El Papa Francisco ha pronunciado este sábado su primer discurso desde su llegada a Mongolia durante un encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático, y en él ha hecho un llamamiento a la detención la proliferación nuclear, al fin de la corrupción y a la difusión de la cultura de la solidaridad.
El Pontífice ha mostrado abiertamente su oposición a las armas nucleares y ha abogado por la construcción de la paz, reforzando su compromiso con los Derechos Humanos, según ha informado el portal del Vaticano ‘Vatican News’.
En este sentido, ha recalcado que Mongolia podría jugar un rol relevante a la hora de acercarse a este objetivo dada “su amplia red de relaciones diplomáticas, su activa adhesión a las Naciones Unidas y compromiso con los Derechos Humanos”.
“Mongolia no es sólo una nación democrática que lleva adelante una política exterior pacífica, sino que se propone realizar un papel importante para la paz mundial”, ha expresado el Papa, destacando la exclusión de la pena capital del ordenamiento judicial mongol.
Así, parafraseando un proverbio local, Bergoglio ha pedido que, así como “las nubes pasan y el cielo permanece”, que “pasen las nubes oscuras de la guerra, que se disipen por la firme voluntad de una fraternidad universal en la que las tensiones se resuelvan sobre la base del encuentro y del diálogo, y que a todos se les garanticen los derechos fundamentales”.
“LA CORRUPCIÓN EMPOBRECE PAÍSES”
Durante su alocución, el Pontífice ha reparado también en la “carcoma” de la corrupción, que ha descrito como “una amenaza seria para el desarrollo de cualquier grupo humano, que de una mentalidad utilitarista y desaprensiva”.
“La corrupción empobrece a países enteros”, ha sentenciado el Papa, alegando que “las religiones que se inspiran en su patrimonio espiritual original y no son corrompidas por desviaciones sectarias, son a todos los efectos soportes fiables para la construcción de sociedades sanas y prósperas (…), representando también un freno a la peligrosa a la corrupción”.
AMPLITUD DE MIRAS
Como contrapartida, Bergoglio ha ensalzado la “cultura del cuidado” y de la solidaridad frente a la “mirada miope” de quienes persiguen “un interés particular”.
En este sentido el representante del Vaticano ha solicitado “abrazar con la mirada el amplio horizonte que nos rodea, superando las visiones estrechas y abriéndonos a una mentalidad amplia”.
Como ejemplo de esta amplitud de miras anhelada a nivel mundial, el Pontífice a señalado a Mongolia, país al que ha alabado por la “sabiduría” y la “espiritualidad” de su pueblo, su cultura, la una “excepcional capacidad” de sus líderes y antepasados para integrar voces y experiencias diversas y “su actitud respetuosa y conciliadora” con la tradición, entre otras.
“Por ello, para ustedes fue casi natural llegar a la libertad de pensamiento y de religión, consagrada en vuestra actual Constitución; que ha superado la ideología sin derramamiento de sangre, la ideología atea que se creía obligada a extirpar el sentimiento religioso, considerándolo un freno al desarrollo. Hoy se reconoce en ese valor esencial de la armonía y de la sinergia entre fieles de credos distintos, que _-cada una desde su punto de vista-_ contribuyen al progreso moral y espiritual”, ha elogiado.
La visita del Papa Francisco a Mongolia, que se prolongará hasta el 4 de septiembre, constituye su 43 viaje apostólico internacional como Pontífice y es la primera visita de un Pontífice a este país con una ubicación simbólica geopolíticamente, ya que se encuentra entre Rusia y China.
Con este viaje, confirmado el pasado 3 de junio, el Pontífice responde a la invitación del presidente de Mongolia y de las autoridades eclesiásticas del país.