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La persecución de guante blanco

El papa Francisco Vatican Media/Handout via REUTERS/Archivo (VATICAN MEDIA/)En algunas regiones de Asia y África se suceden graves persecuciones a la libertad religiosa, y últimamente también en Nicaragua. Pero existen formas menos graves que por serlo suelen pasar desapercibidas, aunque no por ello dejan de ser lesivas.Estas modalidades no suelen tener la intensidad de las violaciones que se han considerado tradicionales, desde la prohibición del uso de vestimentas y la cancelación de habilitaciones de templos y centros educativos hasta el encarcelamiento de ministros y la expulsión del país, incluso los asesinatos. Pero una sociedad democrática no puede dejar de atenderlas.En los últimos años y en el escenario internacional se ha comenzado a prestar atención a la aparición de nuevas y sutiles formas de lesión a este derecho fundamental, que es la llamada por el papa Francisco “persecución de guante blanco”.El poder destructivo de la difamaciónHay persecuciones rojas con efusión de sangre y persecuciones blancas que se ejecutan con un educado cinismo. Hoy -lo ha dicho el Papa- hay más mártires en la Iglesia que en los primeros siglos.Un instrumento de la persecución blanca son las fake news. Este sintagma es utilizado para conceptualizar la divulgación de noticias falsas, especialmente en las redes sociales en el escenario de la posverdad, donde prima el impacto emocional ante los hechos objetivos.En materia religiosa se ha generalizado también la desinformación y la manipulación de datos fuera de contexto o sujetos a una reinterpretación que desfigura su autenticidad, de la cual ha sido una víctima habitual y notoria el mismo papa Francisco, quien ha sufrido infamias durante todo su pontificado y así muchas veces se han reinterpretado sus hechos y dichos desde una visión ideológica.Hay que decir también que el poder corrosivo de la descalificación se mantiene en buena medida y no queda inhibido completamente cuando la noticia, aun cuando sea cierta, sea presentada de una manera deformada, incluso cuando se la desmienta o se demuestre su falsedad. En momentos electorales como los que estamos viviendo, la circulación de información de esta categoría está a la orden del día, donde actúan (incluso en la Argentina) empresas especializadas en este tipo de operaciones.Un ambiente hostil a lo religiosoMuchas situaciones, en efecto, pueden ser lesivas según el contexto en que ellas sean presentadas. Si bien no alcanzan la entidad de una violación, en el caso de algunas expresiones menospreciantes o despectivas sobre la religión o su ejercicio, ciertas actitudes naturalizadas (como en el pasado lo fueron otras respecto de la apariencia de una persona) pueden evidenciar una falta de respeto o consideración hacia su titular, incluso una negación de su dignidad.De tal modo y por esta vía, se puede configurar una situación de acoso mediante comentarios ofensivos respecto de las prácticas o creencias religiosas de alguien, por ejemplo en su lugar de trabajo, en un medio de comunicación o en un instituto educativo, creándose un ambiente hostil que puede derivar en una decisión en que la persona se vea forzada a cambiar el empleo o la escuela o no ser invitada a un programa de radio o televisión, con evidente daño para la víctima.Este mismo año se han verificado situaciones de guante blanco suscitadas por obligaciones de concurrir a la marcha del orgullo gay o promover la homosexualidad. Aunque ellas todavía no se registran en nuestro país, conviene tomar nota de que se trata de circunstancias donde se produce una coacción sobre las personas y por consiguiente una lesión de su libertad en materia religiosa.Una exclusión del escenario de la discusión públicaLa medida para evaluar estas situaciones no parece ser por otra parte la misma que se utiliza para las discriminaciones en materia de sexualidad o antisemitismo, como se puso en evidencia en el reciente caso del Presidente de la Federación española de fútbol, que provocó una inmediata reacción del colectivo feminista radical pero también de gran parte de la opinión pública.Las referencias religiosas en la sociedad mediática suelen ser brindadas por personas que desconocen su verdadero sentido y ponen de relieve en el mejor de los casos un conocimiento harto superficial de las verdades de fe o de la liturgia. Por eso no siempre se encuentra en ellas el odium fidei que caracteriza a la lesión propiamente dicha de la libertad religiosa.Las discriminaciones adoptan una formulación sutil que puede pasar desapercibida, por ejemplo cuando se descalifica a representantes de confesiones religiosas acusándolos falazmente de homofóbicos o de mantener una mentalidad contraria a las minorías, descalificando su conciencia como autoritaria. Estos operativos hostiles a los grupos religiosos frecuentemente se resguardan en actitudes de victimización como estrategia para acallarlos.En especial en materia de sexualidad, suele asimilarse a un carácter religioso ciertos criterios que corresponden en realidad a una naturaleza distinta de la creencia, como ocurre cuando se defiende el derecho a la vida de personas no nacidas.Otras veces los criterios morales y religiosos son presentados como anticuados, cerrados a una concepción abierta al mundo y opuestos al libre despliegue de la personalidad. De esta manera, se ejerce una sutil discriminación bajo un ropaje progresista y se configuran nuevos anatemas por los que se silencia a las personas por sus creencias religiosas y se las elimina del debate de ideas de una sociedad democrática.Seguir leyendo:Duras críticas de Ucrania a los elogios del papa Francisco hacia el pasado imperialista de Rusia: el Vaticano debió aclarar sus dichos

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