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Trascender. La vida y la muerte son inevitables

escucharescucharNadie muere mientras sea recordado, mientras su nombre se siga pronunciando. Ese ejercicio de la memoria crea un puente entre la Tierra de los Vivos y la Tierra de los Muertos. Esta es la lección que recoge Miguel Rivera, habitante del imaginario poblado mexicano de Santa Cecilia, a los 12 años. Recibe esta enseñanza en el Día de los Muertos, cuando en su afán de ser cantor y participar en un concurso de música a realizarse en la plaza del pueblo, toma del mausoleo de Ernesto de la Cruz (su ídolo, un célebre cantante ya fallecido) la guitarra de éste y, apenas comienza a rasgar las cuerdas, es misteriosa y mágicamente transportado a la Tierra de Los Muertos, en donde se encontrará con seres fundamentales de su árbol genealógico. Esta es parte esencial del rico y sólido argumento de Coco (2017), película de animación de la productora Pixar, escrita y dirigida por Adrián Molina y Lee Unkrich, una inspirada y bella meditación sobre la relación indestructible entre la vida y la muerte, polaridad que habitualmente se pretende destruir negando a una de sus partes. ¿Pero qué valor tendría la vida sin la existencia de la muerte?Esta pregunta cruza Por una muerte apropiada, libro en el que Marc Antoni Broggi, cirujano y presidente del Comité de Bioética de Cataluña, reflexiona sobre un tema que lo compromete desde hace largos años. “Si morir es inevitable, morir mal no debería serlo”, dice Broggi a la entrevistadora Eva Millet, de la revista Cuerpomente. Morir bien requiere preparación, y esta es imposible si se huye de la idea por todas puertas posibles (generalmente puertas artificiales y sin salida). El gran Mark Twain (1835-1910), padre de personajes entrañables, como Tom Sawyer y Huckleberry Finn avisaba: “El miedo a la muerte se debe al miedo a la vida. Quien vive plenamente está preparado para morir en cualquier momento”.Broggi agrega que “la muerte no es un tema agradable; preferimos vivir de espaldas a ella. Y aunque no pensar demasiado en ella es sano, también lo es hacerlo cuando se necesita”. ¿Y cuándo se necesita? Siempre. Somos finitos en el tiempo, y esa finitud hace valiosa a la vida. Sin embargo, tanto la medicina como la tecnología se empeñan más y más en prolongarla a cualquier costo, incluidos el sinsentido y sumir a las personas en la indignidad. “Tanto se puede hoy prolongar la vida que podemos llevar al enfermo a una situación que él mismo no querría”, advierte Broggi. “Los profesionales se han educado más para luchar contra la enfermedad que para ayudar al enfermo, dice, y no se trata de luchar contra la enfermedad siempre, sino de ayudar al enfermo y saber cuándo parar”. La lucha contra la muerte que convierte al moribundo en campo de batalla denuncia en todos los combatientes su propio miedo a la finitud. Un miedo lógico, acepta Broggi, pero el modo de afrontarlo no es escapar, sino aproximarse a él. Un buen morir, señala, es aquel que acepta con humildad la existencia de un final, que evita el dolor inútil (tanto físico como psíquico), que acepta la voluntad del muriente, no lo somete a situaciones que no querría y, sobre todo, el que incluye compasión y empatía. Tenemos derecho a dejar en claro de antemano a qué no queremos ser sometidos, ni aun en nombre de la ciencia. A que el pánico de los otros, a que su rechazo a la idea de la muerte, no se convierta, en nombre del cariño, en nuestro sufrimiento. También a pedir que se nos siga nombrando y recordando, para mantener el puente mágico que recorrió el entrañable Miguel Rivera, el niño cantor de la película Coco. “Tan inevitable como morir es la vida que queda hasta ese momento”, reflexiona Broggi. “Y, aunque esta sea corta, ha de aprovecharse para redondear la existencia. La manera de hacerlo es comprender que la vida existía antes de ti y seguirá existiendo después, y que tú has tenido la suerte de vivirla y de estar con los tuyos”.Sergio SinayTemasLA NACION revistaConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de LA NACION revistaEl otro Mundial. Sin hinchadas, pero con pasión, el scrabble tuvo su gran copa internacional en Buenos AiresUn loro bromista y un chimpancé locuaz. El lenguaje secreto de los animales habladores¿Dónde está la lechuza? Los buscadores implacables que desde hace tres décadas están obsesionados con un objeto enterrado y 11 acertijos

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