Un “operador de orbe” le demuestra a una invitada cómo usar su celular para inscribirse a la aplicación de la empresa durante un evento de Worldcoin en una galería de arte en el centro de Manhattan (Jutharat Pinyodoonyachet/The New York Times).
Una noche del mes pasado, una multitud de entusiastas de las criptomonedas se reunió en una galería de arte en el centro de Manhattan. Los recibió un entorno de ciencia ficción.En un extremo de la sala había una barra libre, en el otro, una colección dispersa de pedestales grises, acomodados como un Stonehenge futurista, y cada uno de estos exhibía una esfera de metal, más o menos del tamaño de una bola de boliche.El evento era una fiesta de lanzamiento para Worldcoin, un proyecto de criptomonedas creado por Sam Altman, el director ejecutivo de OpenAI, y la criptoempresa que él mismo cofundó Tools for Humanity. Mientras la música sonaba de fondo, los invitados se congregaban en torno a los orbes relucientes, que se veían como una combinación entre una Bola 8 Mágica y HAL 9000, la computadora malvada que aparece en la película “2001: Odisea del espacio”.La reunión fue un pequeño paso de lo que Tools for Humanity asegura será un proyecto que cambiará el mundo: escanear los globos oculares de los 8000 millones de humanos que habitan el planeta, y luego usar esa identificación única para repartirles pequeños montos de criptomonedas para apoyarlos en un mundo trastocado por la inteligencia artificial.Todos los orbes de Worldcoin contienen una cámara diseñada para grabar imágenes de los iris de una persona. Las esferas convierten esos escaneos en fragmentos de código numérico, que supuestamente servirán como un nuevo tipo de identificación digital. A corto plazo, Tools for Humanity planea generar ingresos al vender su sistema de escaneo de iris como una alternativa para las tecnologías de seguridad como el CAPTCHA, la prueba fotográfica que se usa para distinguir a los humanos de las cuentas basura.Un orbe de Tools for Humanity, la empresa detrás de WorldcoinA la larga, los promotores de Worldcoin vislumbran un plan mucho mayor para proteger a la gente de los avances de la IA que, según afirman, acabará con millones de empleos. Pregonan las esferas como la posible base del ingreso básico universal, un sistema de bienestar social en el que todos reciben pagos garantizados, y arguyen que las identificaciones por iris ayudarán a diferenciar a las personas reales de los robots.Para los escépticos, la noción de que una empresa privada de criptomonedas maneje los datos biométricos de miles de millones de personas suena a distopía, del tipo que recuerda a la película de 2002 protagonizada por Tom Cruise “Minority report: Sentencia previa”. Pero Tools for Humanity ya recaudó 115 millones de dólares de inversionistas de capital de riesgo este año, incluso cuando el financiamiento en la criptoindustria se ha debilitado durante la crisis del sector.Tools for Humanity es parte de un conjunto cada vez mayor de empresas de criptomonedas que intentan aferrarse al bombo publicitario de la inteligencia artificial para conseguir que las monedas digitales recobren su popularidad tras 18 meses miserables de desplomes de mercado y declaraciones de bancarrota. Su proyecto también revela cómo figuras poderosas como Altman buscan sacar ganancias en un periodo tumultuoso: crean iniciativas lucrativas para mitigar los efectos negativos de la IA al tiempo que desarrollan esta tecnología a ritmos agresivos.Conforme Tools for Humanity ha cobrado prominencia, sus tácticas publicitarias y técnicas de escaneo ocular han suscitado inquietudes. El mes pasado, las autoridades de Francia y Alemania declararon que estaban investigando las prácticas de recopilación de datos de Worldcoin. El miércoles, el gobierno de Kenia le ordenó a Tools for Humanity que dejara de realizar escaneos, pues citó una “falta de claridad” en su manejo de información delicada.Sam Altman, CEO de OpenAI (Jim Wilson/The New York Times)“Nos piden que creamos en ellos, que confiemos en ellos”, dijo Andrew Bailey, experto en criptomonedas de Yale-NUS College, una colaboración entre la Universidad de Yale y la Universidad Nacional de Singapur. “No creo que deba confiar en nadie a ese grado cuando se trata de información confidencial”.Una persona en calidad de portavoz para A Tools for Humanity sostuvo que la empresa había diseñado Worldcoin para “proteger la privacidad individual” y que trabajaría con los gobiernos para cumplir con los requisitos reglamentarios.Pese a las preocupaciones, decenas de criptoentusiastas se presentaron el mes pasado en la galería The Canvas 3.0 en Manhattan para celebrar el lanzamiento de Worldcoin. En muchos lugares, los usuarios reciben un pequeño monto de tókenes de criptomonedas cuando se registran para un escaneo de iris, en esencia, dinero gratis. Pero Tools for Humanity no ofrece tókenes en Estados Unidos, pues argumenta que hay mucha incertidumbre jurídica en torno a las criptoempresas.Cuando la gente pasa por el scanner, recibe una identificación encriptada y todas las fotos son borradasMientras Worldcoin emprende un bombardeo publicitario, sus promotores se jactan de tener más de 2 millones de usuarios inscritos, una cifra muy lejana de los 8000 millones, pero aun así son muchos iris. El mes pasado, Altman declaró que los orbes escaneaban nuevos globos oculares cada 8 segundos.“Hubo un repunte enorme en la demanda”, señaló Alex Blania, director ejecutivo de Tools for Humanity. “Se forman largas filas frente a los orbes, tan largas que son difíciles de gestionar en algunas partes del mundo”.Gran parte del escrutinio se ha centrado en los posibles riesgos para la privacidad que supone Worldcoin. En su sitio web, Tools for Humanity afirma que las esferas no almacenan los datos de los iris. Cuando se escanean los ojos de las personas, según dice el sitio web, estas reciben una identificación única protegida bajo criptografía compleja, y se borra cualquier imagen. Si se adopta a una escala más generalizada, las identificaciones de Worldcoin podrían ayudar a las plataformas de redes sociales a distinguir entre los humanos y los robots, indicó Blania.En el evento de Manhattan, un flujo de espectadores curiosos convivió con representantes de Tools for Humanity, que vestían camisetas estampadas con las palabras “humano único”.Mientras sonaba música a todo volumen, una pareja se acercó al podio de un orbe para hablar con su operador sobre su experiencia en el manejo de la nueva frontera de la identidad digital. Él les contó que no llevaba mucho tiempo en el puesto, pero que ya le habían hecho preguntas extrañas. Un usuario nuevo le había preguntado hacía poco qué pasaría si “alguien me arrancara la cara y la pusiera frente al orbe”, relató.Luego la conversación viró hacia la desafortunada situación de “la gente sin ojos”. Un invitado recién escaneado se preguntó, desde una perspectiva de accesibilidad, cómo encajarían las personas que no tienen ojos en este nuevo orden mundial. El operador del orbe inclinó la cabeza con solemnidad. “Esa es una inquietud muy válida”, reconoció.Ninguno de estos problemas potenciales frenó el flujo de inscripciones. Isaac Cespedes, un desarrollador de software de 32 años, pasó la mayor parte de la noche sopesando los pros y contras de ofrecerle sus datos biométricos a una empresa emergente.“Acabo de mandarle un mensaje a un amigo que es corredor de criptomonedas”, comentó Cespedes. “Él piensa que suena a estafa”.Sin embargo, para el final de la noche, Cespedes ya estaba en la fila para ser escaneado.© The New York Times 2023
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