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Adriana Lestido: “Las imágenes y las palabras son un instrumento en mi vida para evolucionar como ser humano”

“Es todo parte de lo mismo, del mismo envión, del mismo proceso”, dice Adriana Lestido. ¿Qué es todo? Un libro de fotografías, un diario de viaje y una película. Entre enero de 2019 y mayo de 2020 estuvo en el Círculo Polar Ártico, “el imán de la Tierra”: desde Islas Svalbard, Islandia y Noruega capturó el mundo. Los diarios se titulan La conquista del hogar: diarios alrededor del Círculo Polar Ártico, el libro de fotos La conquista del hogar y la película Errante: la conquista del hogar. El concepto es el mismo: una búsqueda interior, una forma de volver. “Diarios siempre llevo, y fotos siempre hago. Fueron cuatro viajes alrededor del Círculo Polar Ártico durante un año y medio, pero recién en el segundo viaje tuve claro que estaba haciendo una película”, cuenta del otro lado del teléfono.Hoy a las 16:30 será distinguida en la Legislatura porteña: la película será declarada de interés cultural. Además, este viernes 6 a las 19 en el Malba presenta los dos libros (ambos publicados por Planta Alta Ediciones) y el sábado 7 a las 18 vuelve a la pantalla del Malba su film que empieza así: a oscuras. Y en ese negro nocturno, o tal vez diurno, se ve el viento. Luego se lo escucha. Y aclara, aparece la nieve, la montaña, el frío, la soledad, también la vida, la naturaleza, los animales, la hostilidad del clima, la finitud, lo breve, lo eterno, la inmensidad. Y las escenas, que son imágenes, que son postales, se suceden hasta que, de pronto, una guitarra, el arpegio de una guitarra, te despierta del trance: “Tengo un mandala pintado en Jaipur”, canta Gabo Ferro en “Sobre madera rosa” y aparecen los créditos.“Estuve un año editándola, sin producción. Después aparecieron las productoras, la gran Lita Stantic y Maravillacine. Y después vino todo el proceso de postproducción, en fin, todo el proceso que implica una película. Una vez que estuvo, empecé a trabajar con los diarios. Me ayudó a editarlos Guillermo Saccomano: somos muy amigos y fue fundamental porque fue un aprendizaje muy fuerte y muy bello también. Para mí siempre es muy importante poder ponerme en el lugar de aprendiz”, cuenta la artista. El libro anterior, de 2017, Antártida Negra, un trabajo que llama “de pasaje”, también publicó un diario. El editor fue Juan Forn. “Siempre voy pasito a pasito, y las cosas se van dando. Implica muchísima energía. Siempre una cosa deriva en otra. A veces significa muchísimo trabajo, y el trabajo no es simplemente estar con las imágenes o con las palabras; es la vida”.En la larga e intensa carrera de Lestido hay una foto que, por su historia, por su impacto, por su simbolismo, sobresale. Se titula Madre e hija de Plaza de Mayo. Una mujer con una niña en brazos gritan con una vitalidad arrolladora un pedido de justicia. Es del año 1982. La hizo a la semana de entrar a trabajar en el diario La Voz. Y a partir de ahí fue tomando diferentes caminos, diferentes proyectos, diferentes propuestas. Mujeres presas es un buen ejemplo: “Un trabajo con un contenido social muy fuerte, lo hice entre el 91 y el 93″.Después vino Madres e hijas: “La hice entre el 95 y el 98. Ahí ya se empezó a introducir la naturaleza. Hicimos con ellas muchos viajes y la mayoría de las fotos que quedaron editadas son de los viajes”. “Para mí las imágenes tienen que ver con la resonancia interna de aquello que estoy mirando. Nunca miro desde afuera, no es que voy a ver qué pasa en la cárcel. Me implico mucho en lo que estoy mirando, ése es el sentido para mí. Es como un espejo mutuo. Es la unión interna con aquello que estoy mirando lo que genera imágenes vivas. Es lo que permite ver algo más. Y eso es lo que a su vez puede llegar a resonar en quien mira”.La serie que siguió fue El amor: “La terminé en el 2005, y ahí ya la naturaleza es protagonista. Aunque está la figura humana en algunas imágenes, el hombre que era mi pareja en ese momento, Pablo Reyero, aparece medio difusamente, la serie tiene más que ver con el amor y con el desgarro de la separación de alguna forma. La mayoría de las fotos son de un viaje que hice en soledad, después de la separación. Son imágenes donde de alguna manera el paisaje es el protagonista. Los paisajes tienen justamente esa carga interna de amor y de desamor”.Un día de 2010, en Madrid, visitó una muestra antológica de Miquel Barceló. En una sala chiquita había pinturas pequeñas que el español había hecho en el Sahara. Lestido, conmovida con esas obras blancas, se imaginó yendo “a un desierto para terminar de limpiar”. “A partir de ahí surgió la idea de ir a la Antártida, que es nuestro desierto blanco. Fui con las cámaras de fotos y demás. Llegué con la idea de hacer fotos y fue lo que hice, pero aparte llevé un zoom para grabar sonido. Además del sonido de los vientos y del agua, grabé a la gente en bases militares, que es el único lugar donde se puede parar. Yo quería saber qué soñaba alguien que estaba ahí, en medio de esa blancura helada. No usé nada de eso pero de alguna manera fue la base de la que emergieron las imágenes que finalmente constituyen la serie Antártida Negra”.Antes que la fotografía, estuvo el cine. El lenguaje audiovisual fue lo primero que empezó a estudiar. “Siempre amé el cine y siempre lo tuve en el horizonte”, asegura. “Me compré una cámara de video, empecé a aprender un poco más, a hacer cortos y a fines del 2018 me invitaron a llevar la muestra de la Antártida a Berlín, en invierno. Siempre había querido ver las auroras boreales. Pensaba que quizás las podía llegar a ver en la Antártida. Pero a la Antártida fui en verano y las bases en las que estuve no están muy cerca del polo sur. En fin, no vi ninguna aurora”, recuerda. Pero estando en Berlín la idea de las auroras apareció con fuerza. Se sacó un pasaje a Tromso, un pueblito al norte de Noruega. Decían que era factible verlas. Apostó a que sí.“Alquilé una casa en las afueras del pueblo, a orillas del mar que se mete en los fiordos. Fui con la idea de grabar las auroras. Yo quería registrar el movimiento real de las auroras y su sonido, si es que tenían sonido. Y más allá de las auroras, que por suerte pude llegar a ver, fue muy fuerte lo que me pasó por estar ahí tan cerca del polo: es el imán de la Tierra. Y ahí surgió, en ese viaje inicial en Tromso, la idea de hacer algo con imágenes en movimiento, con fotografías y con los diarios. Quise estar alrededor del Círculo Polar Ártico, cerca del Polo Norte, en las cuatro estaciones, y poder expresar el ciclo vital, lo cíclico de la vida”, asegura.Escribe Guillermo Saccomanno en el prólogo de los diarios de La conquista del hogar: “Si bien es personal, su objetivo no es la autocompasión ni el lamento ante los obstáculos que le propone la naturaleza intempestiva sino el entusiasmo aventurero de una búsqueda que, vale decirlo, es interior. Si el paisaje adquiere relevancia, se debe a que es en ese escenario de blancura extrema donde la artista confía indagar en su propia oscuridad persiguiendo una luz”. Un viaje interior, sobre todo: “Los viajes, sobre todo cuando son a lugares desconocidos y cuando son también en soledad, es como si ampliaras la conciencia de quién es uno”.“Los viajes permiten acercarse un poquito más al centro. Mueven el punto de encaje, como diría Castaneda. A su vez, cada trabajo es un viaje, incluso los que hice en instituciones. Un viaje interior donde se mueven cosas. Las imágenes y las palabras son un instrumento en mi vida para poder evolucionar como ser humano. Ese es el sentido para mí. Son transformadores, hay que atravesarlos. Siempre es duro pero al final estoy un poco más liviana y más cerca de lo que soy. El largo camino de la vida es llegar a ser lo que uno es”, concluye del otro lado del teléfono Adriana Lestido, que además de fotógrafa y escritora, es cineasta: artista total.

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