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A los 50 tomó una drástica decisión: “Si no hice la diferencia económica, al menos quiero vivir de lo que me gusta”

escuchar>LA NACION>LifestyleLas responsabilidades de la vida adulta lo habían llevado a priorizar el sustento económico por sobre la vocación hasta que, durante la pandemia, descubrió una habilidad insospechada.17 de octubre de 202201:31Daniela Chueke PerlesPARA LA NACIONescucharEra 2013 y se había separado de la madre de sus hijos, después de quince años de casados. Por aquellos días todo lo vivía inmerso en una nube de angustia y desazón. Había vuelto a la casa de sus padres y tenía muchas deudas que pagar, producto de los gastos en tarjetas de crédito que venía sosteniendo para mantener el nivel de vida familiar y, también, por un inesperado revés laboral. El estudio de diseño gráfico que llevaba adelante junto con un socio, había sido hasta entonces su fuente de ingresos, pero el día que su principal cliente decidió abruptamente cancelar un proyecto, tuvieron que cerrar la oficina. Decidió vender el auto para pagar los sueldos y, sin casa propia ni empresa, se encontró con el desafío de volver a empezar.Hace nueve años, Fernando Ender, hoy conocido en las redes sociales como “El pelado de Tik Tok”, estaba en una situación que define como “muy angustiante”. A la edad de cuarenta y cuatro se estaba replanteando qué hacer con su vida. “Todo lo que tenía era una mochilita, ese era todo mi capital”, recuerda. “Creo que el trauma de la separación, la angustia, la tristeza, la necesidad de tener que reacomodar toda una vida y ver que mis hijos de 7 y 12 años también estaban tristes por la separación, me llevó a buscar un nuevo horizonte y preguntarme adónde estaba la felicidad”, reflexiona hoy a la distancia, ya convertido en humorista y en un personaje famoso de las redes, que trabaja de lo que más le gusta: haciendo reír.“EN LA ESCUELA ME DECÍAN MAYONESA”. A LOS 5 PROTAGONIZÓ UNA PUBLICIDAD ICÓNICA DE LOS 90 Y HOY BRILLA EN TELEVISIÓN EN OTRO ROL“Te va a ir muy bien”, le dijo Roberto MoldavskyEl amor y el humor son dos pilares que siempre salvan.GentilezaComo suele suceder, en medio del caos también se encuentra el principio del orden. Esa pequeña rendija por la que asoma un haz de luz, ese hilo del que tirar hasta desenredar la madeja, el guijarro que alguien dejó para que encontremos el camino.Algo así, casualidad o causalidad, le sucedió a Fer por aquellos días en que todo parecía ir cuesta abajo. Fue en una reunión donde se celebraba el cumpleaños de un amigo. Sin mucho ánimo de participar de reuniones sociales pero anteponiendo el valor de la amistad a su situación personal, acudió a la cita, dispuesto a agasajar al homenajeado en su día.“En ese cumpleaños estaba Roberto Moldavsky actuando, estaba haciendo justamente lo que yo estoy haciendo ahora, trabajando en eventos, todavía no estaba en la radio con Fernando Bravo, estaba haciendo sus primeros éxitos”, cuenta Fernando acerca de aquella ocasión en que, sin dudarlo, pidió un consejo y encontró la guía que necesitaba. “Cuando lo veo hacer el show me doy cuenta de que a mí eso es lo que me gusta, me gustó cómo se reían, cómo le respondía la gente a sus chistes. Y me conecté con la vivencia de que yo también, en mi juventud, había hecho humor, hasta había trabajado en radio. Así que cuando terminó el show me acerqué a Roberto y le pregunté cómo podía hacer para lanzarme.”. El comediante, quien actualmente participa del programa La Máscara, le recomendó hacer un curso de stand up y le dijo “te va a ir muy bien porque tenés una base”.Fernando tomó esas palabras -”te va a ir muy bien”- como un decreto. “Ahí me di cuenta de que yo quería volver a lo que me hacía feliz, a un escenario, a sentir el calor humano que se siente a través del humor. Y hacía allí fui, a buscar la felicidad”, evoca.Entonces se anotó en un curso para aprender stand up, con la esperanza de que la formación, sumada a la experiencia previa como animador, conductor de eventos y su paso por un programa de radio, le alcanzara para empezar a trabajar como humorista, al menos como para tener una segunda entrada de dinero, ya que pensaba retomar su trabajo de diseño gráfico. No le alcanzaba la plata para ir a la escuela que le había recomendado Moldavsky, pero igual se las arregló para poder estudiar. “Encontré un lugar que podía pagar, una escuela que se llama I Love Stand Up, en el Paseo La Plaza. Allí di mis primeros pasos, no falté a una sola clase, hice la muestra de fin de año y, al volver a subirme a un escenario, me di cuenta de que me iba bien. La gente se reía y yo empecé a encontrar mi estilo; me sentía bien, vivo, cada vez que me bajaba de un escenario yo era feliz”, insiste Ender.“Transformé mi angustia en monólogos de humor””Toda mi angustia la transformé en monólogos”, cuenta Fer Ender.GentilezaComo un animal encerrado al que lo vuelven a llevar a su hábitat natural, Fer sintió que respiraba aire puro. Sus circunstancias personales fueron la inspiración para los primeros guiones de stand up que estaba aprendiendo a escribir en la escuela. “La separación, volver a vivir con mis viejos son temas que me dieron mucho material para hacer humor, hoy ya no duelen pero en ese momento lo padecía”, evoca Fer y confiesa: “Toda mi angustia la transformé en monólogos. El humor ayuda a atravesar la adversidad y yo, una vez que me adentré de lleno en ese terreno, me aferré a esa tabla y no la quise soltar nunca más”.Es que las responsabilidades de la vida adulta -el matrimonio y los hijos, fundamentalmente- lo habían llevado a priorizar el sustento económico por sobre la vocación. La habilidad para ser gracioso ya le venía desde chico. “Yo siempre fui el payasito de la familia, me anotaba los chistes en un cuaderno y en las reuniones familiares aparecía y contaba todos los chistes que tenía anotados. En la secundaria siempre a fin de año hacíamos fiestas y yo imitaba a los profesores”, rememora.Durante su juventud había empezado a probar suerte en el medio artístico, primero en un programa de radio en FM Palermo, donde fue de invitado y quedó de columnista; después entró a Radio Jai, para un programa de humor judío, llamado Tiembla el Mohel, en el que se lució durante ocho años, no solo al aire sino también escribiendo los guiones junto con el equipo. Inspirado en Fernando Peña, compuso personajes con distintas voces. Estaba bien encaminado, tenía tanto entusiasmo que un día se enteró de un casting para CQC, el programa de humor político de Cuatro Cabezas, pero no lo eligieron. Y dudó.“Me agarró una sensación de que pasó el tren, que la vida me apuraba. Ya había nacido mi primera hija en el 99; ella tenía dos años y yo todavía no estaba asentado laboralmente. El perder la oportunidad de entrar a CQC me hizo poner los pies sobre la tierra y decidí concentrarme en mi profesión, que era el diseño gráfico”, explica.Puso un estudio, se asoció con colegas, consiguió buenos clientes, pero nunca llegó a dar el salto de crecimiento como empresa. “Aunque viví del diseño la realidad es que nunca llegamos a crecer mucho, hubo altibajos, todo fue muy a pulmón, nunca llegamos a tener un estudio grande con varios empleados y una base estable de clientes”, evalúa el tiktoker. “En tantos años, no pude hacer una diferencia”, resume.“Si estoy tocando fondo, voy a resurgir con fuerza”Con Maru y con sus hijos. Todos están sorprendidos por la repentina fama de Fer en las redes sociales.Gentileza.Más de veinte años después de aquel momento en que creyó haber dado el golpe de gracia al sueño de toda su vida, a los 53 años, pudo volver a ese lugar donde había sido feliz. Fue en 2020, cuando llegó una pandemia mundial que impactó en el modo de estar en el mundo. El obligado encierro de largos meses durante 2020, para Fer fue el momento de tomar una drástica decisión: “Si hasta ahora no hice la diferencia económica, al menos, quiero vivir de lo que me gusta”, pensó y encontró el apoyo que necesitaba para pasar a la acción en su pareja.“Con Maru arrancamos a producir videos para Tik Tok, en un momento donde todavía no se sabía mucho de qué se trataba esa red social. Le dedicábamos dos o tres horas de grabación a preparar un video que duraba un minuto. Nos maquillábamos y preparábamos cada toma y cada acting, hasta que el video finalmente nos gustaba. Éramos detallistas”, revela. Maru, que fue sus motor y una gran compañera durante ese momento en que tomó la decisión de jugársela todo a las redes sociales, es gastronómica y también había quedado sin trabajo.Frente a la gran repercusión de los primeros videos, que fue poca comparada con lo que llegó después, Fer tomó la decisión de ir por todo. “Si estoy tocando fondo, voy a resurgir con fuerza”, le dijo a Maru y ella lo acompañó hasta que volvió a conseguir trabajo. Cuando se quedó solo con tanta tarea por delante Fer se puso a estudiar y a subir más y más videos. Hasta tres veces por día. Investigó cómo funcionan los algoritmos, cuáles son los mejores horarios de publicación, cómo son los formatos de videos que más funcionan.“Tenía que pegarla con algo. Y así fue que un día hice mi primer ranking de productos como cafés, vinos, de dulce de leche, de perros. Y ese formato se empezó a viralizar y me hice conocido en los grupos de WhatsApp. Tenía 15 mil seguidores y al otro día de publicar el primer ranking ya tenía casi el doble. Y ahí no paré más. Hoy tengo en Instagram más de cien mil seguidores. Me convertí en influencer.”Daniela Chueke PerlesSeguí leyendoTenía trabajo estable. Descubrió que vivir viajando es posible: “Cobro lo mismo atendiendo mesas frente al mar que en un aula”En Belgrano. El local de empanadas bolivianas atendido por su dueño donde comer con cuchillo y tenedor es “casi un sacrilegio”Solo y sin asistencia. En un vehículo especial, hizo la ruta de los 7 Lagos: “Sería un necio si dijera que no estuve en peligro”Conforme a los criterios deConocé The Trust ProjectTemasTodo es historiaMás notas de Todo es historia”Acá nos unimos por el bien común”. Sintió que era tiempo de irse de Argentina y eligió un país con conflictos, pero que lo tiene todoFicción vs. realidad. 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