Categories
ideas

El desafiante y literario arte de escalar techos

Me he pasado las últimas semanas leyendo todo lo que encontraba sobre la estegofilia; es decir, la pasión por la escalada de techos. Me limité a la que practicaban con glamour los dandies en la Universidad de Cambridge entre el siglo XVIII y la década de 1950. Esa excentricidad estaba muy vinculada con la literatura inglesa.La primera celebridad literaria en dedicarse a esos ejercicios de altura fue Lord Byron. El poeta, personaje central del Trinity College, subió al techo de la Wren Library en 1806 para decorar cuatro estatuas. También acostumbraba ascender la imponente Fuente del Gran Patio por razones deportivas e higiénicas. Trepar por ella era muy difícil. Byron lo hacía desnudo para bañarse en sus aguas.Escalar los techos de los colleges estuvo prohibido hasta la década de 1930, en que la severidad cedió. Esa actividad era un desafío a las reglas de parte de los jóvenes pertenecientes a la élite de la sociedad, de la que se burlaban. Para ese reto, se requería estado atlético, valor, humor y conciencia de los privilegios. Ninguna autoridad de la institución tenía interés en echar a esos hijos de familias poderosas. Se llegaba a expulsarlos cuando las infracciones se hacían públicas. Por eso, los roof climbers fueron anónimos hasta bien entrado el siglo XX y solo realizaban esas hazañas por la noche, en secreto.El primer alumno de Cambridge que escribió sobre esas aventuras fue Geoffrey Winthrop Young (1876-1958), poeta, autor de libros sobre alpinismo y educador. Trabajó para la Fundación Rockefeller y, con su amigo Kurt Hahn, contribuyó a la creación del movimiento Outward Bound, que promovía la educación al aire libre por medio de entrenamiento corporal, observación de la naturaleza, viajes y visitas de museos; y el desarrollo de habilidades para enfrentar situaciones adversas.G. W. Y. inició su carrera de escritor en forma anónima porque su primer libro publicado, de 1900, fue precisamente Guía de escaladores de techos de Trinity. No quiso correr riesgos. El breve volumen informaba sobre los distintos itinerarios que libraban el acceso a las alturas del prestigioso college valiéndose de manos y piernas. Su lectura era muy divertida porque estaba escrito como una parodia de las guías de alpinismo de la época.En 1905, Young publicó Wall and Roof Climbing (“Escalada de muros y techos”). Los años lo habían convertido en un gran alpinista. La experiencia de los campamentos, los panoramas de montañas y valles animados por las siluetas de los pastores le inspiraron poemas que, por momentos, hacían recordar a los clásicos griegos. En sus versos, tenían una gran importancia el sol, los paisajes, la naturaleza, y el culto por el cuerpo.Durante la Primera Guerra Mundial, el poeta fue objetor de conciencia, pero estuvo en el frente como conductor de ambulancias. En cumplimiento de esa tarea, una bomba lo hirió y debieron amputarle una pierna. G. W. Y. no se resignó: diseñó y se hizo armar una prótesis especial: así siguió conquistando picos. En 1918, se casó con Eleanor Slingby (1895-1994), alpinista como él y muy apreciada en el círculo femenino de montañistas.Sobre la experiencia bélica, Young escribió Desde las trincheras. De Lovaina a Aisne. Primer registro de un testigo ocular. Más tarde, llegaría ser presidente del Club de Alpinismo y uno de los creadores del British Mountaineering Club, en 1945. Por su parte, Eleanor fue una de las fundadoras y la primera presidenta del Pinnacle Club, que reunió a las escaladoras británicas. Los Young formaron un matrimonio armonioso. La bisexualidad oculta de G. W. Y. no impidió que fueran felices, gracias a la comprensión de la esposa, que conocía y aceptaba la sexualidad de su esposo, pero derramó lágrimas cuando Alan Hankinson, el biógrafo de G. W.Y., le preguntó después de la muerte del escritor sobre ese aspecto de su personalidad. El tiempo había convertido en gloria la clandestinidad de los techos de Cambridge, pero la prohibición del secreto más íntimo del gran hombre de las cumbres lo acompañaría hasta el final. Pompa y circunstancia.Hugo BeccaceceConforme a los criterios deConocé The Trust Project

Fuente