Compartir>LA NACION>Revista JardínJardinera y paisajista, Daiana Quintana nació y se crio en una zona rural. Hoy, en San Vicente, recrea ese espacio donde flores silvestres, animales libres y árboles frutales son parte de su vida. 4 de mayo de 202403:30Belén de AncizarLA NACIONEscucharLos grandes maestros de Daiana Quintana fueron sus abuelos. Horticultores y floricultores, aún hoy Irene, de 97 años, sigue compartiéndole sus aprendizajes. Como el respeto por la tierra, algo que se logra dando alimento a las lombrices, esperando que germine una semilla, cultivando con el calendario lunar. Hoy Daiana tiene su hogar y espacio de experimentación en San Vicente, donde logró dar vida a un jardín que no solo es productivo para su familia, sino también para la fauna que la rodea.Primeros pasosLa formación que inició con sus abuelos continuó. En 2002, Daiana tuvo la posibilidad de irse a vivir a Holanda por algunos años. En este país incorporó nuevas visiones, conceptos
y herramientas al descubrir jardines silvestres, jardines productivos, jardines estructurados, trabajos en invernaderos, cuidado de los recursos. Más tarde vivió temporariamente en Alemania, en la casa de familiares paisajistas dedicados al diseño y obras de jardines.Un lugar de contemplación a la sombra de un Acer buergerianum cerca de la casa.Ines Clusellas/ Revista JardinMás tarde vino su formación en este país. “Estudiar en Pampa Infinita fue una experiencia muy enriquecedora.
Me abrió un mundo con diversas miradas de excelentes profesionales que marcaron mi camino”, cuenta Daiana. Todo eso definió su manera de pensar el jardín: “Me inspira proyectar jardines productivos para nosotros y para la fauna que nos rodea.
La naturaleza tiene el equilibrio perfecto”.El invernadero bajo la sombra de un roble, álamos y un azota caballos.Ines Clusellas/ Revista JardinAgua de lluviaHace ya 13 años que el jardín de Daiana vio la luz. Desde el momento de su nacimiento, Daiana lo pensó como un jardín que se mantenga con agua de lluvia. Como parte de una filosofía que dirige todo su proyecto (y su vida). Para eso, lo primero fue moldear el terreno, sin agregar tierra, para generar una laguna y algunas
zonas perimetrales bajas que les permitieran recolectar el agua de lluvia.El jardín incluye una laguna que tiene dos islas.Ines Clusellas/ Revista JardinLa laguna cobró propia vida: dio origen a un ecosistema y refugio para fauna del lugar que antes
no se observaba. También construyeron un reservorio de 8 m3 en el que
acumulan el agua de lluvia. Con ésta abastecen el invernadero y riegan
los almácigos y otras áreas del jardín. La calidad del agua es
esencial para el crecimiento y desarrollo de las plantas.“Todo queda en el jardín”, afirma Daiana. En la compostera se acumulan los restos de podas, césped y hojas que luego regresan a la tierra. Ines Clusellas/ Revista Jardin“Actualmente producimos el 80% del compost que necesitamos. Cada año logramos un poco más. También tenemos gallinas, que hacen un gran aporte de nutrientes, sumado al aporte de materia orgánica del baño seco”. Transformar y reutilizarBajo la lógica de reciclar, el invernadero tiene más de 10 años y antes fue la casita de juegos de su hija. Le cambiaron las maderas externas y la puerta, y ahora es uno de los lugares favoritos de Daiana. También sumaron un baño seco, para ahorrar y no desechar litros de agua potable (la descarga del baño de un hogar desagota hasta 20 litros de agua en cada uso). Lo usan durante el día, cuando están en el jardín.Dentro de la que era la casita de juego de sus hijas, Daiana armó un espacio para sus almácigos y herramientas. Al lado, el horno de barro quedó anclado entre un bosquecito de eucaliptos, solidagos y modiolastrums.
Ines Clusellas/ Revista JardinDel jardín a la mesaPor su parte, la huerta fue ampliándose un poco más cada año. Fracasos y logros mediante, es siempre un desafío, pero también un aprendizaje. “Me gusta que mis hijos sepan de dónde provienen los alimentos”, relata Daiana. “Verlos cosechar o buscar huevos en el gallinero hace que el trabajo sea muy gratificante”.El aporte de las gallinas al compost hace que sea muy rico en nutrientes y materia orgánica.Ines Clusellas/ Revista JardinAbrazando la casa plantaron más de 80 frutales, algunos en espaldera, algunos en bosque, algunos en la vereda y otros en maceta. Hace un tiempo comenzó a cultivar hongos, un proceso también de mucha paciencia.Daiana cosechando sus verduras. A su derecha, el colinabo púrpura rodeado con mulch, para evitar la pérdida de humedad del suelo.Ines Clusellas/ Revista JardinDiseñar el paisajeFiel a su profesión, Daiana no dejó el diseño del paisaje al azar. En los perímetros ubicó plantas nativas y frutales. “Me gusta
la diversidad, y que sea productivo para nosotros y para la fauna”. Las veredas también están pensadas con praderas, para que sigan siendo refugios de la vida silvestre.El rosedal, con 120 rosales diferentes.Ines Clusellas/ Revista JardinEn este jardín colaboran todos, como equipo. Generar compost, producir alimento, atraer polinizadores y otra fauna, recuperar el agua de lluvia, cosechar las propias semillas para
luego resembrarlas, hacer conservas, deshidratar frutas y verduras, plantar especies nativas, tener un botiquín de plantas medicinales. Estos son algunos de los proyectos que hacen que este jardín familiar aporte un granito de arena a crear un ambiente más sustentable.Un canteros con verbenas, pasto llorón, rudbeckias, entre otras, que abraza la pileta.Ines Clusellas/ Revista JardinBelén de AncizarSeguí leyendoBotiquín básico. Qué aceites naturales pueden calmar tus emociones y cómo utilizarlosAl freezer ¿sí o no?. Cómo congelar cada una de las verduras para ahorrar tiempo y dineroDieta arcoiris. Cómo desintoxicar tu cuerpo antes del cambio de estaciónConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectTemasLifestyleRevista JardínEcologíaHuertaMás notas de Revista JardínOpciones para todos los estilos. Qué plantas trepadoras con flores elegir para vestir tu pérgolaEn gotas, polvos y suplementos. Se usan para aliviar la ansiedad y la depresión, mejorar las funciones cognitivas, reducir el colesterol y el insomnioMuy fáciles de incorporar a tu dieta. Estos tres alimentos ayudan a mantener el cerebro saludable a partir de los 40 años
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