El artista estaba agradeciendo la “Mención de Honor Diputado Nacional Dr. Juan Bautista Alberdi” ante unas 300 personas.El personal de seguridad pidió que se retiraran todos del Salón de Pasos Perdidos.El acto terminó en la vereda, entre policías y camiones antiexplosivos.
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Las memorias de J.D. Vance juegan un papel en su carrera política.En 2016, los liberales bienintencionados buscaban cierto tipo de libro. Necesitaban un manual sobre ese enigma, la clase trabajadora blanca, pero la guía que imaginaban estaba sujeta a varios requisitos. Por un lado, tenía que hacerles sentir magnánimos y amplios de miradas por preocuparse siquiera por el grupo demográfico al que responsabilizaban del asombroso éxito político de Donald Trump; por otro, tenía que ser llamativamente campechano, un reflejo de sus románticas ideas preconcebidas sobre escopetas y acentos gangosos en el campo. Por encima de todo, este libro no podía exigir demasiado. No podía contener teoría política ni, Dios no lo quiera, economía. En sus momentos de mayor ambición intelectual, podía aventurarse a hacer un poco de psicología, tal vez algunas estadísticas sencillas, pero nunca podía alejarse del territorio seguro y sentimental de la apelación emocional. En resumen, los liberales de derechas querían un emisario del corazón que les asegurara que Trump no los obligaba a cambiar de vida ni a reexaminar su política.En este cuadro entra J.D. Vance, un recién graduado de la Facultad de Derecho de Yale con un don para decirles a los liberales lo que querían oír. Vance procedía de la ciudad de Middletown, Ohio, en rápida desindustrialización, y se presentaba como un experimentado susurrador de Make America Great Again (MAGA), la consigna que supo blandir Donald Trump. Aunque criticaba el nacionalismo de Trump se presentaba a sí mismo como un intérprete de las lenguas rurales que los cosmopolitas no hablaban. En su exitoso libro de memorias de 2016, Hillbilly, una elegía rural, explicaba que “Mamaw” era el apodo cariñoso que usaba para referirse a su abuela y que “holler” es el término regional para referirse a una hondonada entre las colinas.Hillbilly, una elegía rural causó sensación, no tanto por sus supuestos méritos como por haber aparecido en un momento propicio. Provocó varias críticas excelentes, incluidas refutaciones en el New York Review of Books, el New Republic y el Guardian, pero en su mayor parte fue amado. En casi todos los medios de comunicación tradicionales, incluido éste, fue aclamado como una explicación elocuente y matizada del encanto de Trump, por lo demás desconcertante. The Wall Street Journal lo describió como “unas hermosas memorias” que se duplicaban como una obra de “crítica cultural sobre la América blanca de clase trabajadora”. The Economist alabó: “No leerá un libro más importante sobre Estados Unidos este año”. En el New York Times, donde recibió dos reseñas elogiosas, fue elogiado como “una guía de referencia civilizada para unas elecciones descorteses”.Ocho años después, Vance se ha vuelto descortés, y nuestra política electoral aún más descortés. El escritor Irving Kristol caracterizó a un neoconservador como “un liberal que ha sido asaltado por la realidad”; Vance es un liberal que ha sido asaltado por la perspectiva del poder. En 2016, llamaba a Trump “el Hitler de América” en mensajes privados a un amigo; ahora, es el compañero de fórmula del ex presidente y su defensor más adulador. Pero las señales de su eventual giro fueron legibles desde el principio, al menos para quienes se preocuparon de leerlas.En cierto modo, la fijación liberal en la clase trabajadora blanca -y, por tanto, en los campesinos y sus elegías- siempre fue errónea. Trump no fue elegido exclusivamente por los Apalaches blancos pobres. Como señaló Sarah Jones en New Republic, los enclaves ricos también desempeñaron un papel destacado en su victoria, pero estos lugares recibieron mucha menos atención mediática, probablemente porque eran menos curiosos para la élite urbana. Aun así, los Apalaches han soportado su buena dosis de injusticias, y el impulso de comprender su difícil situación era (y es) admirable.El problema, por tanto, no era que los liberales esperasen aprender sobre las penurias en el holler, sino la forma en que lo hacían. No puede haber un emisario único para los más de 80 millones de personas que componen la “clase trabajadora blanca” en todo el país (no todos ellos tienen vínculos con los Apalaches, que es una región muy heterogénea). La fuerza de la personalidad no sustituye a la investigación. En su reciente libro Elite Capture, el filósofo Olufemi O. Taiwo advierte del fenómeno homónimo, por el que miembros privilegiados de grupos oprimidos se convierten en portavoces de esos grupos y, al hacerlo, los cooptan. Por ejemplo, los miembros de la “burguesía negra” que tan a menudo son el rostro de los movimientos por la justicia racial no hablan en nombre de la mayoría de los negros estadounidenses. En palabras de Taiwo, quienes tienen “poder y acceso a los recursos que se utilizan para describir, definir y crear realidades políticas -en otras palabras, las élites- son sustancialmente diferentes del conjunto total de personas afectadas por las decisiones que toman… Como parte del grupo más cercana al poder y a los recursos, suelen ser la parte cuyos intereses se solapan menos con los del grupo total”.Éste es uno de los problemas de la política identitaria, con su manía de elegir enviados: Los miembros de un grupo marginado que gozan de suficiente tribuna pública para hablar en su nombre no suelen ser representativos. Vance, licenciado en Derecho por la Universidad de Yale y con un lucrativo trabajo en la empresa de capital riesgo de Peter Thiel, no es el típico campesino, y no hay garantía de que defienda los intereses de sus compañeros menos afortunados. Pero en 2016, no tuvo reparos en generalizar de forma poco generosa a partir de sus limitadas experiencias.En 2016, J.D. Vance, graduado de Yale, se presentó como un experto en la clase trabajadora blanca en su libro “Hillbilly Elegy” (Jabin Botsford/)Porque observó a conocidos que usaban teléfonos móviles que él creía que no podían permitirse, concluyó que muchos apalaches de clase trabajadora gastaban habitualmente por encima de sus posibilidades; porque uno de sus vecinos de Middletown decidió no trabajar y luego se quejó en Facebook de las políticas económicas del presidente Barack Obama, afirmó que muchos montañeses estaban desempleados por pereza. Hay varias disciplinas académicas dedicadas a recopilar datos fiables sobre por qué la gente está de hecho sin trabajo, pero Vance desdeñaba los intentos de un estudio más riguroso.Prefería gesticular tímidamente sobre lo que le parecía de sentido común, insistiendo en que sabía lo que era “no porque lo diga un psicólogo de Harvard, sino porque lo siento”. Al menos, el psicólogo de Harvard podría haber hecho una encuesta. No es de extrañar que haya todo un género de artículos –y, de hecho, varios libros enteros– dedicados a demostrar que Vance no habla en nombre de todos los apalaches.Hillbilly…, por tanto, nunca fue una incursión sociológica precisa. Siempre fue una representación, una ostentosa muestra de autenticidad hogareña. En su incisivo correctivo What You Are Getting Wrong About Appalachia (Lo que se está entendiendo mal sobre los Apalaches), la historiadora (y también montañesa) Elizabeth Catte describía a Vance como “alguien con ideas remanidas sobre la raza y la cultura [que se hace] famoso vendiendo estereotipos baratos sobre la región”. Los personajes armados de Hillbilly Elegy son caricaturescos, al igual que su prosa. Por ejemplo, la primera línea. “Me llamo J.D. Vance”, comienzan las memorias, “y creo que debería empezar con una confesión: La existencia del libro que tiene en sus manos me parece un tanto absurda”. Es esta afectación –y no los vagos argumentos de Vance– lo que provocó la fascinación inicial de los lectores.Perdiendo puestos de trabajo y esperanzasDespués de todo, el contenido de Hillbily… no es gran cosa. El libro es un puré de reminiscencias y especulaciones mal fundadas sobre una parte del país que “lleva décadas perdiendo puestos de trabajo y esperanza”. La familia de Vance es de Jackson, Kentucky, un pueblo cuyos habitantes “saludan a todo el mundo, se saltan de buena gana sus pasatiempos favoritos para sacar de la nieve el coche de un desconocido y, sin excepción, paran sus coches, se bajan y se ponen firmes cada vez que pasa una comitiva fúnebre”. A pesar del encanto de la pequeña ciudad de Jackson, los abuelos de Vance, Mamaw y Pawpaw, fogosos pero adorables, se trasladaron a Middletown, donde Pawpaw consiguió un lucrativo trabajo en Armco, una empresa siderúrgica.Aunque la pareja consiguió cierta estabilidad, la madre de Vance, Bev, no. Durante una breve etapa como enfermera, se convirtió en una de las muchas estadounidenses de su grupo que se volvieron adictos a los opiáceos con receta. Las figuras paternas entraban y salían de la juventud y adolescencia de Vance mientras Bev entraba en una espiral, a veces violenta. Su deterioro reflejaba el de Middletown: A medida que Armco se encogía, el otrora bullicioso centro de la ciudad se reducía a una manzana de restaurantes de comida rápida y casas de empeño. Vance hace todo lo posible por parecer humilde cuando se trata de vencer a las adversidades. Cuenta cómo se alistó en los Marines, cómo se las arregló para salir adelante, cómo destacó en la universidad y cómo entró en la Facultad de Derecho de Yale.Hillbilly Elegy es una entrada en el panteón de los relatos de superación, una especie de apéndice del género de autoayuda. Vance llega a admitir un amor “cursi” por Estados Unidos, el “mejor país del mundo”, y nos dice que “cada vez que aprendía a hacer algo que creía imposible… me acercaba un poco más a creer en mí mismo”.En el fondo, se trataba de un discurso conservador al uso, plagado de las consabidas contradicciones. Vance reconocía la escasez de empleo en Middletown, pero atribuía la situación de los Apalaches a una cultura de “impotencia aprendida” e insistía en que muchos de los habitantes de la ciudad “eligen no trabajar”. Afirmó que “nuestros hábitos alimentarios y de ejercicio parecen diseñados para enviarnos a una tumba prematura” apenas unas páginas después de señalar que la comida rápida es el único alimento disponible en muchos pueblos de los Apalaches. Cuando los pobres piden “tarjetas de crédito con intereses elevados y préstamos de día de pago”, les reprocha su “comportamiento irracional”, sin despreciar a las instituciones financieras depredadoras. Incluso debatió si su madre era responsable de su adicción –y determinó que las circunstancias de nadie le dan “una tarjeta moral perpetua para salir de la cárcel”–, pero no mencionó a los gigantes farmacéuticos que inundaron deliberadamente la región de analgésicos.Vance criticaba a Trump en privado pero se transformó en su defensor más ferviente y compañero de fórmula (Ben Gray/)Para el Vance de Hillbilly Elegy, las teorías de la conspiración eran otra forma de eludir la responsabilidad. “No podemos confiar en las noticias de la noche. No podemos confiar en nuestros políticos. Nuestras universidades, las puertas a una vida mejor, están amañadas contra nosotros. No podemos conseguir trabajo”, se burló. “No se puede creer en estas cosas y participar de forma significativa en la sociedad”. En su lugar, aconsejó a los campesinos que se pusieran los pantalones y solicitaran los puestos de trabajo que no existían.Según pasan los añosA primera vista, parece que Vance ha cambiado de opinión. Los telediarios, los políticos y las universidades son precisamente los villanos a los que desde entonces se ha dedicado a denostar, y no muy sutilmente. (“Las universidades son el enemigo” es el título de un discurso que pronunció en la Conferencia Nacional del Conservadurismo en 2021).En algunos momentos, Hillbilly… se lee como un artefacto de interés meramente arqueológico. En un 2016 tan remoto que apenas puedo recordarlo, Vance lamentó el “extraño sexismo” de la “cultura hillbilly”; cinco años después, acudió al programa de Tucker Carlson para llamar a los demócratas “un montón de señoras con gato y sin hijos.” La Mamaw de Hillbilly… practicaba una “fe profundamente personal (aunque estrafalaria)” y no podía hablar de la “religión organizada” “sin desprecio”; la semana pasada, cuando Vance la elogió en el escenario de la Convención Nacional Republicana, se había transformado póstumamente en “una mujer de una fe cristiana muy profunda”.Quizá lo más importante es que Vance fue en su día un defensor del conservadurismo laissez-faire a la antigua usanza de la variedad del Instituto Cato. En 2016, el bloguero conservador Rod Dreher escribió que “una de las contribuciones más importantes de Vance a nuestra comprensión de la pobreza estadounidense es lo poco que la política pública puede afectar a los hábitos culturales que mantienen a la gente pobre”. Ahora, Vance ha abrazado el populismo nacionalista del movimiento MAGA, que pinta la pobreza como el producto de las fronteras abiertas y los tejemanejes globalistas.Tal vez la transformación de Vance sea genuina; tal vez esté calculada. Sin duda es conveniente que su trayectoria ideológica se alinee tan estrechamente con la del Partido Republicano. Como señaló el periodista Simon van Zuylen-Wood en un clarividente artículo publicado en este periódico en 2022, el Partido Republicano lleva mucho tiempo arrastrándose hacia el “posliberalismo”, una orientación política “escéptica ante las grandes empresas, nacionalista respecto al comercio y las fronteras, y coqueta con el primer ministro húngaro Viktor Orbán”. (Dreher, por su parte, se ha convertido en un defensor tan ferviente de las tácticas intervencionistas del hombre fuerte Orbán que emigró a Hungría).El posliberalismo pretende reescribir no sólo la ley, sino toda la vida ética estadounidense, y en cierto modo es una extensión natural del pesimismo sobre las soluciones políticas que impregnaba Hillbilly Elegy (y el correspondiente libertarismo que dominaba el Partido Republicano no hace tanto). Si la cultura es la culpable del declive de los Apalaches, se podría concluir que la política, tal y como se entiende tradicionalmente, no puede arreglar lo que nos aqueja. Otra posibilidad es concluir, como parece que ha hecho Vance, que los remedios políticos habituales no son lo bastante intrusivos o autoritarios.Hillbilly… anticipaba el tono autocomplaciente que Vance adoptaría al concluir su pacto fáustico. Desde el principio, practicó el arte de tenerlo todo: En 2016, se autoproclamó un hombre común, aunque la existencia del mismo libro en el que fingía modestia desmentía sus pretensiones. Ahora que es un político con la misión de seducir a un público que detesta a los políticos, su estrategia es prácticamente la misma. Sigue reivindicando su condición de outsider haciendo de su simpatía un espectáculo, incluso cuando se convierte cada vez más en un insider. También en este caso se trata de una actuación que rivaliza y quizá supera su actuación de sencillez hogareña en Hillbilly….“Seré un vicepresidente que nunca olvide de dónde viene”, aseguró Vance a los asistentes a la Convención Nacional Republicana. Estallaron en vítores. Me pregunto cómo se las arreglarán esos seguidores cuando se den cuenta de que es precisamente ganando como él y ellos han perdido. El costo de su éxito electoral es que se han convertido en lo que más desprecian: ahora son el establishment.Fuente: The Washington Post.Foto: Jabin Botsford/The Washington Post y AP/ Ben Gray.
Tres libros esenciales para comenzar a leer y agregar a la biblioteca digitalCada semana ofrece la oportunidad perfecta para sumergirse en la lectura y desconectarse de la rutina diaria, aunque sea solo por unos minutos. Sin embargo, elegir el libro adecuado para empezar puede resultar todo un desafío.Infobae Cultura hizo una selección de tres títulos esenciales para comenzar a leer. Y con una ventaja: aprovechar los precios convenientes en sus versiones electrónicas.En esta recomendación estarán los libros de la enigmática escritora italiana, Elena Ferrante; de una de las referentes de la literatura histórico-romántica, Anne Jacobs; y de la docente y directora de la academia Integra Salud School (ISS), técnico de dietética con el Máster en Microbiota Humana (Tech), María Puntí. Además, un bonus track gratis imperdible, un libro premonitorio de Antoine de Saint-Exupéry.“La amiga estupenda”, de Elena Ferrante (9.299,00 pesos argentinos)[”La amiga estupenda” se puede adquirir, en formato digital, en Bajalibros, clickeando acá.]Considerado como el mejor libro en lo que va del siglo XXI por The New York Times, La amiga estupenda, inaugura una saga deslumbrante ambientada en la Nápoles de mediados del siglo pasado, donde Lenú y Lila, dos jóvenes mujeres, enfrentan los desafíos de crecer en un entorno donde la astucia prevalece sobre la inteligencia. La relación tempestuosa entre las protagonistas revela con crudeza la realidad de un barrio humilde y su lucha diaria por sobrevivir bajo la ley del más fuerte.Con más de 20 millones de lectores y traducida a 42 idiomas, esta joya de la literatura contemporánea fascinó al mundo. Reconocida por The Guardian como merecedora del Premio Nobel, La amiga estupenda se ganó un lugar en la lista de los mejores libros del siglo XX y reafirma una vez más su poderoso impacto cultural.“El Café del Ángel. Un tiempo nuevo”, de Anne Jacobs (7.399,00 pesos argentinos)[”El Café del Ángel 1” se puede adquirir, en formato digital, en Bajalibros, clickeando acá o como audiolibro clickeando acá.]Tras el rotundo éxito de la saga La Villa de las Telas, la aclamada escritora alemana Anne Jacobs sumerge al lector en una nueva saga familiar con El café del ángel. Ambientado en la posguerra de 1945 en Wiesbaden, este relato captura la resiliencia y la renovación a través de los ojos de Hilde, una joven que hereda el emblemático Café del Ángel.A pesar de los estragos de la guerra, el café se mantiene en pie, por lo que Hilde se propone restaurar su antiguo esplendor, aquel que lo convirtió en punto de encuentro de artistas y figuras destacadas de la ciudad. Sin embargo, la armonía se ve amenazada con la llegada de una joven desconocida que afirma ser su prima Luisa, proveniente de Prusia Oriental.El café del Ángel abre una saga sobre la reconstrucción de posguerra, a la vez que es un profundo análisis de los lazos familiares, el perdón y los amores prohibidos que florecen en los momentos más inesperados.“La pirámide de la longevidad”, de María Puntí (8.399,00 pesos argentinos)[”La pirámide de la longevidad” se puede adquirir, en formato digital, en Bajalibros, clickeando acá]María Puntí estudió Nutrición e hizo el máster en microbiota humana en el Tech Schoool of Nutrition, y formó un equipo multidisciplinar y abrió dos clínicas de salud integrativa. Pero ahí no terminó: ahora publicó el libro La pirámide de la longevidad, sobre cómo nuestros hábitos diarios influyen directamente en nuestra longevidad y bienestar.El libro desmonta la idea de que nuestro cuerpo es una máquina inagotable y subraya la importancia de un mantenimiento constante a través de una nutrición adecuada, un sueño reparador, ejercicio regular y un manejo eficaz del estrés. Puntí argumenta que, más allá de la genética, es posible prevenir la mayoría de las enfermedades crónicas con ajustes conscientes en nuestro estilo de vida.En La pirámide de la longevidad, Puntí detalla los pilares fundamentales para cuidar nuestra salud, y brinda al lector con estrategias prácticas para mejorar la calidad de vida y aumentar los años de vida saludable. ¿El objetivo? Prolongar la vida y enriquecerla, y tomar un rol activo en su salud y bienestar. Con este libro, la especialista en microbiota proporciona las herramientas necesarias para transformar la teoría en acción y lograr un envejecimiento saludable.“Vuelo nocturno”, de Antoine de Saint-Exupéry (Gratis)[”Vuelo nocturno” se puede descargar gratis de Bajalibros clickeando acá.]Publicada por primera vez en 1930, Vuelo nocturno es una de las obras más emblemáticas del célebre autor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry.Fue con este libro que Saint-Exupéry logró el reconocimiento público mucho antes que con El Principito ―llegó a vender seis millones de copias en el mundo― y también con el que consiguió vender más de seis millones de ejemplares en el mundo y anticipar su trágica muerte.La trama de Vuelo nocturno se centra en un vuelo de correos, que durante la noche viaja de la Patagonia a Buenos Aires, se presenta como una extraña premonición: Saint-Exupéry murió en un vuelo de reconocimiento durante la Segunda Guerra Mundial.En el libro, el piloto Fabien lucha contra una tormenta abrumadora, un desafío que pone a prueba su habilidad y el valor de su vida y el sentido de ella. Mientras, su superior, Rivière, espera ansiosamente en Buenos Aires, que también se enfrenta a sus propias reflexiones sobre la vida y el compromiso con su misión.
Alejandro Rúa eligió contar en 30 días las jornadas centrales en la trama del ataque que “cambió la historia del país”.Y en Voces alrededor del atentado a la AMIA, Ángeles Durini se dirige al público infantil.
Se trata de El espejo y el desorden de Natalia Cacchiarelli, y Deriva utópica de Gilda Picabea.Ambas fueron curadas por Belén Coluccio y se pueden visitar a partir de hoy.
Mauro Libertella es autor de la biografía Ricardo Piglia a la intemperie con edición de Leila Guerriero.También se publicaron sus diálogos entre 1998 y 2001 con el historiador Horacio Tarcus.Y el número tres, algunos de los prólogos que escribió para la colección de literatura argentina “Serie del Recienvenido”.
Fue durante las obras de un paso subterráneo para el Jubileo de 2025. El descubrimiento tiene “una importancia histórica considerable”.Sitúa la excavación dentro del área de los Huertos de Agripina la Mayor, madre de Calígula.
Tenía 88 años y deja una obra extensa que, cargada de lirismo, denunció la corrupción del poder y soñó con una Albania libre. Fue en numerosas ocasiones aspirante al premio Nobel, un galardón que no consiguió finalmente.
El ilustrador andaluz está en Buenos Aires para presentar La Leyenda de Sleepy Hollow y los tomos de Mujercitas.En este diálogo revela el secreto de esos ojos tan expresivos que tienen sus personajes.Y relata sus experimentaciones con inteligencia artificial.
Imagen del Papa Francisco llegando a la audiencia general de la Plaza de San Marcos, en el Vaticano. EFE/EPA/ETTORE FERRARI
(ETTORE FERRARI/)Parece difícil de creer que hace solo unos pocos papados (y en los siglos anteriores) nadie, incluidos los católicos, tuviera una conexión real con el humano que dirigía las cosas desde el trono de San Pedro en Roma.Los papas se quedaban en Italia y no viajaban, y la tecnología de bajo nivel significaba que los católicos no esperaban verlos ni oírlos. Los papas emitían de vez en cuando documentos autoritativos llamados “encíclicas”, pero los mensajes tardaban en difundirse. E incluso entonces, los católicos promedio no solían leer las palabras del papa; no se sentían calificados para interpretarlas.Los católicos no se definían como muchos lo hacen hoy en día, especialmente en la polarizada América, por su afinidad con el papa.Nadie ha hecho más para hacer real el rostro del papado que el sacerdote argentino Jorge Mario Bergoglio, conocido como el papa Francisco. Aprueba aplicaciones que ofrecen sus dichos en forma ingeniosa, da entrevistas amenas y es conocido por renunciar a hogares y ropa lujosos. En cambio, toma el transporte público, usa zapatos ortopédicos voluminosos y dice cosas como “Soy un pecador, eso no es una figura retórica” y, sobre las personas gay, “¿Quién soy yo para juzgar?”.El papa Francisco da un dulce a un bebé al final de su audiencia semanal en el Vaticano, el miércoles 28 de febrero de 2024. (AP Foto/Andrew Medichini) (Andrew Medichini/)Esta accesibilidad radical se ha convertido en una característica distintiva desde que Francisco asumió el cargo en 2013, redibujando el rostro de la Iglesia Católica de 1.400 millones de personas. Muchas personas han amado y se han conmovido profundamente por este cambio, viendo a Francisco como un símbolo de una iglesia orientada hacia afuera, enfocada en la accesibilidad, la conexión íntima y la inclusividad. Muchos otros se oponen a su frecuente difuminación de líneas, diciendo que está dañando a la iglesia al hacer que el papado sea menor.En dos nuevos libros, Francisco da pasos concretos hacia la consolidación de este papa de todos en piedra para la historia literaria. A través de Vida, que se publicará el martes y se describe como su primer intento de autobiografía, y un segundo libro, llamado Una buena vida: 15 hábitos esenciales para vivir con esperanza y alegría, el hombre de 87 años está haciéndolo realmente oficial: el papa es solo un tipo.Es un tipo que está en la etapa final de su vida. Considerando su edad y los desafíos de salud, y que su predecesor se retiró, quién sucederá a Francisco ya es un tema de especulación entre los católicos. En Vida, Francisco dice que cree que el ministerio del papa es de por vida y, por lo tanto, solo se retiraría en caso de “un impedimento físico grave”. Para mí, como alguien que informa sobre religión, el estilo informal y accesible del libro es parte de la razón por la cual es difícil imaginar que el próximo papa sea más remoto.”Vida” (Harper Collins), el nuevo libro del papa FranciscoVida: mi historia a través de la historia es una crónica de la vida de Francisco organizada a través de eventos mundiales importantes, desde la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Sucia de Argentina hasta los ataques del 11 de septiembre y la pandemia de coronavirus. Intercala las palabras de Francisco con las de su coautor, el periodista italiano Fabio Marchese Ragona, estableciendo escenas ricas de la vida diaria del pontífice con su descripción de cómo experimentó esos períodos, con quién y cómo reflexiona sobre ellos ahora.La editorial dice que el libro está dirigido especialmente a los jóvenes, y se nota. La estructura es simple, al igual que el lenguaje. También tiene una vibra casi de wow-no-puedo-creer-que-esta-sea-mi-vida al mirar hacia atrás en todo por lo que ha pasado y extraer de ello reiteradas lecciones fundamentales.En su mayoría, presenta estas lecciones de una manera secular y universal. Eso no quiere decir que no comunique su teología y fe. A lo largo del libro, habla frecuentemente del papel de la Iglesia, la oración y su sensación de la presencia de Dios. Pero también hay un hilo que atraviesa el libro: Yo soy como tú, y la Iglesia Católica no se trata de los adornos que ves. Y mientras Francisco intenta, en su última era como papa, cambiar la dirección de la Iglesia, quizás este libro está tratando, de una manera diferente, de decir algo más parecido a lo que esperas de un papa: Dios es como tú, y la Iglesia Católica no se trata de los adornos que ves.En “Vida”, el Papa habla frecuentemente del papel de la Iglesia, la oración y su sensación de la presencia de Dios. Pero también deja de lado las jerarquíasFrancisco describe uno de los momentos visuales más famosos de su papado, al inicio de la pandemia, cuando se paró en una Plaza de San Pedro espeluznantemente vacía bajo la lluvia para dar una bendición.“Muchos se han preguntado en qué estaba pensando… no era nada extraordinario; solo estaba pensando en la soledad de las personas. Estaba solo, y muchas personas vivían la misma situación que yo”, escribe.Una de sus lecciones es que todos los seres vivos estamos interconectados, no importa cuán lejos estemos unos de otros. Eso lo recalca a través de su propia experiencia, como el niño Bergoglio aterrorizado, observando a adultos asustados a su alrededor durante la Segunda Guerra Mundial, incluso cuando los combates ocurrían en un país distante, y más tarde, como arzobispo de Buenos Aires, entrando inmediatamente en oración cuando los aviones se estrellaron contra el World Trade Center.El Papa Francisco dando una inusual bendición “Urbi et Orbi” -a la ciudad y al mundo- en una Plaza de San Pedro vacía durante los primeros días de la pandemia.
REUTERS/Yara Nardi/Pool (YARA NARDI/)Otra lección central en el libro es que lo más importante que podemos hacer para disminuir el sufrimiento es erradicar el odio y el resentimiento dentro de nosotros mismos. Muchos de sus capítulos están organizados alrededor de productos de guerra y odio: el Holocausto, Estados Unidos lanzando bombas atómicas sobre Japón durante la Segunda Guerra Mundial, la división política y la violencia durante la pandemia. El libro fue creado, dice su portada, para que los jóvenes pudieran escuchar a una persona mayor “reflexionar sobre lo que nuestro planeta ha vivido, para no repetir los errores del pasado”.No está claro que las historias o los personajes centrales en Vida sean nuevos para las personas que han leído las entrevistas detalladas que Francisco ha dado a periodistas europeos, o biografías de él. Hay personajes familiares, incluyendo a su abuela Rosa, que le enseñó sobre la oración así como sobre el activismo político, ya que ayudó a defender la iglesia contra el ascenso del fascismo en Argentina. Está su antigua maestra Esther, bioquímica que también era una activista marxista atea y que se convirtió en una amiga cercana antes de ser torturada y asesinada por el régimen militar durante la Guerra Sucia.El mundo se ve a través de los ojos de este sincero narrador en primera persona, quien expresa una vulnerabilidad y tristeza reales al ver a inmigrantes como sus padres anhelar su hogar (en su caso, Italia), quien baila tango con sus amigos y se enamora de una chica, y quien, durante el cónclave de 2013 que lo elige, tiene miedo de entrar a la sala donde la gente está votando porque le asusta ganar. Francisco había reservado el itinerario de vuelo más ajustado posible porque no le gustaba Roma y planeaba regresar a casa rápidamente.Jorge Bergoglio con sus padresEl segundo libro nuevo, Una buena vida: 15 hábitos esenciales para vivir con esperanza y alegría, publicado el mes pasado, refuerza la imagen de Francisco como un hombre común. El libro es parte de un género de orientación de Francisco que viene en dosis pequeñas. Uno podría ponerlo en la categoría de los tuits agudos, a menudo libres de Dios, que publica a sus más de 55 millones de seguidores en la plataforma X, y libros anteriores con títulos como El papa Francisco habla a las parejas y Felicidad en esta vida: una meditación apasionada sobre la existencia terrenal.Estos títulos son un contraste marcado con algunos de los libros del papa Benedicto XVI – Espíritu de la Liturgia y Padres de la Iglesia: De Clemente de Roma a Agustín – y los libros del papa Juan Pablo II, en su mayoría enseñanzas papales oficiales, como Sobre la relación entre fe y razón o Sobre el significado cristiano del sufrimiento humano.“El papa Benedicto era un teólogo y escribía como tal. El papa Juan Pablo era un filósofo y escribía como tal. El papa Francisco no es ninguno de los dos”, dijo el Rev. Mark-David Janus, presidente y editor de la casa editorial católica Paulist Press, que ha publicado más de una docena de libros de Francisco, al Washington Post. “Él es un pastor, por lo que escribe como un pastor”.En efecto, el legado que Francisco deja en libros como estos no es una teología radicalmente diferente a la de sus predecesores, sino un énfasis y estilo radicalmente diferentes. Una buena vida se interesa en maneras pragmáticas y básicas de mejorar a uno mismo, sea católico o no. Llora más. Apaga tu teléfono y mira a los ojos de las personas con las que estás hablando. No seas un sedentario.Este es el tipo de consejo que podrías esperar de un podcast de bienestar, tu instructor de Peloton o incluso Joel Osteen. Se esperaba que los papas estuvieran por encima de ese tipo de multitud, la encarnación elevada de una verdad que se permite, en amor, se diría, ser crítica y excluyente. Francisco ha utilizado su estatura para enfatizar diferentes verdades de una manera diferente.Fuente: The Washington Post