escucharescucharCÓRDOBA.– En los 20 años de la escuela primaria cordobesa Alegría Ahora, el que termina es el “más difícil, el más duro”, dice su directora y única maestra, Mónica Lungo. Pero, a la vez, enfatiza que fue durante el que más “apoyo y compromiso social” recibieron. Treinta y cinco estudiantes, de entre 13 y 73 años, empezaron y terminaron de cursar; cinco se recibieron. Todos ellos ganaron, lograron educarse en un contexto muy complicado, de vulnerabilidad total.Aunque en Alegría Ahora quienes concurren comen, se pueden bañar y hasta dormir si no tienen adonde ir, la educación es lo principal. “Hacen su primaria con calidad. Logran buenos niveles en dos temas que preocupan a todas las escuelas, como son la expresión oral y la compresión lectora. El eje es educar y lo hacemos abriendo la perspectiva”, describe Lungo a LA NACION.La escuela, que funciona en el barrio Bella Vista de esta ciudad, “abraza” a todos los que llegan. Hay varias madres que van con sus bebés, hay abuelas, hay adolescentes que cursaron en otros lados, pero dejaron, y en unos meses aprenden a escribir y a leer. Todos vienen de zonas vulnerables, todos enfrentan problemas en sus casas y también en la calle, pero se quedan porque se sienten escuchados y cuidados.Mónica Lungo es la directora y única maestra nombrada para los 35 estudiantes que hubo este añoLa pandemia de Covid-19 fue la prueba más fuerte que debieron sortear. Aunque Lungo e integrantes de la Fundación Alegría Ahora iban a las casas de los estudiantes, les llevaban comida y tareas, muchos se perdieron en el camino.En 2020 arrancaron 57, que venían del año anterior, pero después de dos años quedaron 35. Una encuesta que hicieron reveló que dejaron de concurrir el 53% de los varones por la droga, por el “pipazo” (pasta base mezclada con virulana, barata y devastadora) y un porcentaje similar de mujeres a causa de la violencia de género.“Ese año y medio que nos vimos poco fue dramático –repasa la directora–. Llegábamos a sus casas, pero no era lo mismo. Los educadores acá sabemos a dónde vive cada uno para comprender qué necesitan, sus prioridades, cómo deben aprender”.Por ejemplo, “el Elvis”, como se presenta uno de los alumnos adolescentes; hasta que llegó a esta escuela se escapaba siempre de las aulas. Su madre le contó a Lungo que saltaba las tapias, los alambres, lo que fuera, para salir corriendo. Esta vez no se quiere ir, ni siquiera cuando lo van a buscar. Quiere ser músico “famoso” porque músico –aporta su maestra– “ya es, nació con la vibración sagrada”.La escuela festejó sus 20 años –durante 15 fueron escuela ambulante– en el Teatro Real con artistas invitados y, además, con su propio coro dirigido por Guadalupe Gómez; también volvieron a confeccionar la agenda anual que venden para juntar fondos que les permite, junto a otras acciones, afrontar gastos y ayudas para los alumnos. La escritora Teresa Andruetto, comprometida con Alegría Ahora, es una de las promotoras de esa agenda. “Ponemos nuestra convicción en la educación”, ratifica Lungo.La maestra insiste en que dar de comer y acompañar también es educar, porque “no pueden aprender con hambre, no pueden ser personas sin alimentarse”. Está convencida que la “amorosidad, el gusto por el conocimiento” son claves para que todos aprendan “de manera permanente”.Después de dos años, la escuela pudo volver a hacer las agendas que venden para sustentar parte de sus gastosPara 2023, el “sueño” que tienen es lograr que nombren a otra maestra. Antonella viene colaborando hace dos años con la escuela, pero sin cargo. “Hay que querer estar acá y ella quiere; no cualquiera puede ser médico en Médicos sin Fronteras –grafica Lungo–. Nadie quiere nacer ni estar en las condiciones de nuestros alumnes, pero vemos los resultados de la educación todo el tiempo”.Avanzar en un secundarioLa otra iniciativa en la que trabajan con la Escuela de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Córdoba es la puesta en marcha del secundario. La idea es que sea con la misma pedagogía de la primaria, que es la que tiene resultados. De 60 recibidos en estos 20 años, solo uno hizo la secundaria.Si cumple su sueño, María Eugenia Núñez, que este año, a los 51, se recibió en Alegría Ahora, cursará la secundaria. Ya se inscribió en un Centro Educativo de Nivel Medio Adultos (Cenma) y también como oyente en la Facultad de Historia.María Núñez terminó su primaria a los 51 años y se anotó para hacer el secundarioCuenta a este diario que sus cuatro hijos le insistían con que terminara la primaria y ella no se decidía, pero una entrevista a Lungo que vio por televisión y la experiencia de una vecina la empujaron a ir.“Llegué en octubre de 2017, con miedo, incertidumbre, temor a que me fueran a cuestionar –repasa–. Cuando crucé la puerta roja, me encontré con un mundo hermoso, con el abrazo, el calor humano. Dije ‘Es mi casa’ y me quedé”. Por la pandemia, pese a que siguió estudiando en su casa, se le estiraron los tiempos. Se recibió hace una semana. “Siempre me alentaron; nunca me dejaron bajar los brazos; siempre hubo oído para escuchar, un hombro para apoyarse”, recuerda.Lungo subraya una y otra vez que educar no es “solo enseñar a leer, a escribir, las operaciones matemáticas”. Es “estimular sueños y proyectos, formarte como persona, sentirte persona. La educación es el motor que tenemos y con el que los vemos florecer; todos los días vemos los resultados de la educación, del amor”.Gabriela Origlia TemasEducaciónCórdobaConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de EducaciónReforma educativa. ¿Podría la Argentina imitar a Uruguay y eliminar las calificaciones numéricas?”Pude ver los goles de Messi”. Tiene 12 años, es ciego e inventó una increíble manera de ver los partidos de la SelecciónTras el último escándalo. Con el aval de un sector radical, el kirchnerismo convocó a una sesión para crear ocho nuevas universidades
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