Los menores no acompañados son en su mayoría adolescentes albaneses que habían estado viviendo en hoteles. Los defensores de los derechos y algunos legisladores creen que han sido secuestrados por bandas criminales.

Los menores no acompañados son en su mayoría adolescentes albaneses que habían estado viviendo en hoteles. Los defensores de los derechos y algunos legisladores creen que han sido secuestrados por bandas criminales.
La atleta bielorrusa Krystsina Tsimanouskaya llegó este miércoles en un vuelo directo desde Tokio al aeropuerto internacional de Viena, donde, escoltada por la policía como medida de seguridad, espera proseguir su viaje a Varsovia.
Tras el aterrizaje a las 15.08 hora local (10:08 de Argentina) del vuelo OS 052 de la compañía Austrian Airlines (AUA), la velocista de 24 años fue trasladada en una furgoneta, acompañada por una patrulla de la Policía austríaca, a una zona de tránsito aislada de la terminal aérea, según indicó la agencia de noticias EFE.Previamente, un portavoz del aeropuerto había confirmado que la deportista tenía previsto permanecer pocas horas en Viena, pues tomaría otro vuelo a Polonia, país que le concedió un visado humanitario a ella y a su esposo.El viceministro de Exteriores polaco, Marcin Przydacz, aseguró en su cuenta en Twitter que la corredora “está bajo el cuidado del servicio diplomático polaco”. “Como se ha dejado claro en numerosas ocasiones, debido a razones de seguridad no difundiremos detalles del vuelo”, añadió.
Krystsina Tsimanouskaya fue trasladada en una furgoneta tras llegar al aeropuerto internacional de Schwechat en Viena desde Tokio. (Foto: Lisa Leutner / AP)
Los medios japoneses habían informado que Tsimanouskaya viajaría a Varsovia desde Tokio, pero el itinerario del vuelo fue cambiado por los diplomáticos polacos a último momento por motivos de seguridad.El Ministerio de Exteriores austríaco confirmó luego la llegada de la atleta y envió a uno de sus funcionarios a recibirla, mientras que el Ministerio del Interior aseguró que la Policía de ese país se encargaría de su seguridad personal hasta su próximo vuelo.Representantes de un grupo de exiliados bielorrusos en Polonia confirmaron que esperaban la llegada de la atleta este mismo miércoles, como también la de su esposo, Arseny Zdanevich, procedente de Ucrania.Las autoridades polacas y los exiliados bielorrusos buscan la máxima cautela, mientras se recuerda el desvío y aterrizaje forzado en Minsk, en junio pasado, de un avión de Ryanair para detener al periodista opositor Román Protasevich.
Krystsina Tsimanouskaya no pudo competir en los Juegos Olímpicos de Tokio. (Foto: Martin Meissner / AP)
Tsimanouskaya se refugió en la embajada de Polonia en Japón tras negarse a ser repatriada a la fuerza por su gobierno cuando participaba en los Juegos Olímpicos de Tokio.Polonia, que apoya a refugiados políticos bielorrusos y a la oposición política contra el Gobierno de Aleksandr Lukashenko, fue el primer país en ofrecerse a recibir a la atleta olímpica, mientras que el Comité Olímpico Internacional abrió una investigación para esclarecer el caso.La atleta, que se distinguió por apoyar las protestas contra el Gobierno de Lukashenko y estar en contacto con la disidencia de su país, temía sufrir represalias al regresar a Bielorrusia, según explicó en vídeos y mensajes difundidos por las redes sociales.El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, imputó a Bielorrusia un “intento criminal de secuestro” de la velocista, quien tenía previsto participar en la carrera de 200 metros del lunes, pero tras quejarse de haber sido obligada por el Gobierno de su país a competir en otra carrera, el pasado jueves fue acusada de carecer de “espíritu de equipo” y de haber perdido el “equilibrio psicológico y emocional”, en la televisión pública de su país.Fuente: EFE
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SAN DIEGO (AP) — Un juez federal falló el lunes que los empleados de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos no pueden realizar la entrevista inicial de las personas que solicitan asilo, lo que representa un revés para una de las estrategias del gobierno del presidente Donald Trump para acotar el asilo.La orden judicial a nivel nacional probablemente tendrá poco o ningún impacto inmediato debido a que el gobierno ha suspendido de facto el proceso de asilo durante la pandemia de coronavirus, alegando cuestiones de salud pública.El gobierno de Trump argumentó que los empleados de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) que habían sido designados para las entrevistas estaban capacitados de manera similar a los funcionarios del Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS por sus siglas en inglés), otra agencia del Departamento de Seguridad Nacional. El juez federal Richard J. Leon en Washington estuvo en desacuerdo.“¡Paparruchas!”, escribió el juez en su fallo de 22 páginas. “Los requisitos de capacitación citados en la declaración del gobierno no están cerca de ser ‘comparables’ con los requisitos de capacitación de funcionarios de asilo”.Leon, quien fue designado por el expresidente George W. Bush, dijo que los empleados de la CBP reciben de dos a tres semanas de capacitación a distancia y presencial, mientras que los funcionarios de asilo reciben por lo menos nueve semanas de capacitación formal.El juez también puso en duda si la CBP, una agencia policial que incluye a la Patrulla Fronteriza, podría hacer revisiones de manera no contenciosa, tal como lo requieren las regulaciones.Representantes de los departamentos de Seguridad Nacional y de Justicia no respondieron de momento a solicitudes de comentarios. El USCIS señaló que no comenta sobre litigios pendientes.Los abogados de algunas mujeres y sus hijos originarios de México, Ecuador y Honduras que no pasaron la evaluación preliminar —conocida como entrevista de “miedo creíble”, en la que deben persuadir a las autoridades de que tienen un temor fundado a la persecución en su país natal— alegaron que los empleados de la CBP no estaban autorizados para realizar el trabajo y que carecían de capacitación.“Esta decisión pone fin al falso proceso de usar agentes de la Patrulla Fronteriza contenciosos para realizar entrevistas sumamente delicadas a los solicitantes de asilo”, dijo Julie Carpenter, abogada del Centro de Justicia Tahirih, que interpuso una demanda en nombre de los solicitantes de asilo.El juez no abordó otros argumentos, como que la medida era inválida debido a que el comisionado de la CBP, Mark Morgan, se desempeña en calidad de interino y carece de autoridad bajo la ley federal.La Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno, un órgano de control legislativo, dijo hace unas semanas que los dos funcionarios principales del Departamento de Seguridad Nacional, que también se desempeñan en calidad de interinos, no son elegibles para operar la agencia debido a que fueron nombrados incorrectamente bajo la ley federal.El Departamento de Seguridad Nacional no estuvo de acuerdo. La semana pasada, Trump nominó a Chad Wolf, el secretario interino de la dependencia, para ocupar el puesto de manera permanente.La CBP comenzó la capacitación el año pasado y, en febrero, 91 empleados comenzaron a hacer las evaluaciones iniciales, de acuerdo con un reporte del Instituto de Política Migratoria, una organización apartidista. Aprobaron al 37% de la gente en un periodo de 12 meses que terminó en mayo, comparado con el 64% que aprobaron los funcionarios de asilo del USCIS.
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Mientras Estados Unidos actuaba agresivamente durante el último año para reducir drásticamente el número de solicitantes de asilo que se presentaban en su frontera sur, los mexicanos eran exentados. Pero ahora México ha expresado su inconformidad con los planes del gobierno estadounidense de enviar a los mexicanos que piden asilo hasta Guatemala, unos 3.200 kilómetros (2.000 millas) al sur.La Secretaría de Relaciones Exteriores dijo la noche del lunes que no estaba de acuerdo con la medida de Estados Unidos y calculó que podría afectar a unos 900 mexicanos a partir del próximo mes.“El gobierno de México, en conjunto con autoridades a nivel estatal y local, trabajará para ofrecer mejores opciones a las y los mexicanos que pudieran ser afectados por esta disposición”, señaló el comunicado.La moderada respuesta por parte de México podría ser un reflejo de la falta de opciones legales para impugnar la medida.“A la fecha, este gobierno en México no ha demostrado que vaya a contradecir al gobierno de Trump”, dijo Theresa Cardinal Brown, directora de política migratoria y fronteriza para el Bipartisan Policy Center en Washington.México podría esgrimir presión diplomática, quizá amenazando con no permitir que los solicitantes de asilo extranjeros aguarden en su territorio la fecha de su audiencia en las cortes estadounidenses, dijo Brown, exfuncionaria del Departamento de Seguridad Nacional.Estados Unidos ya redujo de manera significativa el número de solicitantes de asilo que se presentaron en su frontera el año pasado a través de una serie de medidas dirigidas a convertirlo en una opción menos atractiva. Los refugiados vinieron principalmente de Honduras, Guatemala y El Salvador.La principal medida fue el programa llamado “Esperar en México”, que envía a los solicitantes de asilo que no son mexicanos a México para esperar a que se procesen sus casos de asilo. El programa ha recibido críticas por dejar a personas que ya están en situación de riesgo en peligrosas ciudades fronterizas con pocos recursos para mantenerse durante un periodo de longitud incierta. Más de 55.000 solicitantes de asilo han sido enviados a territorio mexicano a aguardar la resolución de sus casos.Los mexicanos no eran parte del programa debido a que los solicitantes de asilo no pueden ser enviados de regreso al país del que intentan escapar mientras se procesan sus casos. En caso de un fallo negativo podían ser devueltos. Jueces estadounidenses de inmigración emitieron fallos sobre 948 casos de asilo de mexicanos en octubre, los datos más recientes disponibles del Centro de Información de Acceso a Registros Transaccionales de la Universidad de Syracuse. De esos, 831, el 88%, fueron rechazados.La medida no incluye a migrantes que no hablaban español, como los procedentes de África que ingresaban por la frontera entre Estados Unidos y México, pero eso también podría cambiar, según funcionarios de seguridad nacional.A través de una serie de acuerdos bilaterales alcanzados el año pasado con Guatemala, Honduras y El Salvador, Estados Unidos dejó clara su intención de enviar a los solicitantes de asilo de regreso a esos países con el argumento de que los migrantes que atravesaron México para llegar a Estados Unidos debieron pedir primero asilo en esas naciones primero.Estados Unidos comenzó a enviar a solicitantes de asilo no guatemaltecos a Guatemala a finales del año pasado y pronto podría comenzar a hacer lo mismo en Honduras y El Salvador.El pasado 19 de diciembre, el ministro del Interior de Guatemala, Enrique Degenhart, dijo que debido a que el acuerdo bilateral con Estados Unidos estaba dando tan buenos resultados, ambos países discutían la posibilidad de expandirlo a solicitantes de asilo de otras nacionalidades.“La explicación que nos dieron en Estados Unidos es que, a raíz de esta implementación, las estructuras criminales cambiaron su modus operandi de llevarse mayormente a nacionales del Triángulo Norte a empezar a operativizar con núcleos familiares mexicanos”, declaró. “Nos comentaban las autoridades de Estados Unidos que, de una manera típica, el número de solicitudes de protección de ciudadanos de origen mexicano se habían disparado”.En días recientes, se envió una directriz a los funcionarios de asilo de Estados Unidos que indicaba que a partir de ahora se incluiría a mexicanos. Se desconoce si Guatemala tiene la capacidad para procesar a grandes números de personas. Las autoridades guatemaltecas refirieron cualquier pregunta a las declaraciones previas de Degenhart.Los mexicanos son devueltos fácilmente a su país si son sorprendidos cruzando la frontera de forma ilegal y no piden asilo, a diferencia de personas de otras nacionalidades que pasan por un proceso legal más largo y exhaustivo antes de ser devueltos.El plan de enviar a los solicitantes de asilo mexicanos a Guatemala originalmente estaba planeado para El Paso, pero también incluiría el Valle del Río Grande, en el sur de Texas.“Algunos mexicanos que buscan protecciones humanitarias en Estados Unidos podrían ser elegibles a ser transferidos a Guatemala y recibir la oportunidad de buscar protecciones en ese país, de conformidad con los términos del Acuerdo de Cooperación de Asilo con Guatemala”, indicó el Departamento de Seguridad Nacional en un comunicado.Eunice Rendón, coordinadora de Agenda Migrante, una coalición de grupos activistas en México y Estados Unidos que se dedica a ayudar a organizar la defensa legal, dijo que, durante sus viajes a la frontera de Estados Unidos a finales del año pasado, escuchó de casos en los que las autoridades mexicanas intentaron forzar a los solicitantes de asilo mexicanos a esperar en México con el argumento de que no tenían espacio para ellos.Pero el plan de Guatemala sería ir mucho más allá y Rendón espera que el gobierno mexicano recurra a los organismos internacionales para presentar una denuncia “por la violación hasta el debido proceso de los solicitantes de asilo”.“Ni siquiera pasan por Guatemala. Es regresarlos a otro país”, declaró.Brown, la exfuncionaria del Departamento de Seguridad Nacional, resaltó una sección de la ley migratoria estadounidense que permite al gobierno enviar a personas a otra nación en caso de que “no sea práctico, aconsejable o posible” enviarlos a sus países de origen. Estados Unidos ha utilizado ese recurso en casos individuales —por ejemplo, enviar a vietnamitas a otro país cuando su propio gobierno se rehúsa a readmitirlos—, pero nunca a una escala tan amplia como con los solicitantes de asilo.El acuerdo bilateral con Guatemala provee bases legales adicionales para que Estados Unidos envíe a solicitantes de asilo a esa nación centroamericana, indicó Brown.___Long reportó desde Washington. Los periodistas de AP Elliot Spagat en San Diego y Sonny Figueroa en la Ciudad de Guatemala contribuyeron a este despacho.
SAN PEDRO SULA, Honduras (AP) — Había pasado casi un año desde que el humilde obrero de fábrica solicitó asilo en Estados Unidos por temor a ser asesinado en su Honduras natal. Y habían pasado cuatro meses desde que fue repatriado a la fuerza.Ahora estaba sentado en un restaurante en San Pedro Sula, contando como eludió la muerte apenas tres días antes.Caminaba en una atestada calle del centro de la ciudad, a dos cuadras del concejo municipal de San Pedro Sula, donde policías montan guardia con ametralladoras y chalecos antibala.Súbitamente un hombre se le acercó, le disparó y huyó.El obrero se desplomó contra una pared, aturdido, sintiendo un dolor y escozor en la pierna. Pero tuvo suerte: la bala apenas le rozó debajo de la cintura, dejando sólo una lesión de unos 8 centímetros. Fue al hospital, de donde le dieron de alta tras unas horas y regresó a su pequeño apartamento alquilado y a su vida a escondidas.Bajo el gobierno del presidente Donald Trump, se ha vuelto más difícil que un migrante consiga asilo en Estados Unidos, por lo que muchos son forzados a regresar a sus países donde sus vidas corren peligro.La presión de Estados Unidos sobre México ha obligado a decenas de miles de solicitantes de asilo a subsistir en un limbo migratorio en campamentos improvisados en la frontera mexicana, a la espera de que sus casos sean considerados. Las presiones sobre ciertos países centroamericanos han llevado a acuerdos bilaterales según los cuales los migrantes tienen que esperar en Guatemala, El Salvador y Honduras.Muchos de los migrantes, como el humilde obrero de fábrica, se han visto obligados a regresar a los peligrosos lugares de donde vinieron.El migrante relata que desde hace más de 20 años su familia ha sido amenazada por una poderosa banda criminal en su pequeño pueblo natal, desde que un asalto mató a su madrastra y a su medio hermano. La familia rival, dice, teme que él y sus parientes buscarán vengarse.“Llevo toda la vida corriendo”, aseveró el refugiado al narrar cómo es su vida en las sombras. “Ya vendrá el día en que me conseguirán”.___Todo el mundo conoce las normas para entrar en carro a los barrios en San Pedro Sula: con las ventanas abiertas para demostrar que no eres una amenaza, manejando despacio, por las calles principales y mejor sales antes del anochecer.Hay estaciones policiales en estos barrios pero todo el mundo sabe quién es el que manda de verdad. Las pandillas vigilan las calles, atentas a las patrullas policiales gracias a una compleja red de jovencitos que trabajan en turnos las 24 horas y reportan toda actividad sospechosa.Hay dos pandillas que dominan San Pedro Sula: la MS-13 y la Mara 18. Entre ambas, están enteradas de todo lo que acontece.“Nos dijeron que sabrán dónde encontrar a mi hijo”, contó una madre en San Pedro Sula cuando ella y su esposo se quedaron sin dinero para pagar el “impuesto de guerra” que cobran las pandillas.De tal modo que la familia huyó. El padre se llevó al niño de 11 años a Estados Unidos donde solicitaron asilo, y fueron rechazados. La madre se fue al monte llevándose a la hija adolescente.Cuando el padre y el hijo fueron deportados a fines de noviembre, la familia sostuvo un emotivo reencuentro pero inmediatamente volvió a separarse para no ser blanco fácil.“Nadie sabe dónde estamos, nadie”, expresó la madre por teléfono recientemente.___La administración Trump insiste en que los centroamericanos que se encuentran amenazados sí tienen a donde ir.“Para quienes tienen argumentos legítimos para pedir asilo, les animamos a buscar asistencia en el país vecino más próximo”, expresó el director interino de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, Mark Morgan.Pero esos países vecinos son igual de peligrosos, con pandillas criminales, cárteles de drogas, funcionarios corruptos e impotentes fuerzas policiales.Si bien los activistas reconocen que no todos los casos cumplen con los estándares para recibir asilo, creen que la intención del actual gobierno estadounidense es desanimar a los migrantes _incluso los que tienen razones válidas para huir_ de tratar de entrar.Y los migrantes están recibiendo el mensaje.Las detenciones de migrantes en la frontera entre México y Estados Unidos han disminuido en más de 70% en los últimos seis meses, comparado con 132.000 en mayo.“El objetivo es disuadirlos. Decirles ni lo intentes porque serás deportado de vuelta”, indicó Yael Schacher, especialista en temas de asilo para el grupo Refugees International.De tal manera que hoy en día Guatemala ha estado aceptando refugiados de Honduras y El Salvador, invitándolos a pedir asilo allí. En México han surgido puestos de control militarizados en las rutas usadas por los migrantes y las compañías de transporte hondureñas están impidiendo que venezolanos y cubanos se monten en sus autobuses rumbo norte.En la principal estación de autobuses de San Pedro Sula, hasta hace poco atestada de migrantes que buscaban ir a Estados Unidos, muchos de los autobuses ahora parten con unos pocos pasajeros.Y para muchos migrantes, el culpable de sus penurias es una sola persona: el presidente estadounidense Donald Trump.“Ese viejo no quiere dejar entrar a nadie”, se quejó Junior Elvir, un mecánico hondureño de 26 años de edad que trató de llegar a Estados Unidos en noviembre pero fue deportado.
SAN PEDRO SULA, Honduras (AP) — Había pasado casi un año desde que el humilde obrero de fábrica solicitó asilo en Estados Unidos por temor a ser asesinado en su Honduras natal. Y habían pasado cuatro meses desde que fue repatriado a la fuerza.Ahora estaba sentado en un restaurante en San Pedro Sula, contando como eludió la muerte apenas tres días antes.Caminaba en una atestada calle del centro de la ciudad, a dos cuadras del concejo municipal de San Pedro Sula, donde policías montan guardia con ametralladoras y chalecos antibala.Súbitamente un hombre se le acercó, le disparó y huyó.El obrero se desplomó contra una pared, aturdido, sintiendo un dolor y escozor en la pierna. Pero tuvo suerte: la bala apenas le rozó debajo de la cintura, dejando sólo una lesión de unos 8 centímetros. Fue al hospital, de donde le dieron de alta tras unas horas y regresó a su pequeño apartamento alquilado y a su vida a escondidas.Bajo el gobierno del presidente Donald Trump, se ha vuelto más difícil que un migrante consiga asilo en Estados Unidos, por lo que muchos son forzados a regresar a sus países donde sus vidas corren peligro.La presión de Estados Unidos sobre México ha obligado a decenas de miles de solicitantes de asilo a subsistir en un limbo migratorio en campamentos improvisados en la frontera mexicana, a la espera de que sus casos sean considerados. Las presiones sobre ciertos países centroamericanos han llevado a acuerdos bilaterales según los cuales los migrantes tienen que esperar en Guatemala, El Salvador y Honduras.Muchos de los migrantes, como el humilde obrero de fábrica, se han visto obligados a regresar a los peligrosos lugares de donde vinieron.El migrante relata que desde hace más de 20 años su familia ha sido amenazada por una poderosa banda criminal en su pequeño pueblo natal, desde que un asalto mató a su madrastra y a su medio hermano. La familia rival, dice, teme que él y sus parientes buscarán vengarse.“Llevo toda la vida corriendo”, aseveró el refugiado al narrar cómo es su vida en las sombras. “Ya vendrá el día en que me conseguirán”.___Todo el mundo conoce las normas para entrar en carro a los barrios en San Pedro Sula: con las ventanas abiertas para demostrar que no eres una amenaza, manejando despacio, por las calles principales y mejor sales antes del anochecer.Hay estaciones policiales en estos barrios pero todo el mundo sabe quién es el que manda de verdad. Las pandillas vigilan las calles, atentas a las patrullas policiales gracias a una compleja red de jovencitos que trabajan en turnos las 24 horas y reportan toda actividad sospechosa.Hay dos pandillas que dominan San Pedro Sula: la MS-13 y la Mara 18. Entre ambas, están enteradas de todo lo que acontece.“Nos dijeron que sabrán dónde encontrar a mi hijo”, contó una madre en San Pedro Sula cuando ella y su esposo se quedaron sin dinero para pagar el “impuesto de guerra” que cobran las pandillas.De tal modo que la familia huyó. El padre se llevó al niño de 11 años a Estados Unidos donde solicitaron asilo, y fueron rechazados. La madre se fue al monte llevándose a la hija adolescente.Cuando el padre y el hijo fueron deportados a fines de noviembre, la familia sostuvo un emotivo reencuentro pero inmediatamente volvió a separarse para no ser blanco fácil.“Nadie sabe dónde estamos, nadie”, expresó la madre por teléfono recientemente.___La administración Trump insiste en que los centroamericanos que se encuentran amenazados sí tienen a donde ir.“Para quienes tienen argumentos legítimos para pedir asilo, les animamos a buscar asistencia en el país vecino más próximo”, expresó el director interino de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, Mark Morgan.Pero esos países vecinos son igual de peligrosos, con pandillas criminales, cárteles de drogas, funcionarios corruptos e impotentes fuerzas policiales.Si bien los activistas reconocen que no todos los casos cumplen con los estándares para recibir asilo, creen que la intención del actual gobierno estadounidense es desanimar a los migrantes _incluso los que tienen razones válidas para huir_ de tratar de entrar.Y los migrantes están recibiendo el mensaje.Las detenciones de migrantes en la frontera entre México y Estados Unidos han disminuido en más de 70% en los últimos seis meses, comparado con 132.000 en mayo.“El objetivo es disuadirlos. Decirles ni lo intentes porque serás deportado de vuelta”, indicó Yael Schacher, especialista en temas de asilo para el grupo Refugees International.De tal manera que hoy en día Guatemala ha estado aceptando refugiados de Honduras y El Salvador, invitándolos a pedir asilo allí. En México han surgido puestos de control militarizados en las rutas usadas por los migrantes y las compañías de transporte hondureñas están impidiendo que venezolanos y cubanos se monten en sus autobuses rumbo norte.En la principal estación de autobuses de San Pedro Sula, hasta hace poco atestada de migrantes que buscaban ir a Estados Unidos, muchos de los autobuses ahora parten con unos pocos pasajeros.Y para muchos migrantes, el culpable de sus penurias es una sola persona: el presidente estadounidense Donald Trump.“Ese viejo no quiere dejar entrar a nadie”, se quejó Junior Elvir, un mecánico hondureño de 26 años de edad que trató de llegar a Estados Unidos en noviembre pero fue deportado.