Las operadoras de la Línea 144 atienden un promedio de 340 llamadas diariasEn la semana donde ya comienza la primavera, el sábado a las siete de la tarde regala una brisa súper agradable. Quienes aprovecharon el día para pasear comienzan a pegar la vuelta a sus hogares, mientras otros y otras recién asoman en el centro porteño para aprovechar el ofertón cultural y de espectáculos.En la Línea 144 también es hora del recambio. Por eso, a las 19.04 saludan y se despiden las trabajadoras que acaban de finalizar su jornada de atención, contención y asesoramiento a mujeres y personas LGBTI+ en situación de violencia de género, para dejar paso a la guardia que inaugura la noche de todos los fines de semana, asuetos y feriados del año.“Es un horario particular. El resto de la gente está descansando y teniendo sus ratos de esparcimiento, pero precisamente en esas ocasiones se generan situaciones de mucha violencia. Por eso, en este turno tenemos de todo. Consultas generales, de pedido de información, pero también muchas situaciones de emergencias. La emergencia es constante”, describe Florencia, una de las 16 profesionales que hasta la una de la madrugada tendrá entre sus tareas recibir los llamados que desde cualquier rincón del país hagan al 144, contestar los mails que llegan a [email protected], los mensajes por WhatsApp al 11-2771-6463 o entrar a la app 144.“Soy psicóloga y trabajo en la Línea desde julio de 2020. Era plena pandemia. Las situaciones de violencia se habían recrudecido y los llamados se multiplicaron por mil. Fue una experiencia realmente fuerte encontrarse con los llamados. Porque aunque hubiéramos tenido algún vínculo con la temática, nada se compara con escuchar a las personas. Llamados desesperados a veces, angustiados, solicitando ayuda. O atender emergencias. En esos casos se activa un circuito y direccionamos al 911, pero nosotras seguimos acompañando a la mujer hasta que interviene la policía o está a resguardo en algún lugar… son situaciones bastante estresantes”.Los alarmantes números de la violencia contra las mujeres y personas LGBTI+Florencia muestra los auriculares que se colocará cuando vuelva a su box y se siente frente a una pantalla a esperar que por esos dispositivos pequeñitos se reproduzca el horror.“Necesito tomarme un tiempo sin estímulos antes de venir. Como un tiempo de tranquilidad, de conectarme con nada, de no pensar. Más bien escuchar música… tiene que ser algo muy relajado”.La que confirma a su lado es María, una de las compañeras de turno. María es trabajadora social, del tándem que ingresó en julio de 2020 a atender el 144.“Hago un corte antes de venir a la Línea, sea lo que sea que esté haciendo. Necesito dormir una hora, un rato, o no hacer nada. Me cuesta venir directo por la carga que tiene este trabajo. Es como que me preparo porque sé que probablemente sea difícil. Son seis horas y muchos días de escuchar relatos de horror, de muerte. Relatos de mucho dolor, de mucho sufrimiento. Sabés que cuando decís ‘Línea 144′, cualquier cosa puede suceder”.Para no “lechucear”, el código en la jerga del sector es evitar comentarios si la jornada laboral está transcurriendo tranquila. Sobrevuela siempre el miedo a que cambie la racha y empiecen a sonar las emergencias.“A medida que va avanzando la noche, más cerca de la madrugada, los llamados se ponen intensos y existen mayores situaciones de emergencia. Asimismo, tenemos identificados acontecimientos particulares. Por ejemplo, cuando hay partidos de Boca-River. Mientras están jugando, las mujeres se comunican para hacer consultas aprovechando que sus parejas están mirando el partido. Pero cuando terminan los partidos comienzan las emergencias. Los llamados también aumentan de una manera impresionante cuando hay femicidios o abusos muy mediatizados. Hay medios de comunicación que aprovechan el caso para contar qué es la violencia de género, los tipos y modalidades, y ahí las mujeres registran ‘ah, esto me está pasando a mí’ y nos contactan”, explica María.María y Florencia no pueden mostrar sus rostros, pero compartieron las emociones que viven ante cada llamadoDe forma gratuita y confidencial, la Línea 144 funciona las 24 horas los 365 días del año y aborda los tipos y modalidades de violencias reconocidas en la Ley Nº 26.485: física, psicológica, sexual, económica y patrimonial, simbólica, política, doméstica, institucional, laboral, contra la libertad reproductiva, obstétrica, mediática, pública política y en el espacio público.Desde este mes, además, se brinda respuesta en cinco lenguas indígenas, en cinco idiomas extranjeros y será el primer servicio de videollamada de atención a personas sordas e hipoacúsicas del mundo.Actuar como puntal. Apoyo, sostén que protege e invita a sanar. Así lo entiende Florencia: “Ejes de nuestras funciones son generar articulaciones, informar a las mujeres de sus derechos, de los recursos que existen. Pero un aspecto fundamental es la contención. Más allá de cualquier situación que estén viviendo, muchas veces las mujeres necesitan hablar, contar lo que les pasa. En ese sentido, se arma una red también en la escucha. Hay ahí algo de la soledad de la otra persona que encuentra un sostén en nosotras. Y me parece que es uno de los aspectos más importantes de nuestro trabajo, aunque no sea tan valorado”.Con un promedio de 340 comunicaciones diarias, entre enero y diciembre de 2022 se recibieron 125.235 llamados por violencia de género. El 98% de las personas que se comunican son mujeres; el 95,5% manifestó haber atravesado violencia psicológica y un 70,4% refirió el ejercicio de violencia física. El 81,2% de las personas agresoras son varones. En el 39% de los casos quien cometió las agresiones es una ex pareja, y en el 42,8% quien agredió es la pareja actual.“Pretender que con una llamada se va a resolver la violencia es ilusorio. Es un proceso que se inicia, tal vez. La Línea suele ser el primer acercamiento de las personas con el sistema público de atención de la situación de violencia de género. Es parte de un principio de búsqueda de ayuda, como un primer paso. Y en general llaman varias veces para lograr resolver la situación de violencia. Igualmente, también ocurre que el proceso no termina como nos gustaría y es frustrante”.Muchas veces las operadores ven un femicidio en televisión y ruegan: “Que no sea la que habló conmigo ayer”. En la foto, Esther, mamá de Florencia Albornoz; Durante la charla, Florencia volverá una y otra vez sobre la frustración. La frustración de lidiar con instituciones y organismos sin capacitación ni voluntad para abordar la complejidad de la violencia machista. Frustración por el ninguneo social que compara con un call center el trabajo profesional de asistencia, orientación y contención que realiza desde hace diez años la Línea. Frustración por las mujeres que no lo logran, por las que quedan en el camino o entrampadas en el círculo de la crueldad.María lo pone en palabras: “Me ha pasado de prender la tele para ver la temperatura y encontrarme con un femicidio que se viralizó. Y me quedo mirando y por dentro pienso: ‘Que no sea la que habló conmigo ayer. Que no sea la que tenía todas las ganas, todos los recursos, la que estaba arrancando. Ojalá que no sea…’”.María también lo ubica en el cuerpo: “Hay conversaciones que duelen en el cuerpo. Hay mujeres que narran de una forma lo que les pasa que te juro que sentís el dolor como lo sienten ellas. Y eso queda, por más preparación profesional que tengamos. El primer año de trabajo en la Línea me costaba dormir, por ejemplo, mi cabeza no paraba, soñaba, y reparé en que todo lo que escuchaba lo alojaba en las rodillas. Siempre me dolían las rodillas”.El SUM donde descansan o deciden estar unos minutos para relajarse de la estresante tareaLas trabajadoras de la 144 cuentan con un equipo de salud mental destinado exclusivamente a sostenerlas, a cuidarlas, a ayudarlas a que no se rompan mientras ayudan a otras.“Nuestra tarea puede derivar en dos vertientes: una es la de sentirnos salvadoras, las heroínas que vamos a poder sacar de la violencia a las mujeres; y el otro peligro es el burnout, terminar quemadas sin querer saber ni escuchar más nada. Por eso son fundamentales los talleres de reflexión y de catarsis entre nosotras pero guiadas por el grupo de salud mental. Es muy necesario porque el trabajo es realmente arduo”, dice Florencia.Me muestran el SUM, el espacio de distensión que funciona en la sede de gestión nacional de la Línea, a cargo del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad. Hay dos sillones sobre una alfombra mullidita, varias sillas, lockers, una tele y dos pelotonas enormes a disposición para aliviar tensiones. Se siente acogedor.Casi un millón de personas llamaron durante estos años a la Línea 144Florencia detalla las pequeñas pausas, la bocanada de aire imprescindible que posibilita seguir: “Venimos acá para relajarnos, para estar un rato tranquilas. En algún momento hace falta, especialmente después de haber atendido un caso fuerte. Otras veces ese momento lo pasamos hablando con las compañeras, compartiendo algo para comer. Siempre traemos algo rico para comer. Es como un gesto de cuidado que nos hacemos entre nosotras”.Por suerte, entre los relatos de horror y muerte se cuelan relatos de vida.María recuerda con claridad las gracias que recibieron una Navidad. “Estábamos trabajando una Noche Buena, compartiendo una comida en la guardia con los teléfonos habilitados, y a las doce y un minuto entró una llamada. Fue a atender una compañera y vimos que al rato se largó a llorar. Lo primero que pensamos fue que se trataba de una emergencia, pero no. Era una mujer que llamó para agradecer porque estaba viva gracias a la Línea. Terminamos todas llorando. Ahí confirmas que está bueno lo que hacemos”.No solo está bueno. La Línea 144 y sus trabajadoras son esenciales.