escucharescucharOnce años después de su primera y única presentación en Argentina, y luego de sendas escalas por México y Uruguay, Pulp regresó al país para desplegar una vez más, y continuando la senda patentada tanto por Ray Davies (The Kinks) como por contemporáneos tales como Morrissey (The Smiths) y el propio Damon Albarn (Blur), sus acertadas viñetas costumbristas que retratan con agudeza, fina ironía y precisión a la clase media británica de la década del noventa.“I Spy”, la celebrada “Disco 2000″ (junto a la indispensable bola de espejos girando en lo alto) y “Joyriders” sacudieron desde el vamos a un fervoroso Movistar Arena que a pesar de algunos claros en las plateas disfrutó a pleno de un concierto (el 539 de acuerdo a un video que ofició de prólogo) signado por la elegancia, la distinción y un toque de nostalgia, sumando además un pequeño guiño hacia el futuro. Esto fue así ya que además de recorrer gran parte de su discografía (con especial énfasis en Different Class, su fundamental obra cumbre de 1995) también hubo espacio para “Background noise”, el único y sorpresivo estreno de la noche.Una sobria puesta en escena basada sencillamente en una amplia pantalla LED como telón de fondo enlazada a una iluminación con preponderancia de tonos opacos, secundó a la agrupación oriunda de Sheffield que en este nuevo desembarco en Buenos Aires ratificó, por si quedaba alguna duda, su estirpe de principal y destacada animadora del llamado britpop (escena que supo compartir con Blur, Oasis y Suede, entre otros ilustres representantes) a fuerza de composiciones indelebles, ingeniosas melodías y una enorme sensibilidad que excede épocas o modas, tal como quedó demostrado en “Pink glove”, “Weeds” y “Feeling called love”.Bueno, los 90s buenos ahora ♥️♥️♥️#Pulp @motorola_AR pic.twitter.com/kyq8wgua67— Pablo Manzotti (@manzottipablo) November 24, 2023
Desde sus delicados y refinados teclados, la muy aplaudida Candida Doyle fue la encargada de llevar hacia delante una probada y seductora propuesta musical que, deudora de nombres de la talla de, entre otros, David Bowie y Roxy Music, se completó a la perfección con el núcleo central conformado por Nick Banks (batería), Mark Webber (guitarra) y Andrew McKinney (bajo) más el aporte indispensable de Emma Smith (violín y guitarra), Adam Betts (percusión) y un multiinstrumentista de apoyo.Todos ellos en su conjunto se mostraron compactos, armoniosos y también versátiles. Esto último les permitió desplazarse con comodidad desde climas apacibles y verdaderamente emotivos, como “Something changed” (dedicado a la memoria de Steve Mackey, su legendario bajista fallecido durante el último mes de marzo), a otros más oscuros como en el caso de “This is hardcore”, ese certero y desgarrador relato sobre la resaca posterior a los engañosos brillos de la fama y a los últimos vestigios de la cool britannia que Jarvis Cocker entonó desde la comodidad de un sillón mientras bebía un espresso.Es precisamente en el magnetismo de su líder, cantante y compositor donde reside gran parte del atractivo que despierta Pulp. Histriónico y carismático, el vocalista de 60 años recorrió el escenario de una punta hacia la otra con su desgarbada figura, subió y bajó en reiteradas ocasiones por una escalinata emplazada en la parte central, agitó sus brazos arengando al público, lanzó puntapiés al aire como parte de una danza exótica e inclusive se tendió más de una vez en el piso, además de entonar, susurrar y gemir cada uno de los temas como si se le fuera la vida en ello.Luciendo sus habituales gafas de marco grueso e impecablemente trajeado, Cocker atrapó desde el comienzo al público agradeciendo tanto en inglés como en un simpático castellano y revelando, entre otras cosas, que había disfrutado mucho de un grato paseo vespertino por las calles de la ciudad.“¿Cuántos de ustedes estuvieron presentes aquella vez en el Luna Park?”, preguntó Jarvis en referencia a su show de 2012 en el país. Y tras la respuesta afirmativa de la mayoría de los presentes, el grupo atacó con “Do you remember the first time?” seguido de “Babies”, “Sunrise” y una lluvia de papel picado plateado.“This is what we do for an encore” (que traducido sería algo así como “esto es lo que hacemos como bis”) fue el leit motiv elegido para bautizar a esta gira de regreso. Por eso, y en alusión a dicho título, a la hora de los bises Pulp no se anduvo con chiquitas y se despidió de sus fans argentinos a través de “Like a friend”, “Underwear” y ese himno imbatible que resulta ser “Common people”.De todos modos, cuando se creía que la función había bajado el telón, el quinteto regresó a escena y a modo de bonus se despachó con enérgicas versiones de “Razzmatazz”, “Glory days” y un fragmento de “Mis-shapes”. Sin dudas, el inmejorable broche de oro para una velada anclada en los noventa pero con la mirada pendiente de lo que vendrá.Gabriel HernandoConforme a los criterios deConocé The Trust Project
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