumático…-Hacía mucho tiempo que yo sabía qué quería hacer con la música, mucho antes del programa de televisión, aunque no lo supiera. Tenía toda una trama propia que está en todos mis casetitos de morondanga que grabé en la adolescencia. Ya estoy ahí, lo que pasa es que no me animaba a hacerlo porque me parecía que era distinto y que iba a causar rechazo. Porque en los 80 yo iba a cantar a un lugar como corista y me decían: “cantá más fuerte”. No tenía la famosa attitude… ¿Qué attitude? ¿”Comerse el escenario”? ¿Qué es eso?”En los 80 yo iba a cantar a un lugar como corista y me decían “cantá más fuerte”. No tenía la famosa attitude…”Juana es muy precisa cuando explica cómo la pasaba en los primeros shows de su carrera musical. Como cuando escuchaba el álbum Musicasión 4 1/2 en su cuarto y sentía que los instrumentos se desvanecían, ella también quería desaparecer en el escenario. Sentía que tenía que dar demasiadas explicaciones por lo que estaba queriendo mostrar. “Me hubiera encantado desaparecer, pero no sabía cómo, porque aparte la vanidad para mí es la otra cara de la timidez”, analiza. Y lo cierto –se acuerda– es que los shows se llenaban pero al cuarto tema “no quedaba nadie en la sala”. Juana cuenta que se enojaba con ella misma y con todos si el sonido no era bueno, y que solía encontrar coartadas para estar siempre un poco incómoda. Hasta que, una noche de 2004, en un show en Chicago, todo cambió.-¿Cómo fue?-Esa noche me saqué una mochila de 200 kilos que estaba cargando. Yo abría un show en Chicago para una banda que se llamaba Savath & Savalas. El lugar estaba repleto. Salí y la gente siguió a los gritos, como si no hubiera pasado nada. Me ignoraron por completo. Me agarró como un ego infernal. Me quise ir, pensé: “yo me voy a la mierda, qué se creen”. Finalmente me dije: “no hay nada que yo pueda hacer, así que voy a tocar como si estuviera en mi casa, ensayando sola”. Justo empezaba el tema “Martín Fierro” (del disco Segundo) con el teclado. Me olvidé de todos. Al tercer tema no volaba ni una mosca.-Entonces, lo que tenías que hacer era aparecer, no desaparecer…-Siempre tuve la certeza de que lo importante en el escenario es la música. Me acuerdo que cuando empecé a tocar era tan tímida, tan temerosa. Y todo me costaba tanto. Los amigos quizá venían y me decían: “¿sabés lo que te hace falta?, un batero”; “¿sabés lo que te hace falta?, visuales”… Cuando me decían “visuales”, me daba una rabia… Porque si lo que toco no te genera nada es que ya fracasé.Descabezar la músicaLa dialéctica de la aparición/desaparición del artista en el artificio de la música es algo que Juana Molina analiza mucho. Y se nota, porque últimamente le resulta “muy terrible” la figura del músico que se define por sus capacidades gimnásticas de tocar, pero que no transmite nada. “No es necesario que para que algo te conmueva tenga que estar, entre comillas, bien hecho, con esa solemnidad. Esta producción es buena, suena bien para las radios. ¿A quién le importa? Es como si el objetivo no fuera la música en sí, sino lo que va a causar en el otro, todo pensado para provocar un efecto, para que suene más fuerte. A veces el volumen es considerado una virtud de la música. Y el volumen es solo algo que uno decide dónde ponerlo”, sostiene.”La cabeza es el enemigo de lo creativo”, dice la artista que sale de viaje en cada composiciónIgnacio Coló-En muchas entrevistas decís algo así como que hay que “sacarle cabeza” a la música. ¿Cómo es eso?-Cuando las cosas se hacen con una intención o con un concepto previo ahí ya la cagan, porque entra la cabeza y para mí la cabeza es el enemigo de lo creativo. Cuando vos pensás, hay un juez, un jurado, una opinión, montones de cosas que no tienen que ver con el hecho artístico. Me acuerdo que una vez estaba grabando una canción, completamente zambullida en eso, y de golpe algo me despertó y me dije: “qué bueno esto”. No pude terminar el verso que estaba cantando. Tomé conciencia de lo que estaba haciendo, como una observadora, y se desmoronó todo, se cayó a pedazos.-Hace poco leí una frase tuya que decía: “Siento que tengo todas las edades y eso me permite entender las cosas que están pasando”. ¿Te permite apreciar fenómenos como el trap?-No me gusta nada. No puedo comprenderlo.-¿Y a tu hija le gusta?Mi hija tiene 28. Zafó. Es más trash, le gusta más surf, punk…-¿Es música ella también?-Tenía muchas condiciones para tocar el piano, una musicalidad increíble. Pero no, no quiso ir por ahí.-Haberte reencontrado con las grabaciones de Musicasión 4 1/2 y con la figura de Mateo es como si se estuviera cerrando un círculo en tu vida?-Sí, como un círculo que se cierra. Ahora pienso que no es voluntario lo que hay de Mateo en mí. No es Mateo lo único que escuché y de otras cosas no tengo nada. Es medio constitutivo. Urbano Moraes decía que lo loco de Mateo era que parecía “un monje zen”, que vivía el presente. No decía: “uy, estoy en la calle”. No la pasaba mal con su estado. Eso es muy increíble y tal vez también eso distingue su música, que tiene esa presencia que es la que te decía de cuando la mente desaparece. Porque cuando la cabeza cesa y no hay pensamiento, las cosas pasan solas.José TotahTemasMúsicos por músicos¿Qué es de la vida de…?Juana MolinaConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de ¿Qué es de la vida de…?Qué es de la vida de… Los Hanson: el éxito de los 90, 14 hijos y un día dedicado a ellos en la ciudad que los vio nacer”Sentí que me estaba retirando”. Matthew Fox reveló por qué se mantuvo alejado de los sets durante 7 añosQué es de la vida de…. Aldo Pastur, el actor que empezó detrás de cámaras y que volvió a nacer en pandemia

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