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18 litros de cerveza y una desafortunada reacción que casi terminó en tragedia: “Aprendí el valor de la vida”

escuchar>LA NACION>LifestyleEsa noche Hernán amenazó con quitarse la vida delante de su mujer y de sus dos hijos. Ese fue el clic que le permitió comenzar un tratamiento para su recuperación.12 de enero de 202300:27Alejandro GorensteinPARA LA NACIONescuchar“No me van a entender, nadie sabe lo que yo pasé, solo yo sé cuánto lloré, cuanto me costó volver a empezar cuando no tenía ganas. Por eso, la vida hoy vale tanto. Porque me costó llegar donde estoy. Quizás, no esté donde quisiera estar, pero tampoco estoy donde estaba antes porque la pelee, sufrí, lloré, pero nunca bajé los brazos, nunca tuve la intención de lastimar a nadie a pesar de lo vivido. Lamentablemente, me equivoqué y pagué, dañé y supieron perdonarme porque sabían por lo que había pasado. La cabeza te juega malas pasadas muchas veces porque quedan secuelas, así como quedaron cicatrices que aun, a pesar del tiempo, muchas veces empiezan a sangrar nuevamente y te duele en el alma. Solamente quiero pedir perdón por más que ya me perdonaron, no soy perfecto y cometo errores como todo el mundo, pero sé reconocerlo y disculparme. Sólo yo sé lo que pasé, solo yo puedo juzgarme”.Hace unos meses Hernán José Robles (47) compartió este mensaje en su cuenta de Facebook. Por un lado, lo hizo para hacer catarsis y, por el otro, para compartir con sus seres queridos este tipo de reflexiones que le vienen a menudo como una manera de refirmar que después de haber pasado por momentos desesperantes a raíz del consumo de alcohol y de drogas hoy puede disfrutar del día de su vida, de sus hijos y hasta se anima a imaginar sueños que durante mucho tiempo quedaron postergados.El principio del finHernán cuenta que a los 17 años comenzó a consumir alcohol de manera moderada, aunque con el correr de los meses empezó a llegar borracho a su casa.”Nadie sabe lo que yo pasé, solo yo sé cuánto lloré, cuanto me costó volver a empezar cuando no tenía ganas”.“Con el tiempo cada vez consumía más y más, vengo de una familia en la que mis padres me educaron correctamente. Ellos no se dieron cuenta de que en una etapa empecé a consumir cocaína para rescatarme y evitar que me vieran en ese estado de ebriedad, pero un día llegué todo manchado de Fernet. Entonces, ellos me llevaron a un psicólogo que no me dejaba salir los fines de semana. Me costaba la abstinencia. Me puse de novio y volví a tomar pequeñas cantidades, mis padres confiaron, pero me casé y en ese momento empecé a consumir mucho alcohol no solo los fines de semana, sino todos los días”.La noche en la que tocó fondoEn esa época a la lista de consumos Hernán agregó pastillas y, cuenta, dos veces su esposa lo tuvo que llevar al hospital ya que como él mismo dice estaba “dado vuelta”.Hernán acompañado de sus tres hijos.Sin ser consciente, Hernán estaba arruinando su vida, su matrimonio y también la relación con sus hijos. Hasta que un día tocó fondo. Él mismo lo cuenta. “Consumí más de 18 litros de cerveza y pastillas en una noche. Mi esposa había salido. Yo estaba con mis dos hijos. Cuando ella llegó, me encontró muy mal y empezamos a discutir. En ese momento agarré una cuchilla, me la puse en la garganta y le dije ahora me mato adelante de mis hijos. El mayor (tenía cinco años) gritaba y ella llamó a mis padres quienes acudieron rápidamente para que no cometiera ninguna locura. Al otro día me sentía la peor persona del mundo”.¿Cómo fue su recuperación?Sin dudas, Hernán se encontraba atravesando el peor momento de su vida. Al día siguiente, sus padres tomaron una decisión trascendental que cambiaría profundamente su realidad. Lo llevaron a un hospital de Wilde, provincia de Buenos Aires, para que pudiera ser parte de El Grupo Institucional de Alcoholismo (GIA), un modelo de atención terapéutico que trabaja la problemática del alcoholismo desde una mirada integral.A partir de ese momento Hernán hizo el clic que le permitió conectarse 100% con su recuperación para poder tener una vida digna lejos del consumo.La familia y sus amigos siempre estuvieron presentes.“Aprendí el valor de la vida”El tratamiento, cuenta, era ambulatorio y consistía en charlas con los especialistas en las cuales debía responder a algunas preguntas como, por ejemplo, cómo se sentía y si tenías ganas de consumir.“La terapia era grupal y al compartir las historias de cada uno por momentos uno se ponía mal o se alegraba si estuvo sin consumir, pero había historias que te hacían reflexionar. Aprendí el valor de la vida, el riesgo de vida que se corre por las adicciones y me sirvió mucho para poder ayudar a personas con esta enfermedad”, expresa.Junto a Daniela, su amiga “de fierro”, y otras amistades en una de las plateas del estadio de Huracán.Una amiga “de fierro”Lo que mؘás le costó a Hernán fue el hecho de no poder estar con sus hijos mientras realizaba el tratamiento y la abstinencia. “Esos tiempos fueron un infierno porque tenías ganas de consumir y me agarraban ataques. Obviamente, estaba medicado y recurría a la ayuda del grupo que podía llamarlo las 24 horas del día. Me aferré, primero, a mi recuperación pensando en mis hijos y tenía el apoyo de mi mamá, de mi papá, de mi hermano y de mis amigos/as que siempre estuvieron”, agradece.Hablando de tratamientos y de amistades, Hernán contó con el cariño y el apoyo incondicional de su gran amiga Daniela Castillo que no solamente le realizaba las sesiones de Reiki, sino que estaba pendiente con una escucha activa para poder calmar sus desahogos y brindarle los mejores consejos. “Estuvo siempre en todo momento, a cualquier hora, una amiga se fierro, mi gran amiga a la que le estoy eternamente agradecido por no soltarme la mano. Yo siempre le digo es mi ángel de la guarda”.Hernán disfrutando de una de sus grandes pasiones: Huracán.Sus hijos lo perdonaronSi bien la esposa de Hernán decidió separarse al no poder afrontar su enfermedad, él logró recuperar el amor de sus hijos mayores: Lucas (17) y Mateo (13).“Hoy puedo decir que me costó mucho los primeros años, pero lo logré y hace 10 años que no consumo nada. Entonces, empecé a disfrutar de mis hijos, me separé, empecé a ver las cosas como eran ya que mi cuerpo no tenía ninguna sustancia”.En medio de la recuperación Hernán conoció a una mujer de la que se enamoró por completo y pese a que actualmente están separados disfruta día a día de Luz, de cuatro años, su tercera hija que llegó fruto de esa historia de amor.“Como papá estaba todo el tiempo llamándolos cuando no vivían conmigo. Si bien me sentía culpable por lo que había hecho, después de un tiempo entendí que era una enfermedad, cosa que muchos no lo saben, por ellos doy todo”, llora.”Sueño con tener una vida feliz y tranquila”.SueñosHernán, que hace 16 años trabaja en una metalúrgica, disfruta ir a la cancha de su amado Huracán, salir con sus tres hijos y las sesiones de Reiki con su amiga, pero también valora los momentos en soledad, dice, para analizarse.“Me gustaría volver a formar parte de una audición partidaria de Huracán que ya lo tengo hablado porque es una pasión. Sueño con tener una vida feliz y tranquila, solo busco vivir en paz junto a mis tres hijos que ahora viven conmigo”.Alejandro GorensteinConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectTemasTodo es historiaGrandes EsperanzasMás notas de Todo es historia“Encontramos 1520 cuerpos”. Con un pico y una pala, busca en el desierto a sus hijos desaparecidos por la guerra narcoCon 130 años de historia. 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