YOGYAKARTA, Indonesia (AP) — En las afueras de Yogyakarta, una ciudad indonesia con muchas universidades, hay un pequeño internado con una misión que parece fuera de lugar en una nación con más ciudadanos musulmanes que cualquier otra. Sus alumnas son mujeres transgénero.Es un oasis inusual de aceptación de las personas LGBTQ, no sólo en Indonesia, sino en el extenso mundo musulmán. Muchas naciones musulmanas criminalizan las relaciones sexuales entre gays, entre ellas Qatar, anfitrión del Mundial de fútbol. Para las personas LGBTQ es rutinario que sus familias las rechacen, que las autoridades islámicas las denuncien, que las fuerzas de seguridad las persigan y que se vean limitadas a vivir en la clandestinidad social. Las exhortaciones de las naciones incluyentes con las personas LGBTQ para que haya cambios son descartadas rutinariamente por considerárseles interferencias injustificadas desde el exterior.La escuela islámica Al Fatah en Yogyakarta fue fundada hace 14 catorce años por Shinta Ratri, una mujer trans que batalló con dudas sobre sí misma en su juventud, preguntándose si su transición a otro género era un pecado.Tras concluir una licenciatura en biología, se dedicó a trabajar para que otras mujeres trans estudiaran el islam. Empezó con 20 alumnas, y ahora hay cerca de 60, muchas de ellas de mediana edad.Entre ellas está Y.S. Al Buchory, de 55 años, quien durante años padeció la falta de aceptación de su entorno. Ahora se siente en casa en la escuela y espera que la tolerancia se extienda por el país.“Como un arcoíris, si hay una combinación de colores rojo, amarillo y verde, se vuelve más hermoso, en lugar de sólo blanco y negro”, manifestó. “Debemos poder respetarnos, tolerarnos, no entrometernos con los demás”.A diferencia de muchas naciones musulmanas, Indonesia es relativamente tolerante. Muchas organizaciones LGBTQ operan abiertamente, en defensa de la igualdad de derechos, ofreciendo asesoría y comunicación con líderes religiosos. Sólo una provincia conservadora, Aceh —que practica la sharía— criminaliza expresamente las relaciones entre personas del mismo sexo.En Aceh, dos hombres fueron azotados públicamente el año pasado —77 golpes a cada uno— después de que los vecinos los reportaron a la policía religiosa por tener relaciones sexuales. Este año, el vicepresidente de Indonesia, Ma’ruf Amin, dio un discurso a profesores musulmanes en el que dijo que las personas LGBTQ tienen un “comportamiento depravado” que debería prohibirse.“Debe exigírsele al Parlamento que redacte esta ley”, dijo Ma’ruf Amin, un clérigo musulmán. “Pedirles que prohíban ser LGBT”.Esa actitud se vio reforzada la semana pasada, cuando Estados Unidos canceló un viaje a Indonesia de un enviado especial para los derechos LGBTQ, después de que el grupo islámico más influyente del país se opuso.“No podemos aceptar a invitados cuyo objetivo en venir aquí es perjudicar y arruinar los nobles valores de la religión y cultura de nuestra nación”, aseguró Anwar Abbas, vicepresidente del Consejo Nacional de Ulemas de Indonesia.Dédé Oetomo, fundador de la organización GAYa NUSANTARA por los derechos LGBTQ, aseguró que la aceptación de su comunidad varía de una región a otra de Indonesia. Citó algunos ejemplos de apoyo público —por ejemplo una mujer trans elegida como líder del consejo de una aldea—, pero dijo que hay pocas esperanzas de obtener un apoyo significativo del gobierno.“Todavía no podemos imaginar si habría una ley para protegernos de la discriminación”, aseveró Oetomo.Esa es la norma en todo el mundo musulmán y en el árabe: ya sea la negligencia del gobierno o una hostilidad abierta contra las personas LGBTQ, dijo Rasha Younes, investigadora sénior de Human Rights Watch que indaga los abusos anti-LGBTQ en Medio Oriente y África del Norte.En algunos países han surgido cafés que dan la bienvenida a las personas LGBTQ, y activistas se han podido organizar, ofreciendo servicios sociales, y de ser posible, hacen campañas para promover reformas, cuenta Younes.“Pero los resultados son tan débiles como siempre”, refrendó. Señaló que las leyes anti-LGBTQ siguen vigentes, y con frecuencia los activistas enfrentan represión por parte de las fuerzas de seguridad.“Hay algo de solidaridad y actitudes sociales que están cambiando, pero el gobierno tiene la responsabilidad”, manifestó. “Las personas LGBTQ seguirán viviendo al margen a menos que los gobiernos revoquen estas leyes”.En muchos casos, el sustento religioso de las actitudes anti-LGBTQ se mezcla con el resentimiento frente a la presión externa que ejercen naciones incluyentes para las personas LGBTQ. Más de una docena de naciones musulmanas prohibió que se estrenara en cines la más reciente película animada de Disney, “Lightyear”, debido a que incluye un beso breve entre una pareja lesbiana. En Qatar, las autoridades han instado a los fans que asisten al Mundial que respeten la cultura local, en la que el activismo LGBTQ es un tabú.En algunos países, los aparentes avances para las personas LGBTQ han experimentado rechazos. Líbano es un ejemplo. En años recientes se consideraba ampliamente que su comunidad LGBTQ era la más dinámica y visible del mundo árabe, con algunos grupos que propugnaban para que se ampliaran los derechos, y bares para personas gay que celebraban drag shows, por ejemplo.No obstante, este año muchos miembros de la comunidad han sufrido una ola de hostilidades, incluida una prohibición por parte del Ministerio del Interior de realizar eventos que en sus palabras promueven “la perversión sexual”.En internet, algunas personas han despotricado contra eventos del orgullo gay, en ocasiones citando creencias religiosas, tanto musulmanas como cristianas, para denunciar el activismo LGBTQ. Alguien publicó una imagen de un cuchillo que atravesaba una bandera del arcoíris.En un momento dado, miembros de las fuerzas de seguridad se presentaron en la oficina en Beirut de la organización Helem, de defensa de los derechos de las personas LGBTQ, señala su director ejecutivo Tarek Zeidan.Algunos activistas LGBTQ convocaron a una manifestación, distribuyendo una invitación que decía: “Continuaremos amando y viviendo como queramos”. Pero la manifestación fue postergada; los organizadores argumentaron que les preocupaba la seguridad del evento.Las medidas represivas han inquietado a la comunidad LGBTQ, ya de por sí en dificultades debido a la crisis económica de Líbano. Los activistas aseguran que ésta ha azuzado de manera desproporcionada el desempleo y la indigencia entre grupos vulnerables.En noviembre, grupos activistas reportaron con alivio que la prohibición del Ministerio de Interior a los eventos LGBTQ había sido suspendida.“Estamos en el campo de batalla y somos parte del diálogo”, dijo Zeidan. “En Líbano, el diálogo está sometido intensamente a debate. En otras partes de la región, el diálogo ha sido asfixiado completamente”.Sahar Mandour, investigadora de Amnistía Internacional sobre Líbano, abundó.“Hay un espacio. Tenemos organizaciones. Existe la vida nocturna”, señaló. “Pero siempre se está negociando, en dónde y cuándo. No hay protección, pero sí existe”.En Turquía, de abrumadora mayoría musulmana, el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan ha mostrado creciente intolerancia frente a cualquier expresión de los derechos LGBTQ, prohibiendo las marchas del orgullo gay y suprimiendo la exposición de símbolos del arcoíris.Es un cambio notorio para Erdogan, quien, antes de llegar al poder en 2003, dijo que el maltrato a las personas homosexuales era inhumano y pidió protecciones jurídicas para ellas.Desde 2014 se canceló la marcha del orgullo gay en Estambul, que se había celebrado desde 2003 y reunía a multitudes. En contraste, en fechas recientes el gobierno permitió que se celebrara un mitin multitudinario anti-LGBTQ sin la interferencia de la policía.Se prevé que el partido en el poder proponga enmiendas constitucionales que protegerían los valores familiares de lo que Erdogan dice son “corrientes pervertidas”. Activistas temen que estas enmiendas restrinjan los derechos de las personas LGBTQ y desalienten las relaciones entre personas del mismo sexo.Entre las naciones árabes, la mayoría prohíbe explícitamente las relaciones sexuales entre personas gay, incluyendo Qatar. Ha enfrentado intenso escrutinio y críticas internacionales antes y durante el Mundial por cuestiones de derechos, y se plantearon preguntas sobre si los visitantes LGBTQ se sentirían seguros y bienvenidos.Otros países árabes, como Egipto, enjuician a las personas LGBTQ bajo cargos de inmoralidad o libertinaje. La situación es similar en Irak. Human Rights Watch asegura que la falta de una prohibición explícita al sexo gay no ha protegido a las personas LGBTQ de la violencia y la discriminación, ni de los ocasionales cargos de inmoralidad e indecencia pública.Una mujer transgénero iraquí que dice llamarse Kween B le dijo a The Associated Press que siente que su vida es precaria, como estar de pie en medio de una carretera transitada.“En cualquier momento te podrían atropellar”, dijo Kween, quien vive en la ciudad kurda de Sulaymaniya.En su caso, esto ha supuesto el acoso en la infancia y ocultar su identidad femenina cuando cursaba la secundaria y la universidad. Ahora, a sus 33 años, cree que si saliera del clóset ante su familia sería rechazada o incluso lastimada físicamente. Pero en años recientes se ha aventurado cada vez más, poniéndose una pulsera del arcoíris en público o maquillándose para ir a una fiesta.Este año, Human Rights Watch alegó que grupos armados en Irak secuestran, torturan y asesinan a personas LGBTQ con impunidad y que la policía las arresta y también las agrede violentamente.Funcionarios iraquíes niegan que las fuerzas de seguridad hayan atacado a personas homosexuales. Un comandante afiliado a un grupo que aglutina a milicias rechazó las acusaciones y dijo que la violencia que padecen los gays probablemente proviene de su familia.Para Kween, su apartamento es su lugar seguro. Hace algunos años empezó a organizar reuniones que, en un principio, incluían a algunos amigos cercanos LGBTQ, pero que desde entonces han crecido. En esas reuniones se puede expresar abiertamente, portando una peluca y un vestido.“Tenemos que ser quienes somos”, manifestó. “Si no luchamos nadie lo hará por nosotros”.Con miras al futuro, los defensores de los derechos LGBTQ celebran el valor de los activistas que intentan operar públicamente en países como Líbano y Túnez. No obstante, no se muestran optimistas de que haya grandes avances para la comunidad LGBTQ en la mayor parte del mundo árabe y del mundo musulmán.“En muchos países, en los que no se permite la sociedad civil, donde hay una falta completa de derechos y libre asociación, no es posible ver el activismo en el espacio público”, manifestó Younes. “La gente no puede manifestarse ni expresar apoyo en línea por los derechos de las personas LGBTQ, de modo que hay una represión total de los derechos LGBTQ”.Kevin Schumacher, cuyo trabajo actual se centra en fomentar los derechos de las mujeres en Afganistán, pasó siete años como coordinador de programa en Medio Oriente y África del Norte para la Comisión Internacional Gay y Lesbiana de Derechos Humanos, una organización global que lucha por los derechos LGBTQ.Se mantiene escéptico de que la causa LGBTQ pueda elevarse al primer plano de los numerosos países con gobiernos autoritarios de la región, que suelen reprimir a las mujeres, a los disidentes políticos y a las personas LGBTQ. Considera que las manifestaciones generalizadas contra el gobierno en Irán —en donde los actos homosexuales se pueden castigar con la muerte— son un posible modelo de cómo podría ocurrir un cambio.“No puedes limitarte a hablar de los derechos LGBTQ si las personas heterosexuales están oprimidas, si las mujeres no tienen derechos”, señaló. “El discurso debería centrarse en la autonomía corporal: el derecho sobre tu cuerpo y decisiones sobre tus derechos sexuales, sin ser específico para hombres, mujeres, gays o heterosexuales”.___Fam reportó desde El Cairo, Crary desde Nueva York. La periodista de The Associated Press Suzan Fraser colaboró desde Ankara.___La cobertura religiosa de The Associated Press recibe apoyo a través de la colaboración de la AP con The Conversation US, con financiamiento de Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de este contenido.APSeguí leyendoPolémica. 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