Este artículo contiene spoilers de la película Ciudad de DiosLos dientes blancos del pequeño Dadinho no hacen más que resaltar su diabólica sonrisa. Desprovisto de cualquier señal de empatía o remordimiento, este niño de 11 años irrumpe solo en un motel en Río de Janeiro, levanta el arma con sus diminutas manos y comienza a repartir balas, mientras se ríe fuerte, ejecutando para su entretenimiento hasta al último de los huéspedes y empleados que, en vano, gritan de pavor. “Sació su hambre de matar”, relata en off Buscapé, el narrador y protagonista de Ciudad de Dios (Cidade de Deus), la aclamada película brasileña de 2002 —basada en el libro homónimo— que retrata la vida en las favelas entre los 60 y 80.La escalofriante escena no es más que una pequeña ventana a la violencia generalizada que se vivía en la favela Ciudad de Dios en esa época, en donde el miedo calaba hasta los huesos de los residentes, víctimas de las guerras territoriales entre bandas criminales y milicias y los brutales enfrentamientos con la policía.La película, dirigida por Fernando Meirelles y Kátia Lund y nominada a varios premios Oscar, pretende hacer una cruda radiografía social del impacto de la penetración e institucionalización del crimen organizado en las favelas, especialmente en década de 1970 y 1980, a través de la vida de distintos personajes, como Dadinho, quien más tarde se transforma en el temible Zé Pequeño, un malhechor implacable que siembra el terror en las calles para hacerse del control de todos los puntos de narcomenudeo hasta apoderarse del barrio entero. El tráfico de drogas se trataba de un negocio muy rentable y atractivo para aquellos individuos que soñaban con hacer “una carrera” hasta alcanzar la cúpula de poder y escapar de la miseria.Efectivos de la policía en la favela Ciudad de Dios en Río de Janeiro (Ricardo Moraoes/)“En los años 80, con la llegada de la cocaína desde Colombia, hay una expansión de las estructuras criminales, que se consolidan, así también como la política gubernamental de invasión y tiroteos”, dice a LA NACION Ignacio Cano, sociólogo y antiguo profesor de la Universidade do Estado do Rio de Janeiro, que ha estudiado por años el fenómeno de la violencia policial en Brasil.Ese período y el consiguiente han sido un capítulo particularmente sanguinario de la historia brasileña, exacerbado por el desembarco de las milicias —formadas por policías, bomberos, vigilantes de seguridad, funcionarios de prisiones y militares fuera de servicio o en activo—, como el infame BOPE (Batallón de Operaciones Policiales Especiales), que pasaron a intimidar y a extorsionar a habitantes y a comerciantes, cobrándoles una “tasa de protección”, según explica Cano. De 1980 a 1996, la tasa promedio de homicidios en todas las capitales de los estados del país aumentó un 121%, según concluyó el estudio El Mapa de la Violencia 2013 del Centro Brasilero de Estudios Latinoamericanos (Cebela).Ciudad de Dios capta esta violencia con impresionantes escenas como cuando Zé Pequeño dispara a dos niños en los pies para darles una lección, o cuando Berenice, una joven que quiere escapar del barrio, ve desde el interior de un auto robado cómo la policía acribilla a su novio; o cuando Bené, la mano derecha del antagonista, intenta rectificarse y recibe un balazo y muere desangrado en la calle. Porque como dice el narrador, un joven tranquilo que sueña con ser fotógrafo: “En Ciudad de Dios, si huyes te atrapan y si te quedas, te comen”.Sin embargo, Cano reconoce que la película es tan sólo un recorte de la realidad. “Toma una evolución de varias décadas y las sintetiza. Parece que la vida en las favelas es eso todo el tiempo, pero son cosas que sucedieron en un periodo largo. Es una síntesis muy violenta. La mayoría de las personas que viven allí no son criminales y tienen un trabajo normal”, destaca.“Es bastante tarantinesca”, coincide Jorge Jáuregui, el arquitecto argentino detrás del teleférico de Alemão. “Exacerba el ángulo de la violencia. Es verdad que hay traficantes y violencia, pero no es verdad que ese sea el tono dominante. Allí se celebra el carnaval, hay comercio y producción, trabajadores de todo tipo”.La evolución de las favelasEnsayo fotográfico de la agencia AFP en Ciudad de DiosEn diálogo con LA NACION, Jáuregui, quien desde la década de 1980 trabaja en importantes proyectos de urbanización en distintas favelas de la ciudad, hace un recorrido por la evolución de estas barriadas a lo largo de la historia. Su origen se remonta a las tiempos de la esclavitud. Los primeros asentamientos en los morros fueron los “quilombos”, zonas liberadas ocupadas por concentraciones políticamente organizadas de esclavos cimarrones que se emancipaban y llevaban una vida en los márgenes. “En lo alto de los morros era más difícil buscarlos”, explica el arquitecto.Con la abolición de la esclavitud en 1888 y luego con la sangrienta Guerra de Canudos, un conflicto armado entre el Ejército brasileño y los integrantes de un movimiento popular socio-religioso durante los primeros años del Brasil republicano, muchos exesclavos se mudaron del campo a la ciudad y conformaron los primeros aglomerados urbanos precarios conocidos como favelas.Según la versión del corresponsal Euclides da Cunha, en Canudos, al nordeste del país, había un cerro llamado Morro da Favela. Concluida la guerra, los soldados retornaron a Río de Janeiro y fueron autorizados para construir sus casas en Morro da Providencia, cuyos nuevos habitantes comenzaron a llamar Morro da Favela en memoria al de Canudos. Cuando dejaron de recibir sus sueldos como soldados se popularizó en el lugar un prototipo habitacional de casas muy pequeñas y superpuestas unas a otras, construidas con materiales de desecho (como trozos de ladrillos, maderas y planchas de metal), con tierra aplanada como piso.Durante la primera mitad del siglo XX, la ciudad se expandió y las favelas se desarrollaron en su interior. La palabra favela pasó de nombre propio a sustantivo en los periódicos locales de 1920, detalla la investigación Pequeña historia de las favelas de Río de Janeiro. La palabra designa a partir de entonces a todos los “conjuntos de viviendas populares toscamente construidos (generalmente en los morros)” que se esparcieron por Río de Janeiro y más adelante por el país entero.Una favela en Río de JaneiroEn las décadas del 60 y 70, los asentamientos irregulares fueron reubicados en zonas distantes, para hacer lugar a grandes emprendimientos inmobiliarios y para la edificación de departamentos lujosos. Ciudad de Dios nace en este contexto.“Los habitantes llegaron allí con la esperanza de encontrar un paraíso”, dice el narrador al comienzo de la película, pero la realidad era muy diferente. “Estos aglomerados poblacionales fueron construidos al margen de cualquier planeamiento urbano y el gobierno municipal no se ocupó de suministrar servicios considerados imprescindibles, como drenaje o canalización cloacal”, señala Jáuregui y destaca que no hubo ningún plan “serio” de urbanización hasta el gobierno de Lula con Minha Casa, Minha Vida.Desde la década de los ochenta, con el fracaso del sistema público de construcción y financiamiento de viviendas populares, y la crisis del modelo desarrollista, el número de favelas y de su población siguió aumentando de manera progresiva, pero esta vez como resultado de tres factores: el creciente déficit habitacional, los altos índices de desempleo y el empobrecimiento de la población urbana.En la actualidad, el 22,03% de los 6,3 millones de habitantes de Río vive en favelas, convirtiendo a la ciudad carioca en la urbe con más barriadas de este tipo en el país, por encima incluso de San Pablo, según los datos del último Censo.Aunque los expertos coinciden en que las condiciones de vida han mejorado desde la época en que transcurre Ciudad de Dios —de hecho, Río de Janeiro registró en el primer trimestre de 2022 la menor tasa de homicidios en 30 años—, este progreso ha sido “moderado”, señala Cano y sostiene que, “aunque el gobierno de Jair Bolsonaro atribuya el éxito a una política de mano dura”, este descenso está más relacionado a la dinámica entre las distintas facciones y al traslado de las operaciones al nordeste del país.Violencia en la favela Ciudad de Dios en Río de Janeiro (Yasuyoshi Ciba/)Cuando la ficción y la realidad se confundenAunque Ciudad de Dios es mayormente una ficción, algunos personajes se basan en personas reales. Dadinho está inspirado en José Eduardo Barreto Conceiçao, más conocido como Zé Pequeño, un delincuente que se hizo conocido en Río durante las décadas de los setenta y ochenta. Su pelea con Mané Galinha, un antiguo tirador del ejército que trabajaba como cobrador de autobuses que vive una vida honesta hasta que Zé Pequeño se obsesiona con su pareja y la viola, también ocurrió.Bené también fue real; era un amigo de la infancia de Zé Pequeño que murió durante una fiesta de carnaval por un tiro que iba dirigido a la comparsa. Y Buscapé, el protagonista, se construyó a partir en José Wilson dos Santos, un fotógrafo que vivía en Ciudad de Dios junto a los “dueños de la favela”.Pero la realidad se cuela en la película de una manera aún más sorprendente. La mayoría de los actores son habitantes de la favela, según cuenta a LA NACION Guti Fraga, fundador de Nós do Morro, una ONG que coordinó la selección del reparto.“El hombre necesita soñar, pero cuando hablamos de personas con menor poder adquisitivo, es como si el espacio, las opciones y las posibilidades para ello fueran cada vez menores. El arte se vuelve aún más fundamental en este escenario. Abre caminos. Es una lucha para resistir. Soñar siempre”, dice Fraga.Desgraciadamente, la esperanza de muchos de los jóvenes que participaron en la película quedó sepultada con el fin de la grabación. Dos de ellos incluso terminaron presos por robo y asesinato. “Me preguntan por qué escogí esta vida. Porque necesito dinero, porque la película no me dio la plata que necesito. Todo eso no me sirvió para nada. No tiene sentido hacer una película conocida mundialmente y no tener un centavo”, declaró uno de ellos en el documental Ciudad de Dios: 10 años más tarde.“Basado en hechos reales” es una serie de notas que describe el contexto histórico detrás de ficciones internacionales. En este link podrás acceder a todos los artículos.
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