Son las 10 y media de la mañana y una quincena de mujeres se reúne en las instalaciones de Casa Bibi de Madrid. Son de Camerún, Nigeria, Malí, Gabón, Costa de Marfil y Guinea Ecuatorial, entre otros. Todas migraron para reunirse con sus familias o para pedir refugio ante el desamparo estatal en sus países. “Nos enfrentamos a la soledad, al aislamiento social y económico, al desamparo institucional. Por eso parece que no existimos, pero estamos y somos muchas”, explica Alphonsine Kitumua Bangizila, congoleña de 63 años, que es psicóloga y voluntaria de este proyecto impulsado por la Asociación Karibu y destinado a dar apoyo y acompañamiento a migrantes mayores africanas.Seguir leyendo
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