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“Muchachos…”, gloriosa revancha del cruel 2022

escucharescucharAlberto se merecía un fin de año así: a toda orquesta. Basta del milenario annus horribilis; a partir de ahora se hablará de annus Albertis, es decir, cuando avanzan los meses y se piensa que las cosas van a terminar muy mal y, de pronto, oh sorpresa, resulta que terminan mucho peor. Siempre ayudado por Cristina, y después por Massita, el benemérito profesor Fernández venía en una tozuda senda del error hasta que algo se escapó de sus cálculos: el triunfo argentino en Qatar. Imagino sus cavilaciones en esas aciagas circunstancias. Atribulado, se excedió en la dosis de kryptonita y alumbró, sucesivamente, un feriado nacional, el caótico recibimiento a la selección campeona del mundo, las humillantes gestiones para tener una foto con Messi y la Copa, y el blooper con el fallo de la Corte Suprema. Es muy fácil darse cuenta de cuándo el Presidente percibe que la ha pifiado en toda la línea: enseguida da una entrevista a un medio amigo para tratar, mi cielo, de explicar lo inexplicable (anteayer le tocó el turno a C5N, un canal muy futbolero: no le tiran preguntas, sino centros). Dicen que en los últimos días se lo vio más tranquilo: ya nadie podría enderezar el año que él definitivamente había estropeado.Nada más certero que la picardía popular para definir a personas y situaciones. Ayer leí en alguna red la mejor descripción de la estampida del blue: si ahorrás un peso por día, al cabo de un año podés comprarte un dólar. Una tal Macarena escribió en Twitter, a propósito de la violenta incursión de Grabois en Lago Escondido: “¿Saben cuántas hectáreas tiene Lewis ahí? 12.000. ¿Saben cuántas hectáreas tiene Lázaro Báez en Santa Cruz? 415.000″. En la mesa de un bar agregarían que el inglés las compró con su guita. Esa sabiduría que da la calle incluso puede ser profética. Cuando nuestros abuelos decían “el que nace para pito nunca llega a corneta”, adelantaban el juicio histórico sobre este mandato presidencial. También los tangos, en su poética sociología, presagiaban lo que nos iba a pasar en el annus Albertis. “Ya sé que estoy piantao / piantao / piantao” es un perfecto epitafio para la saga de reacciones del Gobierno por el fallo de la Corte que le ordenó devolverle a la ciudad de Buenos Aires fondos de la coparticipación: “no vamos a pagar”, “vamos a pagar con bonos”, “vamos a aumentar los impuestos para pagar con pesos”. En apenas cinco o seis días el Gobierno fue golpista, después fue tramposo y terminó siendo suicida: a quién se le ocurre subir los impuestos en un año electoral. “Cambalache” hizo puntería y dio en el blanco: “Lo mismo un burro que un gran profesor”.Cuando se lo ve a Alberto así, tan despistado, es imposible no recurrir a expresiones que pueden ser vulgares, pero también muy precisas, tipo “retrocedió en chancletas”, o “está en el horno”, o “para encontrarse la frente necesita un mapa”. Estudiantes de la Facultad de Derecho de la UBA pidieron suspenderlo como docente por el desacato a la Corte; pobre Alberto, el único profesor aplazado por sus alumnos.Hay gente malísima que se permite dudar sobre quién fue el verdadero destinatario de la ya célebre admonición de Messi: “Andá pa’ allá, bobo”.Tiene razón Ernesto Tenembaum: en el kirchnerismo “claramente no lo quieren a Messi”, al que Cristina no mencionó ni una sola vez en su discurso al inaugurar en Avellaneda el polideportivo Diego Armando Maradona; tampoco se cantó allí “Muchachos…”, el hit de La Mosca convertido en el himno argentino del Mundial. Qué feo, ¿no? Digo: cargar sobre tus espaldas –otra vez: en un año en el que se vota– el insoportable peso de no querer a Leo, el tipo más querible del mundo, la mayor figura que haya dado nuestro deporte, el genio que ahora es ícono y tatuaje. Ningún polideportivo llevará su nombre: serán Diego Maradona o Néstor Kirchner. ¿Y si a uno le pusieran “Alberto Ángel Fernández”? La única forma de que le den pelota.Marche un Waze también para Cristina, a la que sus propios camarógrafos mostraron en Avellaneda saludando entusiastamente a un paredón; a un paredón sin gente. Acostumbrada a moverse en olor de multitud, qué desgarro agitar las manos y tener como respuesta la insolente frialdad de un muro. Marchen bondis con militantes. En su dolido mensaje, la vice habló de proscripción. Creo que fue un error de tipeo: su candidatura a presidenta prescribió; se extinguió el plazo en que ella sola ganaba una elección. Las encuestas pueden terminar siendo más feroces que la sentencia de un Tribunal Oral. Andá pa’ allá, Cris.Se nos muere el horribilis 2022. Me pregunto cómo puede ser tan feo un año en el que salimos campeones del mundo. Hay que cambiarle la cara ya mismo. Nada de cruentos balances. Que el último día tenga otro color y otra música. Llega, por fin, 2023. Vamos, démosle la bienvenida. Cantemos todos el himno futbolero: Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar / se van Alberto y Cristina / Argentina vuelve a soñar.Carlos M. Reymundo RobertsConforme a los criterios deConocé The Trust Project

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