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Cerró arteba: aluvión de visitantes en la última jornada de la feria visitada por 40.000 personas

La edición 33, que finalizó este domingo, contó con muy buenas ventas y algunos récords institucionales.Se destacó el profesionalismo de los expositores, quienes invirtieron en el diseño de su stands.

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Toda la carne al asador en una edición memorable de arteba

Luego de la foto de apertura y sin discursos, las puertas se abrieron al mediodía de hoy.Los museos Moderno, Bellas Artes, Sívori y MACBA entre otros compraron obras.Estuvieron Jorge Macri, el ministro Federico Sturzenegger, 60 embajadores y la canciller Diana Mondino, entre otros funcionarios.

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Truman Capote, un cuádruple homicidio y un libro que acabó con él pero me abrió un mundo a mí

A los 17 años, una futura periodista descubrí la magia del nuevo periodismo de Truman Capote (Keystone/Getty Images)Cuando Truman Capote publicó en 1966 su no-novela (así la llamó él porque de ficción, nada) A sangre Fría, fundadora del género Nuevo periodismo que hoy llamaríamos true crime, yo tenía apenas tres años. Fue recién terminando el secundario, cuando anuncié que iba a estudiar periodismo, que alguien me recomendó este libro. No dudé y lo compré en una librería de la calle Corrientes. Encontré uno editado en 1980 por Bruguera. Y acá está todavía, luego de tres mudanzas, dos hijos y una larga carrera. Sobrevivió, amarillo y con algo de aroma a humedad, al deshoje de las malas encuadernaciones de las ediciones más baratas de la época.Su tapa de barrotes, en tonos de blanco y negro y rojo, la tuve siempre estampada en mi retina así que encontrarlo en mi biblioteca hoy fue fácil y, sacarlo de su enclaustramiento, me arrancó una sonrisa. Tenerlo entre mis manos me otorgó, una vez más, la certeza de haber sido muy bien acompañada en la vocación por los policiales.Pero vayamos al pasado. Cuando la leí tenía 17 años. Todavía no había descubierto mi vocación por los sucesos, nadie hablaba del true crime y andaba con los Corín Tellado arruinando mi cabeza. No recuerdo nada de nada de esa primera lectura. Lo que me viene a la memoria son mis sucesivas búsquedas muy posteriores para descubrir eso tan fundacional de su estilo y cuando ya trabajaba en Editorial Atlántida, rodeada de plumas y periodistas de verdad. Esos mismos que cada tarde ponían sobre la mesa del Café Colón, a la vuelta de las redacciones más importantes de la época, temas de discusión literarios y políticos.Tenía 19 años y la cabeza con más rulos de permanente -era la moda del momento- que ideas. No podía seguir con seriedad esas conversaciones sesudas. Menos atreverme a abrir mi boca. Poco entendía todavía de actualidad, de casos conmocionantes, de marginalidad, de personajes famosos y demás yerbas. Pero enseguida me dispuse a aprender. Quería ser parte de esas eternas charlas antes del cierre de madrugada. Moría por progresar.El estilo de Capote marcó la diferencia contando historias reales sin golpes bajos[Los libros de Truman Capote se pueden adquirir, en formato digital, en Bajalibros, clickeando aquí.]Fue leyendo y observando esos mundos no vividos, que encontré la posibilidad de comprender mi profesión. Cómo se busca una nota, cómo se relata una historia, dónde empieza o dónde termina. Aprendí a prestar atención a las “perlitas” de las entrevistas y, también, de lo fatal que suenan los diminutivos. Me enteré del desdén de algunos colegas por los gerundios y de la importancia vital de mantener a flote la atención del que lee. Después de decenas hojas pautadas rotas y al cesto, de miradas compasivas e impaciencia de los avezados con los principiantes, empecé a vislumbrar algo.Ahí entró Capote en escena, con su narrativa directa, sin golpes bajos, que te mantiene alerta y atrapada. Los Corín, los Nippur, los Patoruzito quedaron en el pasado y empecé a leer de verdad, con ojos ojos bien redondos, a García Márquez, a Dostoyevski, a Camus, a Poe, a Chéjov y a tantos otros que se fueron sumando a mis estantes casi vacíos. Descubrí el periodismo que se asoma a la literatura y el que se mete en los intestinos de la realidad más truculenta. Capote me ayudó a entender que contar un suceso puede ser mucho más que una crónica y que una historia puede escribirse de manera que resulte imposible detener la lectura. Después de todo de eso se trata nuestra profesión: conseguir que el lector no nos abandone y llegue con nosotros hasta el final. En A sangre fría él consigue la máxima atención sin que, en ningún instante, decaiga el deseo de seguir leyendo.El ejemplar de “A sangre fría” de Carolina BalbianiCapote se tomó tres veranos en Cataluña para terminar de escribir este libro y para ello se recluyó en una casa blanca, tan blanca como el escenario del cuádruple crimen de los Clutter. Lo que iba a ser un artículo para The New Yorker terminó siendo un libro bisagra de la “no ficción”. Y esa masacre ocurrida el domingo 15 de noviembre de 1959, en Kansas, donde dos sujetos desconocidos asesinaron salvajemente a un rico granjero, a su mujer y a dos de sus hijos menores de edad, terminó construyendo su obra cumbre cuando los detenidos fueron colgados en 1965.La misma obra cumbre a la que el autor culpó de todas sus miserias y adicciones: “Nadie sabrá nunca lo que A sangre fría se llevó de mí. Creo que, en cierto modo, acabó conmigo”. Como los hijos se llevan pedazos nuestros en cada parto, los libros pueden arrancar del interior de su escritor hasta el corazón, para que luego sea devorado por el público caníbal.El libro sobre el cuádruple crimen de los Clutter resuena como obra cumbre de la “no ficción”Quizá eso le haya pasado al pobre Capote. Porque también estaba la autoexigencia a la que se sometía. Eso es evidente en el prólogo de su libro Música para Camaleones: “La escritura dejó de ser divertida para mí cuando descubrí la diferencia entre escribir bien y escribir mal. Más adelante haría un descubrimiento mucho más alarmante todavía: la de escribir muy bien y el verdadero arte; es una diferencia sutil, pero salvaje”. No menospreció Capote el poder de las palabras ni el orden en que se usan sino que las llevó a su máxima expresión.Las efemérides pueden ser un poco sensibleras y un poco tontas. Después de todo, el tiempo no es más que una convención que utilizamos para distraernos de nuestra mortalidad. Las fechas cada 365 días podrían tomarse como una burla repetida, pero en el periodismo solemos abusar de ellas. Siempre salen de paseo, más cuando el número es redondo, para acechar a los que tenemos memoria todavía. Por eso es que no puedo evitar recordar que un día como hoy, hace cuatro décadas, Truman Capote murió por causas naturales como consecuencia de todos sus excesos cometidos durante sus 59 años.Si lo encontrara por aquí, cruzando la frías y húmedas calles de Buenos Aires con su cigarrillo entre los dedos y sus anteojos empañados por el vapor de su propia respiración agitada, le diría tímidamente, como una fan porteña y atrevida que llega desde el futuro al que él no llegó: “¡Tremendo todo lo que podrías haber escrito viviendo un poco más!”.

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Evacuaron el Congreso por una amenaza y Eugenio Cuttica recibió su distinción en la calle

El artista estaba agradeciendo la “Mención de Honor Diputado Nacional Dr. Juan Bautista Alberdi” ante unas 300 personas.El personal de seguridad pidió que se retiraran todos del Salón de Pasos Perdidos.El acto terminó en la vereda, entre policías y camiones antiexplosivos.

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“Seré un vicepresidente que nunca olvide de dónde viene”: lo que quiso mostrar J.D Vance en “Hillbilly, una elegía rural”

Las memorias de J.D. Vance juegan un papel en su carrera política.En 2016, los liberales bienintencionados buscaban cierto tipo de libro. Necesitaban un manual sobre ese enigma, la clase trabajadora blanca, pero la guía que imaginaban estaba sujeta a varios requisitos. Por un lado, tenía que hacerles sentir magnánimos y amplios de miradas por preocuparse siquiera por el grupo demográfico al que responsabilizaban del asombroso éxito político de Donald Trump; por otro, tenía que ser llamativamente campechano, un reflejo de sus románticas ideas preconcebidas sobre escopetas y acentos gangosos en el campo. Por encima de todo, este libro no podía exigir demasiado. No podía contener teoría política ni, Dios no lo quiera, economía. En sus momentos de mayor ambición intelectual, podía aventurarse a hacer un poco de psicología, tal vez algunas estadísticas sencillas, pero nunca podía alejarse del territorio seguro y sentimental de la apelación emocional. En resumen, los liberales de derechas querían un emisario del corazón que les asegurara que Trump no los obligaba a cambiar de vida ni a reexaminar su política.En este cuadro entra J.D. Vance, un recién graduado de la Facultad de Derecho de Yale con un don para decirles a los liberales lo que querían oír. Vance procedía de la ciudad de Middletown, Ohio, en rápida desindustrialización, y se presentaba como un experimentado susurrador de Make America Great Again (MAGA), la consigna que supo blandir Donald Trump. Aunque criticaba el nacionalismo de Trump se presentaba a sí mismo como un intérprete de las lenguas rurales que los cosmopolitas no hablaban. En su exitoso libro de memorias de 2016, Hillbilly, una elegía rural, explicaba que “Mamaw” era el apodo cariñoso que usaba para referirse a su abuela y que “holler” es el término regional para referirse a una hondonada entre las colinas.Hillbilly, una elegía rural causó sensación, no tanto por sus supuestos méritos como por haber aparecido en un momento propicio. Provocó varias críticas excelentes, incluidas refutaciones en el New York Review of Books, el New Republic y el Guardian, pero en su mayor parte fue amado. En casi todos los medios de comunicación tradicionales, incluido éste, fue aclamado como una explicación elocuente y matizada del encanto de Trump, por lo demás desconcertante. The Wall Street Journal lo describió como “unas hermosas memorias” que se duplicaban como una obra de “crítica cultural sobre la América blanca de clase trabajadora”. The Economist alabó: “No leerá un libro más importante sobre Estados Unidos este año”. En el New York Times, donde recibió dos reseñas elogiosas, fue elogiado como “una guía de referencia civilizada para unas elecciones descorteses”.Ocho años después, Vance se ha vuelto descortés, y nuestra política electoral aún más descortés. El escritor Irving Kristol caracterizó a un neoconservador como “un liberal que ha sido asaltado por la realidad”; Vance es un liberal que ha sido asaltado por la perspectiva del poder. En 2016, llamaba a Trump “el Hitler de América” en mensajes privados a un amigo; ahora, es el compañero de fórmula del ex presidente y su defensor más adulador. Pero las señales de su eventual giro fueron legibles desde el principio, al menos para quienes se preocuparon de leerlas.En cierto modo, la fijación liberal en la clase trabajadora blanca -y, por tanto, en los campesinos y sus elegías- siempre fue errónea. Trump no fue elegido exclusivamente por los Apalaches blancos pobres. Como señaló Sarah Jones en New Republic, los enclaves ricos también desempeñaron un papel destacado en su victoria, pero estos lugares recibieron mucha menos atención mediática, probablemente porque eran menos curiosos para la élite urbana. Aun así, los Apalaches han soportado su buena dosis de injusticias, y el impulso de comprender su difícil situación era (y es) admirable.El problema, por tanto, no era que los liberales esperasen aprender sobre las penurias en el holler, sino la forma en que lo hacían. No puede haber un emisario único para los más de 80 millones de personas que componen la “clase trabajadora blanca” en todo el país (no todos ellos tienen vínculos con los Apalaches, que es una región muy heterogénea). La fuerza de la personalidad no sustituye a la investigación. En su reciente libro Elite Capture, el filósofo Olufemi O. Taiwo advierte del fenómeno homónimo, por el que miembros privilegiados de grupos oprimidos se convierten en portavoces de esos grupos y, al hacerlo, los cooptan. Por ejemplo, los miembros de la “burguesía negra” que tan a menudo son el rostro de los movimientos por la justicia racial no hablan en nombre de la mayoría de los negros estadounidenses. En palabras de Taiwo, quienes tienen “poder y acceso a los recursos que se utilizan para describir, definir y crear realidades políticas -en otras palabras, las élites- son sustancialmente diferentes del conjunto total de personas afectadas por las decisiones que toman… Como parte del grupo más cercana al poder y a los recursos, suelen ser la parte cuyos intereses se solapan menos con los del grupo total”.Éste es uno de los problemas de la política identitaria, con su manía de elegir enviados: Los miembros de un grupo marginado que gozan de suficiente tribuna pública para hablar en su nombre no suelen ser representativos. Vance, licenciado en Derecho por la Universidad de Yale y con un lucrativo trabajo en la empresa de capital riesgo de Peter Thiel, no es el típico campesino, y no hay garantía de que defienda los intereses de sus compañeros menos afortunados. Pero en 2016, no tuvo reparos en generalizar de forma poco generosa a partir de sus limitadas experiencias.En 2016, J.D. Vance, graduado de Yale, se presentó como un experto en la clase trabajadora blanca en su libro “Hillbilly Elegy” (Jabin Botsford/)Porque observó a conocidos que usaban teléfonos móviles que él creía que no podían permitirse, concluyó que muchos apalaches de clase trabajadora gastaban habitualmente por encima de sus posibilidades; porque uno de sus vecinos de Middletown decidió no trabajar y luego se quejó en Facebook de las políticas económicas del presidente Barack Obama, afirmó que muchos montañeses estaban desempleados por pereza. Hay varias disciplinas académicas dedicadas a recopilar datos fiables sobre por qué la gente está de hecho sin trabajo, pero Vance desdeñaba los intentos de un estudio más riguroso.Prefería gesticular tímidamente sobre lo que le parecía de sentido común, insistiendo en que sabía lo que era “no porque lo diga un psicólogo de Harvard, sino porque lo siento”. Al menos, el psicólogo de Harvard podría haber hecho una encuesta. No es de extrañar que haya todo un género de artículos –y, de hecho, varios libros enteros– dedicados a demostrar que Vance no habla en nombre de todos los apalaches.Hillbilly…, por tanto, nunca fue una incursión sociológica precisa. Siempre fue una representación, una ostentosa muestra de autenticidad hogareña. En su incisivo correctivo What You Are Getting Wrong About Appalachia (Lo que se está entendiendo mal sobre los Apalaches), la historiadora (y también montañesa) Elizabeth Catte describía a Vance como “alguien con ideas remanidas sobre la raza y la cultura [que se hace] famoso vendiendo estereotipos baratos sobre la región”. Los personajes armados de Hillbilly Elegy son caricaturescos, al igual que su prosa. Por ejemplo, la primera línea. “Me llamo J.D. Vance”, comienzan las memorias, “y creo que debería empezar con una confesión: La existencia del libro que tiene en sus manos me parece un tanto absurda”. Es esta afectación –y no los vagos argumentos de Vance– lo que provocó la fascinación inicial de los lectores.Perdiendo puestos de trabajo y esperanzasDespués de todo, el contenido de Hillbily… no es gran cosa. El libro es un puré de reminiscencias y especulaciones mal fundadas sobre una parte del país que “lleva décadas perdiendo puestos de trabajo y esperanza”. La familia de Vance es de Jackson, Kentucky, un pueblo cuyos habitantes “saludan a todo el mundo, se saltan de buena gana sus pasatiempos favoritos para sacar de la nieve el coche de un desconocido y, sin excepción, paran sus coches, se bajan y se ponen firmes cada vez que pasa una comitiva fúnebre”. A pesar del encanto de la pequeña ciudad de Jackson, los abuelos de Vance, Mamaw y Pawpaw, fogosos pero adorables, se trasladaron a Middletown, donde Pawpaw consiguió un lucrativo trabajo en Armco, una empresa siderúrgica.Aunque la pareja consiguió cierta estabilidad, la madre de Vance, Bev, no. Durante una breve etapa como enfermera, se convirtió en una de las muchas estadounidenses de su grupo que se volvieron adictos a los opiáceos con receta. Las figuras paternas entraban y salían de la juventud y adolescencia de Vance mientras Bev entraba en una espiral, a veces violenta. Su deterioro reflejaba el de Middletown: A medida que Armco se encogía, el otrora bullicioso centro de la ciudad se reducía a una manzana de restaurantes de comida rápida y casas de empeño. Vance hace todo lo posible por parecer humilde cuando se trata de vencer a las adversidades. Cuenta cómo se alistó en los Marines, cómo se las arregló para salir adelante, cómo destacó en la universidad y cómo entró en la Facultad de Derecho de Yale.Hillbilly Elegy es una entrada en el panteón de los relatos de superación, una especie de apéndice del género de autoayuda. Vance llega a admitir un amor “cursi” por Estados Unidos, el “mejor país del mundo”, y nos dice que “cada vez que aprendía a hacer algo que creía imposible… me acercaba un poco más a creer en mí mismo”.En el fondo, se trataba de un discurso conservador al uso, plagado de las consabidas contradicciones. Vance reconocía la escasez de empleo en Middletown, pero atribuía la situación de los Apalaches a una cultura de “impotencia aprendida” e insistía en que muchos de los habitantes de la ciudad “eligen no trabajar”. Afirmó que “nuestros hábitos alimentarios y de ejercicio parecen diseñados para enviarnos a una tumba prematura” apenas unas páginas después de señalar que la comida rápida es el único alimento disponible en muchos pueblos de los Apalaches. Cuando los pobres piden “tarjetas de crédito con intereses elevados y préstamos de día de pago”, les reprocha su “comportamiento irracional”, sin despreciar a las instituciones financieras depredadoras. Incluso debatió si su madre era responsable de su adicción –y determinó que las circunstancias de nadie le dan “una tarjeta moral perpetua para salir de la cárcel”–, pero no mencionó a los gigantes farmacéuticos que inundaron deliberadamente la región de analgésicos.Vance criticaba a Trump en privado pero se transformó en su defensor más ferviente y compañero de fórmula (Ben Gray/)Para el Vance de Hillbilly Elegy, las teorías de la conspiración eran otra forma de eludir la responsabilidad. “No podemos confiar en las noticias de la noche. No podemos confiar en nuestros políticos. Nuestras universidades, las puertas a una vida mejor, están amañadas contra nosotros. No podemos conseguir trabajo”, se burló. “No se puede creer en estas cosas y participar de forma significativa en la sociedad”. En su lugar, aconsejó a los campesinos que se pusieran los pantalones y solicitaran los puestos de trabajo que no existían.Según pasan los añosA primera vista, parece que Vance ha cambiado de opinión. Los telediarios, los políticos y las universidades son precisamente los villanos a los que desde entonces se ha dedicado a denostar, y no muy sutilmente. (“Las universidades son el enemigo” es el título de un discurso que pronunció en la Conferencia Nacional del Conservadurismo en 2021).En algunos momentos, Hillbilly… se lee como un artefacto de interés meramente arqueológico. En un 2016 tan remoto que apenas puedo recordarlo, Vance lamentó el “extraño sexismo” de la “cultura hillbilly”; cinco años después, acudió al programa de Tucker Carlson para llamar a los demócratas “un montón de señoras con gato y sin hijos.” La Mamaw de Hillbilly… practicaba una “fe profundamente personal (aunque estrafalaria)” y no podía hablar de la “religión organizada” “sin desprecio”; la semana pasada, cuando Vance la elogió en el escenario de la Convención Nacional Republicana, se había transformado póstumamente en “una mujer de una fe cristiana muy profunda”.Quizá lo más importante es que Vance fue en su día un defensor del conservadurismo laissez-faire a la antigua usanza de la variedad del Instituto Cato. En 2016, el bloguero conservador Rod Dreher escribió que “una de las contribuciones más importantes de Vance a nuestra comprensión de la pobreza estadounidense es lo poco que la política pública puede afectar a los hábitos culturales que mantienen a la gente pobre”. Ahora, Vance ha abrazado el populismo nacionalista del movimiento MAGA, que pinta la pobreza como el producto de las fronteras abiertas y los tejemanejes globalistas.Tal vez la transformación de Vance sea genuina; tal vez esté calculada. Sin duda es conveniente que su trayectoria ideológica se alinee tan estrechamente con la del Partido Republicano. Como señaló el periodista Simon van Zuylen-Wood en un clarividente artículo publicado en este periódico en 2022, el Partido Republicano lleva mucho tiempo arrastrándose hacia el “posliberalismo”, una orientación política “escéptica ante las grandes empresas, nacionalista respecto al comercio y las fronteras, y coqueta con el primer ministro húngaro Viktor Orbán”. (Dreher, por su parte, se ha convertido en un defensor tan ferviente de las tácticas intervencionistas del hombre fuerte Orbán que emigró a Hungría).El posliberalismo pretende reescribir no sólo la ley, sino toda la vida ética estadounidense, y en cierto modo es una extensión natural del pesimismo sobre las soluciones políticas que impregnaba Hillbilly Elegy (y el correspondiente libertarismo que dominaba el Partido Republicano no hace tanto). Si la cultura es la culpable del declive de los Apalaches, se podría concluir que la política, tal y como se entiende tradicionalmente, no puede arreglar lo que nos aqueja. Otra posibilidad es concluir, como parece que ha hecho Vance, que los remedios políticos habituales no son lo bastante intrusivos o autoritarios.Hillbilly… anticipaba el tono autocomplaciente que Vance adoptaría al concluir su pacto fáustico. Desde el principio, practicó el arte de tenerlo todo: En 2016, se autoproclamó un hombre común, aunque la existencia del mismo libro en el que fingía modestia desmentía sus pretensiones. Ahora que es un político con la misión de seducir a un público que detesta a los políticos, su estrategia es prácticamente la misma. Sigue reivindicando su condición de outsider haciendo de su simpatía un espectáculo, incluso cuando se convierte cada vez más en un insider. También en este caso se trata de una actuación que rivaliza y quizá supera su actuación de sencillez hogareña en Hillbilly….“Seré un vicepresidente que nunca olvide de dónde viene”, aseguró Vance a los asistentes a la Convención Nacional Republicana. Estallaron en vítores. Me pregunto cómo se las arreglarán esos seguidores cuando se den cuenta de que es precisamente ganando como él y ellos han perdido. El costo de su éxito electoral es que se han convertido en lo que más desprecian: ahora son el establishment.Fuente: The Washington Post.Foto: Jabin Botsford/The Washington Post y AP/ Ben Gray.

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Qué leer esta semana: Elena Ferrante con el mejor libro del siglo, claves de longevidad y amores prohibidos en la posguerra

Tres libros esenciales para comenzar a leer y agregar a la biblioteca digitalCada semana ofrece la oportunidad perfecta para sumergirse en la lectura y desconectarse de la rutina diaria, aunque sea solo por unos minutos. Sin embargo, elegir el libro adecuado para empezar puede resultar todo un desafío.Infobae Cultura hizo una selección de tres títulos esenciales para comenzar a leer. Y con una ventaja: aprovechar los precios convenientes en sus versiones electrónicas.En esta recomendación estarán los libros de la enigmática escritora italiana, Elena Ferrante; de una de las referentes de la literatura histórico-romántica, Anne Jacobs; y de la docente y directora de la academia Integra Salud School (ISS), técnico de dietética con el Máster en Microbiota Humana (Tech), María Puntí. Además, un bonus track gratis imperdible, un libro premonitorio de Antoine de Saint-Exupéry.“La amiga estupenda”, de Elena Ferrante (9.299,00 pesos argentinos)[”La amiga estupenda” se puede adquirir, en formato digital, en Bajalibros, clickeando acá.]Considerado como el mejor libro en lo que va del siglo XXI por The New York Times, La amiga estupenda, inaugura una saga deslumbrante ambientada en la Nápoles de mediados del siglo pasado, donde Lenú y Lila, dos jóvenes mujeres, enfrentan los desafíos de crecer en un entorno donde la astucia prevalece sobre la inteligencia. La relación tempestuosa entre las protagonistas revela con crudeza la realidad de un barrio humilde y su lucha diaria por sobrevivir bajo la ley del más fuerte.Con más de 20 millones de lectores y traducida a 42 idiomas, esta joya de la literatura contemporánea fascinó al mundo. Reconocida por The Guardian como merecedora del Premio Nobel, La amiga estupenda se ganó un lugar en la lista de los mejores libros del siglo XX y reafirma una vez más su poderoso impacto cultural.“El Café del Ángel. Un tiempo nuevo”, de Anne Jacobs (7.399,00 pesos argentinos)[”El Café del Ángel 1” se puede adquirir, en formato digital, en Bajalibros, clickeando acá o como audiolibro clickeando acá.]Tras el rotundo éxito de la saga La Villa de las Telas, la aclamada escritora alemana Anne Jacobs sumerge al lector en una nueva saga familiar con El café del ángel. Ambientado en la posguerra de 1945 en Wiesbaden, este relato captura la resiliencia y la renovación a través de los ojos de Hilde, una joven que hereda el emblemático Café del Ángel.A pesar de los estragos de la guerra, el café se mantiene en pie, por lo que Hilde se propone restaurar su antiguo esplendor, aquel que lo convirtió en punto de encuentro de artistas y figuras destacadas de la ciudad. Sin embargo, la armonía se ve amenazada con la llegada de una joven desconocida que afirma ser su prima Luisa, proveniente de Prusia Oriental.El café del Ángel abre una saga sobre la reconstrucción de posguerra, a la vez que es un profundo análisis de los lazos familiares, el perdón y los amores prohibidos que florecen en los momentos más inesperados.“La pirámide de la longevidad”, de María Puntí (8.399,00 pesos argentinos)[”La pirámide de la longevidad” se puede adquirir, en formato digital, en Bajalibros, clickeando acá]María Puntí estudió Nutrición e hizo el máster en microbiota humana en el Tech Schoool of Nutrition, y formó un equipo multidisciplinar y abrió dos clínicas de salud integrativa. Pero ahí no terminó: ahora publicó el libro La pirámide de la longevidad, sobre cómo nuestros hábitos diarios influyen directamente en nuestra longevidad y bienestar.El libro desmonta la idea de que nuestro cuerpo es una máquina inagotable y subraya la importancia de un mantenimiento constante a través de una nutrición adecuada, un sueño reparador, ejercicio regular y un manejo eficaz del estrés. Puntí argumenta que, más allá de la genética, es posible prevenir la mayoría de las enfermedades crónicas con ajustes conscientes en nuestro estilo de vida.En La pirámide de la longevidad, Puntí detalla los pilares fundamentales para cuidar nuestra salud, y brinda al lector con estrategias prácticas para mejorar la calidad de vida y aumentar los años de vida saludable. ¿El objetivo? Prolongar la vida y enriquecerla, y tomar un rol activo en su salud y bienestar. Con este libro, la especialista en microbiota proporciona las herramientas necesarias para transformar la teoría en acción y lograr un envejecimiento saludable.“Vuelo nocturno”, de Antoine de Saint-Exupéry (Gratis)[”Vuelo nocturno” se puede descargar gratis de Bajalibros clickeando acá.]Publicada por primera vez en 1930, Vuelo nocturno es una de las obras más emblemáticas del célebre autor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry.Fue con este libro que Saint-Exupéry logró el reconocimiento público mucho antes que con El Principito ―llegó a vender seis millones de copias en el mundo― y también con el que consiguió vender más de seis millones de ejemplares en el mundo y anticipar su trágica muerte.La trama de Vuelo nocturno se centra en un vuelo de correos, que durante la noche viaja de la Patagonia a Buenos Aires, se presenta como una extraña premonición: Saint-Exupéry murió en un vuelo de reconocimiento durante la Segunda Guerra Mundial.En el libro, el piloto Fabien lucha contra una tormenta abrumadora, un desafío que pone a prueba su habilidad y el valor de su vida y el sentido de ella. Mientras, su superior, Rivière, espera ansiosamente en Buenos Aires, que también se enfrenta a sus propias reflexiones sobre la vida y el compromiso con su misión.

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Dos libros muestran que el atentado a la AMIA puede ser narrado para adultos y para chicos

Alejandro Rúa eligió contar en 30 días las jornadas centrales en la trama del ataque que “cambió la historia del país”.Y en Voces alrededor del atentado a la AMIA, Ángeles Durini se dirige al público infantil.

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Dos muestras en el Macba para ensayar más preguntas sobre la abstracción geométrica

Se trata de El espejo y el desorden de Natalia Cacchiarelli, y Deriva utópica de Gilda Picabea.Ambas fueron curadas por Belén Coluccio y se pueden visitar a partir de hoy.

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Tres libros regresan al universo siempre actual de Ricardo Piglia

Mauro Libertella es autor de la biografía Ricardo Piglia a la intemperie con edición de Leila Guerriero.También se publicaron sus diálogos entre 1998 y 2001 con el historiador Horacio Tarcus.Y el número tres, algunos de los prólogos que escribió para la colección de literatura argentina “Serie del Recienvenido”.

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Hallan restos de una propiedad del emperador Calígula cerca del Vaticano

Fue durante las obras de un paso subterráneo para el Jubileo de 2025. El descubrimiento tiene “una importancia histórica considerable”.Sitúa la excavación dentro del área de los Huertos de Agripina la Mayor, madre de Calígula.

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