En todas las elecciones posteriores a la pandemia se repitió el mismo esquema: ganaron quienes aparecieron en las encuestas solo al final. Ninguno contó con el apoyo de los aparatos de los partidos y coaliciones que gobernaron sus países en las últimas décadas. Tampoco de líderes del establecimiento local o mundial, tanto de izquierda como de derecha. Tampoco formaron una red de locales de campaña que llegue a todo el país, ni una red de “operadores políticos” que ayuden a manipular a los electores. No tuvieron un programa de gobierno sólido, aprobado por las élites tradicionales y la prensa, que sirva para ofrecer blanco a sus adversarios. Esa aprobación lleva a seguras derrotas. Leer más
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