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El federalismo: una incómoda barrera para el autoritarismo

escucharescucharDesde el nacimiento mismo del constitucionalismo liberal con la Constitución de los Estados Unidos de América, la principal preocupación ha sido cómo diseñar un gobierno efectivo, pero a la vez limitado. La técnica para lograr ese equilibrio fue inventada por los constituyentes estadounidenses: separación de poderes con frenos y contrapesos y federalismo.James Madison, uno de los principales inspiradores de la Constitución estadounidense, explicó en “El Federalista” que no basta con dividir el poder y atribuírselo a distintos órganos completamente desconectados entre sí. Por el contrario, es imprescindible que los distintos poderes del gobierno “estén tan conectados y mezclados como para dar a cada uno un control constitucional sobre el otro”. Eso es lo que diferencia la separación de poderes estadounidense de la del constitucionalismo francés, que luego se extendió a Europa continental: los frenos y contrapesos o checks and balances.Así, el Poder Ejecutivo puede vetar un proyecto de ley sancionado por el Congreso, el Congreso debe aprobar el presupuesto para que el presidente pueda gastar, el Poder Judicial ejerce el control de constitucionalidad sobre los actos de los otros poderes y los jueces son designados por el presidente con acuerdo del Senado. Esos son algunos ejemplos de los frenos y contrapesos.No conformes con eso, los estadounidenses crearon otra forma de distribuir el poder, ya no entre distintos órganos de un mismo gobierno, sino territorialmente. Eso es precisamente el federalismo: una forma de distribución geográfica del poder. Nuestro país adoptó los principios fundamentales del constitucionalismo estadounidense y, con ello, el federalismo. El principio es exactamente el mismo que el de la separación de poderes con frenos y contrapesos: distribuir el poder entre distintos centros interdependientes entre sí, de manera que cada uno de ellos tenga incentivos para controlar a los otros.El federalismo se erige así en una formidable barrera contra el despotismo, ya que desconcentra el poder entre unidades que, constitucionalmente, son autónomas. Es por eso que todos los gobiernos autoritarios aborrecen el federalismo. En última instancia, lo que aborrecen es la libertad. Ningún gobierno arbitrario puede tolerar que existan centros de poder que no pueda controlar.Una de las primeras medidas que adoptó Adolf Hitler, luego de que el Parlamento aprobara ilegalmente la ley de habilitación, fue la llamada eufemísticamente “igualación de los Länder (provincias) con el Reich”. A través de esa “igualación”, se disolvieron los parlamentos provinciales, se removieron las autoridades de los Länder y se las reemplazó por delegados (Reichsstatthalter) del gobierno central. Fue el fin del federalismo y la consolidación definitiva de la tiranía nazi.En nuestro país, todos los golpes de Estado removieron a las autoridades provinciales y las reemplazaron por delegados designados por el gobierno nacional. Incluso gobiernos electos abusaron de las intervenciones federales, para desplazar todo atisbo de oposición. Un caso emblemático fue la intervención federal de la provincia de Corrientes en 1947, la única de las 14 provincias de ese entonces con un gobierno en manos de la oposición.Otras formas más embozadas, pero no menos inconstitucionales, se han utilizado en nuestro país para disciplinar a las provincias. La principal herramienta ha sido la asfixia económica a través del uso discrecional y abusivo de aportes del Tesoro nacional. Para poder ahogar todo atisbo de independencia es fundamental hacer depender económicamente a las provincias y a la ciudad de Buenos Aires de la billetera del Ejecutivo nacional. Un gobernador mendicante es un gobernador dócil. El círculo vicioso es alimentado también por muchos de esos gobernadores. Es infinitamente más sencillo vivir de la dádiva que tener que ser eficiente y vivir con recursos propios.La reforma constitucional de 1994 intentó poner coto a esa situación. Lamentablemente, y como tantas otras veces, la Constitución ha sido grosera y sistemáticamente violada. En nuestro país el federalismo es un mero decorado. No es casual que se festeje como Día de la Soberanía Nacional el aniversario de una batalla en la que el tirano que gobernaba la provincia de Buenos Aires intentó impedir que las provincias pudieran comerciar directamente con el extranjero. Los nombres cambian, pero las maniobras son las mismas.El actual embate contra la ciudad de Buenos Aires es idéntico al que sufrió, por ejemplo, la provincia de Córdoba hace no muchos años. Los gobernadores que defienden la quita unilateral de fondos a la ciudad de Buenos Aires y que instan al Poder Ejecutivo a alzarse contra una sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación no solamente justifican una grosera violación de la Constitución nacional, sino que, además, fomentan la eliminación del federalismo que falsamente dicen defender.La disputa excede largamente la cuestión de la asignación de los fondos coparticipables. El objetivo final es reemplazar nuestro actual sistema constitucional y la democracia liberal que aquel consagra por un régimen populista abiertamente autoritario. La separación de poderes y el federalismo son las barreras que lo impiden. Defenderlos es defender la libertad.—————————Ricardo Ramírez-Calvo es profesor de Derecho Constitucional, Universidad de San AndrésRicardo Ramírez-CalvoConforme a los criterios deConocé The Trust Project

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El año de los duendes haraganes

escucharescucharParadoja de un año intenso: el término más votado por los lectores del Diccionario Oxford hace referencia al no hacer nada y se llama goblin mode (modo duende). Votado por el 93% de los concursantes, estar en este modo significa tener “un tipo de comportamiento que es descaradamente autoindulgente, vago, perezoso o egoísta de una manera que rechaza las normas y las expectativas sociales”.Pensemos, por ejemplo, en el Norman Briski del film La fiaca: un duende nihilista y atorrante. No malvado, solo apasionado por la nada. Ponerse en modo duende es mostrarse como un sujeto de este tiempo, harto del hacer y deseoso de solo estar.“Dado el año que hemos experimentado, el modo duende concuerda con todos los que nos sentimos sobrepasados”, explica Casper Grathwohl, del Diccionario Oxford.El fin del mundo no llegará con una explosión sino por simple cansancio. Nos encontrará en pijama o en jogging, mirando series malas, con la pileta de la cocina cargada con los platos sin lavar de varios días. ßAlgo más…El modo duende es, además, una reacción a la cultura del máximo rendimiento y la “búsqueda de la excelencia”, ese mundo de elfos de Papá Noel que viven para su trabajo y cantan felices mientras fabrican juguetes.Duendes o elfos, ¿esa es la cuestión?Mariano DonadíoConforme a los criterios deConocé The Trust Project

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Argentina, no lo entenderías: la “entrecasa” de las noticias con humor

escucharescucharPrimero lo primero: a no desesperar que peor está Massa arreglando la economía. Y segundo: a ponerse a trabajar, que hacer reír con la realidad argentina -que es para llorar- requiere de mucha imaginación. Pensar y producir todas las semanas Argentina, no lo entenderías, el segmento de humor con las noticias locales, es una odisea, ya que la actualidad nacional a veces parece un chiste, y hacer humor sobre un chiste es redoblar la apuesta. Para empezar, hay que leer las noticias pero no con espíritu crítico, sino con una mirada que nos invite a pensar con esta lógica: “Decime que esto no es cierto”. ¿Se entiende? Lo explicamos mejor. Hay que leer la noticia y decir en voz alta: “¡Decime que esto es joda, por favor!”. Listo. Con ese espíritu a mano hay que leer cada titular. Empecemos: “El Presidente resiste a las presiones de Cristina Kirchner y Sergio Massa, y avisó que mantendrá las PASO”. Tema importante pero no me genera eso que buscamos. A ver, probemos con otra noticia: “Invitaron al vicegobernador de Formosa a un asado en El Chorro, pero una banda de ladrones se robó la carne”. Brillante. ¿Se ve la lógica? Parece joda pero es real. Sigamos: “Robaron los aires acondicionados de una escuela, hicieron una rifa para reponerlos y se los robaron de vuelta”. Espectacular. Yo había escuchado hablar de “alumnos repetidores”, pero jamás de “delincuentes repetidores”. Esto me recuerda a ese spot de Presidencia de la Nación durante la gestión de Néstor Kirchner: “Argentina, un país con buena gente”. ¿Habrá una noticia más para nuestro resumen semanal? Sí, seguro, busquemos. Miren esta joya: “Una diputada de Mendoza presentó un proyecto de ley para declarar el metegol ‘deporte provincial’ y prohibir el molinete”. Siempre nuestros amados diputados nos regalan estas perlas, no hay que desaprovecharlas. Con todas estas noticias, armamos un guion técnico y pensamos ideas para encararlo con lógica de sketch. Ahí hacemos una reunión (la palabra reunión es un poco grandilocuente, en realidad nos juntamos de parados mientras tomamos mate todos los que formamos el equipo). Y empieza el show de tirar ideas: “¿Y si te caracterizamos de astronauta que busca en el espacio el dólar que se disparó?”; “¿Y si hacés de adiestrador de Dylan?”; “¡Pará! Te ponés una gorra de natación y sos el instructor de Alberto en la clase de AquaGym…”. De todo esto elegimos una punta para hacer una apertura divertida. ¿Listo? A preproducir a las corridas: Sol Coliva, Ezequiel “Chiquito” Díaz y Matías Boela, del equipo de video, dan una mano buscando lo que se necesite. Una pelota de basquet, un sombrero mexicano, un triciclo. Y ahí sí, con todo listo, es hora de grabar. Matías Aimar pone la cámara en el estudio que tiene LA NACION y, paciencia de por medio, registra todo el sketch. “Parate más acá”, “Decilo más despacio”, “No se entiende ese chiste”, me va diciendo. Es que lo que en papel divierte, después, frente al lente, puede que no cause efecto. Con todo ya resuelto, se lleva el material y lo interviene con una edición magistral. Le pone inserts de Moria Casán, citas históricas de Cristina, memes, escenas de Esperando la Carroza. Si el guion pide “la escena de Brandoni y las tres empanadas”, suma esa y otra que a él también le divierte. Una vez que está terminado no lo veo hasta que sale al aire. Es cábala. Muchas veces, cambiamos sobre la marcha (no sé si notaron que en la Argentina tres días son dos años en la escala de otros países, como Dinamarca). Nos ha pasado de tener todo listo y ¡sorpresa! El Gobierno anuncia el fin de los pasajes en cuotas sin interés en el Black Friday. O no nos olvidemos de ese viernes a la noche donde Alberto, tras una carta de Cristina, hizo llegar a su Gobierno a Aníbal Fernández, Juan Manzur y Daniel Filmus. Y ya que estamos recordamos el domingo de super acción donde buscaban un ministro de Economía, tuviera o no título de economista, que decantó en Silvina Batakis (¿Se acuerdan de Batkis?). Llega el domingo y Félix Ramallo, la cabeza del equipo de redes y video lo publica en el Instagram de LA NACION. Ahí comienzan las reproducciones y con ellas los comentarios. Un gran número pone emoticones de aplausos y risas. A ellos les agradecemos que nos sigan. Otros nos escriben: “Los gorilas que reciben sobres de Macri no son graciosos”. A ellos les decimos: el cartero se debe haber perdido porque nunca recibimos nada, pero por como viene la economía aprovecho y dejo el alias de mi CBU (Joaco.depositen.dólares). Y finalmente hay otro grupo de comentaristas, los que escriben que me estoy quedando pelado: “Cada vez más entradas tiene este”. A esos les digo: ya estoy haciendo el tratamiento capilar. Un rato después, en LN+, José del Río se toma un recreo en su programa Comunidad de Negocios y lo pasa al aire. No se sabe qué repercusión tiene. Algunos afirman que el rating se dispara como la inflación, otros que un camarógrafo una vez esbozó una sonrisa y los demás aseguran que esos minutos son fundamentales para que los invitados vayan al baño. Sea como sea, en el graph aparece el nombre de este segmento: “Argentina, no lo entenderías”. Y es una lástima, porque sería genial que apareciera el CBU que les mencionaba más arriba: Joaco.depositen.dólares. Mientras tanto, el lunes, otra vez, empezamos a pescar noticias para encarar el siguiente capítulo. Y no pasa una semana en que no pensemos: “¿Nos dará material la realidad argentina?”. Y ahí, una vez más, el país no nos falla y leemos: “En Córdoba, chocó en la misma esquina un camión de Fernet y uno de Coca-Cola”. Y leemos: “Le puso Milei de nombre a su hijo”. Y leemos: “En San Pedro, la ambulancia se olvidó al médico y lo mandaron a buscar en moto”. Ay, ay, ay, Argentina, no lo entenderías.Joaquín GarauConforme a los criterios deConocé The Trust Project

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La viuda alegre

Aliviada porque su marido de toda la vida estaba muerto, por fin muerto, la señora Josefina se retiró de la funeraria con una urna de cristal que contenía los despojos cenicientos de su difunto esposo Joselito.No había cumplido la voluntad de Joselito, quien le había dicho en numerosas ocasiones:-Si yo me voy primero, me entierras en el cementerio, al lado de las tumbas de mis padres y mis abuelos.La señora Josefina no había sepultado el cuerpo sin vida de su marido Joselito porque incinerar sus restos era menos costoso que enterrarlos en el camposanto.-Y si no es mucha molestia, te pido que vayas todos los meses a dejarme flores -le había pedido Joselito.Pero la señora Josefina estaba enojada con su marido de toda la vida. Se había casado con él cuando apenas tenía veinte años: ahora era una mujer de sesenta. Joselito había fallecido tras cumplir setenta y un años. Perdió la vida copulando con una prostituta en un hotel cercano a su casa. Consternada, la meretriz llamó a la recepción del hotel:-Llamen a una ambulancia -rogó, sollozando-. El señor Joselito se me ha enfriado.Cuando la señora Josefina llegó al hotel, la prostituta le dio el pésame. El cadáver desnudo de Joselito yacía sobre la cama. Ventrudo, velludo, calvo, Joselito había sufrido un infarto mientras follaba con la mujer de paso. Josefina se quedó sorprendida al ver a su marido muerto con el pene sin embargo erecto como si fuera un mástil sin vela ni bandera.-El señor se tomó tres viagras -dijo la prostituta, compungida, antes de prestar su declaración a la policía.La señora Josefina se sintió traicionada por el finado Joselito. Le había sido fiel toda la vida, cuarenta años largos. Joselito era el único hombre con el que había tenido comercio carnal. Le había entregado su virginidad. No lo había engañado con otro hombre. Por eso estaba furiosa con su marido. Por eso decidió incinerarlo en la funeraria y no sepultarlo.Antes de salir de la habitación donde había ocurrido el deceso de su marido, la señora Josefina tomó varias fotos del cadáver con la insólita erección. Luego envió esas fotos a su único hijo, Josito, que vivía lejos, en otro continente. Le escribió:-Tu papá murió haciendo chanchadas con una ninfómana barata. Ya no respira. Pero su pirulo sigue vivo. Qué impresión.La señora Josefina no le dio tiempo a su hijo Josito de viajar al funeral:-Lo voy a cremar esta misma noche. Por favor no vengas. Quiero estar sola.Llegando a su casa, la señora Josefina arrojó las cenizas de su marido al inodoro del baño principal. Luego se sentó, defecó y dijo:-Me cago en ti, Joselito.Enseguida tiró la cadena y vio cómo las cenizas de su marido desaparecían para siempre en los albañales, entremezcladas con sus deposiciones fecales.-Es aquí donde mereces estar -le dijo, a modo de despedida-. Porque eres un pedazo de mierda, Joselito.Al día siguiente, la señora Josefina hizo tres cosas que no había hecho en sus sesenta años de existencia: entró en Internet y compró un consolador, se dirigió a un concesionario y adquirió una moto y, montando en monto sin ponerse un casco, acudió a un parque donde vendían drogas y compró marihuana. Había decidido ser una mujer libre. No quería vivir con otro hombre. Quería estar sola, plenamente sola, y conocer unas formas de felicidad egoísta que aún no conocía.Le gustaba salir en moto después de fumar marihuana. Había dejado de pintarse el pelo. Lucía sus canas con orgullo. Había dejado de ponerse sostén. Le gustaba que sus pechos respirasen con libertad. Había dejado de ir a misa los domingos. Se sentía agnóstica o incluso atea. Había dejado de leer los periódicos y ver las noticias en televisión. Prefería ver pornografía en Internet. Le interesaban principalmente los hombres negros con dotaciones genitales aventajadas. Mirando cómo ellos se procuraban placer a solas, la señora Josefina echaba mano de su consolador y se permitía unos orgasmos espléndidos que jamás había tenido con su marido Joselito.-Quiero que un moreno me la ponga -se decía a sí misma.No respondía a las llamadas del teléfono. Lo tenía apagado y solo al final del día escuchaba los mensajes de sus amigas, que estaban preocupadas por ella. No quería ver a nadie. No quería recibir el pésame, las condolencias. Había quedado como la esposa cornuda, engañada. No se sentía a gusto en ese papel. Prefería estar sola, fumar marihuana y salir en moto. Le gustaba pasarse los semáforos en rojo. Si algún conductor o peatón la recriminaba, ella le gritaba:-¡Que te monte un burro en primavera!Y seguía a toda prisa, sin casco, jugándose la vida, sintiéndose joven, renacida.Un domingo, bien pasada de marihuana, los ojos rojizos, la sonrisa delatora, la señora Josefina acudió al templo al que solía concurrir con su marido Joselito. Se sentó en una banca de la primera fila. Cuando el cura hizo señas para pasar a pedir la limosna, la señora Josefina se puso de pie, recogió la canastita y empezó a acercarla, fila por fila, a los fieles, muchos de los cuales la conocían. Si depositaban solo monedas, les decía, en voz bajita:-No seas tacaño. Dejame caer un billete, dale.Algunos feligreses sonreían, sacaban la billetera y, para complacer a la viuda, echaban un billete o dos en la canasta. Sin prisa, la señora Josefina recorrió la iglesia entera, colmada de fieles, y luego caminó hacia la zona posterior, echó una mirada a la canasta, comprobó que estaba llena de billetes y, sin vacilar, ejecutó su plan: salió del templo con la canasta, subió a su moto y se marchó a toda prisa, hurtando las donaciones de los fieles, riendo a carcajada limpia. Nadie la persiguió. Nunca más volvió a esa iglesia. No robó el dinero porque lo necesitase. Su marido Joselito le había dejado varios millones en el banco y en acciones. La señora Josefina había vendido todas las acciones. Era rica, moderadamente rica, lo bastante para no trabajar el resto de su vida. Robó las limosnas porque le parecía divertido. Eran las travesuras que hacía cuando fumaba marihuana.No contenta con el consolador a pilas que había adquirido, compró otros en Internet y aprendió a regocijarse sola, viendo morenos aventajados en páginas de adultos. Hasta que el cuerpo le pidió a un negro de verdad. Canosa y delgada, la señora Josefina, con sesenta años, todavía se permitía un apetito erótico y se consideraba atractiva para su edad. Le daba vergüenza subir sus fotos a las páginas de Internet donde los veteranos como ella buscaban pareja. Temía que sus amigas las viesen. Por eso decidió que iría al parque del pecado a levantarse a un moreno bien dotado. No fue fácil despojarse de pudores e inhibiciones. Al parque del pecado, en el centro de la ciudad, acudían a medianoche señores mayores, buscando a un muchacho en alquiler, y raramente concurrían también señoras solitarias, deseando la compañía de un prostituto, un soldado en su día de franco, un atleta menesteroso. Pero la señora Josefina no quería a un jovencito cualquiera: estaba obstinada en tener relaciones con un afroamericano, su primer varón aparte de su finado esposo Joselito.Por supuesto, fumó marihuana y se dirigió al parque en moto, sin ponerse un casco, el pelo canoso alborotado por el viento, el corazón latiendo deprisa, como una adolescente en sus primeras citas de amor. Daba vueltas y vueltas por el parque, buscando al negro de sus sueños, pero no había afroamericanos en el parque del pecado, y los jovencitos que se le ofrecían le parecían esmirriados, bobos, flacuchos, muy poca cosa:-Señora, ¿me deja ser su jinete?-Mamita, quiero ser tu macho.-Tía, ¿quieres comerte esta serpiente?Pero la señora Josefina se detenía, los miraba fijamente, sonreía con aire displicente y proseguía su búsqueda incansable. No encontró a un amante turbador en el parque del pecado. La suerte le era esquiva. Al parecer, los muchachos negros no se ofrecían, o no allí.Una noche tarde, salió en moto a la gasolinera a comprar helados, estacionó en el grifo y escuchó una voz que le decía:-¿Le lleno el tanque, señora?Era un moreno fornido, en un mameluco azul. La señora Josefina sintió mariposas en el estómago. Con una sonrisa adolescente, con la viva ilusión de conquistarlo, le dijo:-Sí, llename el tanque.-A la orden -dijo el moreno.-Lléname bien el tanque -insistió la señora Josefina-. Hasta la última gota.Le hizo un gesto coqueto al dependiente y ambos sonrieron con extraña complicidad, como si dicho encuentro hubiese estado escrito en el libro azaroso del destino.-¿A qué hora terminas? -le preguntó la señora Josefina al moreno en mameluco, tras pagarle y dejarle una buena propina.-A las cinco de la mañana -dijo el muchacho.-Vengo por ti -dijo la señora Josefina-. ¿Me esperas?El joven sonrió, sorprendido, y dijo:-Acá la espero, doña.En su casa, la señora Josefina contó las horas fumando marihuana, viendo pornografía, estimulándose, ilusionándose con el señor de la gasolinera, pensando cuán aventajado sería, cuán dotado sería para los lances inciertos del amor. Se sentía joven, libre, feliz. Agradeció que su marido Joselito estuviese muerto, bien muerto, por fin muerto:-Menos mal que te fuiste, Joselito -dijo, para sí misma-. No te extraño un carajo. Me hiciste un gran favor.Faltando quince minutos para las cinco de la mañana, ya la señora Josefina estaba aparcada en la gasolinera, la moto apagada, esperando al dependiente uniformado. Se llamaba Jair, o eso decía su mameluco azul: Jair Tostao. Cuando, todavía en uniforme, el joven subió a la moto de la señora Josefina, esta le preguntó:-¿Te digo Jair, o Jair Tostao?-Mejor dime Tostao -respondió el muchacho.Se rieron, cómplices, impúdicos, como si estuviesen fugando de una cárcel, o asaltando un banco.-¿Quieres comer algo? -preguntó la señora Josefina-. ¿O vamos de frente a mi casa y después comemos?-Vamos de frente a tu casa -dijo Jair Tostao, con una sonrisa coqueta que delataba sus intenciones de conquistador.-¿Vas a llenarme el tanque? -preguntó la señora Josefina, y se sintió una meretriz, y se sintió liberada y feliz.-Lleno bien lleno -dijo, sonriendo, el joven-. Y voy a medirte el aceite.Llegaron deprisa, pues la señora Josefina vivía a pocas cuadras de la gasolinera. Antes de salir al grifo, había deslizado debajo de su cama todas las imágenes religiosas de la habitación, la sala, la casa entera. No quería que sus virgencitas, sus santitos y sus beatitas la viesen encamándose con el empleado del grifo. Se besaron con ardor. Jair Tostao olía a nafta, a aceite, a neumáticos quemados, pero así estaba bien para la señora Josefina: ella no quería un polvo higiénico y comedido, sino una refriega virulenta, impredecible, bestial. Entonces Jair Tostao se abrió y dejó caer el mameluco azul, exhibiendo un colgajo viril de dimensiones desmesuradas y en postura combativa.-Alabado sea el Señor -dijo la señora Josefina, y se puso de rodillas, glorificando a ese hombre aventajado que apestaba a nafta.El servicial Jair Tostao le procuró entonces unas formas de felicidad animal que ella desconocía, unos orgasmos sísmicos que jamás había experimentado. Luego se quedó dormido. La señora Josefina le tomó una foto dormido con el pene sin embargo erecto como si fuera un mástil sin vela ni bandera. Enseguida le envió la foto a su mejor amiga:-Te presento a mi novio -le escribió-. Se llama Tostao. Me ha dejado tostada.Jaime BaylyConforme a los criterios deConocé The Trust Project

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Una provincia que ha dejado de vivir en paz

Nos duele, nos indigna y nos asusta, pero no nos sorprende. Lo que ocurrió en la cancha de Gimnasia era más que previsible. Fue el estallido, en una sola noche, de algo que, en dosis dispares, se ve y se sufre todos los días en la provincia de Buenos Aires: la falta de una verdadera política de seguridad.Todo aparece condensado en las imágenes de esa noche aciaga: la falta de profesionalismo de la bonaerense; el estilo teatral y grandilocuente, pero a la vez inconsistente y hueco, de un ministro de Seguridad que hace marketing de sí mismo; la connivencia del poder con grupos marginales y mafiosos asociados al fútbol; el entramado de inoperancia, negocios y complicidades que vincula a la dirigencia de los clubes con la política. Frente a todo eso, queda expuesta, una vez más, la extrema vulnerabilidad a la que están condenados los ciudadanos cuando salen a la calle, cuando van a la cancha o cuando vuelven del colegio o del trabajo.Organizar el operativo de seguridad para un partido de fútbol de alta sensibilidad debería ser, para una policía profesional, una tarea básica y casi rutinaria. Deberían estar aceitados, hasta en sus mínimos detalles, los protocolos de actuación; deberían estar previstos los riesgos y las posibles contingencias; debería haber un minucioso manual de procedimientos para el manejo de los accesos, las evacuaciones, los controles y, por supuesto, una eficaz cadena de mandos que garantice un operativo ordenado. Lo que vimos el jueves a la noche es exactamente lo contrario: improvisación, descontrol, amateurismo. “Nos comprometemos a transformar la policía”, dice el comunicado que emitió ayer Axel Kicillof. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Con quiénes? El que habla es un gobernador que está cumpliendo su tercer año de mandato. Lo que se ve es una fuerza policial cada vez más desarticulada, más desorientada y menos capacitada. También una policía con muy poco respaldo, sin incentivos ni objetivos claros; asediada por un discurso (el del kirchnerismo) que justifica el avasallamiento de la ley y que promueve el desaliento entre las fuerzas de seguridad.Los alrededores de una cancha de fútbol –la de Gimnasia o cualquier otra– son zonas liberadas para las mafias de “los trapitos”, el narcomenudeo, las parrillas clandestinas, la reventa de entradas y otros submundos similares. Los gobiernos municipales suelen mirar para otro lado y, al menos en el plano discursivo, la administración provincial parece fomentar en lugar de combatir ese entramado de marginalidad y delito.La dirigencia del fútbol, con la AFA a la cabeza, es parte del problema. ¿Podrían las barras bravas sobrevivir y expandir su poder si no fuera con la complicidad de las estructuras dirigenciales? El mercado negro de las entradas se ha convertido en un negocio gigantesco que también se conecta con la inseguridad en los estadios. ¿La policía, la política, la AFA y los clubes no tienen nada que ver con estos sótanos tenebrosos del espectáculo deportivo?Lo que se vio el jueves a la noche fue algo más que un fallido y descontrolado operativo policial. Fue la consecuencia de todos estos despropósitos que abonan la corrupción y la violencia en territorio bonaerense. Hubo negligencia, claro, pero también complicidad.Sergio BerniMaximiliano Luna Lo ocurrido también nos muestra la arbitrariedad del poder para medir y justificar sus propios actos. Si algo así hubiera ocurrido en la ciudad de Buenos Aires, el oficialismo bonaerense hoy pediría a los gritos la renuncia de medio gobierno sin ahorrar adjetivos para denunciar la represión policial. Pero ocurrió en La Plata, y la reacción del gobernador ha sido el silencio (solo “habló” a través de un comunicado) y el sostenimiento, al menos hasta ahora, del ministro Sergio Berni. El gobierno nacional no ha dicho una palabra; los organismos y funcionarios de derechos humanos, en su mayoría, han preferido ignorar las imágenes de uniformados disparando a mansalva, con gases y balas de goma, contra niños, familias, mujeres y hombres mayores, fotógrafos y camarógrafos. No es un mero silencio oportunista. Es un silencio que revela una forma de concebir las responsabilidades institucionales y de eludir el costo de las acciones propias, apartándose de la honestidad intelectual y política. Desnuda una doctrina que no se apega a la gestión y a los hechos, sino a la especulación y al relato. Es un silencio que degrada la ética del debate público.Apenas se acallaron los estruendos de la locura y de las balas empezó el espectáculo de tirarse unos a otros las culpas de lo sucedido. Sergio Berni responsabilizó a Gimnasia y a sus propios subordinados; el club apuntó a la policía. Salvar el pellejo parecía la estrategia más nítida de funcionarios y dirigentes. Se escribía, así, otro capítulo de una técnica conocida: encontrar siempre un “culpable” en la vereda de enfrente; no hacerse cargo, no enfrentar la realidad ni asumir las responsabilidades. En ese juego de “tirarse la pelota”, los problemas estructurales, lejos de resolverse, alcanzan dimensiones catastróficas. Se ahonda, además, la brecha entre la dirigencia y la sociedad.El desastre del jueves a la noche muestra, en definitiva, algo más que la violencia en el fútbol. Es una foto del drama argentino: el Estado no garantiza la seguridad a sus ciudadanos, las mafias se sienten habilitadas, el poder construye relatos vacíos y nadie se hace cargo de la responsabilidad que le toca.César Regueiro había ido con sus nietos a alentar a su equipo. Tenía la ilusión de festejar un triunfo y de volver feliz a su casa. ¿Nadie se hará cargo de su muerte? La tragedia íntima de su familia es, después de todo, la tragedia de una provincia que ha dejado de vivir en paz.Luciano RománConforme a los criterios deConocé The Trust Project

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Un “vamos por todo” con bajo poder de fuego

Tal es el grado de convicción que despliegan, tal el oficio que han desarrollado durante una vida de ponerse y quitarse máscaras, que por momentos nos hacen creer que se la creen. Actúan bajo la premisa de que la realidad sigue una suerte de principio democrático: no importa que la leche sea blanca; si todos repetimos que es negra, nos la llevaremos al buche como si fuera vino tinto. La vida, para ellos, es un inmenso Truman Show. Hay que seguir adelante con el circo. Lo importante es estar entre quienes mueven los hilos. Eso exige actuar. Actuar para vivir. O para mantenerse en el poder, que vendría a ser lo mismo. Así, asumen el papel que les fue asignado con un desprecio asombroso por la verdad, por lo que han dicho ayer nomás y por una sociedad cada vez más renuente a dejarse cautivar (es decir, atrapar) por una red de palabras que escamotea la realidad.La realidad, contundente, está rompiendo el hechizo. Pero ellos siguen. Entonan un guión cada vez más endeble mientras se les corre el maquillaje. Los gestos ampulosos, ya desprovistos de épica, derivan hacia el grotesco. En medio de esa decadencia, les toca jugar el papel de sus vidas, el definitivo. Ahora, como en su mejor momento, van por todo o eso parece: eliminar las PASO, crear una ley que acalle la crítica, alterar el Consejo de la Magistratura y sobre todo aumentar el número de miembros de la Corte Suprema a fin de apropiarse de ella. Van contra la prensa y la Justicia con el objetivo de siempre: la impunidad. Pero algo ha cambiado: lo que antes se intentó desde una actitud ofensiva, de ataque, y no se consiguió, se busca ahora desde una posición defensiva ante una posible condena por corrupción que se cierne sobre la vicepresidenta. Para peor, con una menguante batería de recursos. Por momentos, a los menos dotados les queda solo el énfasis.La desesperación que esto produce se refleja en el modo en que los soldados de Cristina Kirchner, funcionarios y legisladores, han demonizado en estos días a los miembros de la Corte. Los acusaron de “corruptos”, de “mentir alevosamente”, de “cortesanos cobardes”, de “banda de mafiosos”, entre otras cosas. En una puesta bien montada, actuaron como los teloneros del número principal, a cargo de la directora de la obra.”Decidido como parece a alcanzar su objetivo de impunidad a cualquier costo, el Gobierno castiga a una sociedad que, sin horizonte a la vista, se hunde en el desasosiego” En ejercicio de su defensa, Cristina Kirchner dijo ayer que los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola mintieron. Que la calumniaron y difamaron. Que todo es una fábula que la tiene como víctima propiciatoria. En parte, por peronista. Advirtió, para amedrentar a quienes deben juzgarla según las leyes, que recurrirá a tribunales internacionales. Con un talento histriónico del que carece el elenco que la rodea, aleccionó a la audiencia sobre los principios del ordenamiento legal, explicó lo que significa la Constitución y hasta invocó al jurista Hans Kelsen. No está claro cómo refuta esto la evidencia reunida en la causa. Eso sí, desestimó el alegato de los fiscales por falta de “coherencia y de lógica”, todo lo que a ella le sobra. “La farsa ha quedado desmontada”, esa es la realidad alternativa que el coro y su directora se empeñan en instalar.Desde su despacho en el Congreso, con la bandera argentina detrás, ella habló para la platea. Necesita ser el centro de la polémica, estimular a las redes, llevar al país a la ficción de sus puestas en escena. A veces lo consigue, y en esa dimensión alienada tiene alguna chance de prevalecer. Como todo actor, la vicepresidenta depende de la atención y la mirada ajena para seguir vigente. Una ley del espectáculo dice que una obra de teatro baja de cartel cuando se queda sin público. Acaso ya no sea necesario refutar cada impostura. Sí, en cambio, salir en defensa de las instituciones cada vez que se las ponga bajo amenaza.Es el caso, según parece. Con los embates a la prensa y la Justicia, el oficialismo exacerba la polarización y carga el clima de una violencia latente, acaso para que los magistrados y la sociedad toda se tomen en serio la amenaza de Mayans: si hay condena, se pudre todo. En estos días, sin embargo, los ataques verbales de la caballería oficialista han sido tan ardientes que parecen dirigidos a pudrir todo antes de que llegue la sentencia. Decidido como parece a alcanzar su objetivo de impunidad a cualquier costo, el Gobierno castiga así a un pueblo que, sin horizonte a la vista, se hunde en el desasosiego.Entre tanto palabrerío destinado a alimentar un relato enmohecido, la defensa de Cristina Kirchner dice, en concreto, que ella no firmó ninguno de los papeles que reasignaban partidas presupuestarias en favor de Lázaro Báez ni participó del control de las obras o el envío de dinero. ¿Por qué lo haría? Para eso estaban sus funcionarios. Lo relevante es que, previamente, los Kirchner habían montado la estructura necesaria para que, a través de aquel exempleado bancario que los acompañaba desde sus andanzas en Santa Cruz, y en virtud de una serie de hoteles vacíos, los fondos públicos circularan raudos –acaso mediante actos administrativos formalmente impecables, como alega la vicepresidenta– hacia el éxtasis de cajas fuertes muy bien cerradas.Héctor M. GuyotConforme a los criterios deConocé The Trust Project

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La narrativa de los sueños

Que ya me di las vacunas”, le digo a mi pareja. “Varias”.“¿Cuáles?”, me pregunta él en un susurro.“Las del Covid, obviamente, y, bueno, las que voy eligiendo. También me di muchas de Literalia”, le explico.Me refiero a microdosis de relatos literarios, libros que se inoculan en el cuerpo como forma de consumo. Le describo detalles algo inconexos; menciono personas, algunas que conozco, y también desconocidas..“¿Y qué otras vacunas te diste?”, indaga intrigado.Después de un breve silencio, mi voz suena afligida: “No me di la de la memoria. Se ve que, por eso, no me acuerdo de las otras vacunas”. Sigue un murmullo inentendible y un rezongo que termina en suspiro. La respiración acompasada marca el fin de la conversación.Lo que escucho es un audio de Whatsapp que me mandó mi marido anoche. Fue enviado a las 3.09 am.Si no hubiera revisado mi teléfono apenas al levantarme, podría haber sucedido algo similar a lo siguiente: desayunamos juntos y él me pregunta: “¿así que soñaste con vacunas?”. Mi reacción inmediata habría sido de pudor, como ante la invasión a mi fuero más íntimo. La segunda, empezar a recordar el sueño, darle una forma posible.Lo primero sucede hoy, pero lo segundo no, porque me escucho a mí misma. Lo que soñé me llega relatado.Padecer esto que se llama somniloquia me ocasiona ciertos problemas e incomodidades, pero también me otorga privilegios. Sería injusto no reconocerlo.Es inconveniente cuando molesto a los demás a mitad de la noche con conversaciones que resultan inconscientes para mí e inesperadas para los otros.He tenido que avisar de mi condición en varias oportunidades para evitar sustos y confusiones: cuando me iba de campamento de chica, cuando venían amigos de mis hijos a dormir a casa, cuando en un viaje de trabajo compartía la habitación del hotel con una colega. No siempre me pasa, pero a menudo sucede, y es mejor alertar.Casi como una regla de tres simple, al enterarse de que hablo (hasta) dormida y mantengo charlas, la mayoría de las personas me pregunta si revelo confidencias.Los sueños tienen un gran poder. Para Freud fue la puerta de ingreso a nuestra psiquis, varios cineastas entendieron a sus películas como dispositivos para plasmar un registro visual de los sueños y hay quienes sostienen que son premoniciones.Lo cierto es que contar un sueño no es nada sencillo. Ordenarlo en una historia, hacerlo caber en oraciones lineales, traspolarlo y darle una coherencia que no guarda relación con la arbitrariedad originaria -ese devenir desmaterializado, mezcla de sensaciones, razonamientos, percepciones-.Lo cierto es que contar un sueño no es nada sencillo. Ordenarlo en una historia, hacerlo caber en oraciones lineales, traspolarlo y darle una coherencia que no guarda relación con la arbitrariedad originaria -ese devenir desmaterializado, mezcla de sensaciones, razonamientos, percepciones-La narrativa de los sueños es como un parto forzado hacia otra lógica, la que instauramos como código común para la circulación de los relatos.Cuando David Lynch -el creador de escenas oníricas si las hay- recordó su sueño y lo escribió en un papel, resolvió el guión de Terciopelo Azul. Paul McCartney cree haber compuesto Yesterday mientras dormía, Van Gogh pintaba sus sueños y personajes como Drácula, Frankenstein, Jakyl y Hyde fueron soñados por Bram Stoker, Mary Shelley y Robert Louis Stevenson.La noche estrellada. Van Gogh pintaba sus sueñosAdemás de lo creativo, está lo cognitivo. Las neurociencias le prestaron atención a la capacidad de los sueños para consolidar experiencias y reafirmar aprendizajes, algo así como una actualización nocturna de nuestras aplicaciones. En tal caso, ¿rendir un examen sería como contar un sueño?Anoche soñé un futuro donde dependeremos de las vacunas para salvarnos, para nutrirnos intelectualmente, para recordar y para setear nuestra identidad. Un modo de vivir en el que deberemos elegir con qué fortalecer “desde afuera” nuestro organismo. Claramente es una idea signada por la realidad pandémica que nos atraviesa.Si callaba mientras dormía, si no me hubieran preguntado y grabado, si no me hubiese escuchado, ¿habría recordado este sueño? ¿así? ¿de otra manera? ¿o esta historia habría naufragado en mi privacidad?Cuento confidencias cuando hablo dormida, sí. Algunas son revelaciones hasta para mí misma. Situada en la frontera con la vigilia, un territorio en el que no hay lengua madre, hago una traducción simultánea. Soy una enviada especial al “lugar donde suceden las cosas”, la corresponsal en mis propios sueños.Carola BirginSeguí leyendoEscenario y acción: contrastes para una distopíaNota mental. Confianza: de las billeteras perdidas a las virtualesTemasEl BerlinésConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de El BerlinésApuntes al paso. Las paredes también cambian de pielDiálogo intergeneracional. Arte hecho en la Argentina: en busca del tesoroPanorámica. Lejos y en silencio, los faros unen belleza y servicio

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Todo conduce a la causa Vialidad

Cerca de la medianoche del jueves, mientras llegaban más datos acerca del atentado fallido que había sufrido poco antes la vicepresidenta, compartimos con un querido colega las impresiones que nos producían las imágenes de la televisión. Lo hicimos en caliente, por WhatsApp, como podría haberlo hecho cualquier ciudadano atónito que expresa su estupor.–Todo es increíble –dijo uno de nosotros.–O todo es creíble, que es lo mismo –respondió el otro.–Eso es lo peor.Este breve intercambio ilustra el estado de orfandad en que se encuentra una sociedad que, a través de un proceso político alienante, ha divorciado la palabra de la realidad y ha perdido la noción del límite entre la recurrente ficción de las apariencias y lo que en verdad hay detrás. Una sociedad sin certezas.Ya no sabemos qué creer. Todo es posible y las preguntas se multiplican. ¿Quién empuñaba el arma? ¿Un desquiciado que irrumpe entre los guardaespaldas de Cristina Kirchner y llega a apuntarle a pocos centímetros de su cara? ¿O detrás de esa mano hay en cambio un cerebro ajeno que instigó ese acto aberrante? Si fuera así, ¿desde qué interés pudo ese cerebro haber pergeñado semejante locura? Cualquiera sea la respuesta a estos interrogantes –y a muchos otros que desde la duda más genuina podrían hacerse–, lo que ocurrió el jueves por la noche frente al domicilio de la vicepresidenta es síntoma del estado de descomposición en el que se debate la sociedad argentina.El kirchnerismo se rasga las vestiduras, pero actúa como si no hubiera tomado conciencia de lo sucedido. Al parecer, para un sector mayoritario del oficialismo se trata de un episodio pasible, como cualquier otro, de ser capitalizado. Esto es sugestivo, pero también natural. Es lo que suelen hacer. En lugar de llamar a la reconciliación nacional ante el peligro que habría corrido la vida de su líder en medio de un escenario político inflamable, se nutren de este lamentable incidente para echar nuevas paladas de carbón a la caldera del resentimiento.Esto es precisamente lo que Cristina necesita. En momentos en que avizora una condena que se acerca inexorable, sobre todo tras los alegatos del fiscal Diego Luciani, ella y los suyos extreman la polarización para que su suerte no se dirima en los tribunales, donde corresponde, sino en la calle. El kirchnerismo nunca creyó en las instituciones y en eso no cambiará. Más aun, pronunciará este rasgo a medida que la situación judicial de Cristina Kirchner se agrave.”Asocian el atentado con el fallo del fiscal Luciani como si fueran lo mismo, intentos de acallar a la abanderada del pueblo digitados por la misma mente perversa” Todos los caminos llevan a la causa Vialidad. Curiosamente, de establecer este link se ocupan los kirchneristas más fieles y los peronistas más retrógrados, de Axel Kicillof a Pablo Moyano. Igualados detrás de la señora, asocian esa agresión al alegato del fiscal Luciani, como si ambas cosas fueran lo mismo, intentos de acallar a la abanderada de los humildes digitados por la misma mente perversa. La victimización extrema en marcha se apoya en un uso abusivo del relato, que los kirchneristas (¿habrá que hablar hoy, directamente, de los peronistas?) fuerzan al límite, inoculando en el trámite una dosis de rencor extra que le confiera mayor elasticidad y fuerza. Sería poco inteligente, y hasta peligroso, responder a esa invitación al barro. Por otra parte, conviene aclarar: nadie los odia. Lo que una mayoría ciudadana quiere es que aquellos que tienen cuentas pendientes con la Justicia respondan como cualquier hijo de vecino. Y, sobre todo, empezar de esta forma a dejar atrás la corrupción endémica que padece el país, que el kirchnerismo llevó al colmo.¿Cómo salir de este atolladero? ¿Cómo defender el Estado de Derecho y la división de poderes sin alimentar la división? ¿Cómo eludir el fantasma de la violencia, que acecha expectante? ¿Cómo superar esta encrucijada que tiene a la sociedad, de un lado y del otro, atada a la deriva irracional de una sola persona? La salida está llena de trampas. Las pone el partido del Gobierno y el Gobierno mismo. Por un lado, despliegan gestos o simulacros de institucionalidad; por el otro, apuestan todo al poder que les concede el apoyo fanático de aquellos propensos a consumir resentimiento. Llaman al Congreso para la foto, sonríen y todo, pero divulgan a un tiempo que el “odio gorila” es el causante de todos los males, y especialmente de la “persecución” que sufre la vicepresidenta por parte de una supuesta confabulación política, mediática y judicial. Aun en horas dramáticas, cuando tienden la mano tiran una patada a la canilla.Quizá la clave para hacernos de un GPS fiable la dio de modo indirecto el presidente de la Corte Suprema, cuando esta semana cerró un ciclo de diálogos organizado por el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires. Durante su discurso, Horacio Rosatti llamó a “atarse al mástil de la Constitución” para no dejarse llevar por “los cantos de sirenas”. Como Ulises, hay que saber adónde se quiere llegar. Y después de eso, no creer que ya se ha llegado cuando Itaca todavía está lejos.Héctor M. GuyotConforme a los criterios deConocé The Trust Project

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La Argentina tiene que cambiar todo: la energía es un tema más

Desde hace un tiempo a esta parte, el argentino de a pie ha tomado conciencia que el populismo lo lleva irremediablemente a más y mayor pobreza.El político que hace del populismo un dogma, en realidad lo que está tratando de hacer es de comprar votos tomando decisiones que esconden su verdadero propósito: beneficiarse a costa del empobrecimiento de todos los demás.Para este tipo de políticos lo importante es sacrificar el futuro en el altar de “su” presente, importándole poco o nada la salud económica, física y emocional de la población.En términos económicos, el costo de generar 1 megavatio es de U$100 y la tarifa reconoce U$20. Para el caso del gas, el costo promedio se ubica en torno de los U$6 Mmbtu y la tarifa reconoce U$ 1,5.El Gobierno dio detalles ayer sobre las tarifas de luz y gas. Flavia Royón, secretaria de Energía fue la encargadaFabián MarelliY el gobierno actual no escapa a este diagnóstico, repitió la misma receta de sus antecesores dogmáticos: congelar las tarifas para que la población tenga la “sensación” que toman medidas pensando en mejorarle el poder de compra del salario y de las condiciones de vida.Sin embargo, solo basta con leer los libros de la historia económica de nuestro país y de otros gobernados por personajes similares: todo termina mal o pésimo.Las tarifas congeladas, el dólar pisado, el cierre de nuestra economía al mundo bajo el falso argumento que la sustitución de importaciones es en apoyo a la industria argentina, es una mentira que parece, no termina de hipnotizar a los más desprevenidos o vulnerables.La realidad es que es todo lo contrario. La consecuencia es un aumento injustificado del gasto, imposible de financiar de manera genuina. Ese gasto, va tomando formas distintas y muchas de ellas no surgen a simple vista como tal, sino que, como una infección generalizada en el cuerpo, nos empieza a comer desde adentro.Esa infección generalizada se manifiesta en forma de emisión monetaria descontrolada, que supura en forma de inflación desmedida y saltos devaluatorios abruptos o escases de bienes y servicios, etc.La dispersión en las tarifas de energía eléctrica en la ArgentinaEs entonces que, frente a un diagnóstico tan cruel, es necesario tomar medidas que curen ese mal y eviten que vuelva a resurgir con el paso de los años.El tratamiento se sabe de antemano, será doloroso, pero también se sabe que, una vez tomadas las medidas correctas de remediación, el camino de la recuperación ha comenzado.Seguramente, muchos de nosotros no lo veremos consolidado, pero habremos sentado bases sólidas para que esta degradación, no agarre desprevenidos a quienes tienen largas vidas aún por vivir.En este sentido, es que las medidas que hay que tomar para que la energía deje de ser el tema preferido para el manoseo de los populistas, deben ser directas y tomadas lo antes posible.¿Cuáles son esas medidas?Antes de responder esa pregunta, trataremos de anticiparme a los “negadores” seriales representados por los gobernadores e intendentes que verán reducida una gran cuota de poder, o los empresarios que viven gracias a las relaciones con el gobierno de turno.Comencemos aclarando que ninguna de estas medidas tiene nada que ver ni con negar el federalismo ni con recompensar vía regalías el origen los recursos.La energía eléctrica y el gas son bienes fungibles, fluyen por el país a través de redes, mezclando los electrones de Salto Grande con los de los parques eólicos del sur o las granjas solares del norte. Lo mismo sucede con el gas.Ahora entonces, proponemos las siguientes medidas, entre otras:Quitarle a los gobernadores e intendentes todo poder sobre la gestión y definición de las tarifas de energía eléctrica y gas, ya sea tanto en lo referente a: A, en la porción que corresponde a costo económico de generación de electricidad o producción de gas. B, el Valor Agregado de Distribución (VAD). C, la carga impositiva sobre los conceptos anteriores.Si por cualquier razón, las Empresas Distribuidoras de Energía, no pudieran pagarle a Cammesa el 100% de sus deudas, dichos saldos impagos serán retenidos automáticamente de la coparticipación federal de impuestos.Eliminar todos los entes reguladores provinciales o municipales que son fuentes de corrupción y siempre funcionales al gobierno feudal de turno.Las Cooperativas Eléctricas deben transformarse en sociedades comerciales con capacidad crediticia objetivamente medida.Eliminar toda carga tributaria provincial y municipal que aumente innecesariamente el costo de la energía y/o del gas, incluyendo los Ingresos Brutos.De la misma forma que Cammesa tiene la función de realizar el despacho económico, seguro y eficiente de la energía eléctrica, también debería realizar el mismo despacho del Gas de manera tal de premiar a los más eficientes.Tender a la total liberación del sistema energético para que cada usuario pueda elegir a su proveedor de energía o gas.Que sea la Justicia Federal de Buenos Aires la única con jurisdicción competente para tratar temas energéticos. Está probado que la justicia federal del interior del país no puede ejercer el role que de ella se requiere.Los esquemas tarifarios tienen que ser diseñados como modelo “step-up”, o sea, a mayor consumo mayor precio.Todas estas iniciativas, u otras similares que tengan los efectos finales descriptos, deberían ser implementadas de manera inmediata por quienes tengan la responsabilidad de reconstruir este país. Pero lo que no podemos seguir es mintiéndonos en casi todo como lo venimos haciendo desde hace tanto tiempo que ya casi somos una gigantesca villa miseria. A pesar de todo, todavía podemos evitarlo.José Luís Espert y Mario CairellaSeguí leyendoEn la Argentina, la calle es del más fuerteEl último San Martín: lejos de Buenos Aires, cerca de la patriaEl silencio del Papa sobre NicaraguaTemasEnergíasubsidiosConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de EnergíaAnálisis. El riesgoso blooper de Malena GalmariniSegmentación de tarifas. Cómo ver mi factura del gas por internet para verificar si mantengo o no el subsidioSubsidios. ¿Cómo corregir el formulario RASE si hay un error?

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Apuntes al paso. Postales de la intemperie

En apariencia, pocas películas tan distantes la una de la otra. Las vi durante un único fin de semana. Una, gracias a la recomendación de una amiga en cuyo criterio siempre confío; la otra, porque viene siendo uno de los estrenos del año. The Homesman (difundida en español como Deuda de honor) tiene unos cuantos elementos del western, fue filmada en 2014 por Tommy Lee Jones y recientemente subida a la plataforma Mubi. Crímenes del futuro se estrenó este año y significó el regreso de David Cronenberg y sus viejas indagaciones sobre la tecnología, la sexualidad, las mutaciones.Las vi una tras otra, con un poco de esa bulimia que se nos despierta a los que nos gusta el cine pero disponemos de poco tiempo para disfrutarlo. Pasaron unas cuantas semanas y las imágenes de las películas, tan al hueso las dos, siguen asaltándome. Como ocurre cuando lo que se vio fue mucho y necesita decantar de a poco.Son dos estéticas, dos narrativas y dos enfoques bien diferentes. No obstante, en ambas películas subyace la pregunta por el deseo. Y una suerte de disquisición sobre la intemperie a la que, inevitablemente, se ve arrojado cada pequeño, complejo, sobre todo diminuto, ser humano.Ambientada en un futuro próximo, Crímenes del futuro interroga la intimidad de una humanidad de cuerpos, piel y órganos intervenidos. La fusión entre lo humano y lo tecnológico está en marcha y es más tétrica que audaz, más sórdida que brillante.Ambientada en un futuro próximo, Crímenes del futuro interroga la intimidad de una humanidad de cuerpos, piel y órganos intervenidos. La fusión entre lo humano y lo tecnológico está en marcha y es más tétrica que audaz, más sórdida que brillante.Por su parte, The Homesman ancla en el puritanismo del siglo XIX y viaja a un wild west sin héroes: puro sudor y lágrimas del colono, tierra salvaje, ausencia de normas, amparo escaso, brutalidad a la carta.Léa Seydoux y Viggo Mortensen en Crímenes del futuroPhoto Credit: Nikos NikolopoulosSi en Crímenes del futuro la intemperie es una ciudad ajada, en The Homesman no hay metáfora: Tommy Lee Jones filma a sus criaturas en medio de una belleza prescindente: llanuras y cielos que le deben mucho a la pintura romántica y su aterrada fascinación por la enormidad que nos rodea.Hay un personaje en The Homesman, el de Mary Bee (interpretada por Hilary Swank), una mujer profundamente decimonónica que –quizás por lo estoico de su estilo– me conmovió al extremo.Mary Bee es un neto producto de la cultura puritana: devota por el trabajo, ordenada, rigurosa, piadosa, puntillosamente entregada al orden de los días. Es una mujer fuerte, todo lo necesario para hacer frente a la aspereza que la rodea y levantarse firme cada mañana, delimitar la tierra, empuñar el arado, sostener las cuatro paredes de un hogar. Es tan sólida como para, al final de un día agotador, ocuparse de la ropa, las flores en el jarrón, el exacto punto de cocción de un pastel. Y tan hija de su época como para sentir que nada de eso vale un céntimo si no hay un hombre a su lado.Pero los varones que la rodean también son hijos de su tiempo y no ansían a Mary Bee sino a las otras, las mujeres del Este, damiselas de pequeña ciudad, lo suficientemente frágiles como para encender el deseo.Y allí está el nudo de la historia y la maestría de un director que, en lugar de recrear el lejano Oeste de los sheriffs (o de las curtidas bailarinas del saloon), pone el ojo en la otra mitad de esa historia. Lo que emerge es una Nebraska feroz: las heladas devastan los cultivos, las pestes arrasan con la vida de los niños, y lo cruel de la soledad seca, desuella y desquicia a las delicadas esposas llegadas del otro lado del desierto.Los varones ven a sus mujeres derrumbarse y no saben qué hacer. Mary Bee arrastra su soledad como un crimen que no comprende y es incapaz de expiar. Todo es demoledoramente triste y a la vez secretamente trágico; cada quien está atrapado en su piel, balbuceante sin saberlo, ciego sin notarlo.En el futuro que imagina Cronenberg el dolor físico ya no existe. Pero el otro, el que arrasa a sus personajes tanto como a los del extraño western de Tommy Lee Jones, ése siempre estará allí. Desafiándonos. Haciéndonos ser esto que somos.Diana Fernández IrustaSeguí leyendoNota mental. Hágase la luz en las boletasLa Repregunta. Gustavo Grobocopatel: “En Brasil, la producción del agro creció un 60% pero en la Argentina está estancada”Hablemos de familia. ¿Por qué no tener un “horario de protección al mayor”?TemasEl BerlinésConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de El BerlinésReliquia histórica. El poncho que San Martín llevó consigo hasta Boulogne-sur-MerLa Repregunta. Gustavo Grobocopatel: “En Brasil, la producción del agro creció un 60% pero en la Argentina está estancada”Hablemos de familia. ¿Por qué no tener un “horario de protección al mayor”?

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