La repatriación de frisos y esculturas del Partenón que reclama Grecia sigue hallando obstáculos por parte de Gran Bretaña.
(Europa Press/Contacto/Li Ying)
(Europa Press/Contacto/Li Ying/)El aumento de tensiones entre el Reino Unido y Grecia por la repatriación de frisos y esculturas del Partenón, conocidas también como los Mármoles de Elgin, que se exhiben en el Museo Británico, da cuenta de una problemática más amplia, debido a que otras naciones también reclaman la devolución de valiosas piezas de arte que se encuentran en museos de ese país europeo.En medio de las negociaciones en curso, queda claro que Grecia no está sola en su empeño por la restitución de tesoros culturales. Desde la chilena Isla de Pascua hasta Egipto y Etiopía, diversas naciones han planteado demandas de repatriación de piezas históricas, destacando la necesidad de abordar la devolución de manera más amplia.Esta semana resurgió la controversia con Grecia, que ha persistido en su reclamo de las 17 esculturas retiradas del Partenón hace dos siglos, alegando que fueron “saqueadas” durante la ocupación otomana, entre 1799 y 1803, cuando Grecia estaba bajo el dominio del imperio británico.La cancelación de una reunión entre el primer ministro británico Rishi Sunak y su homólogo griego, Kyriakos Mitsotakis, exacerbó la situación, mientras el Gobierno británico explora vías legales para bloquear cualquier exportación de las esculturas.El primer ministro de Grecia, Kyriakos Mitsotakis, se mostró “profundamente decepcionado” por la cancelación de la reunión con el primer ministro británico. REUTERS/Fabrizio Bensch (FABRIZIO BENSCH/)Londres sostiene que el embajador británico de Imperio Otomano, Lord Elgin, adquirió legalmente, en medio de escombros, las esculturas en 1802 y las vendió al Museo Británico, mientras que Grecia alega -a partir de estudios científicos- que fueron extraídas con sierras a pedido de Elgin.Se trata de 15 metopas, 17 esculturas y 75 de los 160 metros de largo del friso original, en mármol, con 2500 años de antigüedad en disputa, que decoraban el templo dedicado a la diosa Atenea, el Partenón, en la Acrópolis de Atenas construida entre el 450–430 antes de nuestra era.Esas piezas actualmente se exhiben en la sala 18 del museo londinense que las expone desde 1817, luego de su adquisición en 1816, por aprobación del Parlamento de los fondos necesarios. En la actualidad se conservan en esta institución en virtud de la Ley del Museo Británico de 1963.El largo recorrido diplomático para la recuperación del patrimonio griego comenzó formalmente en octubre de 1983 con el pedido de Grecia al Gobierno británico, a partir del apoyo de la Unesco en 1982, pero fue rechazado por el Reino Unido en abril de 1984 y en enero de 2022.FOTO DE ARCHIVO. Un empleado observa ejemplares de las esculturas del Partenón, a veces conocidas en Reino Unido como los Mármoles de Elgin, expuestas en el Museo Británico de Londres, Reino Unido. 25 de enero de 2023. REUTERS/Toby Melville (TOBY MELVILLE/)La posición del Gobierno británico se asienta en que “las cuestiones relativas a la propiedad y la gestión de las esculturas del Partenón son competencia de los administradores del Museo Británico”, según detalla el informe del Parlamento y es algo que se replica en las respuestas actuales.“Los Mármoles de Elgin deben permanecer en la colección permanente del Museo Británico”, declaró por estos días un vocero del Gobierno británico, enfatizando que no hay intenciones de facilitar la devolución de estas piezas históricas.“Estoy profundamente decepcionado por la abrupta cancelación de la reunión con Sunak en Londres”, expresó este martes el primer ministro de Grecia, mientras Mark Harper, ministro de Transporte, confirmó que se ofreció una reunión con el viceprimer ministro Oliver Dowden como alternativa, que Mitsotakis rechazó.También se pronunció sobre la situación el ministro del Gabinete griego, Adonis Georgiadis, quien en declaraciones al programa World at One de BBC Radio 4, dijo que la disputa era un “mal día” para las relaciones entre Gran Bretaña y Grecia y que la decisión de Sunak había sido un “error”.En la misma línea, el vocero del Gobierno griego, Pavlos Marinakis, dijo que “la actitud de Gran Bretaña no muestra ningún respeto por el primer ministro y nuestro país”. A su vez, Lord Vaizey, presidente del consejo asesor del Proyecto Partenón, que aboga por devolver los esculturas de Elgin a Grecia, expresó su sorpresa por la cancelación de la reunión por parte del primer ministro.La bandera griega ondea frente al templo del Partenón, en la Acrópolis de Atenas, Grecia. 29 noviembre 2023. REUTERS/Louisa Gouliamaki (Louisa Gouliamaki/)Según Vaizey, esta situación está relacionada con las controversias culturales, por las cuales cuestionar la perfección de la historia británica se percibe como antipatriótico. A pesar de ello, Vaizey destacó en el programa Today de la BBC, que las encuestas de opinión indican que la mayoría del público británico está a favor de devolver las esculturas.Otros países que también reclaman al Reino UnidoGrecia no es la única nación que exige la devolución de piezas preservadas en los museos británicos. Nigeria solicitó la restitución de los Bronces de Benín, supuestamente robados tras la invasión británica en 1897.Los Bronces de Benin, esculturas elaboradas de bronce y latón, datan del siglo XVI y se crearon en el Reino de Benin, África Occidental. Estas piezas incluyen placas decoradas, figuras humanas y animales, destinadas a altares ancestrales y rituales que registran la historia dinástica y social del reino, destacando sus primeros contactos con los europeos, especialmente con Portugal en el siglo XV.Estas obras no solo poseen valor artístico, sino que también sirven como registros visuales de las relaciones comerciales y diplomáticas entre Benin y Europa. A fines del siglo XIX, durante la expansión colonial, los Bronces de Benin llegaron al Museo Británico. El traslado se produjo en el contexto de la “lucha por África”, donde las potencias europeas adquirieron artefactos africanos.Actualmente, más de 900 objetos del Reino de Benin están en la colección del Museo Británico, y más de 100 se exhiben en exposiciones permanentes, marcando un episodio controvertido en la historia de las colecciones coloniales.El Museo Británico también exhibe varias piezas de los bronces de Benin, por los que reclama Nigeria. REUTERS/Toby Melville (TOBY MELVILLE/)Egipto también busca la devolución de la Piedra Rosetta, considerada un ícono de su identidad. En julio de 1799, soldados franceses descubrieron la famosa Piedra Rosetta mientras excavaban los cimientos de un fuerte en la ciudad de Rashid (Rosetta), a 65 kilómetros al este de Alejandría, durante la campaña egipcia de Napoleón.Este fragmento de una antigua estela se convertiría en la clave para descifrar los jeroglíficos egipcios, después de que las fuerzas del imperio británico la sacaran de Egipto en 1801. La importancia del hallazgo se reconoció rápidamente, siendo la Piedra Rosetta una valiosa reliquia que cambiaría la comprensión del mundo antiguo.El descubrimiento se dio mientras las tropas se preparaban para la batalla terrestre de Abuqir el 25 de julio de 1799, durante el conflicto entre Francia y el Imperio Otomano. El Museo Británico, alega que Egipto no reclamó la piedra y que el traslado se hizo tras firmar un acuerdo en el año 1801.Por su parte, Etiopía logró la repatriación parcial de la Colección Maqdala, con esperanzas de recuperar más artefactos saqueados por soldados británicos. Por otra parte, la capa de oro de Mold -hallada en 1833 por trabajadores de una cantera en esa localidad del norte de Gales- y el escudo de Moel Hebog también son objeto de demanda de ese país del Reino Unido que cuestiona la afirmación de que estos objetos están más seguros en Londres.Otro de los reclamos al Reino Unido lo lleva adelante Chile en relación al moai Hoa Hakananai’a de la Isla de Pascua, una majestuosa figura de basalto que originalmente miraba el cráter del volcán Rano Kau, y que los británicos desenterraron en 1868. El Gobierno chileno, respaldado por el presidente del Consejo de Ancianos de la Isla de Pascua, busca su repatriación pero también fue rechazada por el Museo Británico.Fuente: Télam
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Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Adrian Escandar/)“¿Cómo estás luego de todo este tiempo?”“Te diría que la palabra es curtido más que cansado…. Vivo este trabajo con mucha energía, con mucho entusiasmo, como una oportunidad de aprendizaje constante”, dice Enrique Avogadro.El ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires se dispone a reparar seis años de gestión -que concluirán el próximo 9 de diciembre- y en diálogo con Infobae Cultura, echa a mano a una definición que bien podría ser el título de una novela, una obra de teatro, un disco, una película. “Habitar la incertidumbre”. “Estoy en un momento que así definí, a propósito, conmigo mismo, con mi familia, con los amigos, con el equipo”, dice sentado en una oficina del Centro Cultural Recoleta, allí donde lo llevó su habitual apretada y bien provista agenda diaria.“Hoy nos toca eso. Lo digo porque es una época de balance, y a la vez estoy sin saber hacia dónde voy en lo personal ¿Qué voy a hacer? Estar a disposición como corresponde, aprovechar esta etapa de balance, por supuesto preparar la gestión como corresponde para la transición. Los cambios son saludables en general”, define con tranquilidad.Avogadro asumió el cargo en 2017 luego de la tormentosa salida de Darío Lopérfido y desde ese momento, se subió a la montaña rusa del trabajo a cargo de un área gigantesca, caudalosa, que requirió su total atención (y presencia) en cada día. Al momento de la entrevista, por ejemplo, viene de asistir a una de las jornadas de la Conferencia Anual del Comité Internacional de Museos de Arte Moderno (CIMAM), que se desarrolló en el Museo Moderno. “La gente está fascinada con Buenos Aires”, dice para definir sus sensaciones luego de haber participado ”como anfitrión”, en este importante encuentro internacional.”Estoy curtido más que cansado”, dice Enrique Avogadro (Adrian Escandar/)—En tiempo de balance, cerca del final de tu gestión ¿Cómo la definirías?—Traté de hacer una gestión que estuviera siempre en la calle y vinculada a artistas, a espacios culturales. Estar presente lo he sentido como una responsabilidad: no solamente asistir a las inauguraciones o estrenos de actividades que hace el Ministerio de Cultura, sino tratar de representar a toda la cultura de Buenos Aires. A veces, incluso poniendo por delante una actividad que no es nuestra… Porque me parece que ahí hay algo clave: el énfasis en que “cultura es todo”. Hay un gran ecosistema cultural en Buenos Aires y nuestra responsabilidad, la de todo un gran equipo del cual he aprendido mucho a lo largo de estos años, ha sido estar en contacto permanente.Y en ese sentido es político: político no partidario. Es una visión política ser verdaderamente un ministro que representa a toda la cultura, con independencia de las preferencias circunstanciales de cada uno. Me parece clave para poder hacer bien nuestro trabajo, estar en contacto con todo el mundo y que todo el mundo se sienta representado. Y eso implica construir ese vínculo a lo largo del tiempo. Muchas de las cosas que hago son invitaciones informales que me llegan por Instagram. Yo me siento honrado cada vez que recibo una invitación de ese estilo y trato de estar presente; porque soy también, de alguna manera, un canal de difusión para toda esa gran oferta que tiene la ciudad. Uno de los ejes de la gestión, que por ahí es un intangible pero para mí es muy relevante, es una cercanía extrema, ese vínculo con todo el mundo de la cultura. Lo siento como una responsabilidad.—¿Y cómo crees que te fue en estos seis años?—Yo la pondría en plural, primero. Porque creo que no hay ningún resultado que se me puede atribuir a mí, sino al equipo del que soy parte y que circunstancialmente me toca liderar. Creo que nos fue bien, en términos de habernos trazado objetivos y haberlos cumplido. Parte de nuestra cultura de gestión es justamente asumir compromisos y cumplirlos. Compromisos ligados a mantener la excelencia de la cultura pública, por eso destaco mucho al equipo. Hoy estamos viviendo una época muy interesante en todos los espacios culturales que dependen del Ministerio de Cultura. Entre los más visibles, el Teatro Colón, el San Martín y todo el Complejo Teatral. Ahora mismo que estamos en el Centro Cultural Recoleta, en la Usina del Arte, pero incluso en espacios como el Centro Cultural 25 de Mayo, que tiene una programación de excelencia, el Centro Cultural San Martín, el Museo Moderno ni hablar, y también el resto de los museos.Más allá de eso también buscamos darle una impronta, no digo innovadora, sino más bien complementaria a lo que existía. El énfasis en la cultura independiente parte de una visión de un sistema, que en Buenos Aires es mucho más que lo que hace el propio Estado. En ese sentido, esta es una ciudad única. En Buenos Aires hay más de 500 espacios culturales independientes, con lo difícil que es mantener un espacio en marcha. Por eso el primer gran gesto fue aprobar, hace ya cinco años, la Ley de Espacios Culturales Independientes que resolvió todos los problemas históricos: problemas con las habilitaciones, por ejemplo. Ya no se habla más del tema. Fue un objetivo nuestro para el trabajo diario en conjunto con otros organismos de gobierno, a quienes les dijimos: “Miren… El Ministerio de Cultura defiende estos espacios. Así que antes de hacer nada con ellos, hablen con nosotros porque somos los que los conocemos y trabajamos con ellos”. Esa ley, por supuesto, vela por la seguridad, pero está hecha a medida de los espacios independientes.”Creo que nos fue”, dice Avogadro sobre su gestión al frente del Ministerio de Cultura de Buenos Aires (Adrian Escandar/)Por otro lado, pusimos el énfasis en esta idea de la cultura. No como entretenimiento sino como una herramienta del desarrollo, individual y colectivo; parte de una discusión más amplia, que es cómo construir ciudadanía a través de la cultura. Y cómo el acceso a la cultura es un indicador clave, porque no da lo mismo en una ciudad tan rica culturalmente. si tenés o no tenés la posibilidad de participar. Entonces, ahí, la herramienta más emblemática fue el lanzamiento del Pase Cultural. Además, es una herramienta muy innovadora porque es el primer programa de estímulo a la demanda, con plata en la mano para que los pibes y pibas elijan libremente qué hacer, comprar un libro, ver una obra de teatro, escuchar música en vivo. Hoy tenemos más de 40.000 chicos participando del Pase Cultural. Nos enorgullece porque tiene un impacto fenomenal y es claramente una herramienta que amplía el acceso a la cultura.Bueno, en esa línea también está la renovación de la infraestructura cultural. Creo que es uno de los logros. Menciono cosas recientes, pero se puede ir más atrás: la reapertura del Teatro Alvear. Y dentro del Complejo Teatral, haber abierto el Cineteatro Del Plata en Mataderos, único teatro, no solo del barrio, sino de toda la región. El Museo Moderno estuvo esperando 60 años a tener su edificio terminado y lo hicimos. Este mismo espacio, el Recoleta, se reacondicionó por completo sin cerrarse en etapas. Se abrieron espacios nuevos como la Biblioteca del Parque de la estación… O sea hubo una inversión muy importante.—Cierto lugar común indica que el sector cultural es mayormente progresista ¿Sentiste algún tipo de prejuicio o incluso rechazo, por representar un gobierno distinto de esta concepción?—Aclaro lo obvio: uno no trabaja para que lo quieran, sino para hacer las cosas bien. Y en ese sentido veo la responsabilidad de hablar con todo el mundo como un instrumento para hacer bien las cosas,. Por principios, siento que es así. Me parece absurdo que por diferencias políticas e ideológicas, si las hubiera, uno se pierda de la oportunidad de trabajar con parte del sistema cultural donde hay gente extraordinaria. Puedo decirte que yo no sentí, en todo caso, ese prejuicio. Siempre percibí una apertura a la posibilidad de conversar con todo el mundo, cosa que yo valoro y le agradezco al sector. La cultura además tiene una oportunidad de estar por encima de esas diferencias. Busqué siempre ser coherente con eso.Enrique Avogadro asumió como ministro de Cultura en 2017—En ese sentido hay algo un poco más general que, si bien no específicamente (porque la verdad es que en la campaña presidencial no se habla mucho de cultura), la cuestión parece ser de dos modelos: “Estados sí o Estado no”. Y aplica para la cultura también ¿Existe realmente esa disyuntiva?—Voy a discutir esta idea de los dos modelos en este balotaje. No siento que en esos “dos modelos” esté representada la opinión de la mayoría. Creo que por cómo se dieron las cosas, por el nivel de fragmentación política, por diferentes razones que todavía es demasiado temprano evaluar, terminamos ante estas opciones. Eso, desde mi punto de vista. Después, respecto al rol del Estado, yo creo que forzosamente necesitamos un Estado que piense, participe y promueva el sector cultural. Hay una pregunta que es bien sencilla y es: ¿A qué países nos queremos parecer en términos de indicadores de desarrollo humano? Cualquiera de esos países que nos vienen a la cabeza son países que invierten en cultura, que tienen una cultura con un rol -con matices por supuesto- con el Estado como parte de esa conversación. Es nuestra identidad, nuestra historia. Y también es una herramienta de desarrollo económico. A través de las industrias culturales y creativas se genera mucho trabajo. Entonces, me parece que es una discusión como muchas otras, que en lugar de abrir el debate, lo clausura por completo. Porque está planteada en términos maniqueos, blanco o negro.En realidad, esto termina obturando una discusión mucho más interesante: de qué manera el Estado tiene que promover el sector cultural y cómo medimos el resultado de esas acciones. Y si efectivamente, ya que hablamos de una discusión nacional ¿Son las instituciones actuales en su formato actual, las más indicadas? ¿Se pueden hacer mejor las cosas? ¿Llega el presupuesto público de la cultura a quienes realmente debiera llegar? Todas esas preguntas en realidad terminan obturadas en este debate.Sobre el tema de las asignaciones específicas, lo mencioné en el Consejo Federal con bastante énfasis a mis colegas de todo el país. Yo decía, bueno, aprovechemos a discutir qué hacemos con este dinero, por qué el dinero público tiene que llegar efectivamente a un desarrollo cultural en toda la Argentina, tiene que llegar a los artistas emergentes. Tenemos que poder medir a estas instituciones en términos de impacto. Hay toda una serie de discusiones que a mí me parece que no están arriba de la mesa.Victoria Villarruel y Lali, protagonistas de una polémica sobre los artistas y su relación con el Estado—Abro una pequeña ventana para comentar que, en un momento de esta campaña, apareció una cuestión que roza este interrogante qué mencionas. Fue cuando la candidata a vicepresidenta por LLA respondió a Lali, diciéndole “Te llenás la billetera con el Estado”—Bueno, primero hay que hacer una aclaración: creo que hay que tratar con respeto la carrera de cualquier artista. Sin ninguna duda, Lali es una persona que ha trabajado toda su vida y ha hecho una carrera al margen del Estado. Es una trabajadora de la cultura muy talentosa que ha ido evolucionando en su carrera. basta verla como actriz y como música. Me parece interesante esa discusión, porque en realidad tiene que ver con el punto anterior: cuál es el rol del Estado en la cultura. Nosotros nos cuidamos mucho de hacer eventos masivos y gratuitos (aunque los hacemos), porque entendemos que la cultura accesible de calidad es un derecho y tiene que estar presente en todos lados.Ahora, en una ciudad culturalmente tan rica y con un sector privado tan potente, yo no puedo reventar la plaza de eventos gratuitos. Porque si no, nadie va a comprar una entrada para ir a ver un recital a cualquiera de los espacios privados. Hay que tener un balance, un equilibrio. En el caso de la ciudad de Buenos Aires, son ocasiones muy puntuales, festivales o algún evento específico que así lo amerita. Pero intentamos siempre tener ese cuidado de no ser una competencia del sector privado. Nuestro trabajo es ampliar y garantizar el acceso a la cultura, al mismo tiempo no ahogar a un sector privado que no tendría capacidad de existir si el Estado, con los recursos que tiene, estuviera todo el día.”Habitar la incertidumbre”, dice Avogadro sobre este período final de su gestión como ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires (Adrian Escandar/)—Hasta ahora no hablamos de esto, pero es un hecho tácito y aceptado que dejaras de ser ministro de Cultura a partir del inicio del gobierno de Jorge Macri ¿Es así?—El hecho fáctico es que nuestra gestión, encabezada por Horacio Rodríguez Larreta, da las hurras el 9 de diciembre. Por otro lado, Jorge Macri que es parte de nuestro espacio, ha dicho en muchas oportunidades, y es parte de su campaña, que valora enormemente la gestión de la que él mismo es parte. Quiere dar continuidad, por supuesto, con matices, mejorando las cuestiones que él entiende que hay que mejorar. Yo en ese sentido tengo la tranquilidad de que, más allá de los nombres, habrá continuidad. Jorge Macri es una persona que entiende del tema y viene de hacer una gestión interesante en Vicente López, en materia cultural—¿Qué va a pasar, entonces?—Nadie sabe porque Jorge, con mucha prudencia creo yo, planteó pública e internamente tomarse el tiempo de entender la gestión. Pero además… Tenemos que esperar el resultado del 19 de noviembre porque son dos países muy distintos los que vienen. También creo yo hay que desdramatizar los cambios, digamos, porque también es natural que si él quiere generar algún cambio de impronta, lo haga. Lo que te puedo decir de mi parte, sí te puedo confirmar, es mi vocación es seguir ayudando y colaborando con Jorge en su próxima gestión. Pero es una conversación que no hemos tenido todavía y es normal que no la hayamos tenido. Veremos. Estaré desde el lugar y el rol que haga falta. No soy un un burócrata.[Fotos: Adrián Escandar; prensa Ministerio de Cultura C.A.B.A.]
Salecl es reconocida por su labor en el campo del criminología y como profesora en universidades de Londres y Nueva YorkLa filósofa y socióloga eslovena Renata Salecl, cuarta y última invitada del programa de Residencias de Escritores del MALBA, estuvo en Buenos Aires durante septiembre, trabajando en su próximo libro sobre la apatía, el compromiso político y la desafectivización.Salecl se desempeña como investigadora en el Instituto de Criminología de la Facultad de Derecho de la Universidad de Ljubljana y es profesora en el Birkbeck College de la Universidad de Londres. Ejerce la docencia en la Facultad de Derecho Benjamin N. Cardozo (Nueva York), sobre psicoanálisis y derecho, y también dicta cursos sobre neurociencia y derecho. En español publicó los libros (Per)versiones del amor y del odio, publicado por Siglo XXI; y, por Ediciones Godot, otros cinco: Angustia, El placer de la transgresión, Pasión por la ignorancia: qué elegimos saber y por qué, La tiranía de la elección y Humanovirus.Durante la residencia, abordó el desafío de expresar emociones en la era de la información y las redes socialesEn diálogo con Infobae Cultura, Salecl contó sobre su proyecto de escritura, y algunos de los temas trabajados en su último libro, Humanovirus, publicado en 2023 por Ediciones Godot.—¿Qué estás trabajando para la residencia?—Estoy trabajando en un nuevo libro sobre la apatía en los tiempos actuales. El libro analiza cómo la gente reacciona al caos que existe a nuestro alrededor. Desde agitaciones políticas, o el fenómeno del populismo acá y en otros lugares, se están tomando decisiones políticas muy importantes. Elecciones en todo América, elecciones del Parlamento Europeo. ¿Cómo percibe la gente, especialmente los jóvenes, si tiene sentido comprometerse políticamente? ¿Si vale la pena ir a votar o no?En ese mismo sentido podemos pensar el cambio climático: no parece que estemos haciendo nada lo suficientemente rápido para prevenir las próximas catástrofes, y estamos viviendo prácticamente una crisis de cambio climático tras otra. En los últimos meses, hemos tenido incendios en América y Europa. Hubo inundaciones en Eslovenia, tuvimos como un tercio del país bajo el agua. Estoy escribiendo sobre cómo reaccionar o cómo tratar de no reaccionar, cómo distanciarse de todo esto.Y luego el tercer tema del libro abarca discusiones más psicoanalíticas sobre el sujeto desafectado. Muchos de mis amigos psicoanalistas, especialmente en los Estados Unidos, me comentan que están tratando cada vez más pacientes, especialmente jóvenes, que tienen grandes problemas para expresar con palabras sus sentimientos. Les cuesta hablar sobre lo que sienten, como si se encerraran en sí mismos sin poder encontrar salida.Renata Salecl reflexiona sobre la tensión entre solidaridad e individualidad en contextos de crisis —¿Creés que es porque tienen problemas para traducir las emociones en palabras, o tienen problemas para sentirlas, directamente?—Creo que son las dos cosas. Expresar los sentimientos con palabras requiere cierto vocabulario, cierto entrenamiento a través de la socialización, que aprendemos o no aprendemos en nuestra familia o en la escuela. Puede que vivamos en una familia en la que no se habla de las emociones, o a veces ni siquiera hay deseo circulando. Pero también podría ser que están buscando sustancias ú objetos que de alguna manera les impiden sentir. Siempre es interesante ver si queremos tener un montón de sentimientos o si intentamos adormecerlos, dehacernos de ellos. Estar tan bombardeados por los medios de comunicación, las redes, los juegos de computadora o de celular, etc., también cambia la forma en la que experimentamos ciertas emociones.—Al mismo tiempo, esto convive con el discurso del amor propio, o del auto-conocimiento, en impera la idea de ponerse a uno mismo siempre por encima de los demás.—Yo crecí en la Yugoslavia socialista, donde la socialización, desde la primera infancia, reforzaba la importancia de la cooperación. Todo era sobre la participación, importaba la comunidad. Por supuesto, había detrás un proyecto ideológico, y la futura sociedad socialista requería que los grupos de trabajadores, campesinos e intelectuales no estuvieran totalmente separados. Había un fuerte estímulo para ir a los campos de trabajo en verano, con la idea de que la juventud, los trabajadores y los intelectuales colaboraran y mantuvieran la cohesión de la sociedad. Hoy, con el discurso neoliberal, todo se trata de ganar.Salecl señala la importancia de considerar soluciones sociales y globales ante desafíos como el cambio climático y la inteligencia artificial—¿Creés que queda algo de ese socialismo en Eslovenia hoy en día?—Sorprendentemente, justo en ese momento en el que sufrimos inundaciones realmente horribles, tuve la sensación de que estábamos volviendo al socialismo por la forma en que reaccionaba la gente, como si hubiera una especie de remanente de los viejos tiempos. La gente literalmente lo dejaba todo y conducía durante kilómetros hasta las zonas inundadas para ayudar a completos desconocidos. Tuvimos un fin de semana en el que miles de voluntarios se metieron en las casas de gente de zonas muy remotas para ayudarles, para recuperar al menos algo de sus antiguas casas o para arreglar de alguna manera su entorno. También hubo mucha ayuda financiera a través de la solidaridad. La gente empezó a elogiar a los bomberos, a los organizadores comunitarios, en vez de a los famosos, a los influencers de Instagram o a los millonarios, que son las personas a las que se suele elogiar en los medios de comunicación, especialmente en las redes sociales. Y se empezó a hablar de que deberíamos volver a dar un porcentaje de nuestro salario para que el Estado pueda reaccionar más rápido a este tipo de catástrofes, algo que existía en tiempos del socialismo. Por supuesto, rápidamente se instaló la discusión si debería ser obligatorio o voluntario, donde entramos de nuevo en las cuestiones de la elección y en la idea neoliberal del sujeto decidiendo por sí mismo.—En Humanovirus, tu ensayo sobre el COVID-19, trabajás la tensión entre solidaridad e individualidad. Este tipo de circunstancias, sean ambientales, epidemiológicas o políticas, ¿nos lleva más a modelos con base social-comunitaria, como el socialismo o la social-democracia, o a modelos que refuerzan la individualidad, como el neoliberalismo?—Cuando tenemos inundaciones o catástrofes similares, no podemos hacer nada realmente por nuestra cuenta. Ni siquiera el propio municipio puede solucionar nada. Podés intentar evitar futuras inundaciones en tu pueblo, pero entonces puede que estés arruinando alguno cercano si construís una presa o algo así. Lo mismo ocurre con el cambio climático. La pandemia del COVID fue una gran oportunidad perdida en este sentido. El mayor error se cometió al principio, cuando las empresas farmacéuticas, como Moderna o Pfizer, no aceptaron compartir las patentes aun habiendo recibido grandes cantidades de dinero público para desarrollar las vacunas. La historia de la ley de patentes, especialmente en los Estados Unidos, es una historia de batallas políticas: los precios de los medicamentos, como vimos en los debates sobre la crisis del SIDA, impidieron a los países pobres acceder a los mismos, y, por ende, salvarle la vida a un montón de gente. Lo mismo ocurrió con el COVID, en donde organizaciones y personas humanitarias como Bill Gates, al principio, lucharon activamente contra el levantamiento de las patentes, abogando por cambiar las restrictivas leyes de patentes de Estados Unidos para compartir libremente con el resto del mundo los conocimientos sobre las vacunas y ayudar a fabricarlas en el Tercer Mundo. Hay que dar la pelea para que las farmacéuticas no suban los precios de los medicamentos que se produjeron con la ayuda de la investigación financiada con fondos públicos.—Mencionaste a Bill Gates y yo pensé en Santi Maratea, un influencer argentino conocido por recaudar millones de pesos, vía donaciones de pequeños ahorristas. ¿Son personajes inherentes al neoliberalismo?—No niego que pueda ayudar a mucha gente que un humanitario venga y recaude dinero para su causa. Sin embargo, creo que tenemos que resolver los problemas sociales como sociedad, lo que significa recaudar impuestos, no malversar el dinero público, etcétera. El impuesto a las grandes riquezas es mucho mejor que esperar a que los ricos elijan una causa a la que donar. La mayoría de los multimillonarios quieren tener causas atractivas que puedan resolver muy fácilmente, algo que les permita poner su nombre a una solución particular. Los problemas globales no requieren sólo una solución particular e inversiones únicas. Los problemas globales requieren soluciones globales.Salecl destaca cómo el discurso neoliberal influye en la concepción del éxito y la competencia en la sociedad actual—Todo esto convive con el mercado en alza de las inteligencias artificiales, y con la idea de que tanto robots como las IAs nos van a poder reemplazar en un futuro, algo que también trabajaste en Humanovirus. ¿Tenemos que tenerle miedo a los avances tecnológicos?—Hay una diferencia cultural interesante entre Japón y Estados Unidos. En Japón, se los representa como positivos en el manga, y en Estados Unidos tenemos a RoboCop y los robots que eliminan a la sociedad. En general, con la inteligencia artificial, creo que tenemos que ser cautelosos. Por supuesto, no debemos negar que la inteligencia artificial puede ayudarnos en muchas cosas: muchas tareas tediosas podrían no ser necesarias para los humanos en el futuro. Pero tenemos que saber que los datos relacionados con la inteligencia artificial están en manos de un par de grandes empresas. Tampoco sabemos cómo funciona realmente la inteligencia artificial, qué algoritmos la guían, por lo que en cierto modo estamos abriendo una caja de Pandora. Tenemos muchas más posibilidades de entender qué impulsa a la gente y qué emociones guían sus decisiones políticas que hace diez años, por lo que existe un gran problema para nuestra democracia. Está también el problema de las noticias falsas y las teorías conspirativas. Los líderes autoritarios están explotando el hecho de que ya no nos creemos nada. Sus discursos se basan en que dudamos de todo, es un lugar perfecto para manipularnos.—No solo dudamos de todo, sino que muchas veces discutimos, votamos, actuamos guiados por nuestras emociones, en vez de por hechos o datos concretos.—Milei está prometiendo a la gente no necesariamente que va a hacer algo, sino que primero va a evitar una especie de status quo. Es la misma fantasía que había con Trump, que vía correrse del status quo, algo nueva emerja. Hay un gran número de personas que están pensando que el mundo como lo conocemos necesita un reinicio, lo que significa que tenemos que detener el desarrollo y tal vez reiniciar la sociedad.—Y del otro lado se habla de que no nos saquen nuestros derechos, pero hay mucha gente que no tiene las necesidades básicas satisfechas.—Ni recursos. Y ahí aparece esta otra idea neoliberal, que nos bombardeó durante décadas: todo está en sus manos. Solo tienen que tomar mejores decisiones, trabajar más duro. El neoliberalismo potencia el sentimiento de culpa, además de la ansiedad, generando la sensación de que hay que criticarse a uno mismo constantemente. Esto impide también pensar en la justicia social, porque impide la organización social.Renata Salecl participó del programa de Residencias de Escritores del MALBA—Otra de los aspectos de la pandemia que rescatás en Humanovirus es la facilidad con la que algunas personas asumieron posturas autoritarias, marcando qué reglas del distanciamiento social no se respetaban. ¿Sobrevive hoy esta tendencia a asumirse figura de autoridad?—Creo que el COVID desató ciertas emociones que se pueden relacionar con el concepto de socialización que Freud describió en Psicología de las masas y análisis del yo, en donde ubica que la justicia social implica que uno se deniega muchas cosas, para que los otros deban renunciar a lo mismo, o, por lo menos, no puedan exigirlas. Esa idea de justicia social se diluyó en las últimas décadas, al igual que la igualdad o la solidaridad. Los derechos sociales en particular se convirtieron en una cuestión de competencia en la que el éxito de uno casi requiere la falta de éxito de otro. Las reglas sociales implican reprimir ciertas tendencias agresivas hacia los otros, y, en tiempos de crisis como la del COVID, todo tipo de esas tendencias agresivas salieron a la luz.—Volvemos a lo mismo: estamos viviendo una época en la que el yo impera por sobre lo colectivo, y por sobre el Otro. Pienso en otro de tus libros, La tiranía de la elección, y en lo difícil que es elegir algo que nos represente, sea una carrera profesional ú otra elección vital.—Siempre provocó ansiedad pensar en quién queremos ser o cómo nos ven los demás. Hoy a eso se le suma tener muchos espejos en internet, como son Instagram o TikTok, en donde nos observamos constantemente a nosotros mismos y a los demás y podemos compararnos. Hace algún tiempo escribí un ensayo sobre la ansiedad de la moda, y me sorprendió mucho cómo hace décadas que lo que te ponés para una ocasión particular ha sido provocador de ansiedad. Hoy en día, por supuesto, hay más opciones, y también haya tal vez más presión para ser uno mismo.[Fotos: Felipe Bozzani / Gentileza prensa Malba]
En el verano de 1921, Pablo Picasso, encerrado en un pequeño garaje en la localidad francesa de Fontainebleau, pintó tres de sus cuadros más emblemáticos: las dos versiones del cubista “Tres músicos” y el neoclásico “Tres mujeres en la fuente”.Lo hizo de forma simultánea, usando estilos totalmente diferentes, y es este curioso momento en la carrera del artista lo que el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) quiere recrear con su nueva exposición, Picasso in Fontainebleau.La muestra, que abrió sus puertas al público el domingo, 8 de octubre, coincide con las celebraciones del Año Picasso, que marca los cincuenta años del fallecimiento del pintor, en 1973, con una serie de exposiciones y eventos por todo el mundo.La conservadora del MoMA Anne Umland, principal responsable de “Picasso in Fontainebleau”, dijo que espera que su trabajo sirva para abrir una nueva ventana a la obra del genio malagueño, ya que “todavía queda mucho por conocerse sobre Pablo Picasso”.Un viaje personalLa idea de la muestra, explicó Umland, tiene sus raíces en los años 90, cuando la experta comenzó a trabajar en el museo neoyorquino.Entre las obras que más le impresionaron entonces se destacaban “Tres mujeres en la fuente” y una de las versiones de “Tres músicos”, ambas parte de la colección permanente del MoMA (la otra versión de “Tres músicos” suele exhibirse en el Museo de Arte de Filadelfia, en Pensilvania, aunque estará en Nueva York mientras dure la exposición de Fontainebleau).EFELa idea de que ambos cuadros fueron pintados de forma simultánea “desafiaba todas las nociones” sobre la interpretación tradicional de la división que existe entre el arte moderno y el arte clásico, explicó la mujer.“Creo que para mi generación la división entre lo abstracto y lo figurativo todavía está muy presente”, explicó Umland, para quien poner en duda este tipo de nociones asentadas se ha convertido en una parte central de su trabajo.La conservadora espera que, mostrando estas obras juntas por primera vez desde que fueron ideadas, el público vea que Picasso tiene una identidad más compleja de lo que generalmente se asume cuando se lo identifica simplemente como un vanguardista.Un garaje francés en pleno ManhattanPara sumergir a los visitantes en el estado mental que llevó a Picasso a realizar simultáneamente dos obras aparentemente contradictorias, la curadora y su equipo se propusieron recrear su estudio de Fontainebleau en pleno centro de Manhattan.Echando mano de las pocas fotografías que hay disponibles del garaje donde el artista trabajó durante aquel verano de 1921, Umland colaboró con un arquitecto para imaginar las dimensiones del espacio y la posición de los cuadros.EFEEsta pequeña sala, a medio camino entre la primera galería de la exposición y la segunda, sirve de corazón de toda la muestra y permite observar el contorno de los lienzos tal y como habrían colgado de las paredes del estudio veraniego de Picasso.Pero los cuadros reales se muestran en un espacio mucho más amplio, unos pocos pasos más allá, junto a una segunda versión de “Tres mujeres” en tiza roja que se cree fue elaborada al mismo tiempo, pero de la que no hay fotografías que la ubiquen en el garaje.Alrededor de las monumentales obras cuelgan diversos trabajos más pequeños de la misma época que muestran el diálogo constante entre vanguardia y tradición que caracteriza este período del genio malagueño: perfiles neoclásicos de mujeres junto a deconstrucciones cubistas de instrumentos musicales.Una de las series más interesantes, sin embargo, es la compuesta por los dibujos sobre papel que el artista hizo al llegar a la casa que alquiló en Fontainebleau, algunos de los cuales han sido cedidos por coleccionistas privados, y en los que se observan fragmentos de su vida familiar y de los alrededores de la vivienda.“No hay arte abstracto. Uno siempre debe empezar con algo. Después puede eliminar toda apariencia de realidad”, se puede leer en una placa junto a los bocetos. La cita, atribuida a Picasso, resume a la perfección esta muestra neoyorquina, que se podrá ver hasta el 17 de febrero del año que viene.Fuente: Efe
Atormentado, depresivo, encerrado en un laberinto interior levantado en Arles y en el manicomio de Saint-Rémy, en el luminoso sur de Francia, Vincent van Gogh se refugió en mayo de 1890 en la aldea de Auvers-sur-Oise, cerca de París, en busca de una curación a través de la pintura.Allí dejó el último fogonazo de su arte, 74 obras pintadas en apenas dos meses que culminaron su talento creativo, una intensa actividad que durante años se pensó que representaban el ocaso de su genio, pero que una exposición que se inauguró esta semana en el Museo de Orsay de París pretende rehabilitar como una vuelta de tuerca más en la permanente experimentación creativa del pintor neerlandés.“Queremos mostrar que van Gogh exploró en la pintura hasta el final de sus días, que no estaba en decadencia, que su período de Auvers, aunque era menos coloreado o feliz que lo que transparentaban los colores cálidos de Arles o Saint-Remy, seguía preocupado por avanzar, por abrir nuevos horizontes”, explica el curador de la muestra, Emmanuel Coquery.Foto: Emmanuel Cocquery / Musee D’ OrsayAunque la vitalidad sigue presente en la obra, apoyada en colores más fríos, en azules más presentes, Auvers no fue el bálsamo esperado por el pintor, que acabó disparándose en el pecho el 27 de julio y falleció dos días más tarde en el albergue de la localidad donde residía.La gran pinacoteca del impresionismo ha conseguido reunir 45 de las obras de aquel período, muchas de ellas préstamos casi exclusivos del Museo Van Gogh de Amsterdam, que apenas las había dejado salir hasta ahora de sus muros.“Estos cuadros tan particulares, reunidos juntos, van a dar una visión que va a sorprender a muchos que creen conocer a Van Gogh”, agrega Coquery sobre la muestra, que estará abierta hasta el 4 de febrero del año próximo.Recibidos por el penúltimo autorretrato del pintor, un conocido cuadro que lo acompañó en su estancia en Auvers, los visitantes descubrirán que su vigor estaba intacto al igual que su talento.”Les Vessenots en Auvers” de Vincent van GoghDe su pincel salieron cuadros que no expresaban su verdadero sentimiento, cree Coquery, aunque el propio artista confesó que su retorno al norte, que le recordaba a su Brabante natal, le hizo albergar en un inicio esperanzas de curación.Auvers, fuente de inspiración“Auvers fue una gran fuente de inspiración. Le sorprendió, no se esperaba tantos temas nuevos para él, las casas, los campos, la iglesia, no hay otros cuadros de edificios en su obra como ese. No paró de dibujar, de pintar, fue un manantial de inspiración permanente”, asegura el curador.Pero apenas pintó seres, una señal de que si bien la tristeza que sentía no se trasladó a los cuadros, sí lo hizo la soledad, apenas mitigada por un puñado de amigos.Posiblemente Auvers no sanó sus males, pero tampoco fue un punto y aparte en su carrera, la de un autodidacta de la pintura que se pasó la vida buscando la legitimidad que nunca tuvo por formación y que no dejó de experimentar hasta el último aliento.Operarios colocan un autorretrato de van Gogh para la exposición (Foto: EFE/EPA/Vickie Flores) (VICKIE FLORES/)“Nunca paró de experimentar, de buscar nuevos horizontes. Era un pintor inseguro que necesitaba siempre progresar, inventar”, señala el curador, que destaca que en su última etapa se lanzó a buscar nuevos formatos, inéditos en la época, telas de 50 centímetros por un metro que él mismo cortaba y con las que quería abrir una nueva perspectiva al arte.La muestra del Museo de Orsay ha reunido once de las doce joyas que pintó en esos cuadros, reunidas en una misma sala luminosa y viva, entre las que figura también un extraño cuadro de raíces, considerado el último que salió de su pincel, pintado el mismo día en el que una bala le atravesó el pecho.“Van Gogh acudió a Auvers en busca de una curación a través de la pintura, pero también a través del retorno a las raíces. No sé si Auvers lo sanó, porque aunque en su obra hay elementos que así lo indicarían, lo cierto es que se suicidó. Puede que en Auvers entendiera que su obra estaba culminada, que el trabajo estaba ya acabado”, apunta Coquery.Fuente: EFE
La obra “17 segundos” se presenta en el Centro Cultural de la Cooperación durante el “Día del boxeo argentino” (Foto: Judit Gutiérrez)En el primer piso del museo Whitney de Nueva York está colgada Firpo & Dempsey, una pintura de George Bellows, uno de los grandes de las artes plásticas estadounidenses. Fue terminada en 1924, justo un año después de la “pelea del siglo”, que enfrentó a nuestro Luis Ángel Firpo con Jack Dempsey, quien por entonces hacía cuatro años que retenía la corona mundial de los pesados. La pintura de Bellows captura el instante en que Firpo saca de un brutal gancho al campeón mundial del cuadrilátero y lo tira, patas para arriba, por encima de las cuerdas. “El toro salvaje de las pampas”, como lo apodaron los periodistas yanquis, debió haber ganado la pelea ahí por dos razones estrictamente reglamentarias: Dempsey fue ayudado por terceros a regresar al ring y hacerlo le tomó 17 larguísimos segundos que el árbitro se abstuvo de contar. En el segundo asalto, el campeón defensor metió un par de buenas manos y Firpo se dio por noqueado, observando de reojo las primeras filas del ringside, donde se sentaban los mafiosos italoamericanos que apadrinaban la carrera de su contrincante.Este 14 de septiembre se cumplen 100 años de la llamada “pelea del siglo” (llegarían varias más, como la de Ali-Foreman en Kinshasa, pero ésta siempre guardará el honor de haber sido la primera). Un evento que, por muchas razones, dejó marcas profundas en la cultura popular tanto de la Argentina como de los Estados Unidos. Con motivo del centenario, en ambos países tendrán lugar numerosas evocaciones, pero la más singular ocurrirá este jueves en el porteño Centro Cultural de la Cooperación, donde se presentará 17 segundos, una obra teatral escrita y protagonizada por Emilio Firpo, sobrino nieto del boxeador. Entre el monólogo y el biodrama, la obra indaga en la narrativa de este mito del boxeo argentino, a partir de las tensiones entre su faceta pública y la intimidad familiar, marcada tanto por la admiración como por los rencores. Y con aquel combate en el estadio Polar Grounds de Nueva York como referencia retumbante e ineludible.Emilio Firpo, autor y protagonista de “17 segundos” (Foto: Judit Gutiérrez)“Fue durante el parón de la pandemia cuando los recuerdos familiares del boxeador se empezaron a agolpar en mi cabeza, anécdotas y memorias que escuché a lo largo de toda la vida, que pasaron de mi bisabuelo a mi abuelo, y de ellos a todos los demás”, cuenta Emilio Firpo, que le dio forma al texto teatral en el taller de la prestigiosa dramaturga Sandra Frazen. “Mi bisabuelo y Luis Ángel vivieron juntos toda la infancia y la adolescencia, fueron muy compinches, casi como hermanos, pero se distanciaron a partir de que el boxeador comienza a hacerse famoso. El título de la obra –que cuenta con la dirección de Marina Doudebbes y Judit Gutiérrez– se refiere por un lado a esos 17 segundos que marcaron la mitología de la pelea con Dempsey, pero también a los segundos que Firpo pasó a solas con el cuerpo de mi bisabuelo en su velorio, proponiendo un relato que va y viene entre los planos de la fama y de la intimidad de la historia familiar”.—¿Qué revela la obra de ese costado personal, familiar, de Firpo?—Mi bisabuelo falleció en un accidente de trabajo. Era un herrero muy conocido que, entre otras cosas, realizó la herrería de la mayólica del Teatro Colón. Siempre fue un laburante, un tipo de barrio que no tenía mucho que ver con la gente con la que comenzó a codearse su primo famoso. Cuando se entera del accidente –muchos años después de la pelea y tras mucho tiempo sin verse–, el boxeador se presenta en el velatorio y pide que salga todo el mundo de la sala, para quedarse a solas con su primo, que había sido como un hermano para él. Ese episodio se convirtió en una especie de enigma familiar, una fuente de especulaciones que yo en la obra decidí abordar desde la ficción. ¿Qué cosas dijo Firpo ante el cuerpo de mi bisabuelo? ¿Le contó cómo conoció a su mujer? ¿Le habló de su amistad con Gardel, de las noches de juerga que compartían en el Abasto? ¿Le pidió perdón por haberse alejado? La obra va y viene permanentemente entre estos dos espacios, el público y el personal. Con bastante humor va recorriendo su carrera profesional y también su vida más íntima, trazando el arco de un pibe de barrio que comienza como cadete de farmacia y termina siendo uno de los boxeadores argentinos más famosos de todos los tiempos.La obra va y viene permanentemente entre el espacio público y el personal en la vida de Luis Ángel Firpo (Foto: Judit Gutiérrez) (Photographer: hqfstudio.com/)—¿El hecho de realizar esta función en el centenario del combate te resulta de una significación especial?—No fue algo planeado, pero sin dudas es especial presentar la obra en el marco del centenario de la pelea, por todas las implicancias que tiene. El combate significó el inicio del boxeo profesional en la Argentina, de hecho la licencia de Firpo fue la primera en expedirse en el país. Y es partir de la repercusión popular de la pelea que se autoriza la práctica del boxeo, que hasta entonces funcionaba de manera bastante clandestina. Además marcó varios otros hitos históricos, como haber sido la primera transmisión de radio internacional, seguida por más de diez mil personas desde aparatos que se montaron en la calle. Para la Argentina de 1923 fue como un mundial de fútbol y Firpo generaba algo parecido a lo que genera hoy Messi.—Las familias son siempre mundos aparte, ¿cómo se vivía en la tuya la presencia de un personaje de estas características?—En la familia siempre hubo tensiones en relación a la figura del boxeador. Mi abuelo Héctor y su hermano Pocho fueron de chiquitos a sus peleas y para ellos era una referencia total. Ir a visitarlos a la casa en la que ambos vivían en Avellaneda era escuchar una y otra vez los mismos cuentos. Por otra parte, mi bisabuela lo odiaba, lo defenestraba siempre que podía, porque decía que Luis Ángel nunca había ayudado a la familia, siendo que todos eran laburantes muy humildes. Para la familia, el boxeador nunca dio una mano y tenía fama de “cocodrilo en el bolsillo”. Y al mismo tiempo, sobre todo para los hombres, era una especie de héroe.”En la familia siempre hubo tensiones en relación a la figura del boxeador”, cuenta Emilio Firpo (Foto: Judit Gutiérrez) (Photographer: hqfstudio.com/)—¿Descubriste en el proceso de la obra cosas que no se conocían de Firpo y su mitología?—Sí, a partir de la investigación que realicé aparecieron muchos testimonios grabados de mi abuelo –muchos de los cuales aparecen en la obra– en los que relata cosas que el boxeador le reveló a la familia, como que la pelea estuvo influenciada en muchos sentidos. Antes del combate le ofrecen a él arreglarla, pero se niega rotundamente. Lo loco es que le ofrecen arreglar que sea una derrota o una victoria, por lo que se infiere que a Dempsey también lo tenían hablado. La intención, obviamente, era que supieran el resultado de antemano para ganar en las apuestas. Y también que de alguna manera él decidió terminar la pelea en el segundo round, porque veía que el contexto ya estaba totalmente en contra, tras lo que había pasado en el primer asalto. En la filmación del combate –que está en Youtube– se puede ver con bastante claridad que Firpo no parecía ni muy golpeado ni muy agitado cuando se produce el knock-out. Según los relatos de los hombres de mi familia, Luis Ángel decía que decidió perderla porque entendía cuál era el contexto.Al Capone –nada más y nada menos– era uno de los patrocinadores de Dempsey y las apuestas de la mafia ya estaban hechas a su favor. Sabía que no lo iban a dejar ganar de ninguna manera. Y no lo decía como queja, lo aceptaba como algo natural. Por eso nunca exigió revancha. Otro aspecto no muy conocido es que él se armó la gira solito, consiguió patrocinadores y fue en Estados Unidos donde logró la posibilidad de pelear por el título. En muchos sentidos, Firpo fue un tipo que se hizo a sí mismo de una manera muy impresionante. Al ser tan grandote, laburaba de joven como cobrador de una fábrica de ladrillos de la familia Bunge. Una vez lo quisieron asaltar tres tipos cuando salía con la recaudación: noqueó a dos y el tercero salió corriendo.Ahí Félix Bunge lo invita a su casa en la avenida Alvear, donde funcionaba el Buenos Aires Boxing Club, y empieza la relación de Firpo con el boxeo. Cuando vuelve de Nueva York, pelea un tiempo más pero después ya se dedica de lleno a los negocios, primero en ganadería y luego como importador de los autos Studebaker. A diferencia de lo que suele pasar con muchos peleadores, a él le fue muy bien económicamente. Fue, incluso, miembro de la Sociedad Rural. Raro destino para un boxeador, ¿no?Este 14 de septiembre se cumplen 100 años de la pelea entre Firpo y Dempsey (Foto: Judit Gutiérrez) (Photographer: hqfstudio.com/)Una de las razones por las que la pintura Firpo y Dempsey es tan popular en Estados Unidos tiene que ver con que Dempsey era un tipo bastante odioso, con un talante arrogante y provocador, demasiado vinculado con la mafia. Fue por eso que Bellows lo retrató en caída y vergüenza. Muchos años más tarde, Dempsey se mandó a hacer una copia y la exhibía socarronamente en un restaurante muy famoso que puso en Manhattan tras colgar los guantes (que aparece en una escena clave de El Padrino).La pintura aparece en una escena de Buenos muchachos, de Scorsese, aquella en el bar de los mafiosos, cuando están a punto de ahorcar al pesado de Maury. Y también en aquel capítulo de los Simpsons donde Homero se larga a boxear. En la cultura popular, Dempsey estará eternamente cayendo del ring. Una dulce venganza para el “toro salvaje de las pampas” que, cien años más tarde, sonríe ahí donde esté.* Única función de 17 segundos: jueves 14 de septiembre, 20 hs. Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1543.
10 artistas jóvenes para conocer en artebaNo es un ranking, ni tampoco un estudio de mercado, sino una selección subjetiva de artistas jóvenes, nacidos todos en democracia, de la que este año se cumplen 4 décadas, que tienen prácticas artísticas disímiles, que van de la pintura a la escultura, del uso de las nuevas tecnologías a la potencia del grafito o lo textil, y que, por supuesto, tampoco indagan en los mismos temas.Arteba abrió las puertas el miércoles para invitados y coleccionistas en el Centro Costa Salguero y a partir de hoy lo hace para el público en general. Infobae Cultura recorrió la feria más importante del país de la que participan 58 galerías (divididas en dos secciones: Principal y Utopía) y de la forman parte 400 artistas del país y el exterior, y de la que selección este decálogo de creadores.Lucrecia Lionti (San Miguel de Tucumán, 1985)Lucrecia LiontiLa artista tiene una obra que recorre los textiles, collages, dibujos, pinturas, objetos e instalaciones, en los que siempre propone algún tipo de juego sobre la alteridad y la construcción del sentido a partir de las palabras, como también reflexiona sobre los contrastes entre la vida contemporánea y las tradiciones, lo actual y la historia, sea de las sociedades o del arte.Sus dos obras en Barro (Stand 27, Sección Principal) justamente proponen ese tipo de juegos a partir de las marcas de dos prendas (una campera tipo college extra oversized) y un morral típico del norte, también en gran formato, en que las iniciales de su firma (LL) se presentan de una manera como lo hacen las grandes casas de moda como Gucci.”IA” (Inteligencia Artificial) y morral, obras de Lionti en Barro “Ella teje a mano, todo lana de oveja natural. Su trabajo es como una paradoja, como algo ridículo, que hace juego para exponer lo artesanal y lo súper moderno”, explican desde el espacio.Licenciada en Artes Plásticas por la Universidad Nacional de Tucumán 2003-2008, continuó su formación en Programa de Artistas 2010 y Laboratorio de Cine 2011 en Universidad Torcuato Di Tella. Tuvo cuatro muestras individuales y participó de múltiples exhibiciones corales. Sus obras ya se encuentran en las colecciones de los museos Castagnino + MACRO (Rosario); Museo de arte Moderno (Buenos Aires); Museo Reina Sofía (Madrid, España), y Le 19 CRAC (Montbéliard, Francia).Te puede interesar: De Berni a los NFT: arteba abre al público con una agenda que funde tradición y vanguardiaPorkería mala (San Pedro, 1994)La porkeria mala con algunas de sus pinturas “sobre lo cotidiano” Explica que no usa el nombre de su DNI porque “la persona también es una invención, una ficción” y que él es su propio invento, luego de una serie de fotos con representantes del museo Franklin Rawson de San Juan, que adquirió una de sus pinturas.La Porkería mala presenta una serie de pinturas en acrílico (con detalles en óleo para dar cierta corporidad en algunos detalles) de los últimos años con un estilo “de los ‘80″, con una herencia de Marcia Schvartz, y que surgen de “la vida cotidiana, que se puede leer como marginal quizás por el exceso del uso del símbolo, el agua derramada, el zapato, los bichos, las colillas de cigarillos, pero que en sí son una muestra de la vida, la tragedia de vivir”.Dibujos de “La comparsa drag”, adquiridos por el Museo Moderno También se presentan en el NN (Utopía, 48) dibujos en birome, “con lo que tenía a mano”, realizados durante el encierro de la pandemia. “Yo pertenecí a un colectivo, la Comparsa Drag, un grupo de maricas y gente decente que armábamos performance en la calle, salíamos más que nada por Corrientes y otros lugares de Buenos Aires a hacer escándalo en la vía pública. Estos dibujos los hice en una época que estaba bastante triste y sola y recordaba un poco eso”.Las obras de la artista tienen una potencia gestual absorbente, como un Lucian Freud en ácido y poseen, en sus expresiones, una espera, una insatisfacción y también alegría. Sobre su formación, dice, estudió Artes Visuales, para farmacéutico, serigrafía, pero abandonó antes de recibirse.Jimena Losada (Mendoza, 1990)Jimea LosadaLosada es una pintora de mano académica, detallista, con una pincelada de trazo muy fino, a tal punto que es un gesto casi invisible, y con técnica que se observa en el cuidado de la forma y el armado arquitectónico. En ese sentido, recurre a cierto imaginario neoclásico, pero a partir de atmósferas que tienen conexiones con cierto surrealismo y con la pintura metafísica.En Pasto Galería, se aprecian una serie de obras que realizó para la muestra Fangal, que se realizó en julio en el espacio de San Telmo, barrio al que se mudó desde Rosario, donde también residió por unos años.”Fangal II”, “Hermana” y “Fangal”, óleo sobre lienzo de de Jimena Losada Justamente, este cambio de escenario la motivó a crear a Fangal, personaje de algunas piezas, que surge a partir del fileteado porteño. “Trabaja mucho los pasos de tonalidades y las luces y sombras, siempre con colores muy oscuros. Antes de pintar hace unos fondeados negros siempre primero, entonces cuando comienza la pintura que vemos ya le sacó toda la luz”, comenta César Abelenda, directo de la galería.Licenciada en Artes Visuales por la UNCuyo, formó parte del colectivo artístico Cerda 2009-20011 y participó de muestras colectivas en Mendoza del 2011 al 2016. Hasta el momento, tuvo 3 muestras individuales, una en cada provincia. Para los que pasen por el espacio, que se encuentra en la Sección Principal (Pabellón A Stand 17) también es muy recomendable la obra de otros sub 40, como las esculturas en madera tallada por Federico Cantini (Rosario, 1991) y, si nos vamos del país, las obras del peruano Iosu Aramburu (Lima, 1986).Te puede interesar: Eduardo Costantini, primer premio al coleccionismo de artebaTrinidad Metz Brea (Buenos Aires, 1994)Trinidad Metz Brea En Aura VTV (Utopía, stand 44) se encuentran tres trabajos de esta artista que se especializa en la escultura y que trabaja a partir de la impresión 3D, a partir de los que crea escenarios que desbordan mitología, como al a vez cierto arrumbamiento de la composición del medioevo.En el mural La lengua, la espada y la máquina, “se toma un concepto y se acomoda para crear universos entre utópico y distópico, de criaturas alienígenas extrañas, en naturalezas extrañas”, comenta a Infobae Cultura. Y agrega: “Me gusta la idea de agarrar lo que es el alto y bajo relieve y traducirlo en clave digital en algún mundo. Que de esa apariencia de un tallado a mano, pero que es todo modelado digitalmente”.Detalle de “La lengua, la espada y la máquina”, y las dos esculturas de Metz BreaLicenciada en Artes Visuales en la UNA, en 2019 tuvo su primera muestra individual “Nada que lastime” en la Galería CPU, Palacio Barolo. En 2020 formó parte de las muestras “Toque de Seda” en Quimera Galería y “Mientras mi sueños sangran” en Fundación El Mirador, donde un año después tuvo un solo show, “La Motherboard”. Del 2016 al 2019 gestó KIDZ, un colectivo artístico y autogestivo LGBTIQ+. Además, fue parte de muestras en CC Recoleta, los centros culturales San Martin, CCK y Haroldo Conti; las galerías Gachi Prieto, Nora Fisch y Pasaje 31 entre otras. En 2021 obtuvo el Premio en Obra de arteba y en la edición 2021-2022 de La Bienal de Arte Joven, su obra Delicia fue seleccionada en la convocatoria Artistas Visuales.Luego también se encuentran dos escultura, una colgante, La pantanosa, que a partir de la impresión trabajó con técnica de “masillado para refinarla”. “Busco incorporar lo que es las nuevas tecnologías, que es algo que aprendí de manera autodidacta, con una tradición de oficios y técnicas en el acero”, comenta, sobre una obra sin título (pero que podría pasar a llamarse El monstruo de la infancia ha vuelto a atormentarme), que remite a El íncubo (o La pesadilla) que nos observa en la pintura de Henry Fuseli (Johann Heinrich Füssli) del XVIII, en la que realiza un fundición al bronce con patina negra para “moverlo a otros territorios y producir hibridaciones”.Nicolás Santiago (Resistencia, 2001)Nicolás Santiago y “El oráculo” un lienzo repegable, pintado al óleo En la chaqueña Galería Chorizo (Utopía, stand 61), el muy joven artista presenta la instalación Consulta el oráculo, que se compone en el frente por un lienzo al óleo y detrás una serie de cartas en papel cartón, pintadas con fibra y cubiertas por una laca protectora.Autodidacta, Santiago solo tuvo formación en arte en la escuela secundaria y hoy estudia una licenciatura en administración, sin embargo comenta que la inspiración llegó de “un montón de libros de historia del arte” de su abuela, que era profesora en la materia.Detrás, los arcanos mayores“Desde siempre, esas imágenes quedaron en mi cabeza y son como el mi canon de belleza”, y allí se pueden ver desde El Bosco a Brueghel el Viejo, “todo lo que sea arte flamenco me apasiona”, dice, como también mucho de la composición de Remedios Varo. Y agrega: “Las cartas son Arcanos Mayores del Tarot, se han hecho interpretaciones a lo largo de la historia porque son arquetipos, de la muerte del diablo o del auto descubrimiento, por ejemplo. Cada uno trataba de sentirse cómodo haciendo sus propias versiones, yo hice las mías”.“Trato de armar un lugar íntimo, donde la gente se mete a resolver las dudas sobre el futuro, las inseguridades. Vivimos en un mundo en el que no hay misterio, como que no hay más allá, es solamente un engranaje y listo. Quería traer a la gente un lugar donde no todo está resuelto, una especie de mundo mágico, donde existe la incertidumbre”, comenta sobre la pieza que pertenece a una serie “sobre ocultismo, de gente que accedió a un conocimiento que no debía de un Dios que te vuelve loco”.Te puede interesar: La Fundación Corporación América entregó su primer Premio AdquisiciónCandelaria Fernández Coya (Buenos Aires, 1991)Candelaria-Fernández-CoyaFernández Coya trabaja a partir de lecturas, que van de manuscritos del medioevo e historias de hadas a El maestro y Margarita de Mijaíl Bulgákov, por ejemplo, a las imágenes vívidas de los sueños, con una propuesta que toma la mentalidad de collage, en el sentido de una composición que puede mixturar diferentes referencias que no necesariamente, a priori, tienen una conexión.En la Sección Utopía, el espacio de San Telmo El Mirador (Stand 62) presenta cuatro piezas de la artista que posee una licenciatura en Artes Combinadas de la Universidad de Buenos Aires, y trabaja como crítica de arte y en conservación del patrimonio.Candelaria-Fernández-Coya“No realizo bocetos, sino a partir de una imagen que se me presenta, trabajo de derecha a izquierda, con lápices de colores, acuarelas y mis crayones al óleo sennelier. Me interesa que se note el trazo, para ingresar en un tipo de arte más artesanal y donde también dejo que sucedan los accidentes como parte de la obra”, comenta.“Me gusta tomarme mi tiempo para cada obra, creo que la contemplación durante la producción es tan importante como una vez que está terminada”, dice sobre las piezas realizadas sobre papel y a las que les marouflage, técnica para fijar una superficie ligera sobre un soporte más sólido y rígido, en este caso, lienzo.Gisella Mailén Scotta (Córdoba, 1988)Gisella Mailén ScottaLa artista se presenta en Sátelite (Utopía, 50), con una serie de dibujos en lápiz, de trazo potente, irregular y así expresivos, de la serie Un animal demasiado solitario se come a si mismo, surgidos a partir de la lectura Eisejuaz de Sara Gallardo.“Hace rato que vengo como entusiasmada con lo épico, dejándome encontrar con esos grandes relatos, las promesas memorables y cómo se representa la valentía, el coraje, lo que consideramos valiente también dependiendo el contexto y qué nos devuelven esas imágenes y que te enfrentan como a un acantilado”, explica la artista.Gisella Mailén ScottaEn ese sentido, toma la historia del libro, en la que un poblador originario que se convierte al catolicismo, en la que crea personajes que no son ilustrativos del libro, sino que los aborda como a partir de lo que le “despierta a nivel recuerdos, más emocionales” y así, en el acto creativo, se deja abordar por su propio territorio, el de las sierras cordobesas, con las cabras, el cuchillo y el trabajo.Técnica en Artes Visuales en la Escuela Figueroa Alcorta, en 2016 obtuvo el título en la Diplomatura Superior en Dibujo de la misma institución y actualmente cursa una Licenciatura en Artes Visuales en la Universidad Nacional del Litoral. Se formó paralelamente mediante becas de clínicas y talleres del FNA, como también realizó talleres y clínicas con diferentes artistas y formó parte de Trillo Sustentable – La Pinguela – Residencia para artistas, Oberá Misiones, y de Manta-taller – residencia de arte, San Martin de los Andes.Te puede interesar: Llega Affair, una feria colaborativa de arte contemporáneo que busca nuevos públicosEmilia De las Carreras (Buenos Aires, 1989)En el stand de Galería Grasa (Utopía, 51), la obra se introduce a la obra de una artista que trabaja con una de las temáticas que interpela a las nuevas generaciones, con la cuestión del cambio climático y la huella del hombre presente, a partir de piezas en las que aparecen caracoles, chapitas de latas de aluminio descartable, y osamentas (artificiales).“Trabaja a partir de la recolección de residuos tanto orgánicos como inorgánicos y combinándolos va muy a tono con lo que es la idea del Antropoceno, que es el impacto o el ser humano como factor de cambio geológico en esta época”, sostiene Torcuato González Agote, director del espacio.“Podríamos imaginar que sus obras son de algún modo como piezas arqueológicas futuras de este presente, lo que uno de repente encuentra en una excavación, como esa mezcla y el resultado de justamente de un organismo combinado”, agrega.Emilia de las Carreras es licenciada en Artes Visuales de el I.U.N.A. Realizó clínica de obra con diferentes artistas; participó de muestras colectivas, entre otras, en Munar, Museo MBA- MAC, La Alianza Francesa, Bikini Wax (México), CAC (Ecuador) y tuvo individuales en Gachi Prieto Gallery, No Lugar (Residencia en Quito), Proyecto A, Espacio Qubo Quimera Galería y en Grasa. Fue seleccionada en la Beca ABC, Proyecto PAC 2014, y en 2018 becada para el programa de formación de ArtistasxArtistas, y Spooky Vision. Fue ganadora del concurso Proyecto A ,donde realizó su muestra individual “Luego, con los restos armarse”. En 2019 fue seleccionada en la Bienal de Arte Joven y Premio Itaú Cultural. Actualmente es parte del equipo docente de Vergel, en el programa “Pintando en el Hospital” y asiste al Programa de Artistas Torcuato Di Tella.Roja (Comodoro Rivadavia, 1987)Roja Pionera (Utopía, 57), espacio de Pinamar que abrió hace dos años y que participa por primera vez de la feria, introduce a esta artista textil que trabaja temas “medio catastróficos, utópicos también y con un tinte humor”, comenta Eugenia Amodio, una de sus directoras.Roja teje a mano cada uno de los tapices en lo que se mezclan elementos de la cultura pop, a partir de escenarios que tienen desde elemento bíblicos, apocalípticos, a cuestiones más fantásticas. La violencia y el amor conviven en las piezas, pero aparecen matizadas en una simbiosis y que se presentan en una elección de colores con fuertes contrastes.Obras de Roja Trabaja a partir de pocas demarcaciones previas, “con un pequeño plano” con el punteo de alguna figura en particular, y a partir de allí comienza a jugar con las formas “con un estilo muy libre, sin buscar algo predeterminado”.Estudió artes plásticas en la UNLP con orientación a cerámica y grabado; maquillaje y vestuario en la escuela de teatro de La Plata y realizó talleres de efectos especiales en FX, como de Dirección de arte en el SICA y cursos de bordado en el taller border con Florencia Russi y en la TAE (Escuela del Teatro Argentino). Desde el año 2010 trabaja en dirección de arte, donde realizó videoclips, películas y series. Participó en muestras colectivas en La Plata, Buenos Aires, Estados Unidos y Países Bajos.Lucila Palladino (Buenos Aires, 1991)Lucila PalladinoEntre los representado por Luogo (Utopía, 49), galería de Rafaela, Santa Fe, se encuentra esta artista de matriz dibujante, así por lo menos ella se considera, pero que tomó la escultura en cerámica como segundo lenguaje al haberse críado, justamente, con una profesora en este oficio.“Me considero dibujante y me interesa trabajar con el grafito, con el que hago dibujos en muy gran formato y en una de esas búsquedas empezó a ocurrir que cuando borraba aparecían estas formas, estos seres oscuros, estos animales en algunos casos, que son medio armadillo, medio humano, o las babosas”, explica Palladino.Las criaturas aparecidas de PalladinoA partir de estas apariciones que parecen surgidas de lo más profundo del mar en algunos casos, comenzó a mutar hacia el trabajo en cerámica, del que también es profesora. Y agrega: “Entonces con la cercanía con el material y la posibilidad de la experimentación salen estos animalitos, que se van poniendo en el cuerpo, que pueden subirse a uno, que están moldeados así, y la idea es un poco que se genere como un movimiento, que tengan vida propia”.Profesora Nacional de Arte egresada de la UNA, actualmente se encuentra cursando la Licenciatura en Arte, en la misma Universidad. Trabaja como artista y docente en espacios formales y en talleres. En 2014 viajó a Oaxaca, México donde estudió Litografía, grabado y cerámica en el taller Rufino Tamayo, entre otros talleres.Seguir leyendoSemana del Arte: 8 obras para recorrer Buenos Aires¿Resistencia, refugio o adorno?: cultura en tiempos de incertidumbre por la crisis
Hay cierto desamparo en el momento cuendo termina una serie de podcast que se ha disfrutado mucho. Cuando es muy buena, invita a sumergirse en ese universo construido por sus creadores. El desamparo es similar al que se siente cuando termina un libro que ha gustado mucho. Pero es aún peor: si uno es lector, por lo general ya tiene referencias de lo que le gusta, termina un libro y suele saber por dónde seguir. Pero en el flamante y creciente mundo de los podcasts, todavía no existen muchas referencias más que algunas recomendaciones. Así es como se elige un podcast, se lo escucha, abandona y así sucesivamente. Por eso es que resulta tan gratificante oprimier el ícono de “play” y escuchar un contenido atractivo y original. Esas joyitas que dan muchas ganas de recomendar. A continuación, los podcast que aparecieron como un oasis sonoro en medio de esta búsqueda. Este mes, una entrega especial con todo contenido de no ficción y 100% argentino (donde no puede faltar el Diego).Hermanas bravasEl título ya es tentador. Como todo lo popular y todo lo que rodea el folclore de la cancha y las hinchadas en territorio argentino. Esta serie, producida por La Maldita para Spotify Studios, cuenta la historia de las hermanas Ana y Angelica Molina, supuestamente protagonistas de una interna por liderar la barra brava del club Chacarita Juniors.Son nueve episodios que comienzan con una música muy arriba, compuesta para el podcast por Mariano Otero. A esa melodía se le suma la voz de Andrea Rincón, una modelo, actriz y vedette argentina. Y un gran acierto como narradora de este podcast: su voz es la compañía ideal para esta cortina musical y esta trama. Además de la narradora, aparece un cronista que va caminando por el territorio de la hinchada de Chaca, el barrio de San Martín y hablando con vecinos, integrantes de la banda, y la familia de las hermanas Molina. Este cronista es Mauro Albarracín, un youtuber alguna vez apodado por algún medio como el “Marley del conurbano”.El club Chacarita Juniors es famoso por las historias de hinchada. En la barra hay internas. ¿Qué tan reales son? ¿Son Ana y Angélica las líderes de la barra? ¿Cuáles son las causas de la rivalidad entre las hermanas? ¿Qué rol tienen los medios? Sobre estos interrogantes avanza la serie mientras Albarracín camina las calles de San Martín en busca de las hermanas Molina para escuchar sus propias versiones.Como en varias series donde los protagonistas coquetean con la ilegalidad, se corre el riesgo de romantizar la delincuencia, el ser guapo, bravo, temido. Y en cuanto la producción, el cronista aclara varias veces todo el tiempo que les llevó conseguir esa entrevista, o qué difícil es lograr lo que lograron, donde quizás es mejor que los hechos hablen por sí solos y que el oyente sea el que realice su propia valoración del trabajo periodístico de fondo. Más allá de estas frases, que es solo un detalle, hay una muy buena producción periodística con muchos entrevistados que aportan su mirada y un guión, escrito por Florencia Flores Iborra y Juana Alfonso, muy bien organizado para aportar claridad y dinamismo a la historia de las “hermanas bravas”.Te puede interesar: Llega una nueva Fiesta del Libro Usado: un espacio para leer lo ya leídoDemasiados librosPara los amantes de la literatura, hay varias series que se ocupan del tema. Demasiados libros me gustó por lo honesta, lo minimalista y fresca. El autor y presentador, Guido Lautaro Padin, anticipa -y advierte- que no es un especialista y se define como lector. Así, presenta de qué va el espacio. A lo largo de los capítulos, Padin, que asiste al taller de lectura del escritor cordobés Martín Cristal, comparte sus lecturas, sus miradas e interpretaciones. El primer capítulo se estrenó en agosto de 2021. Después de una introducción breve y simpática, se escucha la voz de Padin mientras presenta el podcast y explica que el título hace referencia a Los demasiados libros del ensayista y escritor mexicano Gabriel Zaid, que se reeditó este año y es sobre el funcionamiento de la industria del libro. En cada episodio, Padin cuenta cómo fue su encuentro con ese título, brinda un poco de contexto y habla sobre algún libro, puede ser no ficción (como Los suicidas del fin del mundo, de Leila Guerriero en el primer capítulo, y Los otros, de Josefina Licitra), ficción, argentinos (como Los llanos de Federico Falco), de otros países (como el gran libro de Edouard Levé, Autorretrato).La duración de los capítulos varía: hay algunos de alrededor de 15 minutos y otros con entrevistas a escritores que duran alrededor de media hora. En los primeros capítulos, el presentador lee algunos fragmentos del libro y luego conversa sobre sus impresiones, el escritor, su vida y ese libro. Hay también entrevistas a autores como Santiago La Rosa, Eugenia Almeida y Andrés Burgo y algunos episodios conducidos por Luciana Gallo como invitada especial.En los últimos capítulos se suma como co-conductora la periodista cordobesa Stefanía Coggiola y cada episodio se centra en una consigna que puede abarcar varios libros. Por ejemplo, “Alguien que extraña un ser querido” y allí conversan sobre libros como Los sorrentinos y Unos ojos recién inaugurados de Martín Felipe Castagnet. En uno de los últimos capítulos la consigna es Libros para habitar la naturaleza y allí mencionan al escritor Federico Falco.Producida por Parque Podcast, Demasiados libros es una serie prolija, despojada (muy pocos efectos sonoros, algunos ecos cuando el host lee algún fragmento de un libro) y amena para escuchar hablar sobre libros.FemiautistaAndy Chukier creía que algo le sucedía. Por eso fue un alivio para ella y lo recuerda como un día feliz al momento en que le diagnosticaron, a sus 37 años, autismo. Sobre este día y todo lo que fue descubriendo, investigando y reflexionando es el podcast Femiautista. Chukier trabaja en el universo podcaster hace varios años, brindando consultorías, produciendo y editando. También es docente en las escuelas de comunicación Eter y Tea. Además de esta serie, Chukier realiza los podcasts Gatocracia, Crudo y Está bien, no estar bien.Con frescura y honestidad, Andy Chukier habla sobre ser adulta, autista y feminista. La podcaster asegura que el mundo del autismo se centra en los niños y hay una falta de representación de adultos y, sobre todo, de mujeres.Ella se sentía rara, pero al no conocer a ninguna mujer autista, no pensaba que podía serlo. Una vez puso en Google: ¿Las mujeres pueden ser autistas?. Chukier comparte su camino hacia el descubrimiento de su “identidad autista”, como ella lo define. Cuenta como en terapia le dijeron que no lo era y enumera algunos de sus rasgos. A pesar de que ella le habla directamente al oyente como si fuera alguien en una situación parecida: “tal vez te pasó a vos”, “tal vez a vos te dijeron lo mismo”, recomiendo este podcast para cualquier oyente interesado, más allá de si transita una situación similar. Este tipo de contenidos siempre enriquecen porque nos acercan a las diferencias, nos facilitan el camino a ponernos en los zapatos del otro. Cualquier tipo de oyente puede enriquecerse y comprender más al otro, gracias al testimonio honesto de Andy Chukier.Los últimos días de MaradonaEsta serie se estrenó a fines de 2021, al cumplirse el primer aniversario de la muerte de Diego Armando Maradona. Son seis capítulos que narran su paso por los Dorados de Sinaloa en la segunda división de México, su trabajo como director técnico de Gimnasia, su última casa futbolera, la pandemia y sus problemas de salud. El último entorno de Diego y los debates sobre cómo manejar su delicado estado de salud. Narrado por el periodista argentino Matias Martin, los episodios duran entre 25 y 40 minutos e incluyen los audios de WhatsApp que se enviaron entre el médico Leopoldo Luque, la psiquiatra Agustina Cosachov y el testimonio del médico cirujano Colin Campbell, vecino de Diego en su última residencia en el barrio San Andrés, en Tigre, provincia de Buenos Aires.El guión, su estructura, la edición sonora, los testimonios, todo funciona impecable. Una voz emocionada de Matias Martin en el último episodio, intercalada con el famoso discurso de Maradona, donde dijo: “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”, estos últimos minutos resultan muy conmovedores.El triste ocaso del ídolo argentino, su última etapa, su adicción al alcohol y a las pastillas y los interrogantes que giran en torno a su muerte: ¿Hubo malas decisiones? ¿Su final podría haber sido diferente? ¿Estuvo Diego mal acompañado en su última etapa? Una serie triste, que deja un sabor amargo del barrilete cósmico que le dio tantas alegrías al pueblo argentino.Filma y aclaraciónDiego Lerer es un crítico de cine argentino, actualmente a cargo del blog Micropsia. Ha sido jurado de la crítica en festivales como Berlín, Venecia, Toronto, Buenos Aires (BAFICI), entre otros. En Filma y aclaración, Lerer conversa con directores de cine argentinos sobre su vocación, su recorrido hasta dirigir películas, sus películas. La serie es producida por Espacio Potencia con apoyo de Mubi Latinoamérica, Fundación Itaú, Mecenazgo y el Fondo Metropolitano de Cultura.En el primer episodio, Lerer conversa con Santiago Mitre, director de películas como El estudiante, La patota, Pequeña flor y de su última película Argentina 1985, que fue nominada al Oscar a mejor película. Este primer episodio es como una charla entre amigos, donde no parece estar presente el oyente, donde Mitre se refiere varias veces a Lerer en tono de confianza como “boludo” y donde repasa su vínculo con el cine, sus estudios y sus primeras experiencias cinematográficas.En el segundo episodio la entrevista es la siempre generosa e interesante Ana Katz, directora de películas como El juego de la silla, Una novia errante, Los Marziano y Mi amiga del parque. Damián Szifrón, una figurita difícil, es el entrevistado del tercer episodio y siempre es atractivo escucharlo, así que el oyente se queda con ganas de más con un final algo abrupto.La entrevista a Albertina Carri es muy interesante. Su vida, su infancia, su exilio en el campo, su vuelta a Buenos Aires, la repercusión de Los rubios y sus búsquedas. Además, otros directores argentinos entrevistados son Diego Lerman y Anahí Berneri. Y la lista promete continuar en este podcast ideal para los amantes del cine argentino.Seguir leyendoDario Gentili: “La democracia liberal está en una crisis profunda y ya no es capaz de garantizar el bienestar”“Manal en Obras”: regresa restaurado el disco de la mítica reunión de la primera aplanadora del rock“Gambaro”, una mirada íntima y actual de la obra de una referente de la dramaturgia argentina
La escritora argentina María Sonia Cristoff (Trelew, 1965) viene construyendo desde hace años una obra sólida y sin estridencias. (Foto: Gabriel Diaz)María Sonia Cristoff nació en Trelew, en 1965. Graduada en Letras en la Universidad de Buenos Aires, es autora de las novelas Mal de época (nominada al Premio Medici de Francia en 2022), Inclúyanme afuera, Bajo influencia, Desubicados y Derroche, que recientemente fue incluida en la long list del Premio Filba Medifé, que premia a la mejor novela publicada en 2022. Compiló los volúmenes Acento extranjero, Patagonia, Idea crónica y Pasaje a Oriente. Dicta clases en la Maestría de Escritura Creativa de la UNTREF.Random House acaba de reeditar su libro Falsa calma, que en principio podríamos llamar libro de crónicas pero que es mucho más que eso. Originalmente publicado en 2005, el libro está dividido en diez capítulos o historias que surgen a partir de un regreso: el de la narradora a su territorio original, veinte años después de haberlo dejado para viajar a la Capital.Te puede interesar: De boca en boca: cartas desde el más allá, una hija de anarquistas y un chancho salvaje en “Derroche”, la novela de María Sonia CristoffLarguísimas caminatas por la Patagonia y las calles polvorientas de pueblos fantasmas o agonizantes; tardes de lectura o de intento de lectura en bares solitarios, historias de vida y de poblaciones que son mayormente relatos de fracasos y frustraciones pero también de resistencia. No son crónicas periodísticas sino literarias; textos híbridos que trabajan voces o hechos reales con los recursos y las estrategias de la literatura. Me gusta el modo en que la periodista Silvina Friera definió esas operaciones y procedimientos narrativos de Cristoff como “una suerte de dialéctica de la apropiación y la expropiación de voces y géneros”.Lo que sigue es la reproducción y edición de la charla que mantuvimos en Radio Nacional, semanas atrás, en la cual la escritora argentina -que desde hace años viene construyendo una obra sólida y sin estridencias- recuperó la memoria del tiempo en que produjo Falsa calma y habló también de un punto central para cualquier escritor pero sobre lo que no se habla tanto, al menos en esta época: para qué escribir.“Escribo porque tengo la necesidad rotunda de proponer otro modo de vida”, dirá en un ratito. También dirá que escribir le permite entrar en “una lógica diferente a la del mundo”, una lógica infantil en la que hay menos encasillamientos y más juego con mezcla de materiales, placer y la posibilidad de mancharse.La versión original de “Falsa calma” se publicó en 2005.— Me pregunto y trato de pensar cómo se leyó cuando se publicó Falsa calma originalmente, cuando no existían los teléfonos inteligentes, el tiempo del trabajo era otro y también el tiempo personal era otro, y cómo se puede leer hoy.— Verdad. Yo misma por ahí pensaba un poco esta cosa de Pierre Menard: el mismo texto y cómo lo cambia su lectura de época. Y, la verdad, es impresionante todo lo que ha pasado en estos 20 años. Entonces, cuando vos decís que el tiempo era otro es verdad, porque yo estuve cinco años escribiendo ese libro. Y cinco años de ir, de viajar. En el libro eso no se ve.— Me decís que se lee como que podría haber sido todo en el mismo viaje pero que no lo fue.— No, para nada. Hice cinco viajes y con estadías increíbles y en lugares rarísimos. Bueno, en algunas de las crónicas cuento las estadías, como el capítulo en el que cuento que en un lugar no había ni dónde quedarse y entonces me quedé en la escuela.— La estadía en la escuela con las chicas me encanta.— Sí, a mí también me alucinó. Me alucinó. Entonces, digo, también el tiempo de uno para escribir era otro. Yo igual siempre me tomo muchos tiempos pero quizás ahora, en los últimos años, le doy más tiempo por ahí al trabajo de escritorio, ¿no? Antes, para es libro, fue mucho tiempo de estar en el lugar. Porque además está la paradoja de que yo, patagónica como soy, no conocía ninguno de esos lugares a los que fui para este libro porque antes hice como un rastreo, viste.— Eso te iba a preguntar: buscaste a dónde ir.— Busqué. Busqué. Busqué. Sí, busqué muchísimo y descarté enorme cantidad de pueblos. O sea, no tiene nada que ver con el azar aquellos lugares con los que me quedé.— El libro se compone de diez capítulos en los que hay un personaje central. El tema del trabajo parece clave en tu obra, de hecho es el gran tema de tu novela Derroche, en la que hay una crítica feroz al sistema extractivista y de explotación con el que nos ganamos la vida la mayoría de los humanos. Y en Falsa calma también es un tema porque las historias suceden a comienzos del siglo XXI, en un momento histórico central para el cambio en las formas del trabajo. Y tus textos están atentos a eso.— Absolutamente. Decías que cada uno de los capítulos tiene como un personaje central, ¿no? Ahora lo veo más casi como una concatenación de retratos te diría.— Hay algo de eso, sí.— Y todas esas vidas fantasmales y medio beckettianas en gran parte han quedado así por las condiciones laborales que cambiaron. Cambiaron porque muchos de esos pueblos eran pueblos que nacieron con el petróleo próspero y después, con las privatizaciones de los 90, muchos personajes es como si los hubieran corrido o directamente sacado de la sede donde se paraban.Con los cambios en la forma del trabajo de los 90, a comienzos de este siglo, en la Patagonia “mucha gente estaba muy aturdida, como si los hubiera agarrado una especie de desastre natural”, dijo Cristoff en un estudio de Radio Nacional.— ¿Y decidieron reeditarlo por lo de Vaca Muerta, por el gasoducto? Porque es notable cómo la propia historia hace leer estos textos de otro modo.— Es verdad, no lo había pensado así pero sería bueno, ¿no? Sería bueno que se vea que lo que se presenta como una gran esperanza en realidad es una forma del martirio para las personas, que es lo único que nos debería importar. Las personas, la naturaleza, los animales. Quiero decir, las especies que vivimos en común. Pero hay una cosa muy oscura en ese sentido y a mí me interesa pensar esa oscuridad muy ligada al mundo del trabajo y a las condiciones materiales en las cuales se dan esas cosas en esos pueblos patagónicos donde deja de venir el tren que venía, donde el petróleo deja de ser estatal y entonces las privatizaciones hacen un desastre absoluto. A personas acostumbradas a vivir décadas en esa cultura del trabajo estatal, que te organizaba la vida entera, les sacaron todo eso y les dieron como si te dijera un “manualcito de emprendedurismo”, que ya sabemos que es de una calaña espantosa. Bueno, la verdad es que mucha gente estaba muy aturdida, como si los hubiera agarrado una especie de desastre natural. Entonces yo no quería llevar tanto la cosa al desastre natural ni mucho menos a esa cosa que se supone de la Patagonia como un poquitito estetizada como que, bueno, la gente es rara, o habla poco, o habla mucho.— O habla mucho sola (risas).— Sí, habla mucho sola. Sí. Bueno, en realidad…— Eso también (risas).— Eso también.— O el viento, que se escucha más que las voces. Todo eso.— Exacto, y dale que va. Entonces, quiero decir que para mí una de las maneras que tuve o que por lo menos intenté de evitar cristalizar los mitos patagónicos era entrar por el mundo del trabajo. O sea, no quería entrar por una Patagonia estetizada porque en realidad todo te lleva a eso, entendés. Yo ahora te acabo de decir no quiero tal cosa pero después te puedo hacer un listado de gente que en realidad en la Patagonia no habla nada o habla de más, sola.— Sí, en el libro, de hecho, hay personajes así. Pienso en ese personaje que no habla o que no responde cuando lo van a buscar, aunque está ahí. Hay montones de excentricidades de ese tipo. Pero me interesaba mucho esto que te mencionaba al comienzo en relación a cómo se puede leer hoy tu libro y me decías que vos misma lo estás leyendo de otro modo. Porque por ejemplo, el vínculo con los animales o la mirada sobre los animales que vos tenés en tu obra acá ya estaba pero me imagino que cambió mucho en estos años.— Sí, bueno, muchísimo. Y además ahí, habría tanto que decir precisamente acerca del desastre que fue la introducción de las ovejas, que se supone que es un mito patagónico porque es verdad que fue una industria que sostuvo a la población durante muchos años. Esa es toda una historia en sí misma. Vos sabés que es un libro donde no tengo tan presente como en todos los otros la presencia animal.— Pero están los perros, por ejemplo.— Ah sí, sí.— Están los teros.— Sí, sí. Claro. Pero aparecen de otro modo.— Amenazante.— Es verdad, es verdad. Porque después se han convertido en mis cómplices en las novelas. Sí, pero es verdad, sí, sí. Bueno,l o de los perros es tal cual. En realidad, te digo, absolutamente todo es tal cual. Hay un solo capítulo que el personaje es una invención pero no sus condiciones de trabajo, que es lo que más me importaba. Y la locura que deviene, ¿no? El recorredor nocturno.— Ah, sí.— Pero bueno, el personaje en sí mismo sí es una invención, como quien inventa un cuento. Es lo único que es una invención. Todo lo demás existió. Y esos perros… existieron tremendos perros ahí, en Cañadón Seco, y me pasó algo parecido. Yo veo perros y ya me siento feliz pero después se me convirtieron realmente en una amenaza y me sirvieron mucho para hablar un poco de qué nos pasa a las cronistas con el material. Cómo el material a veces te abre las puertas y a veces te las cierra, te escupe y te amenaza.Cristoff utiliza la imagen de “la antena” para referirse a su trabajo con los testimonios de las personas con las que intercambiaba en los pueblos que visitaba.— Eso aparece todo el tiempo porque hay persona que te dicen ya que alguna vez hablaron con alguien y ahora tienen reticencia a hablar. Me interesa mucho el modo en que la narradora se apropia de las voces de los que le están contando su vida.— Es que es verdad. Para mí es un punto central el que estás marcando porque éste es el tema también, que es una de las cuestiones cuando vos trabajas ahí a partir de testimonios: las voces de los otros. Yo eso lo pensé muchísimo porque podría haber reconstruido esa voces, pero me dio, a ver cómo te lo puedo decir, me dio cierto temor al naturalismo. Digo “ay bueno, ahora voy a poner cómo me habla este paisano y voy a poner los apóstrofes”. Entonces, digo, “voy a hacer como una gauchesca anacrónica”. Y por ese lado no me interesaba. Hay un momento del prólogo que para mí es crucial en el que estoy diciendo “miren, ojo, esta es mi voz, están son las modulaciones de una escritora que a esta altura de su vida es muy urbana y que ha leído mucho”. Porque eso a mí también me dio mucha libertad. Cuando digo que yo me quedaba sentada ahí, eso es verdad; me quedaba sentada y me pasaba muchas horas ahí y, de alguna manera, me convertí como en una especie de antena.— Una médium.— Sí, sí, sí. Y sí, tal cual.— Lo de la antena es una buena imagen.— Sí, sí. Entonces, yo lo que quería era que se mezclaran. Porque, de hecho, hay una mezcla de voces. Por supuesto que están las historias de ellos y ellas pero, sobre todo, hay un montón de dichos y observaciones que yo no hubiera hecho jamás. Quiero decir que ahí hay mucho que viene de ellos más allá del contenido de sus historias. Entonces ahí apelé a esa idea de la antena, a la idea del muñeco del ventrílocuo. También para quitar un poco esa cosa de la voz tan preponderante de la cronista. De alguna manera es como soy habitada por esas voces y no quiero ejercer tanto el control. Tampoco quiero decir que no lo ejerzo, por supuesto que quienes escribimos tenemos la última palabra.— Sí, en contra de la idea de “la voz de los que no tienen voz”.— No, no, justamente ese lugar paternalista y tan urbanocéntrico, no.— ¿Pensás que hoy podrías hacer todos estos viajes y podrías tomarte todo este tiempo para escribir un libro como éste? ¿O es un libro de su tiempo?— Yo creo que lo podría hacer igual porque, de hecho, a mi manera lo hago. Digo, ahora, por una novela que estoy escribiendo, quiero ir a la meseta de vuelta, que es parte de lo que está acá, y entonces voy. O sea, cuando escribo me encuentro haciendo cosas absolutamente innecesarias permanentemente. Todo el mundo me dice: “pero qué necesidad”. Bueno, una necesidad que pasa por algún lugar de mis entrañas. Porque es como dejarte llevar un poco. Es muy linda esa experiencia de dejarse llevar, ya que en todos los otros órdenes es tan poco aconsejable (risas).— Hablás de dejarse llevar, de hacer esos viajes que de pronto no son absolutamente indispensables y eso está muy relacionado con tu pasión por caminar, ¿no? Me imagino.— Sí, bueno, tal vez sí, qué sé yo. Sí, es una necesidad. Te digo que son pulsiones. Tengo, por ahí, una cosa muy disciplinada por fuera de la escritura; me veo permanentemente reprimiendo impulsos, necesidades, deseos, entonces, cuando voy a la escritura, no lo hago. Estoy muy atenta a la forma pero desde un lugar muy placentero, en el sentido de una conexión con una lógica que no tiene que ver con la lógica del mundo. En gran parte yo escribo por eso, como para realmente estar en otra lógica, ¿no? Porque digo, la lógica del mundo se ha puesto muy coercitiva, muy tanática. Está complicado. Todo el mundo está estresadísimo, haga lo que haga o deje de hacer lo que deje de hacer. Cada vez la gente está más sola, además de la pobreza y otros problemas.Cristoff. “Yo siempre también confío en lo que no está del todo dicho, necesariamente. En que un libro te transporte a otro modo de encarar el mundo”. Tapa de la novela “Derroche”.— Claro, no es solo la crisis económica, es una crisis cultural profunda.— Claro, sí, cultural y emocional. O sea, nadie quiere terminar de asumir la relación directa que hay entre economía y sentimiento porque, obviamente, no les conviene a los pocos que dominan el mundo. Pero está claro que es un hecho. Entonces, como afortunadamente he hecho todo lo que tenía que hacer en la vida para poder dedicarle cuatro horas al día, tres, cinco, según los días, cuando voy a la escritura es como que todas esas lógicas desaparecen y hay mucho de derroche, en el sentido de leer lo que quizás no es tan necesario. De irme por las ramas. Hacer ese viaje. Tomar nota. Hacer setenta y dos entrevistas para después quizás usar una y media. Pero hay algo de todo eso que me hace ir entrando en otra lógica y, por ende, en otra atmósfera, que espero que de alguna manera aparezca en la escritura, de una manera extraña. No sé, yo siempre también confío en lo que no está del todo dicho, necesariamente. En que un libro te transporte a otro modo de encarar el mundo y que, quizás, ese modo esté más en la respiración de la frase, en el aire que hay entre párrafo y párrafo, en lo que, por ahí, algún personaje hace tangencialmente.— En el detalle.— Sí, en el detalle o, digo, entrar claramente en otra lógica. Por ejemplo, en todas mis novelas hay un personaje que está o a disgusto con el mundo o planeando sabotajes.Te puede interesar: Un tanque en una casa, una banda de rock y una utopía setentista para “dinamitar” la literatura: bienvenidos a “Derroche”, de María Sonia Cristoff— Siempre hay un anarquista.— Sí, sí. Viste que a las personas son cosas diversas las que las llevan a escribir; a mí es como la necesidad rotunda de proponer otro modo de vida.— Y de relación.— Sí, por eso, de vida quiere decir de todo. Relacionarse con los otros, con todo.— Y cuando escuchabas estas historias, ¿tomabas notas? ¿Grababas? ¿O escuchabas y bajabas todo lo que había quedado en tu cabeza a la escritura cuando te quedabas sola?— Sí. Esto está directamente ligado con lo que me decías hace un rato de por qué la primera persona. O sea, cómo se da esa convivencia de primera persona bueno, que para los que fuimos a Letras ya sabemos que es un caso clarísimo de discurso indirecto libre porque hay una primera persona pero habitada por la conciencia de estos personajes. Esto, dicho para quienes no hayan ido a Puán. Para llegar a eso, para que se genere una conversación y no una entrevista, yo necesitaba que no hubiera nada en el medio realmente. Con uno de los personajes me quedé en su casa, con su familia, o sea, lavaba los platos.— Claro, no es una charla de un rato con esta gente.— No, no. Yo lavaba los platos en un fuentón porque no había ni bacha. La dueña de la casa me acusaba de que usaba demasiado detergente, ¿entendés?— ¿Pero cuando te quedabas sola tomabas notas?— Sí, eso sí. Pero tomo las notas después.— Sin la presencia del otro.— Sin la presencia del otro. Muy confiada en el olvido. Me parece importantísimo el olvido. El anti Funes el memorioso. Precisamente, qué interesante lo que olvidamos porque solamente remarca lo que nos acordamos. Entonces, te quiero decir que para no ser yo falsa, si querés, o injusta con muchas de estas historias, también necesitaba que apareciera mi voz en primera persona como diciendo “bueno, a ver, todo lo que no fue exactamente corre por mi cuenta”.— Claro, claro. ¿Ellos vieron esos textos, los leyeron, tuviste algún problema?— Sí, pasó de todo. Pasaron cosas distintas. Bueno, a todo el mundo yo iba conociendo la tradición europea, sobre todo en Patagonia, que iban muy así a rapiñar. Yo iba muy abierta. Lo primero que les decía era todas las reglas del juego, entiendo que a veces por ahí no todo el mundo las entiende, pero yo las explicaba lo mejor que podía. Les dejaba mi celular y todas las formas posibles de contactarme. Entonces, algunas de esas personas después usaron ese material para contactarse conmigo y otras no. O sea que las que no se contactaron, no sé. Pero las que sí lo hicieron, tuve como cosas diversas. Como, por ejemplo, el aviador, que estaba absolutamente fascinado y me llamó dos o tres veces.”Me parece importantísimo el olvido porque remarca lo que nos acordamos”, dijo Cristoff a propósito del trabajo literario con la palabra y la historia de otras personas.— Es un hombre que ama los aviones y trabaja en ellos y que, en determinado momento y por determinada circunstancia, consigue pilotear, pero duda sobre su capacidad. Porque cuando consigue pilotear, le agarra una inseguridad y dice “a lo mejor yo solo sirvo para mirar a los aviones”. Me alucina ese texto.— Sí, esa historia a mí también me volvió loca. Bueno, con él tuve una cosa así muy, muy alucinante. Todos los personajes tienen los nombres cambiados. Y, por ejemplo, con otro quedé amiga durante años. Es el primero, el kiosquero que está obsesionado por la cura para la esquizofrenia.— Es el de “Vine por dos meses y me quedé para siempre”.— Sí. Bueno, él me llamaba prácticamente una vez por semana y a través de él me enteré del revuelo que había habido en el pueblo porque lo que pasó fue que mucha gente se había ofendido por lo que yo dije. Yo en un momento dije que el delegado de petroleros. Es muy larga la cosa pero el tema es que se abrieron dos ramas de los sindicatos y entonces el sindicato del Estado, que había tenido mucho poder hasta entonces… Mirá, fijate la diferencia de lo que es una crónica literaria. Por ejemplo, yo pensé: “A ver, ¿cómo hago para narrar esto que en esta situación de pueblos petroleros es central?” Era central el tema de que el poder que tenía el sindicato del Estado pasa de un día para el otro a ser nada y empieza a armarse toda la trama de petroleros privados. Entonces, digo: cómo cuento esto que sea sin que sea material puro y duro, para eso que vayan a buscar un diario de la zona. Entonces, para hacerlo breve, la forma que encontré de narrar eso es poner al personaje éste, el del sindicato de petroleros, corriendo y dando vueltas alrededor de la plaza. Porque ya no tiene nada que hacer, corre, seguido por su perrito caniche. Para mí es una figura que dice mucho acerca del tiempo libre, de quién te sigue ahora, y quizás hasta de cosas buenas que pueden venir con las cosas que uno pierde, ¿no?— Pero les resultó ofensivo (risas).— Parece ser que eso sacó la ira de la mujer.— Del dueño del caniche.— Entonces lo iban a buscar a él todo el tiempo porque el abogado le había dicho que si no había una persona involucrada con más protagonismo, lo más probable es que no me pudieran hacer nada, entonces lo quisieron convencer a él durante mucho tiempo de que encarara la demanda contra mí. Y él no quería, entonces me llamaba todas las semanas. Bueno, nada, pasó de todo, sí. Y esta es una cosa muy alucinante para mí porque, la verdad, es que no lo hice pensando en eso, lo hice como patagónica que soy, pero muchísima gente de la Patagonia, de cualquier otro lugar de la Patagonia, por ahí gente de la Patagonia más urbana, me dice: “Es así”.— Encontraron un reflejo.— Sí, hay algo del estar ahí que no sé si está en un párrafo, pero está en todo.— Te tocó escuchar historias de vida que son durísimas desde el comienzo, con lo cual habrás escuchado cosas muy tremendas, que están reflejadas en tu libro pero que las escuchaste ahí, de boca de sus protagonistas. ¿Qué pasa con vos como persona en ese momento? ¿Conseguís aislarte de la cuestión más sentimental, más emocional? ¿Te emocionás con la persona que está al lado? ¿Qué recordás de eso?— En ese sentido tengo piel dura. Sí, sí. Y, aparte, como realmente soy una conversadora nata, me encanta conversar, la gente me contó cosas incluso mucho más de lo que yo puse en el libro. O sea, me pasa todo el tiempo de verdad. Me pasa a donde voy que la gente me habla y me cuenta cosas.Te puede interesar: El fuego de los márgenes, según María Sonia Cristoff y Hernán Ronsino: qué significa escribir, leer y arder desde la periferia— La antena Cristoff.— Sí, sí. La gente se debe dar cuenta, debe percibir lo que a mí me gusta escuchar. Me encanta escuchar, prefiero mil veces no hablar yo, entonces creo que eso arma una cosa de mucha empatía. Te digo que hasta puedo ser contenedora. Igual, la gente te habla porque a veces tiene necesidad de que la escuchen nada más. Pero no me pasa de sentirme especialmente agobiada. No.— Decías en una entrevista que no te gusta el diálogo en la narrativa. Es más, decías que lo aborrecías. Hace un ratito me hablabas de que no querías entrar en una cosa naturalista y paternalista incluso con la cuestión del habla del otro. Explicámelo un poquito.— No me gusta el diálogo directo. Porque esto en realidad es todo un gran diálogo.— Sí, la reproducción de un gran diálogo.— Claro, sí. Y Derroche también, la gente habla, y habla y habla.”En la escritura hay algo de la infancia en el sentido de que no está todo tan encasillado y todo lo que debe ser y no sale” (María Sonia Cristoff)— De distintas maneras, con distintos géneros.— Sí. Es decir que me interesan mucho las voces pero simplemente no me gusta el diálogo directo. Por eso creo que tampoco me gusta mucho la dramaturgia, ¿no? O sea, guion, A dice, guion, B dice. Es como que, no sé, le quita la gracia a trabajar con palabras. Hay algo del diálogo que no me convence. Por eso me gusta más el diálogo indirecto. O sea, convertirlo rápidamente en directo.Te puede interesar: Una amistad indescifrable regada con la sangre de un choque de alto impacto: así empieza “Bajo influencia”— Tu literatura está asentada en la hibridez, casi como principio constructivo en un punto, ¿no? En Derroche eso se ve. Y si uno se pone a pensar en esta crónica literaria, también hay algo de eso. ¿Qué te pasa con la literatura hibrida, con la escritura hibrida?— Me da un poco ese aire del que te hablaba; ese aire en el sentido de posibilidades infinitas. Para mí hay una cosa muy de juego, de mancharte. De placer. Para mí hay algo de la infancia en la escritura en el sentido de que no está todo tan encasillado y todo lo que debe ser y no sale. Entonces, para mí esta cosa de empezar a mezclar materiales…— De incrustar textos de otros o documentos.— Sí. Es como si te dijera que va a ese lugar. Para mí es muy importante mantener eso. Hay como una cosa del lugar de enunciación. Viste que, por ahí, vos ves que hay narrativas que están muy interesadas en narrar una historia. Hay otras interesadas en sentar bases de ciertas cosas. En cuanto a la forma muy concreta de la hibridez, es algo que me empezó a pasar mucho con Falsa calma. Yo hasta llegar a Falsa calma casi no había leído no ficción. Era una lectora adicta de novelas y cuentos. Y bastante poesía también. Para mí la irrupción de la no ficción fue una maravilla. A partir de entonces, en este libro no pude evitar que apareciera algo de la ficción o del trabajo con la lengua y, después, en la novela no puedo evitar que aparezca lo documental. Me gusta. Me parece que, además, es una buena forma de narrar, de expandir las narraciones.Seguir leyendo:Adelanto de “Derroche”, de María Sonia CristoffDe boca en boca: cartas desde el más allá, una hija de anarquistas y un chancho salvaje en “Derroche”, la novela de María Sonia CristoffUna amistad indescifrable regada con la sangre de un choque de alto impacto: así empieza “Bajo influencia”
Dilemas del escritor como trabajador
La Feria de Editores (FED) se encuentra en pleno desarrollo mientras estas líneas son publicadas. El evento anual ya se convirtió en un clásico. Las editoriales “independientes” convocan multitudes ávidas de encontrar libros de todos los géneros, con los que alimentar a sus bibliotecas y espíritus. La definición de “independiente” se realiza mediante una principal oposición: no son las grandes empresas multinacionales de la industria del libro. De allí en adelante, pequeñas, medianas, relativamente grandes, nacionales, extranjeras (sobre todo españolas y mexicanas) se dan cita para promocionar el producto del esfuerzo y la vocación de publicar. Un oficio que en Argentina ha tenido grandes maestros e hitos del libro en español, y que hoy se manifiesta en un legado profuso y entusiasta. Tanto como hay lectores ansiosos por adentrarse en el entusiasmo propio de aquellos que ejercen el oficio de escribir.La FED, que se desarrolla en el Complejo Art Media, se diferencia de la tradicional Feria del Libro, por ejemplo, por la cercanía entre el libro y los lectores. Cada stand es atendido por los mismos editores o por libreros (o ready made libreros) y con la presencia de muchos de los escritores, argentinos al menos (que también recorren la feria en tanto lectores ellos mismos). Además hay charlas, mesas debate y actividades para los más chicos.Te puede interesar: El discurso completo de Selva Almada en la apertura de la Feria del Libro de RosarioLa FED 2023 se realiza este fin de semana en Buenos Aires (Foto: gentileza Feria de Editores)En fin, es una buena costumbre en épocas en que el objeto libro es un bien suntuario para la mayoría de la población, crisis económica mediante; con una industria golpeada por los años de pandemia, que no recibe beneficios como sojeros, mineras, siderúrgicas y entidades financieras (todo excedente económico general va a parar a manos del FMI, dicho sea de paso). Por otro lado, justo al iniciarse la FED, la Unión de Escritoras y Escritores, una de las entidades que se proponen como gremio de quienes ejercen el oficio de escribir (las otras son la decorativa SADE y la SEA), publicó en sus redes el siguiente texto:“Llega agosto y con él, la comunicación de las editoriales informándote las regalías correspondientes a los libros vendidos en el semestre. En el mail suele leerse: ‘Los pagos locales se realizarán entre el 28 de agosto y el 8 de septiembre, pudiéndose demorar otras 48 hs’. Es decir, un pago semestral que sucede recién a los ocho meses, con suerte”.Sumémosle a esta ecuación que quienes somos escritores recibimos apenas el 10% de cada libro vendido. Ahora sumémosle un contexto inflacionario anual del 142, 4 %.Volvamos al mail inicial: “si una editorial te explica hoy que lo que vendiste en los primeros seis meses lo vas a cobrar en agosto o septiembre, en un país tomado por la inflación, alguien sale perjudicado y alguien se beneficia, ¿no?”.Karl Marx (1818-1883)El eslabón más débil de la cadena de la industria editorial es el escritor. Y surge como siempre la discusión acerca del escritor como trabajador. Un tema difícil.El escritor produce. He allí una obra, un trabajo. Examinemos la teoría económica para decidir si corresponde la categoría “trabajador”. Para Karl Marx (ojo, no se lo cita caprichosamente, sino porque es el pensador que con mayor eficiencia teórica y perspectiva histórica definió las relaciones que se materializan en torno al trabajo humano y a la sociedad de clases que se cristaliza mediante la apropiación –por parte de unos pocos– de la riqueza que la fuerza de trabajo produce), el trabajo es una actividad específica de un individuo mediante la cual puede expresar su humanidad. Esta materialización del “ser humano” mediante el trabajo, cobra vida en un producto que es externo al individuo. Es creado por él y al mismo tiempo el propio hombre creador sufre modificaciones en su constitución. Hasta ahí, tout va bien.Ese trabajo es producido por la fuerza de trabajo, en este caso, del escritor. Según El capital de Marx , la fuerza de trabajo es “el conjunto de las facultades físicas y mentales que existen en la corporeidad, en la personalidad viva de un ser humano y que él pone en movimiento cuando produce valores de uso de cualquier índole”. En ese marco, el salario es el valor para producir esa fuerza de trabajo. El plusvalor es la parte de excedencia que la fuerza de trabajo produce y que el capitalista se apropia en el marco de las actuales condiciones del sistema de producción.Ahora, la definición es clara respecto a la pertinencia de nombrar como trabajador al escritor. Más difusa se pone la cuestión al analizar cómo los capitalistas, es decir, las editoriales (pequeñas, medianas, grandes, megaeditoriales) pagan por la mercancía, fuerza de trabajo del escritor. Es que, como señala el texto de la Unión de Escritoras y Escritores, el pago de regalías a los escritores se realiza cada seis meses. Por lo general, al escritor le corresponde el 10% del precio de venta al público de cada ejemplar vendido.Por cada libro vendido, al escritor le corresponde el 10% del precio de venta al público (Foto: REUTERS/Marcos Brindicci) (MARCOS BRINDICCI/)Si consideramos que en la Argentina de 2023 el precio de un libro es de alrededor de 5.000 pesos, al escritor le corresponden 500 pesos por cada libro vendido. Las tiradas de la mayoría de los libros editados rondan los 1.000 ejemplares. Si se vendiera toda la tirada, un éxito, corresponderían 500.000 pesos que, divididos, por los 6 meses del semestre, resultarían en 83.000 pesos por mes. Una cifra muy inferior al salario mínimo, que ya se encuentra por debajo de la línea de pobreza.Perdón el enmarañamiento de cálculos en esta columna, pero la intención es señalar que la gran mayoría de los escritores no alcanzan, de manera material, a sostener el valor de lo que producen con lo que obtienen al vender su fuerza de trabajo a las editoriales. Se pueden contar con los dedos de las manos los escritores argentinos que viven de las regalías de sus textos. El resto no se dedica puramente a escribir, sino que realiza trabajos relacionados con la literatura (talleres, docencia, periodismo, etcétera) o directamente otro tipo de trabajos relacionados con cualquier otra rama de la producción. O son magnates y escriben por el puro placer de escribir, que parecen ser un mito. Pero que los hay, los hay.En la Argentina el Estado, a través del Fondo Nacional de las Artes, otorga algunas becas a proyectos concretos en el área de Literatura u otorga premios a obras presentadas a concursos. Es otra forma de estímulo pero que se realiza una sola vez –es decir, el monto del premio o la beca debería ser dividido por el tiempo que insume la creación de una obra o la reproducción de la fuerza de trabajo que la creó–.Fondo Nacional de las Artes (Foto: Ricardo Alberto Maciel) (Ricardo Alberto Maciel/)Es complicado ser escritor, en tanto trabajador.¿Podría ser diferente? Señalemos la experiencia mexicana. Todos los años la Secretaría de Cultura, a través del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales convoca al ingreso al Sistema Nacional de Creadores de Arte (para creadores –en distintas disciplinas pero la mayoritaria se centra en los creadores literarios– mayores de 35 años con una trayectoria artística comprobable, aunque también existe otra línea para jóvenes con o sin obra publicada) que otorga, a los ingresantes elegidos por sus pares y en concurso, un estímulo mensual, por tres años, de 32.173 pesos mexicanos (esto equivale a 1.884 dólares por mes).Debe haber otras opciones a imitar, pero sería tiempo de pensar que el Estado reconozca a los escritores como tales y les otorgue un salario, así sea por un tiempo limitado, para poder usar su fuerza de trabajo en una nueva realización que llegará a manos de los lectores, probablemente, en una FED que cobra vida como la que se realiza actualmente en Buenos Aires.Seguir leyendoEl discurso completo de Selva Almada en la apertura de la Feria del Libro de RosarioComienza la Feria de Editores: en la variedad está el gustoExpectativa y realidad: cómo trabajan las editoriales independientes argentinas en el exterior