“Buenas tardes, Mariano. ¿Cómo estás? Me parece que nos debemos algo. Decime cuándo te podés tomar el café”, le dijo Joaquín Quiroga, flamante abogado, a Mariano Gorosito. “¡Aaaah! Fue el mensaje más lindo que recibí! Uno de los estudiantes a los que le hice la mudanza que se había recibido me llamó para invitarme el café… No te puedo explicar la emoción que sentí. ¡Se me caían las lágrimas! Porque se recibió y porque se acordó de mí”, cuenta el camionero con una felicidad contagiosa y que deja entrever en su voz que las lágrimas volvieron a brotar por sus mejillas.¿Por qué ese café? Porque desde 2020, Mariano inició su proyecto “Transportando Futuro”, mediante el cual ofrece sin costo alguno realizar la mudanza de los jóvenes de su pueblo, General Belgrano, que dejan sus casas para ir a estudiar a la Universidad de La Plata.Ese primer año, acompañado de su hermana Madem, transportó las pertenencias de diez estudiantes. En 2021, el viaje lo hicieron dos camiones, en 2022 necesitó tres camiones, en 2023 ayudó a 16 jóvenes y en 2024 hizo la mudanza de 12 estudiantes más. Para el próximo viaje, que saldrá el 25 de enero, ya se anotaron diez futuros universitarios.“La idea surgió cuando un amigo me preguntó si podía darle una mano con la mudanza de su hija que se iba a estudiar a La Plata y como fue de un día para el otro no pudo organizar nada. Lo hice de favor, pero como fue el primer viaje a la universidad, me dejó pensando un poco… Después le tocó mudarse a mi sobrina (a la misma ciudad) y como quedaba lugar en mi camión, para no ir vacío y aprovechar el viaje, preparé un flyer y lo puse en mi estado de WhatsApp avisando que estaba organizando una mudanza conjunta sólo para estudiantes… Como los chicos se llevan sólo lo indispensable, en total fueron 10 mudanzas”, recuerda para explicar cómo comenzó la que él llama “una linda locura”.Mariano sabe que sin esa posibilidad (que ofrece de manera anual), los estudiantes de ese pueblo bonaerense se verían obligados a empezar completamente de cero sólo por no poder costear un flete para la mudanza. O, peor, deberían buscar un departamento amueblado, lo que incrementaría los ya elevados gastos del alquiler.Además de esas mudanzas, Mariano colaboró con el Proyecto Chaco, del Instituto de Cultura Itálica Leonardo Da Vinci, de La Plata, que realiza donaciones y ayuda a El Impenetrable; hace unos años, puso su camión a disposición para el traslado de donaciones a las personas damnificadas por las inundaciones de La Plata.La historiaEl Cachorrón sale luciendo su bandera y haciendo oír su bocina, y todo General Belgrano lo saluda. Los vecinos saben que ese camión —un legendario Mercedes Benz 1114— está transportando las pertenencias de quienes apostaron al sueño de una carrera. Algunos serán la primera generación de universitarios de su familia, otros, la segunda. Pero todos, tendrán las lágrimas y bendiciones de sus abuelas, abuelos, tías y tíos que los acompañarán en los silencios nocturnos de algún rezo para que les vaya bien.Y el que levanta la mano para devolver el saludo es Mariano, de 48 años. Nacido, criado y habitante de General Belgrano, un pueblo ubicado a 120 kilómetros de La Plata y a 162 km de la ciudad de Buenos Aires, al que describe como “hermoso, tranquilo y a orillas del río Salado”.Aún enternecido porque acaba de revivir el encuentro con Joaquín, el primer egresado al que le hizo la mudanza, recuerda: “Mis padres nos enseñaron a mis hermanos y a mí a ser buena gente, a ayudar siempre que se pueda. Nunca nos sobró nada, nunca nos faltó nada tampoco y siempre que alguien necesitó, lo ayudamos. De la misma manera recibí mucha ayuda en la vida. ‘Haz el bien sin mirar a quién’, dicen, ¿no? Soy un convencido de que todo lo bueno regresa”.Convencido del poder que tiene el brindar ayuda, admite: “Con esta idea, de algún modo tratamos de incentivarlos para que vayan a estudiar y el costo -el café al final de la carrera- es el mismo desde que iniciamos el proyecto”.En cada uno de los viajes anuales, llegan a hacer entre ocho y once mudanzas. “Los chicos se mudan con su camita y colchón y algunas cosas más. Entonces, eso hace que el espacio pueda compartirse y ayudar a más chicos. Pero, siempre llenamos el camión. Y si hay más cosas para llevar, vamos con otro y sacamos dos camiones”, cuenta.El próximo viaje será el sábado 25 de enero a primera hora. “El viernes 24 a la tarde cargamos todo y cerramos el camión. Llegamos a la hora y pico, no es mucha la distancia hasta La Plata, por eso la mayoría se mudan allá. Cuando estamos en la ciudad, comenzamos el recorrido para repartir las pertenencias, que los chicos esperan ansiosos y muy contentos”, asegura.El primer café“Cuando llegamos a tomar el café, pedí uno chico. Pero Joaquín le dijo a la moza: ‘¡No! A él traele el más grande que tengas…’ ¡Eso me dio una emoción enorme!”, cuenta Mariano cómo inició el encuentro con Joaquín Quinteros, recién recibido de abogado, que lo llamó para decirle que le pagaría la mudanza que le había hecho cuatro años atrás.Ansioso y nervioso, el hombre que trabaja con su camión cada vez que se cruzaba a la familia del chico les preguntaba cómo estaba y cómo le estaba yendo en la universidad. No porque tuviera prisa por tomar ese café sino porque cada vez que ayuda a uno de sus jóvenes vecinos le es inevitable conectar con sus historias.Emocionado, cuenta: “Joaquín se recibió el año pasado, el 5 de diciembre. Él hacía un año que estaba estudiando en La Plata cuando yo empecé con Transportando Futuro. Pero, en 2020, él se iba a vivir solo, así que tuve que llevarle los muebles desde su casa. Al otro día de recibido me llamó por teléfono y cuando regresó, un domingo fuimos a una confitería de acá y tuvimos un lindo encuentro y una linda charla con el hoy doctor Quinteros”, dice y destaca con orgullo el “doctor”.“Esas cosas te llegan al corazón. La verdad es que me sorprendió su llamado y que el encuentro fuera hermoso y emocionante. Desde que hacemos esto con mi hermana, que me hace de secretaria y GPS, porque vivió allá y conoce, yo pienso qué loco es con tan poquito, con un granito de arena, como podés llegar a ayudar y ser parte de algo tan grande, ¿no? Lo mío es insignificante… Es nada más llevarles las cosas. Digo insignificante porque es cargar las cosas y llevárselas, aunque vivo del camión porque trabajo con él, no me cambia nada económicamente regalar viajes”, sostiene.Conmovido, sigue: ”Pese a eso, que después de todos estos años él se haya acordado es muy gratificante porque me demuestra que lo valoró. Y eso habla muy bien de él y de su familia, que le inculcó valores. Por eso, fue muy grato compartir ese momento con mi hermana y el papá de Joaquín”.Con una sonrisa cuenta que su sorpresa fue verlo llegar al chico rapado. “Pobre Joaquín, los compañeros le habían dejado la cabeza rapada. Parece que es un festejo eso, no sé, pero lo raparon cuando se recibió. Lo recuerdo y no puedo dejar de sentir satisfacción al decir que es abogado y me da orgullo ser parte de su historia”.Convencido de que este año será bueno para “sus” estudiantes, se ilusiona: “Yo creo que en diciembre próximo otros más se van a recibir. ¡Estoy ansioso por tomarme un café con ellos!”.Otros viajes solidariosDurante cuatro años, Mariano recibió el llamado de una escuela de La Plata para viajar a El Impenetrable, en Chaco. Por diversas cuestiones y sus ocupaciones laborales, no pudo hacerlo. Él deseaba conocer el lugar, pero las cosas no se daban para que pudiera lograrlo. En agosto de 2024, finalmente lo hizo.“El 30 de agosto del año pasado cargué ahí el camión en La Plata, El Cachorrón, como lo llamo a mi 1114 y salimos para Taco Pozo, a 1.600 kilómetros. Llegamos y debimos recorrer 100 kilómetros adentro del paraje Brasil. Yo no lo conocía. Los chicos de la escuela fueron en un colectivo juntos a sus profesores y se quedaron acampando por una semana. Yo compartí con ellos tres días y regresé porque tenía compromisos laborales. Fue una experiencia increíble, de esas que te marcan. El viaje fue hermoso. Antes de irme, le dije al profesor: ‘El año que viene no me llamés para preguntarme si puedo. Decime cuándo y a qué hora salimos’, le pedí”.Conocer a los habitantes de El Impenetrable lo impactó. “Sabía que allí se vivía en situación de pobreza. Cargué muchos bidones de agua en el camión porque la de allá, si no tenés el cuerpo acostumbrado, te cae mal. Pero, pese a todo, lo que me impactó es la bondad de las personas. Me conmovió mucho”, asegura con la voz casi quebrada.De ese viaje fueron parte un médico generalista y pediatras. “Sólo me pagaron el gasto del gasoil y llevé todas las donaciones. Noté estando allí que, por ahí, uno va de acá dejando su confort y estando allá no podés entender que haya una Argentina tan distinta. Porque a 200 kilómetros de llegar hay cereales, silos, unas casas terribles y después esa gente tan olvidada. Te parte el corazón porque están olvidados de verdad”.Por haber llevado las donaciones, de comida y agua, sobre todo, Mariano fue considerado como el héroe de la jornada. “Cuando ya tenía que volver, la gente me aplaudía y saludaba. Y ya en el camino de regreso sentí mucha impotencia porque yo no puedo hacer más por esta gente que volver con el camión cargado de cosas… ¡Pero nada más! Eso da impotencia. Se me caían las lágrimas”, lamenta.Pese a ese dolor vivió un momento que llevará para siempre en su corazón: “Antes de irme, uno de los hombres de El Impenetrable, con el que hablé mucho, me llamó y dijo: ‘Oiga, ¿será que podré darle un abrazo como despedida?’… No sabés la emoción que sentí… Esas cosas son muy conmovedoras”, asegura con emoción.Sobre el final de la entrevista, Mariano respira hondo y finaliza: “En Transportando Futuro, mi camión va cargado de proyectos, de sueños y de un montón de cosas: del esfuerzo de toda la familia para que podamos llevar a los chicos sus cosas y ayudarlos porque no es solo el papá y la mamá. Cuando van a estudiar a la gran ciudad, es toda una familia, abuelos, tíos, tías, todos están apoyando a ese chico. Nosotros con el mínimo granito de arena, con el mínimo empujoncito, le damos otra manito para que esos chicos puedan ser el futuro soñado. Ellos son el futuro”.