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Una muestra recrea el taller donde Picasso creó algunas de sus grandes obras en simultáneo

En el verano de 1921, Pablo Picasso, encerrado en un pequeño garaje en la localidad francesa de Fontainebleau, pintó tres de sus cuadros más emblemáticos: las dos versiones del cubista “Tres músicos” y el neoclásico “Tres mujeres en la fuente”.Lo hizo de forma simultánea, usando estilos totalmente diferentes, y es este curioso momento en la carrera del artista lo que el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) quiere recrear con su nueva exposición, Picasso in Fontainebleau.La muestra, que abrió sus puertas al público el domingo, 8 de octubre, coincide con las celebraciones del Año Picasso, que marca los cincuenta años del fallecimiento del pintor, en 1973, con una serie de exposiciones y eventos por todo el mundo.La conservadora del MoMA Anne Umland, principal responsable de “Picasso in Fontainebleau”, dijo que espera que su trabajo sirva para abrir una nueva ventana a la obra del genio malagueño, ya que “todavía queda mucho por conocerse sobre Pablo Picasso”.Un viaje personalLa idea de la muestra, explicó Umland, tiene sus raíces en los años 90, cuando la experta comenzó a trabajar en el museo neoyorquino.Entre las obras que más le impresionaron entonces se destacaban “Tres mujeres en la fuente” y una de las versiones de “Tres músicos”, ambas parte de la colección permanente del MoMA (la otra versión de “Tres músicos” suele exhibirse en el Museo de Arte de Filadelfia, en Pensilvania, aunque estará en Nueva York mientras dure la exposición de Fontainebleau).EFELa idea de que ambos cuadros fueron pintados de forma simultánea “desafiaba todas las nociones” sobre la interpretación tradicional de la división que existe entre el arte moderno y el arte clásico, explicó la mujer.“Creo que para mi generación la división entre lo abstracto y lo figurativo todavía está muy presente”, explicó Umland, para quien poner en duda este tipo de nociones asentadas se ha convertido en una parte central de su trabajo.La conservadora espera que, mostrando estas obras juntas por primera vez desde que fueron ideadas, el público vea que Picasso tiene una identidad más compleja de lo que generalmente se asume cuando se lo identifica simplemente como un vanguardista.Un garaje francés en pleno ManhattanPara sumergir a los visitantes en el estado mental que llevó a Picasso a realizar simultáneamente dos obras aparentemente contradictorias, la curadora y su equipo se propusieron recrear su estudio de Fontainebleau en pleno centro de Manhattan.Echando mano de las pocas fotografías que hay disponibles del garaje donde el artista trabajó durante aquel verano de 1921, Umland colaboró con un arquitecto para imaginar las dimensiones del espacio y la posición de los cuadros.EFEEsta pequeña sala, a medio camino entre la primera galería de la exposición y la segunda, sirve de corazón de toda la muestra y permite observar el contorno de los lienzos tal y como habrían colgado de las paredes del estudio veraniego de Picasso.Pero los cuadros reales se muestran en un espacio mucho más amplio, unos pocos pasos más allá, junto a una segunda versión de “Tres mujeres” en tiza roja que se cree fue elaborada al mismo tiempo, pero de la que no hay fotografías que la ubiquen en el garaje.Alrededor de las monumentales obras cuelgan diversos trabajos más pequeños de la misma época que muestran el diálogo constante entre vanguardia y tradición que caracteriza este período del genio malagueño: perfiles neoclásicos de mujeres junto a deconstrucciones cubistas de instrumentos musicales.Una de las series más interesantes, sin embargo, es la compuesta por los dibujos sobre papel que el artista hizo al llegar a la casa que alquiló en Fontainebleau, algunos de los cuales han sido cedidos por coleccionistas privados, y en los que se observan fragmentos de su vida familiar y de los alrededores de la vivienda.“No hay arte abstracto. Uno siempre debe empezar con algo. Después puede eliminar toda apariencia de realidad”, se puede leer en una placa junto a los bocetos. La cita, atribuida a Picasso, resume a la perfección esta muestra neoyorquina, que se podrá ver hasta el 17 de febrero del año que viene.Fuente: Efe

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El último fogonazo del genio de van Gogh se exhibe en París

Atormentado, depresivo, encerrado en un laberinto interior levantado en Arles y en el manicomio de Saint-Rémy, en el luminoso sur de Francia, Vincent van Gogh se refugió en mayo de 1890 en la aldea de Auvers-sur-Oise, cerca de París, en busca de una curación a través de la pintura.Allí dejó el último fogonazo de su arte, 74 obras pintadas en apenas dos meses que culminaron su talento creativo, una intensa actividad que durante años se pensó que representaban el ocaso de su genio, pero que una exposición que se inauguró esta semana en el Museo de Orsay de París pretende rehabilitar como una vuelta de tuerca más en la permanente experimentación creativa del pintor neerlandés.“Queremos mostrar que van Gogh exploró en la pintura hasta el final de sus días, que no estaba en decadencia, que su período de Auvers, aunque era menos coloreado o feliz que lo que transparentaban los colores cálidos de Arles o Saint-Remy, seguía preocupado por avanzar, por abrir nuevos horizontes”, explica el curador de la muestra, Emmanuel Coquery.Foto: Emmanuel Cocquery / Musee D’ OrsayAunque la vitalidad sigue presente en la obra, apoyada en colores más fríos, en azules más presentes, Auvers no fue el bálsamo esperado por el pintor, que acabó disparándose en el pecho el 27 de julio y falleció dos días más tarde en el albergue de la localidad donde residía.La gran pinacoteca del impresionismo ha conseguido reunir 45 de las obras de aquel período, muchas de ellas préstamos casi exclusivos del Museo Van Gogh de Amsterdam, que apenas las había dejado salir hasta ahora de sus muros.“Estos cuadros tan particulares, reunidos juntos, van a dar una visión que va a sorprender a muchos que creen conocer a Van Gogh”, agrega Coquery sobre la muestra, que estará abierta hasta el 4 de febrero del año próximo.Recibidos por el penúltimo autorretrato del pintor, un conocido cuadro que lo acompañó en su estancia en Auvers, los visitantes descubrirán que su vigor estaba intacto al igual que su talento.”Les Vessenots en Auvers” de Vincent van GoghDe su pincel salieron cuadros que no expresaban su verdadero sentimiento, cree Coquery, aunque el propio artista confesó que su retorno al norte, que le recordaba a su Brabante natal, le hizo albergar en un inicio esperanzas de curación.Auvers, fuente de inspiración“Auvers fue una gran fuente de inspiración. Le sorprendió, no se esperaba tantos temas nuevos para él, las casas, los campos, la iglesia, no hay otros cuadros de edificios en su obra como ese. No paró de dibujar, de pintar, fue un manantial de inspiración permanente”, asegura el curador.Pero apenas pintó seres, una señal de que si bien la tristeza que sentía no se trasladó a los cuadros, sí lo hizo la soledad, apenas mitigada por un puñado de amigos.Posiblemente Auvers no sanó sus males, pero tampoco fue un punto y aparte en su carrera, la de un autodidacta de la pintura que se pasó la vida buscando la legitimidad que nunca tuvo por formación y que no dejó de experimentar hasta el último aliento.Operarios colocan un autorretrato de van Gogh para la exposición (Foto: EFE/EPA/Vickie Flores) (VICKIE FLORES/)“Nunca paró de experimentar, de buscar nuevos horizontes. Era un pintor inseguro que necesitaba siempre progresar, inventar”, señala el curador, que destaca que en su última etapa se lanzó a buscar nuevos formatos, inéditos en la época, telas de 50 centímetros por un metro que él mismo cortaba y con las que quería abrir una nueva perspectiva al arte.La muestra del Museo de Orsay ha reunido once de las doce joyas que pintó en esos cuadros, reunidas en una misma sala luminosa y viva, entre las que figura también un extraño cuadro de raíces, considerado el último que salió de su pincel, pintado el mismo día en el que una bala le atravesó el pecho.“Van Gogh acudió a Auvers en busca de una curación a través de la pintura, pero también a través del retorno a las raíces. No sé si Auvers lo sanó, porque aunque en su obra hay elementos que así lo indicarían, lo cierto es que se suicidó. Puede que en Auvers entendiera que su obra estaba culminada, que el trabajo estaba ya acabado”, apunta Coquery.Fuente: EFE

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El sobrino nieto de Luis Ángel Firpo y una obra de teatro que recrea el primer “combate del siglo”

La obra “17 segundos” se presenta en el Centro Cultural de la Cooperación durante el “Día del boxeo argentino” (Foto: Judit Gutiérrez)En el primer piso del museo Whitney de Nueva York está colgada Firpo & Dempsey, una pintura de George Bellows, uno de los grandes de las artes plásticas estadounidenses. Fue terminada en 1924, justo un año después de la “pelea del siglo”, que enfrentó a nuestro Luis Ángel Firpo con Jack Dempsey, quien por entonces hacía cuatro años que retenía la corona mundial de los pesados. La pintura de Bellows captura el instante en que Firpo saca de un brutal gancho al campeón mundial del cuadrilátero y lo tira, patas para arriba, por encima de las cuerdas. “El toro salvaje de las pampas”, como lo apodaron los periodistas yanquis, debió haber ganado la pelea ahí por dos razones estrictamente reglamentarias: Dempsey fue ayudado por terceros a regresar al ring y hacerlo le tomó 17 larguísimos segundos que el árbitro se abstuvo de contar. En el segundo asalto, el campeón defensor metió un par de buenas manos y Firpo se dio por noqueado, observando de reojo las primeras filas del ringside, donde se sentaban los mafiosos italoamericanos que apadrinaban la carrera de su contrincante.Este 14 de septiembre se cumplen 100 años de la llamada “pelea del siglo” (llegarían varias más, como la de Ali-Foreman en Kinshasa, pero ésta siempre guardará el honor de haber sido la primera). Un evento que, por muchas razones, dejó marcas profundas en la cultura popular tanto de la Argentina como de los Estados Unidos. Con motivo del centenario, en ambos países tendrán lugar numerosas evocaciones, pero la más singular ocurrirá este jueves en el porteño Centro Cultural de la Cooperación, donde se presentará 17 segundos, una obra teatral escrita y protagonizada por Emilio Firpo, sobrino nieto del boxeador. Entre el monólogo y el biodrama, la obra indaga en la narrativa de este mito del boxeo argentino, a partir de las tensiones entre su faceta pública y la intimidad familiar, marcada tanto por la admiración como por los rencores. Y con aquel combate en el estadio Polar Grounds de Nueva York como referencia retumbante e ineludible.Emilio Firpo, autor y protagonista de “17 segundos” (Foto: Judit Gutiérrez)“Fue durante el parón de la pandemia cuando los recuerdos familiares del boxeador se empezaron a agolpar en mi cabeza, anécdotas y memorias que escuché a lo largo de toda la vida, que pasaron de mi bisabuelo a mi abuelo, y de ellos a todos los demás”, cuenta Emilio Firpo, que le dio forma al texto teatral en el taller de la prestigiosa dramaturga Sandra Frazen. “Mi bisabuelo y Luis Ángel vivieron juntos toda la infancia y la adolescencia, fueron muy compinches, casi como hermanos, pero se distanciaron a partir de que el boxeador comienza a hacerse famoso. El título de la obra –que cuenta con la dirección de Marina Doudebbes y Judit Gutiérrez– se refiere por un lado a esos 17 segundos que marcaron la mitología de la pelea con Dempsey, pero también a los segundos que Firpo pasó a solas con el cuerpo de mi bisabuelo en su velorio, proponiendo un relato que va y viene entre los planos de la fama y de la intimidad de la historia familiar”.—¿Qué revela la obra de ese costado personal, familiar, de Firpo?—Mi bisabuelo falleció en un accidente de trabajo. Era un herrero muy conocido que, entre otras cosas, realizó la herrería de la mayólica del Teatro Colón. Siempre fue un laburante, un tipo de barrio que no tenía mucho que ver con la gente con la que comenzó a codearse su primo famoso. Cuando se entera del accidente –muchos años después de la pelea y tras mucho tiempo sin verse–, el boxeador se presenta en el velatorio y pide que salga todo el mundo de la sala, para quedarse a solas con su primo, que había sido como un hermano para él. Ese episodio se convirtió en una especie de enigma familiar, una fuente de especulaciones que yo en la obra decidí abordar desde la ficción. ¿Qué cosas dijo Firpo ante el cuerpo de mi bisabuelo? ¿Le contó cómo conoció a su mujer? ¿Le habló de su amistad con Gardel, de las noches de juerga que compartían en el Abasto? ¿Le pidió perdón por haberse alejado? La obra va y viene permanentemente entre estos dos espacios, el público y el personal. Con bastante humor va recorriendo su carrera profesional y también su vida más íntima, trazando el arco de un pibe de barrio que comienza como cadete de farmacia y termina siendo uno de los boxeadores argentinos más famosos de todos los tiempos.La obra va y viene permanentemente entre el espacio público y el personal en la vida de Luis Ángel Firpo (Foto: Judit Gutiérrez) (Photographer: hqfstudio.com/)—¿El hecho de realizar esta función en el centenario del combate te resulta de una significación especial?—No fue algo planeado, pero sin dudas es especial presentar la obra en el marco del centenario de la pelea, por todas las implicancias que tiene. El combate significó el inicio del boxeo profesional en la Argentina, de hecho la licencia de Firpo fue la primera en expedirse en el país. Y es partir de la repercusión popular de la pelea que se autoriza la práctica del boxeo, que hasta entonces funcionaba de manera bastante clandestina. Además marcó varios otros hitos históricos, como haber sido la primera transmisión de radio internacional, seguida por más de diez mil personas desde aparatos que se montaron en la calle. Para la Argentina de 1923 fue como un mundial de fútbol y Firpo generaba algo parecido a lo que genera hoy Messi.—Las familias son siempre mundos aparte, ¿cómo se vivía en la tuya la presencia de un personaje de estas características?—En la familia siempre hubo tensiones en relación a la figura del boxeador. Mi abuelo Héctor y su hermano Pocho fueron de chiquitos a sus peleas y para ellos era una referencia total. Ir a visitarlos a la casa en la que ambos vivían en Avellaneda era escuchar una y otra vez los mismos cuentos. Por otra parte, mi bisabuela lo odiaba, lo defenestraba siempre que podía, porque decía que Luis Ángel nunca había ayudado a la familia, siendo que todos eran laburantes muy humildes. Para la familia, el boxeador nunca dio una mano y tenía fama de “cocodrilo en el bolsillo”. Y al mismo tiempo, sobre todo para los hombres, era una especie de héroe.”En la familia siempre hubo tensiones en relación a la figura del boxeador”, cuenta Emilio Firpo (Foto: Judit Gutiérrez) (Photographer: hqfstudio.com/)—¿Descubriste en el proceso de la obra cosas que no se conocían de Firpo y su mitología?—Sí, a partir de la investigación que realicé aparecieron muchos testimonios grabados de mi abuelo –muchos de los cuales aparecen en la obra– en los que relata cosas que el boxeador le reveló a la familia, como que la pelea estuvo influenciada en muchos sentidos. Antes del combate le ofrecen a él arreglarla, pero se niega rotundamente. Lo loco es que le ofrecen arreglar que sea una derrota o una victoria, por lo que se infiere que a Dempsey también lo tenían hablado. La intención, obviamente, era que supieran el resultado de antemano para ganar en las apuestas. Y también que de alguna manera él decidió terminar la pelea en el segundo round, porque veía que el contexto ya estaba totalmente en contra, tras lo que había pasado en el primer asalto. En la filmación del combate –que está en Youtube– se puede ver con bastante claridad que Firpo no parecía ni muy golpeado ni muy agitado cuando se produce el knock-out. Según los relatos de los hombres de mi familia, Luis Ángel decía que decidió perderla porque entendía cuál era el contexto.Al Capone –nada más y nada menos– era uno de los patrocinadores de Dempsey y las apuestas de la mafia ya estaban hechas a su favor. Sabía que no lo iban a dejar ganar de ninguna manera. Y no lo decía como queja, lo aceptaba como algo natural. Por eso nunca exigió revancha. Otro aspecto no muy conocido es que él se armó la gira solito, consiguió patrocinadores y fue en Estados Unidos donde logró la posibilidad de pelear por el título. En muchos sentidos, Firpo fue un tipo que se hizo a sí mismo de una manera muy impresionante. Al ser tan grandote, laburaba de joven como cobrador de una fábrica de ladrillos de la familia Bunge. Una vez lo quisieron asaltar tres tipos cuando salía con la recaudación: noqueó a dos y el tercero salió corriendo.Ahí Félix Bunge lo invita a su casa en la avenida Alvear, donde funcionaba el Buenos Aires Boxing Club, y empieza la relación de Firpo con el boxeo. Cuando vuelve de Nueva York, pelea un tiempo más pero después ya se dedica de lleno a los negocios, primero en ganadería y luego como importador de los autos Studebaker. A diferencia de lo que suele pasar con muchos peleadores, a él le fue muy bien económicamente. Fue, incluso, miembro de la Sociedad Rural. Raro destino para un boxeador, ¿no?Este 14 de septiembre se cumplen 100 años de la pelea entre Firpo y Dempsey (Foto: Judit Gutiérrez) (Photographer: hqfstudio.com/)Una de las razones por las que la pintura Firpo y Dempsey es tan popular en Estados Unidos tiene que ver con que Dempsey era un tipo bastante odioso, con un talante arrogante y provocador, demasiado vinculado con la mafia. Fue por eso que Bellows lo retrató en caída y vergüenza. Muchos años más tarde, Dempsey se mandó a hacer una copia y la exhibía socarronamente en un restaurante muy famoso que puso en Manhattan tras colgar los guantes (que aparece en una escena clave de El Padrino).La pintura aparece en una escena de Buenos muchachos, de Scorsese, aquella en el bar de los mafiosos, cuando están a punto de ahorcar al pesado de Maury. Y también en aquel capítulo de los Simpsons donde Homero se larga a boxear. En la cultura popular, Dempsey estará eternamente cayendo del ring. Una dulce venganza para el “toro salvaje de las pampas” que, cien años más tarde, sonríe ahí donde esté.* Única función de 17 segundos: jueves 14 de septiembre, 20 hs. Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1543.

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10 artistas jóvenes para conocer en arteba

10 artistas jóvenes para conocer en artebaNo es un ranking, ni tampoco un estudio de mercado, sino una selección subjetiva de artistas jóvenes, nacidos todos en democracia, de la que este año se cumplen 4 décadas, que tienen prácticas artísticas disímiles, que van de la pintura a la escultura, del uso de las nuevas tecnologías a la potencia del grafito o lo textil, y que, por supuesto, tampoco indagan en los mismos temas.Arteba abrió las puertas el miércoles para invitados y coleccionistas en el Centro Costa Salguero y a partir de hoy lo hace para el público en general. Infobae Cultura recorrió la feria más importante del país de la que participan 58 galerías (divididas en dos secciones: Principal y Utopía) y de la forman parte 400 artistas del país y el exterior, y de la que selección este decálogo de creadores.Lucrecia Lionti (San Miguel de Tucumán, 1985)Lucrecia LiontiLa artista tiene una obra que recorre los textiles, collages, dibujos, pinturas, objetos e instalaciones, en los que siempre propone algún tipo de juego sobre la alteridad y la construcción del sentido a partir de las palabras, como también reflexiona sobre los contrastes entre la vida contemporánea y las tradiciones, lo actual y la historia, sea de las sociedades o del arte.Sus dos obras en Barro (Stand 27, Sección Principal) justamente proponen ese tipo de juegos a partir de las marcas de dos prendas (una campera tipo college extra oversized) y un morral típico del norte, también en gran formato, en que las iniciales de su firma (LL) se presentan de una manera como lo hacen las grandes casas de moda como Gucci.”IA” (Inteligencia Artificial) y morral, obras de Lionti en Barro “Ella teje a mano, todo lana de oveja natural. Su trabajo es como una paradoja, como algo ridículo, que hace juego para exponer lo artesanal y lo súper moderno”, explican desde el espacio.Licenciada en Artes Plásticas por la Universidad Nacional de Tucumán 2003-2008, continuó su formación en Programa de Artistas 2010 y Laboratorio de Cine 2011 en Universidad Torcuato Di Tella. Tuvo cuatro muestras individuales y participó de múltiples exhibiciones corales. Sus obras ya se encuentran en las colecciones de los museos Castagnino + MACRO (Rosario); Museo de arte Moderno (Buenos Aires); Museo Reina Sofía (Madrid, España), y Le 19 CRAC (Montbéliard, Francia).Te puede interesar: De Berni a los NFT: arteba abre al público con una agenda que funde tradición y vanguardiaPorkería mala (San Pedro, 1994)La porkeria mala con algunas de sus pinturas “sobre lo cotidiano” Explica que no usa el nombre de su DNI porque “la persona también es una invención, una ficción” y que él es su propio invento, luego de una serie de fotos con representantes del museo Franklin Rawson de San Juan, que adquirió una de sus pinturas.La Porkería mala presenta una serie de pinturas en acrílico (con detalles en óleo para dar cierta corporidad en algunos detalles) de los últimos años con un estilo “de los ‘80″, con una herencia de Marcia Schvartz, y que surgen de “la vida cotidiana, que se puede leer como marginal quizás por el exceso del uso del símbolo, el agua derramada, el zapato, los bichos, las colillas de cigarillos, pero que en sí son una muestra de la vida, la tragedia de vivir”.Dibujos de “La comparsa drag”, adquiridos por el Museo Moderno También se presentan en el NN (Utopía, 48) dibujos en birome, “con lo que tenía a mano”, realizados durante el encierro de la pandemia. “Yo pertenecí a un colectivo, la Comparsa Drag, un grupo de maricas y gente decente que armábamos performance en la calle, salíamos más que nada por Corrientes y otros lugares de Buenos Aires a hacer escándalo en la vía pública. Estos dibujos los hice en una época que estaba bastante triste y sola y recordaba un poco eso”.Las obras de la artista tienen una potencia gestual absorbente, como un Lucian Freud en ácido y poseen, en sus expresiones, una espera, una insatisfacción y también alegría. Sobre su formación, dice, estudió Artes Visuales, para farmacéutico, serigrafía, pero abandonó antes de recibirse.Jimena Losada (Mendoza, 1990)Jimea LosadaLosada es una pintora de mano académica, detallista, con una pincelada de trazo muy fino, a tal punto que es un gesto casi invisible, y con técnica que se observa en el cuidado de la forma y el armado arquitectónico. En ese sentido, recurre a cierto imaginario neoclásico, pero a partir de atmósferas que tienen conexiones con cierto surrealismo y con la pintura metafísica.En Pasto Galería, se aprecian una serie de obras que realizó para la muestra Fangal, que se realizó en julio en el espacio de San Telmo, barrio al que se mudó desde Rosario, donde también residió por unos años.”Fangal II”, “Hermana” y “Fangal”, óleo sobre lienzo de de Jimena Losada Justamente, este cambio de escenario la motivó a crear a Fangal, personaje de algunas piezas, que surge a partir del fileteado porteño. “Trabaja mucho los pasos de tonalidades y las luces y sombras, siempre con colores muy oscuros. Antes de pintar hace unos fondeados negros siempre primero, entonces cuando comienza la pintura que vemos ya le sacó toda la luz”, comenta César Abelenda, directo de la galería.Licenciada en Artes Visuales por la UNCuyo, formó parte del colectivo artístico Cerda 2009-20011 y participó de muestras colectivas en Mendoza del 2011 al 2016. Hasta el momento, tuvo 3 muestras individuales, una en cada provincia. Para los que pasen por el espacio, que se encuentra en la Sección Principal (Pabellón A Stand 17) también es muy recomendable la obra de otros sub 40, como las esculturas en madera tallada por Federico Cantini (Rosario, 1991) y, si nos vamos del país, las obras del peruano Iosu Aramburu (Lima, 1986).Te puede interesar: Eduardo Costantini, primer premio al coleccionismo de artebaTrinidad Metz Brea (Buenos Aires, 1994)Trinidad Metz Brea En Aura VTV (Utopía, stand 44) se encuentran tres trabajos de esta artista que se especializa en la escultura y que trabaja a partir de la impresión 3D, a partir de los que crea escenarios que desbordan mitología, como al a vez cierto arrumbamiento de la composición del medioevo.En el mural La lengua, la espada y la máquina, “se toma un concepto y se acomoda para crear universos entre utópico y distópico, de criaturas alienígenas extrañas, en naturalezas extrañas”, comenta a Infobae Cultura. Y agrega: “Me gusta la idea de agarrar lo que es el alto y bajo relieve y traducirlo en clave digital en algún mundo. Que de esa apariencia de un tallado a mano, pero que es todo modelado digitalmente”.Detalle de “La lengua, la espada y la máquina”, y las dos esculturas de Metz BreaLicenciada en Artes Visuales en la UNA, en 2019 tuvo su primera muestra individual “Nada que lastime” en la Galería CPU, Palacio Barolo. En 2020 formó parte de las muestras “Toque de Seda” en Quimera Galería y “Mientras mi sueños sangran” en Fundación El Mirador, donde un año después tuvo un solo show, “La Motherboard”. Del 2016 al 2019 gestó KIDZ, un colectivo artístico y autogestivo LGBTIQ+. Además, fue parte de muestras en CC Recoleta, los centros culturales San Martin, CCK y Haroldo Conti; las galerías Gachi Prieto, Nora Fisch y Pasaje 31 entre otras. En 2021 obtuvo el Premio en Obra de arteba y en la edición 2021-2022 de La Bienal de Arte Joven, su obra Delicia fue seleccionada en la convocatoria Artistas Visuales.Luego también se encuentran dos escultura, una colgante, La pantanosa, que a partir de la impresión trabajó con técnica de “masillado para refinarla”. “Busco incorporar lo que es las nuevas tecnologías, que es algo que aprendí de manera autodidacta, con una tradición de oficios y técnicas en el acero”, comenta, sobre una obra sin título (pero que podría pasar a llamarse El monstruo de la infancia ha vuelto a atormentarme), que remite a El íncubo (o La pesadilla) que nos observa en la pintura de Henry Fuseli (Johann Heinrich Füssli) del XVIII, en la que realiza un fundición al bronce con patina negra para “moverlo a otros territorios y producir hibridaciones”.Nicolás Santiago (Resistencia, 2001)Nicolás Santiago y “El oráculo” un lienzo repegable, pintado al óleo En la chaqueña Galería Chorizo (Utopía, stand 61), el muy joven artista presenta la instalación Consulta el oráculo, que se compone en el frente por un lienzo al óleo y detrás una serie de cartas en papel cartón, pintadas con fibra y cubiertas por una laca protectora.Autodidacta, Santiago solo tuvo formación en arte en la escuela secundaria y hoy estudia una licenciatura en administración, sin embargo comenta que la inspiración llegó de “un montón de libros de historia del arte” de su abuela, que era profesora en la materia.Detrás, los arcanos mayores“Desde siempre, esas imágenes quedaron en mi cabeza y son como el mi canon de belleza”, y allí se pueden ver desde El Bosco a Brueghel el Viejo, “todo lo que sea arte flamenco me apasiona”, dice, como también mucho de la composición de Remedios Varo. Y agrega: “Las cartas son Arcanos Mayores del Tarot, se han hecho interpretaciones a lo largo de la historia porque son arquetipos, de la muerte del diablo o del auto descubrimiento, por ejemplo. Cada uno trataba de sentirse cómodo haciendo sus propias versiones, yo hice las mías”.“Trato de armar un lugar íntimo, donde la gente se mete a resolver las dudas sobre el futuro, las inseguridades. Vivimos en un mundo en el que no hay misterio, como que no hay más allá, es solamente un engranaje y listo. Quería traer a la gente un lugar donde no todo está resuelto, una especie de mundo mágico, donde existe la incertidumbre”, comenta sobre la pieza que pertenece a una serie “sobre ocultismo, de gente que accedió a un conocimiento que no debía de un Dios que te vuelve loco”.Te puede interesar: La Fundación Corporación América entregó su primer Premio AdquisiciónCandelaria Fernández Coya (Buenos Aires, 1991)Candelaria-Fernández-CoyaFernández Coya trabaja a partir de lecturas, que van de manuscritos del medioevo e historias de hadas a El maestro y Margarita de Mijaíl Bulgákov, por ejemplo, a las imágenes vívidas de los sueños, con una propuesta que toma la mentalidad de collage, en el sentido de una composición que puede mixturar diferentes referencias que no necesariamente, a priori, tienen una conexión.En la Sección Utopía, el espacio de San Telmo El Mirador (Stand 62) presenta cuatro piezas de la artista que posee una licenciatura en Artes Combinadas de la Universidad de Buenos Aires, y trabaja como crítica de arte y en conservación del patrimonio.Candelaria-Fernández-Coya“No realizo bocetos, sino a partir de una imagen que se me presenta, trabajo de derecha a izquierda, con lápices de colores, acuarelas y mis crayones al óleo sennelier. Me interesa que se note el trazo, para ingresar en un tipo de arte más artesanal y donde también dejo que sucedan los accidentes como parte de la obra”, comenta.“Me gusta tomarme mi tiempo para cada obra, creo que la contemplación durante la producción es tan importante como una vez que está terminada”, dice sobre las piezas realizadas sobre papel y a las que les marouflage, técnica para fijar una superficie ligera sobre un soporte más sólido y rígido, en este caso, lienzo.Gisella Mailén Scotta (Córdoba, 1988)Gisella Mailén ScottaLa artista se presenta en Sátelite (Utopía, 50), con una serie de dibujos en lápiz, de trazo potente, irregular y así expresivos, de la serie Un animal demasiado solitario se come a si mismo, surgidos a partir de la lectura Eisejuaz de Sara Gallardo.“Hace rato que vengo como entusiasmada con lo épico, dejándome encontrar con esos grandes relatos, las promesas memorables y cómo se representa la valentía, el coraje, lo que consideramos valiente también dependiendo el contexto y qué nos devuelven esas imágenes y que te enfrentan como a un acantilado”, explica la artista.Gisella Mailén ScottaEn ese sentido, toma la historia del libro, en la que un poblador originario que se convierte al catolicismo, en la que crea personajes que no son ilustrativos del libro, sino que los aborda como a partir de lo que le “despierta a nivel recuerdos, más emocionales” y así, en el acto creativo, se deja abordar por su propio territorio, el de las sierras cordobesas, con las cabras, el cuchillo y el trabajo.Técnica en Artes Visuales en la Escuela Figueroa Alcorta, en 2016 obtuvo el título en la Diplomatura Superior en Dibujo de la misma institución y actualmente cursa una Licenciatura en Artes Visuales en la Universidad Nacional del Litoral. Se formó paralelamente mediante becas de clínicas y talleres del FNA, como también realizó talleres y clínicas con diferentes artistas y formó parte de Trillo Sustentable – La Pinguela – Residencia para artistas, Oberá Misiones, y de Manta-taller – residencia de arte, San Martin de los Andes.Te puede interesar: Llega Affair, una feria colaborativa de arte contemporáneo que busca nuevos públicosEmilia De las Carreras (Buenos Aires, 1989)En el stand de Galería Grasa (Utopía, 51), la obra se introduce a la obra de una artista que trabaja con una de las temáticas que interpela a las nuevas generaciones, con la cuestión del cambio climático y la huella del hombre presente, a partir de piezas en las que aparecen caracoles, chapitas de latas de aluminio descartable, y osamentas (artificiales).“Trabaja a partir de la recolección de residuos tanto orgánicos como inorgánicos y combinándolos va muy a tono con lo que es la idea del Antropoceno, que es el impacto o el ser humano como factor de cambio geológico en esta época”, sostiene Torcuato González Agote, director del espacio.“Podríamos imaginar que sus obras son de algún modo como piezas arqueológicas futuras de este presente, lo que uno de repente encuentra en una excavación, como esa mezcla y el resultado de justamente de un organismo combinado”, agrega.Emilia de las Carreras es licenciada en Artes Visuales de el I.U.N.A. Realizó clínica de obra con diferentes artistas; participó de muestras colectivas, entre otras, en Munar, Museo MBA- MAC, La Alianza Francesa, Bikini Wax (México), CAC (Ecuador) y tuvo individuales en Gachi Prieto Gallery, No Lugar (Residencia en Quito), Proyecto A, Espacio Qubo Quimera Galería y en Grasa. Fue seleccionada en la Beca ABC, Proyecto PAC 2014, y en 2018 becada para el programa de formación de ArtistasxArtistas, y Spooky Vision. Fue ganadora del concurso Proyecto A ,donde realizó su muestra individual “Luego, con los restos armarse”. En 2019 fue seleccionada en la Bienal de Arte Joven y Premio Itaú Cultural. Actualmente es parte del equipo docente de Vergel, en el programa “Pintando en el Hospital” y asiste al Programa de Artistas Torcuato Di Tella.Roja (Comodoro Rivadavia, 1987)Roja Pionera (Utopía, 57), espacio de Pinamar que abrió hace dos años y que participa por primera vez de la feria, introduce a esta artista textil que trabaja temas “medio catastróficos, utópicos también y con un tinte humor”, comenta Eugenia Amodio, una de sus directoras.Roja teje a mano cada uno de los tapices en lo que se mezclan elementos de la cultura pop, a partir de escenarios que tienen desde elemento bíblicos, apocalípticos, a cuestiones más fantásticas. La violencia y el amor conviven en las piezas, pero aparecen matizadas en una simbiosis y que se presentan en una elección de colores con fuertes contrastes.Obras de Roja Trabaja a partir de pocas demarcaciones previas, “con un pequeño plano” con el punteo de alguna figura en particular, y a partir de allí comienza a jugar con las formas “con un estilo muy libre, sin buscar algo predeterminado”.Estudió artes plásticas en la UNLP con orientación a cerámica y grabado; maquillaje y vestuario en la escuela de teatro de La Plata y realizó talleres de efectos especiales en FX, como de Dirección de arte en el SICA y cursos de bordado en el taller border con Florencia Russi y en la TAE (Escuela del Teatro Argentino). Desde el año 2010 trabaja en dirección de arte, donde realizó videoclips, películas y series. Participó en muestras colectivas en La Plata, Buenos Aires, Estados Unidos y Países Bajos.Lucila Palladino (Buenos Aires, 1991)Lucila PalladinoEntre los representado por Luogo (Utopía, 49), galería de Rafaela, Santa Fe, se encuentra esta artista de matriz dibujante, así por lo menos ella se considera, pero que tomó la escultura en cerámica como segundo lenguaje al haberse críado, justamente, con una profesora en este oficio.“Me considero dibujante y me interesa trabajar con el grafito, con el que hago dibujos en muy gran formato y en una de esas búsquedas empezó a ocurrir que cuando borraba aparecían estas formas, estos seres oscuros, estos animales en algunos casos, que son medio armadillo, medio humano, o las babosas”, explica Palladino.Las criaturas aparecidas de PalladinoA partir de estas apariciones que parecen surgidas de lo más profundo del mar en algunos casos, comenzó a mutar hacia el trabajo en cerámica, del que también es profesora. Y agrega: “Entonces con la cercanía con el material y la posibilidad de la experimentación salen estos animalitos, que se van poniendo en el cuerpo, que pueden subirse a uno, que están moldeados así, y la idea es un poco que se genere como un movimiento, que tengan vida propia”.Profesora Nacional de Arte egresada de la UNA, actualmente se encuentra cursando la Licenciatura en Arte, en la misma Universidad. Trabaja como artista y docente en espacios formales y en talleres. En 2014 viajó a Oaxaca, México donde estudió Litografía, grabado y cerámica en el taller Rufino Tamayo, entre otros talleres.Seguir leyendoSemana del Arte: 8 obras para recorrer Buenos Aires¿Resistencia, refugio o adorno?: cultura en tiempos de incertidumbre por la crisis

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La vida en podcast: los recomendados de agosto

Hay cierto desamparo en el momento cuendo termina una serie de podcast que se ha disfrutado mucho. Cuando es muy buena, invita a sumergirse en ese universo construido por sus creadores. El desamparo es similar al que se siente cuando termina un libro que ha gustado mucho. Pero es aún peor: si uno es lector, por lo general ya tiene referencias de lo que le gusta, termina un libro y suele saber por dónde seguir. Pero en el flamante y creciente mundo de los podcasts, todavía no existen muchas referencias más que algunas recomendaciones. Así es como se elige un podcast, se lo escucha, abandona y así sucesivamente. Por eso es que resulta tan gratificante oprimier el ícono de “play” y escuchar un contenido atractivo y original. Esas joyitas que dan muchas ganas de recomendar. A continuación, los podcast que aparecieron como un oasis sonoro en medio de esta búsqueda. Este mes, una entrega especial con todo contenido de no ficción y 100% argentino (donde no puede faltar el Diego).Hermanas bravasEl título ya es tentador. Como todo lo popular y todo lo que rodea el folclore de la cancha y las hinchadas en territorio argentino. Esta serie, producida por La Maldita para Spotify Studios, cuenta la historia de las hermanas Ana y Angelica Molina, supuestamente protagonistas de una interna por liderar la barra brava del club Chacarita Juniors.Son nueve episodios que comienzan con una música muy arriba, compuesta para el podcast por Mariano Otero. A esa melodía se le suma la voz de Andrea Rincón, una modelo, actriz y vedette argentina. Y un gran acierto como narradora de este podcast: su voz es la compañía ideal para esta cortina musical y esta trama. Además de la narradora, aparece un cronista que va caminando por el territorio de la hinchada de Chaca, el barrio de San Martín y hablando con vecinos, integrantes de la banda, y la familia de las hermanas Molina. Este cronista es Mauro Albarracín, un youtuber alguna vez apodado por algún medio como el “Marley del conurbano”.El club Chacarita Juniors es famoso por las historias de hinchada. En la barra hay internas. ¿Qué tan reales son? ¿Son Ana y Angélica las líderes de la barra? ¿Cuáles son las causas de la rivalidad entre las hermanas? ¿Qué rol tienen los medios? Sobre estos interrogantes avanza la serie mientras Albarracín camina las calles de San Martín en busca de las hermanas Molina para escuchar sus propias versiones.Como en varias series donde los protagonistas coquetean con la ilegalidad, se corre el riesgo de romantizar la delincuencia, el ser guapo, bravo, temido. Y en cuanto la producción, el cronista aclara varias veces todo el tiempo que les llevó conseguir esa entrevista, o qué difícil es lograr lo que lograron, donde quizás es mejor que los hechos hablen por sí solos y que el oyente sea el que realice su propia valoración del trabajo periodístico de fondo. Más allá de estas frases, que es solo un detalle, hay una muy buena producción periodística con muchos entrevistados que aportan su mirada y un guión, escrito por Florencia Flores Iborra y Juana Alfonso, muy bien organizado para aportar claridad y dinamismo a la historia de las “hermanas bravas”.Te puede interesar: Llega una nueva Fiesta del Libro Usado: un espacio para leer lo ya leídoDemasiados librosPara los amantes de la literatura, hay varias series que se ocupan del tema. Demasiados libros me gustó por lo honesta, lo minimalista y fresca. El autor y presentador, Guido Lautaro Padin, anticipa -y advierte- que no es un especialista y se define como lector. Así, presenta de qué va el espacio. A lo largo de los capítulos, Padin, que asiste al taller de lectura del escritor cordobés Martín Cristal, comparte sus lecturas, sus miradas e interpretaciones. El primer capítulo se estrenó en agosto de 2021. Después de una introducción breve y simpática, se escucha la voz de Padin mientras presenta el podcast y explica que el título hace referencia a Los demasiados libros del ensayista y escritor mexicano Gabriel Zaid, que se reeditó este año y es sobre el funcionamiento de la industria del libro. En cada episodio, Padin cuenta cómo fue su encuentro con ese título, brinda un poco de contexto y habla sobre algún libro, puede ser no ficción (como Los suicidas del fin del mundo, de Leila Guerriero en el primer capítulo, y Los otros, de Josefina Licitra), ficción, argentinos (como Los llanos de Federico Falco), de otros países (como el gran libro de Edouard Levé, Autorretrato).La duración de los capítulos varía: hay algunos de alrededor de 15 minutos y otros con entrevistas a escritores que duran alrededor de media hora. En los primeros capítulos, el presentador lee algunos fragmentos del libro y luego conversa sobre sus impresiones, el escritor, su vida y ese libro. Hay también entrevistas a autores como Santiago La Rosa, Eugenia Almeida y Andrés Burgo y algunos episodios conducidos por Luciana Gallo como invitada especial.En los últimos capítulos se suma como co-conductora la periodista cordobesa Stefanía Coggiola y cada episodio se centra en una consigna que puede abarcar varios libros. Por ejemplo, “Alguien que extraña un ser querido” y allí conversan sobre libros como Los sorrentinos y Unos ojos recién inaugurados de Martín Felipe Castagnet. En uno de los últimos capítulos la consigna es Libros para habitar la naturaleza y allí mencionan al escritor Federico Falco.Producida por Parque Podcast, Demasiados libros es una serie prolija, despojada (muy pocos efectos sonoros, algunos ecos cuando el host lee algún fragmento de un libro) y amena para escuchar hablar sobre libros.FemiautistaAndy Chukier creía que algo le sucedía. Por eso fue un alivio para ella y lo recuerda como un día feliz al momento en que le diagnosticaron, a sus 37 años, autismo. Sobre este día y todo lo que fue descubriendo, investigando y reflexionando es el podcast Femiautista. Chukier trabaja en el universo podcaster hace varios años, brindando consultorías, produciendo y editando. También es docente en las escuelas de comunicación Eter y Tea. Además de esta serie, Chukier realiza los podcasts Gatocracia, Crudo y Está bien, no estar bien.Con frescura y honestidad, Andy Chukier habla sobre ser adulta, autista y feminista. La podcaster asegura que el mundo del autismo se centra en los niños y hay una falta de representación de adultos y, sobre todo, de mujeres.Ella se sentía rara, pero al no conocer a ninguna mujer autista, no pensaba que podía serlo. Una vez puso en Google: ¿Las mujeres pueden ser autistas?. Chukier comparte su camino hacia el descubrimiento de su “identidad autista”, como ella lo define. Cuenta como en terapia le dijeron que no lo era y enumera algunos de sus rasgos. A pesar de que ella le habla directamente al oyente como si fuera alguien en una situación parecida: “tal vez te pasó a vos”, “tal vez a vos te dijeron lo mismo”, recomiendo este podcast para cualquier oyente interesado, más allá de si transita una situación similar. Este tipo de contenidos siempre enriquecen porque nos acercan a las diferencias, nos facilitan el camino a ponernos en los zapatos del otro. Cualquier tipo de oyente puede enriquecerse y comprender más al otro, gracias al testimonio honesto de Andy Chukier.Los últimos días de MaradonaEsta serie se estrenó a fines de 2021, al cumplirse el primer aniversario de la muerte de Diego Armando Maradona. Son seis capítulos que narran su paso por los Dorados de Sinaloa en la segunda división de México, su trabajo como director técnico de Gimnasia, su última casa futbolera, la pandemia y sus problemas de salud. El último entorno de Diego y los debates sobre cómo manejar su delicado estado de salud. Narrado por el periodista argentino Matias Martin, los episodios duran entre 25 y 40 minutos e incluyen los audios de WhatsApp que se enviaron entre el médico Leopoldo Luque, la psiquiatra Agustina Cosachov y el testimonio del médico cirujano Colin Campbell, vecino de Diego en su última residencia en el barrio San Andrés, en Tigre, provincia de Buenos Aires.El guión, su estructura, la edición sonora, los testimonios, todo funciona impecable. Una voz emocionada de Matias Martin en el último episodio, intercalada con el famoso discurso de Maradona, donde dijo: “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”, estos últimos minutos resultan muy conmovedores.El triste ocaso del ídolo argentino, su última etapa, su adicción al alcohol y a las pastillas y los interrogantes que giran en torno a su muerte: ¿Hubo malas decisiones? ¿Su final podría haber sido diferente? ¿Estuvo Diego mal acompañado en su última etapa? Una serie triste, que deja un sabor amargo del barrilete cósmico que le dio tantas alegrías al pueblo argentino.Filma y aclaraciónDiego Lerer es un crítico de cine argentino, actualmente a cargo del blog Micropsia. Ha sido jurado de la crítica en festivales como Berlín, Venecia, Toronto, Buenos Aires (BAFICI), entre otros. En Filma y aclaración, Lerer conversa con directores de cine argentinos sobre su vocación, su recorrido hasta dirigir películas, sus películas. La serie es producida por Espacio Potencia con apoyo de Mubi Latinoamérica, Fundación Itaú, Mecenazgo y el Fondo Metropolitano de Cultura.En el primer episodio, Lerer conversa con Santiago Mitre, director de películas como El estudiante, La patota, Pequeña flor y de su última película Argentina 1985, que fue nominada al Oscar a mejor película. Este primer episodio es como una charla entre amigos, donde no parece estar presente el oyente, donde Mitre se refiere varias veces a Lerer en tono de confianza como “boludo” y donde repasa su vínculo con el cine, sus estudios y sus primeras experiencias cinematográficas.En el segundo episodio la entrevista es la siempre generosa e interesante Ana Katz, directora de películas como El juego de la silla, Una novia errante, Los Marziano y Mi amiga del parque. Damián Szifrón, una figurita difícil, es el entrevistado del tercer episodio y siempre es atractivo escucharlo, así que el oyente se queda con ganas de más con un final algo abrupto.La entrevista a Albertina Carri es muy interesante. Su vida, su infancia, su exilio en el campo, su vuelta a Buenos Aires, la repercusión de Los rubios y sus búsquedas. Además, otros directores argentinos entrevistados son Diego Lerman y Anahí Berneri. Y la lista promete continuar en este podcast ideal para los amantes del cine argentino.Seguir leyendoDario Gentili: “La democracia liberal está en una crisis profunda y ya no es capaz de garantizar el bienestar”“Manal en Obras”: regresa restaurado el disco de la mítica reunión de la primera aplanadora del rock“Gambaro”, una mirada íntima y actual de la obra de una referente de la dramaturgia argentina

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El regreso de “Falsa calma”, de María Sonia Cristoff: historias de vida, fracasos y resistencia en la Patagonia

La escritora argentina María Sonia Cristoff (Trelew, 1965) viene construyendo desde hace años una obra sólida y sin estridencias. (Foto: Gabriel Diaz)María Sonia Cristoff nació en Trelew, en 1965. Graduada en Letras en la Universidad de Buenos Aires, es autora de las novelas Mal de época (nominada al Premio Medici de Francia en 2022), Inclúyanme afuera, Bajo influencia, Desubicados y Derroche, que recientemente fue incluida en la long list del Premio Filba Medifé, que premia a la mejor novela publicada en 2022. Compiló los volúmenes Acento extranjero, Patagonia, Idea crónica y Pasaje a Oriente. Dicta clases en la Maestría de Escritura Creativa de la UNTREF.Random House acaba de reeditar su libro Falsa calma, que en principio podríamos llamar libro de crónicas pero que es mucho más que eso. Originalmente publicado en 2005, el libro está dividido en diez capítulos o historias que surgen a partir de un regreso: el de la narradora a su territorio original, veinte años después de haberlo dejado para viajar a la Capital.Te puede interesar: De boca en boca: cartas desde el más allá, una hija de anarquistas y un chancho salvaje en “Derroche”, la novela de María Sonia CristoffLarguísimas caminatas por la Patagonia y las calles polvorientas de pueblos fantasmas o agonizantes; tardes de lectura o de intento de lectura en bares solitarios, historias de vida y de poblaciones que son mayormente relatos de fracasos y frustraciones pero también de resistencia. No son crónicas periodísticas sino literarias; textos híbridos que trabajan voces o hechos reales con los recursos y las estrategias de la literatura. Me gusta el modo en que la periodista Silvina Friera definió esas operaciones y procedimientos narrativos de Cristoff como “una suerte de dialéctica de la apropiación y la expropiación de voces y géneros”.Lo que sigue es la reproducción y edición de la charla que mantuvimos en Radio Nacional, semanas atrás, en la cual la escritora argentina -que desde hace años viene construyendo una obra sólida y sin estridencias- recuperó la memoria del tiempo en que produjo Falsa calma y habló también de un punto central para cualquier escritor pero sobre lo que no se habla tanto, al menos en esta época: para qué escribir.“Escribo porque tengo la necesidad rotunda de proponer otro modo de vida”, dirá en un ratito. También dirá que escribir le permite entrar en “una lógica diferente a la del mundo”, una lógica infantil en la que hay menos encasillamientos y más juego con mezcla de materiales, placer y la posibilidad de mancharse.La versión original de “Falsa calma” se publicó en 2005.— Me pregunto y trato de pensar cómo se leyó cuando se publicó Falsa calma originalmente, cuando no existían los teléfonos inteligentes, el tiempo del trabajo era otro y también el tiempo personal era otro, y cómo se puede leer hoy.— Verdad. Yo misma por ahí pensaba un poco esta cosa de Pierre Menard: el mismo texto y cómo lo cambia su lectura de época. Y, la verdad, es impresionante todo lo que ha pasado en estos 20 años. Entonces, cuando vos decís que el tiempo era otro es verdad, porque yo estuve cinco años escribiendo ese libro. Y cinco años de ir, de viajar. En el libro eso no se ve.— Me decís que se lee como que podría haber sido todo en el mismo viaje pero que no lo fue.— No, para nada. Hice cinco viajes y con estadías increíbles y en lugares rarísimos. Bueno, en algunas de las crónicas cuento las estadías, como el capítulo en el que cuento que en un lugar no había ni dónde quedarse y entonces me quedé en la escuela.— La estadía en la escuela con las chicas me encanta.— Sí, a mí también me alucinó. Me alucinó. Entonces, digo, también el tiempo de uno para escribir era otro. Yo igual siempre me tomo muchos tiempos pero quizás ahora, en los últimos años, le doy más tiempo por ahí al trabajo de escritorio, ¿no? Antes, para es libro, fue mucho tiempo de estar en el lugar. Porque además está la paradoja de que yo, patagónica como soy, no conocía ninguno de esos lugares a los que fui para este libro porque antes hice como un rastreo, viste.— Eso te iba a preguntar: buscaste a dónde ir.— Busqué. Busqué. Busqué. Sí, busqué muchísimo y descarté enorme cantidad de pueblos. O sea, no tiene nada que ver con el azar aquellos lugares con los que me quedé.— El libro se compone de diez capítulos en los que hay un personaje central. El tema del trabajo parece clave en tu obra, de hecho es el gran tema de tu novela Derroche, en la que hay una crítica feroz al sistema extractivista y de explotación con el que nos ganamos la vida la mayoría de los humanos. Y en Falsa calma también es un tema porque las historias suceden a comienzos del siglo XXI, en un momento histórico central para el cambio en las formas del trabajo. Y tus textos están atentos a eso.— Absolutamente. Decías que cada uno de los capítulos tiene como un personaje central, ¿no? Ahora lo veo más casi como una concatenación de retratos te diría.— Hay algo de eso, sí.— Y todas esas vidas fantasmales y medio beckettianas en gran parte han quedado así por las condiciones laborales que cambiaron. Cambiaron porque muchos de esos pueblos eran pueblos que nacieron con el petróleo próspero y después, con las privatizaciones de los 90, muchos personajes es como si los hubieran corrido o directamente sacado de la sede donde se paraban.Con los cambios en la forma del trabajo de los 90, a comienzos de este siglo, en la Patagonia “mucha gente estaba muy aturdida, como si los hubiera agarrado una especie de desastre natural”, dijo Cristoff en un estudio de Radio Nacional.— ¿Y decidieron reeditarlo por lo de Vaca Muerta, por el gasoducto? Porque es notable cómo la propia historia hace leer estos textos de otro modo.— Es verdad, no lo había pensado así pero sería bueno, ¿no? Sería bueno que se vea que lo que se presenta como una gran esperanza en realidad es una forma del martirio para las personas, que es lo único que nos debería importar. Las personas, la naturaleza, los animales. Quiero decir, las especies que vivimos en común. Pero hay una cosa muy oscura en ese sentido y a mí me interesa pensar esa oscuridad muy ligada al mundo del trabajo y a las condiciones materiales en las cuales se dan esas cosas en esos pueblos patagónicos donde deja de venir el tren que venía, donde el petróleo deja de ser estatal y entonces las privatizaciones hacen un desastre absoluto. A personas acostumbradas a vivir décadas en esa cultura del trabajo estatal, que te organizaba la vida entera, les sacaron todo eso y les dieron como si te dijera un “manualcito de emprendedurismo”, que ya sabemos que es de una calaña espantosa. Bueno, la verdad es que mucha gente estaba muy aturdida, como si los hubiera agarrado una especie de desastre natural. Entonces yo no quería llevar tanto la cosa al desastre natural ni mucho menos a esa cosa que se supone de la Patagonia como un poquitito estetizada como que, bueno, la gente es rara, o habla poco, o habla mucho.— O habla mucho sola (risas).— Sí, habla mucho sola. Sí. Bueno, en realidad…— Eso también (risas).— Eso también.— O el viento, que se escucha más que las voces. Todo eso.— Exacto, y dale que va. Entonces, quiero decir que para mí una de las maneras que tuve o que por lo menos intenté de evitar cristalizar los mitos patagónicos era entrar por el mundo del trabajo. O sea, no quería entrar por una Patagonia estetizada porque en realidad todo te lleva a eso, entendés. Yo ahora te acabo de decir no quiero tal cosa pero después te puedo hacer un listado de gente que en realidad en la Patagonia no habla nada o habla de más, sola.— Sí, en el libro, de hecho, hay personajes así. Pienso en ese personaje que no habla o que no responde cuando lo van a buscar, aunque está ahí. Hay montones de excentricidades de ese tipo. Pero me interesaba mucho esto que te mencionaba al comienzo en relación a cómo se puede leer hoy tu libro y me decías que vos misma lo estás leyendo de otro modo. Porque por ejemplo, el vínculo con los animales o la mirada sobre los animales que vos tenés en tu obra acá ya estaba pero me imagino que cambió mucho en estos años.— Sí, bueno, muchísimo. Y además ahí, habría tanto que decir precisamente acerca del desastre que fue la introducción de las ovejas, que se supone que es un mito patagónico porque es verdad que fue una industria que sostuvo a la población durante muchos años. Esa es toda una historia en sí misma. Vos sabés que es un libro donde no tengo tan presente como en todos los otros la presencia animal.— Pero están los perros, por ejemplo.— Ah sí, sí.— Están los teros.— Sí, sí. Claro. Pero aparecen de otro modo.— Amenazante.— Es verdad, es verdad. Porque después se han convertido en mis cómplices en las novelas. Sí, pero es verdad, sí, sí. Bueno,l o de los perros es tal cual. En realidad, te digo, absolutamente todo es tal cual. Hay un solo capítulo que el personaje es una invención pero no sus condiciones de trabajo, que es lo que más me importaba. Y la locura que deviene, ¿no? El recorredor nocturno.— Ah, sí.— Pero bueno, el personaje en sí mismo sí es una invención, como quien inventa un cuento. Es lo único que es una invención. Todo lo demás existió. Y esos perros… existieron tremendos perros ahí, en Cañadón Seco, y me pasó algo parecido. Yo veo perros y ya me siento feliz pero después se me convirtieron realmente en una amenaza y me sirvieron mucho para hablar un poco de qué nos pasa a las cronistas con el material. Cómo el material a veces te abre las puertas y a veces te las cierra, te escupe y te amenaza.Cristoff utiliza la imagen de “la antena” para referirse a su trabajo con los testimonios de las personas con las que intercambiaba en los pueblos que visitaba.— Eso aparece todo el tiempo porque hay persona que te dicen ya que alguna vez hablaron con alguien y ahora tienen reticencia a hablar. Me interesa mucho el modo en que la narradora se apropia de las voces de los que le están contando su vida.— Es que es verdad. Para mí es un punto central el que estás marcando porque éste es el tema también, que es una de las cuestiones cuando vos trabajas ahí a partir de testimonios: las voces de los otros. Yo eso lo pensé muchísimo porque podría haber reconstruido esa voces, pero me dio, a ver cómo te lo puedo decir, me dio cierto temor al naturalismo. Digo “ay bueno, ahora voy a poner cómo me habla este paisano y voy a poner los apóstrofes”. Entonces, digo, “voy a hacer como una gauchesca anacrónica”. Y por ese lado no me interesaba. Hay un momento del prólogo que para mí es crucial en el que estoy diciendo “miren, ojo, esta es mi voz, están son las modulaciones de una escritora que a esta altura de su vida es muy urbana y que ha leído mucho”. Porque eso a mí también me dio mucha libertad. Cuando digo que yo me quedaba sentada ahí, eso es verdad; me quedaba sentada y me pasaba muchas horas ahí y, de alguna manera, me convertí como en una especie de antena.— Una médium.— Sí, sí, sí. Y sí, tal cual.— Lo de la antena es una buena imagen.— Sí, sí. Entonces, yo lo que quería era que se mezclaran. Porque, de hecho, hay una mezcla de voces. Por supuesto que están las historias de ellos y ellas pero, sobre todo, hay un montón de dichos y observaciones que yo no hubiera hecho jamás. Quiero decir que ahí hay mucho que viene de ellos más allá del contenido de sus historias. Entonces ahí apelé a esa idea de la antena, a la idea del muñeco del ventrílocuo. También para quitar un poco esa cosa de la voz tan preponderante de la cronista. De alguna manera es como soy habitada por esas voces y no quiero ejercer tanto el control. Tampoco quiero decir que no lo ejerzo, por supuesto que quienes escribimos tenemos la última palabra.— Sí, en contra de la idea de “la voz de los que no tienen voz”.— No, no, justamente ese lugar paternalista y tan urbanocéntrico, no.— ¿Pensás que hoy podrías hacer todos estos viajes y podrías tomarte todo este tiempo para escribir un libro como éste? ¿O es un libro de su tiempo?— Yo creo que lo podría hacer igual porque, de hecho, a mi manera lo hago. Digo, ahora, por una novela que estoy escribiendo, quiero ir a la meseta de vuelta, que es parte de lo que está acá, y entonces voy. O sea, cuando escribo me encuentro haciendo cosas absolutamente innecesarias permanentemente. Todo el mundo me dice: “pero qué necesidad”. Bueno, una necesidad que pasa por algún lugar de mis entrañas. Porque es como dejarte llevar un poco. Es muy linda esa experiencia de dejarse llevar, ya que en todos los otros órdenes es tan poco aconsejable (risas).— Hablás de dejarse llevar, de hacer esos viajes que de pronto no son absolutamente indispensables y eso está muy relacionado con tu pasión por caminar, ¿no? Me imagino.— Sí, bueno, tal vez sí, qué sé yo. Sí, es una necesidad. Te digo que son pulsiones. Tengo, por ahí, una cosa muy disciplinada por fuera de la escritura; me veo permanentemente reprimiendo impulsos, necesidades, deseos, entonces, cuando voy a la escritura, no lo hago. Estoy muy atenta a la forma pero desde un lugar muy placentero, en el sentido de una conexión con una lógica que no tiene que ver con la lógica del mundo. En gran parte yo escribo por eso, como para realmente estar en otra lógica, ¿no? Porque digo, la lógica del mundo se ha puesto muy coercitiva, muy tanática. Está complicado. Todo el mundo está estresadísimo, haga lo que haga o deje de hacer lo que deje de hacer. Cada vez la gente está más sola, además de la pobreza y otros problemas.Cristoff. “Yo siempre también confío en lo que no está del todo dicho, necesariamente. En que un libro te transporte a otro modo de encarar el mundo”. Tapa de la novela “Derroche”.— Claro, no es solo la crisis económica, es una crisis cultural profunda.— Claro, sí, cultural y emocional. O sea, nadie quiere terminar de asumir la relación directa que hay entre economía y sentimiento porque, obviamente, no les conviene a los pocos que dominan el mundo. Pero está claro que es un hecho. Entonces, como afortunadamente he hecho todo lo que tenía que hacer en la vida para poder dedicarle cuatro horas al día, tres, cinco, según los días, cuando voy a la escritura es como que todas esas lógicas desaparecen y hay mucho de derroche, en el sentido de leer lo que quizás no es tan necesario. De irme por las ramas. Hacer ese viaje. Tomar nota. Hacer setenta y dos entrevistas para después quizás usar una y media. Pero hay algo de todo eso que me hace ir entrando en otra lógica y, por ende, en otra atmósfera, que espero que de alguna manera aparezca en la escritura, de una manera extraña. No sé, yo siempre también confío en lo que no está del todo dicho, necesariamente. En que un libro te transporte a otro modo de encarar el mundo y que, quizás, ese modo esté más en la respiración de la frase, en el aire que hay entre párrafo y párrafo, en lo que, por ahí, algún personaje hace tangencialmente.— En el detalle.— Sí, en el detalle o, digo, entrar claramente en otra lógica. Por ejemplo, en todas mis novelas hay un personaje que está o a disgusto con el mundo o planeando sabotajes.Te puede interesar: Un tanque en una casa, una banda de rock y una utopía setentista para “dinamitar” la literatura: bienvenidos a “Derroche”, de María Sonia Cristoff— Siempre hay un anarquista.— Sí, sí. Viste que a las personas son cosas diversas las que las llevan a escribir; a mí es como la necesidad rotunda de proponer otro modo de vida.— Y de relación.— Sí, por eso, de vida quiere decir de todo. Relacionarse con los otros, con todo.— Y cuando escuchabas estas historias, ¿tomabas notas? ¿Grababas? ¿O escuchabas y bajabas todo lo que había quedado en tu cabeza a la escritura cuando te quedabas sola?— Sí. Esto está directamente ligado con lo que me decías hace un rato de por qué la primera persona. O sea, cómo se da esa convivencia de primera persona bueno, que para los que fuimos a Letras ya sabemos que es un caso clarísimo de discurso indirecto libre porque hay una primera persona pero habitada por la conciencia de estos personajes. Esto, dicho para quienes no hayan ido a Puán. Para llegar a eso, para que se genere una conversación y no una entrevista, yo necesitaba que no hubiera nada en el medio realmente. Con uno de los personajes me quedé en su casa, con su familia, o sea, lavaba los platos.— Claro, no es una charla de un rato con esta gente.— No, no. Yo lavaba los platos en un fuentón porque no había ni bacha. La dueña de la casa me acusaba de que usaba demasiado detergente, ¿entendés?— ¿Pero cuando te quedabas sola tomabas notas?— Sí, eso sí. Pero tomo las notas después.— Sin la presencia del otro.— Sin la presencia del otro. Muy confiada en el olvido. Me parece importantísimo el olvido. El anti Funes el memorioso. Precisamente, qué interesante lo que olvidamos porque solamente remarca lo que nos acordamos. Entonces, te quiero decir que para no ser yo falsa, si querés, o injusta con muchas de estas historias, también necesitaba que apareciera mi voz en primera persona como diciendo “bueno, a ver, todo lo que no fue exactamente corre por mi cuenta”.— Claro, claro. ¿Ellos vieron esos textos, los leyeron, tuviste algún problema?— Sí, pasó de todo. Pasaron cosas distintas. Bueno, a todo el mundo yo iba conociendo la tradición europea, sobre todo en Patagonia, que iban muy así a rapiñar. Yo iba muy abierta. Lo primero que les decía era todas las reglas del juego, entiendo que a veces por ahí no todo el mundo las entiende, pero yo las explicaba lo mejor que podía. Les dejaba mi celular y todas las formas posibles de contactarme. Entonces, algunas de esas personas después usaron ese material para contactarse conmigo y otras no. O sea que las que no se contactaron, no sé. Pero las que sí lo hicieron, tuve como cosas diversas. Como, por ejemplo, el aviador, que estaba absolutamente fascinado y me llamó dos o tres veces.”Me parece importantísimo el olvido porque remarca lo que nos acordamos”, dijo Cristoff a propósito del trabajo literario con la palabra y la historia de otras personas.— Es un hombre que ama los aviones y trabaja en ellos y que, en determinado momento y por determinada circunstancia, consigue pilotear, pero duda sobre su capacidad. Porque cuando consigue pilotear, le agarra una inseguridad y dice “a lo mejor yo solo sirvo para mirar a los aviones”. Me alucina ese texto.— Sí, esa historia a mí también me volvió loca. Bueno, con él tuve una cosa así muy, muy alucinante. Todos los personajes tienen los nombres cambiados. Y, por ejemplo, con otro quedé amiga durante años. Es el primero, el kiosquero que está obsesionado por la cura para la esquizofrenia.— Es el de “Vine por dos meses y me quedé para siempre”.— Sí. Bueno, él me llamaba prácticamente una vez por semana y a través de él me enteré del revuelo que había habido en el pueblo porque lo que pasó fue que mucha gente se había ofendido por lo que yo dije. Yo en un momento dije que el delegado de petroleros. Es muy larga la cosa pero el tema es que se abrieron dos ramas de los sindicatos y entonces el sindicato del Estado, que había tenido mucho poder hasta entonces… Mirá, fijate la diferencia de lo que es una crónica literaria. Por ejemplo, yo pensé: “A ver, ¿cómo hago para narrar esto que en esta situación de pueblos petroleros es central?” Era central el tema de que el poder que tenía el sindicato del Estado pasa de un día para el otro a ser nada y empieza a armarse toda la trama de petroleros privados. Entonces, digo: cómo cuento esto que sea sin que sea material puro y duro, para eso que vayan a buscar un diario de la zona. Entonces, para hacerlo breve, la forma que encontré de narrar eso es poner al personaje éste, el del sindicato de petroleros, corriendo y dando vueltas alrededor de la plaza. Porque ya no tiene nada que hacer, corre, seguido por su perrito caniche. Para mí es una figura que dice mucho acerca del tiempo libre, de quién te sigue ahora, y quizás hasta de cosas buenas que pueden venir con las cosas que uno pierde, ¿no?— Pero les resultó ofensivo (risas).— Parece ser que eso sacó la ira de la mujer.— Del dueño del caniche.— Entonces lo iban a buscar a él todo el tiempo porque el abogado le había dicho que si no había una persona involucrada con más protagonismo, lo más probable es que no me pudieran hacer nada, entonces lo quisieron convencer a él durante mucho tiempo de que encarara la demanda contra mí. Y él no quería, entonces me llamaba todas las semanas. Bueno, nada, pasó de todo, sí. Y esta es una cosa muy alucinante para mí porque, la verdad, es que no lo hice pensando en eso, lo hice como patagónica que soy, pero muchísima gente de la Patagonia, de cualquier otro lugar de la Patagonia, por ahí gente de la Patagonia más urbana, me dice: “Es así”.— Encontraron un reflejo.— Sí, hay algo del estar ahí que no sé si está en un párrafo, pero está en todo.— Te tocó escuchar historias de vida que son durísimas desde el comienzo, con lo cual habrás escuchado cosas muy tremendas, que están reflejadas en tu libro pero que las escuchaste ahí, de boca de sus protagonistas. ¿Qué pasa con vos como persona en ese momento? ¿Conseguís aislarte de la cuestión más sentimental, más emocional? ¿Te emocionás con la persona que está al lado? ¿Qué recordás de eso?— En ese sentido tengo piel dura. Sí, sí. Y, aparte, como realmente soy una conversadora nata, me encanta conversar, la gente me contó cosas incluso mucho más de lo que yo puse en el libro. O sea, me pasa todo el tiempo de verdad. Me pasa a donde voy que la gente me habla y me cuenta cosas.Te puede interesar: El fuego de los márgenes, según María Sonia Cristoff y Hernán Ronsino: qué significa escribir, leer y arder desde la periferia— La antena Cristoff.— Sí, sí. La gente se debe dar cuenta, debe percibir lo que a mí me gusta escuchar. Me encanta escuchar, prefiero mil veces no hablar yo, entonces creo que eso arma una cosa de mucha empatía. Te digo que hasta puedo ser contenedora. Igual, la gente te habla porque a veces tiene necesidad de que la escuchen nada más. Pero no me pasa de sentirme especialmente agobiada. No.— Decías en una entrevista que no te gusta el diálogo en la narrativa. Es más, decías que lo aborrecías. Hace un ratito me hablabas de que no querías entrar en una cosa naturalista y paternalista incluso con la cuestión del habla del otro. Explicámelo un poquito.— No me gusta el diálogo directo. Porque esto en realidad es todo un gran diálogo.— Sí, la reproducción de un gran diálogo.— Claro, sí. Y Derroche también, la gente habla, y habla y habla.”En la escritura hay algo de la infancia en el sentido de que no está todo tan encasillado y todo lo que debe ser y no sale” (María Sonia Cristoff)— De distintas maneras, con distintos géneros.— Sí. Es decir que me interesan mucho las voces pero simplemente no me gusta el diálogo directo. Por eso creo que tampoco me gusta mucho la dramaturgia, ¿no? O sea, guion, A dice, guion, B dice. Es como que, no sé, le quita la gracia a trabajar con palabras. Hay algo del diálogo que no me convence. Por eso me gusta más el diálogo indirecto. O sea, convertirlo rápidamente en directo.Te puede interesar: Una amistad indescifrable regada con la sangre de un choque de alto impacto: así empieza “Bajo influencia”— Tu literatura está asentada en la hibridez, casi como principio constructivo en un punto, ¿no? En Derroche eso se ve. Y si uno se pone a pensar en esta crónica literaria, también hay algo de eso. ¿Qué te pasa con la literatura hibrida, con la escritura hibrida?— Me da un poco ese aire del que te hablaba; ese aire en el sentido de posibilidades infinitas. Para mí hay una cosa muy de juego, de mancharte. De placer. Para mí hay algo de la infancia en la escritura en el sentido de que no está todo tan encasillado y todo lo que debe ser y no sale. Entonces, para mí esta cosa de empezar a mezclar materiales…— De incrustar textos de otros o documentos.— Sí. Es como si te dijera que va a ese lugar. Para mí es muy importante mantener eso. Hay como una cosa del lugar de enunciación. Viste que, por ahí, vos ves que hay narrativas que están muy interesadas en narrar una historia. Hay otras interesadas en sentar bases de ciertas cosas. En cuanto a la forma muy concreta de la hibridez, es algo que me empezó a pasar mucho con Falsa calma. Yo hasta llegar a Falsa calma casi no había leído no ficción. Era una lectora adicta de novelas y cuentos. Y bastante poesía también. Para mí la irrupción de la no ficción fue una maravilla. A partir de entonces, en este libro no pude evitar que apareciera algo de la ficción o del trabajo con la lengua y, después, en la novela no puedo evitar que aparezca lo documental. Me gusta. Me parece que, además, es una buena forma de narrar, de expandir las narraciones.Seguir leyendo:Adelanto de “Derroche”, de María Sonia CristoffDe boca en boca: cartas desde el más allá, una hija de anarquistas y un chancho salvaje en “Derroche”, la novela de María Sonia CristoffUna amistad indescifrable regada con la sangre de un choque de alto impacto: así empieza “Bajo influencia”

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Dilemas del escritor como trabajador

La Feria de Editores (FED) se encuentra en pleno desarrollo mientras estas líneas son publicadas. El evento anual ya se convirtió en un clásico. Las editoriales “independientes” convocan multitudes ávidas de encontrar libros de todos los géneros, con los que alimentar a sus bibliotecas y espíritus. La definición de “independiente” se realiza mediante una principal oposición: no son las grandes empresas multinacionales de la industria del libro. De allí en adelante, pequeñas, medianas, relativamente grandes, nacionales, extranjeras (sobre todo españolas y mexicanas) se dan cita para promocionar el producto del esfuerzo y la vocación de publicar. Un oficio que en Argentina ha tenido grandes maestros e hitos del libro en español, y que hoy se manifiesta en un legado profuso y entusiasta. Tanto como hay lectores ansiosos por adentrarse en el entusiasmo propio de aquellos que ejercen el oficio de escribir.La FED, que se desarrolla en el Complejo Art Media, se diferencia de la tradicional Feria del Libro, por ejemplo, por la cercanía entre el libro y los lectores. Cada stand es atendido por los mismos editores o por libreros (o ready made libreros) y con la presencia de muchos de los escritores, argentinos al menos (que también recorren la feria en tanto lectores ellos mismos). Además hay charlas, mesas debate y actividades para los más chicos.Te puede interesar: El discurso completo de Selva Almada en la apertura de la Feria del Libro de RosarioLa FED 2023 se realiza este fin de semana en Buenos Aires (Foto: gentileza Feria de Editores)En fin, es una buena costumbre en épocas en que el objeto libro es un bien suntuario para la mayoría de la población, crisis económica mediante; con una industria golpeada por los años de pandemia, que no recibe beneficios como sojeros, mineras, siderúrgicas y entidades financieras (todo excedente económico general va a parar a manos del FMI, dicho sea de paso). Por otro lado, justo al iniciarse la FED, la Unión de Escritoras y Escritores, una de las entidades que se proponen como gremio de quienes ejercen el oficio de escribir (las otras son la decorativa SADE y la SEA), publicó en sus redes el siguiente texto:“Llega agosto y con él, la comunicación de las editoriales informándote las regalías correspondientes a los libros vendidos en el semestre. En el mail suele leerse: ‘Los pagos locales se realizarán entre el 28 de agosto y el 8 de septiembre, pudiéndose demorar otras 48 hs’. Es decir, un pago semestral que sucede recién a los ocho meses, con suerte”.Sumémosle a esta ecuación que quienes somos escritores recibimos apenas el 10% de cada libro vendido. Ahora sumémosle un contexto inflacionario anual del 142, 4 %.Volvamos al mail inicial: “si una editorial te explica hoy que lo que vendiste en los primeros seis meses lo vas a cobrar en agosto o septiembre, en un país tomado por la inflación, alguien sale perjudicado y alguien se beneficia, ¿no?”.Karl Marx (1818-1883)El eslabón más débil de la cadena de la industria editorial es el escritor. Y surge como siempre la discusión acerca del escritor como trabajador. Un tema difícil.El escritor produce. He allí una obra, un trabajo. Examinemos la teoría económica para decidir si corresponde la categoría “trabajador”. Para Karl Marx (ojo, no se lo cita caprichosamente, sino porque es el pensador que con mayor eficiencia teórica y perspectiva histórica definió las relaciones que se materializan en torno al trabajo humano y a la sociedad de clases que se cristaliza mediante la apropiación –por parte de unos pocos– de la riqueza que la fuerza de trabajo produce), el trabajo es una actividad específica de un individuo mediante la cual puede expresar su humanidad. Esta materialización del “ser humano” mediante el trabajo, cobra vida en un producto que es externo al individuo. Es creado por él y al mismo tiempo el propio hombre creador sufre modificaciones en su constitución. Hasta ahí, tout va bien.Ese trabajo es producido por la fuerza de trabajo, en este caso, del escritor. Según El capital de Marx , la fuerza de trabajo es “el conjunto de las facultades físicas y mentales que existen en la corporeidad, en la personalidad viva de un ser humano y que él pone en movimiento cuando produce valores de uso de cualquier índole”. En ese marco, el salario es el valor para producir esa fuerza de trabajo. El plusvalor es la parte de excedencia que la fuerza de trabajo produce y que el capitalista se apropia en el marco de las actuales condiciones del sistema de producción.Ahora, la definición es clara respecto a la pertinencia de nombrar como trabajador al escritor. Más difusa se pone la cuestión al analizar cómo los capitalistas, es decir, las editoriales (pequeñas, medianas, grandes, megaeditoriales) pagan por la mercancía, fuerza de trabajo del escritor. Es que, como señala el texto de la Unión de Escritoras y Escritores, el pago de regalías a los escritores se realiza cada seis meses. Por lo general, al escritor le corresponde el 10% del precio de venta al público de cada ejemplar vendido.Por cada libro vendido, al escritor le corresponde el 10% del precio de venta al público (Foto: REUTERS/Marcos Brindicci) (MARCOS BRINDICCI/)Si consideramos que en la Argentina de 2023 el precio de un libro es de alrededor de 5.000 pesos, al escritor le corresponden 500 pesos por cada libro vendido. Las tiradas de la mayoría de los libros editados rondan los 1.000 ejemplares. Si se vendiera toda la tirada, un éxito, corresponderían 500.000 pesos que, divididos, por los 6 meses del semestre, resultarían en 83.000 pesos por mes. Una cifra muy inferior al salario mínimo, que ya se encuentra por debajo de la línea de pobreza.Perdón el enmarañamiento de cálculos en esta columna, pero la intención es señalar que la gran mayoría de los escritores no alcanzan, de manera material, a sostener el valor de lo que producen con lo que obtienen al vender su fuerza de trabajo a las editoriales. Se pueden contar con los dedos de las manos los escritores argentinos que viven de las regalías de sus textos. El resto no se dedica puramente a escribir, sino que realiza trabajos relacionados con la literatura (talleres, docencia, periodismo, etcétera) o directamente otro tipo de trabajos relacionados con cualquier otra rama de la producción. O son magnates y escriben por el puro placer de escribir, que parecen ser un mito. Pero que los hay, los hay.En la Argentina el Estado, a través del Fondo Nacional de las Artes, otorga algunas becas a proyectos concretos en el área de Literatura u otorga premios a obras presentadas a concursos. Es otra forma de estímulo pero que se realiza una sola vez –es decir, el monto del premio o la beca debería ser dividido por el tiempo que insume la creación de una obra o la reproducción de la fuerza de trabajo que la creó–.Fondo Nacional de las Artes (Foto: Ricardo Alberto Maciel) (Ricardo Alberto Maciel/)Es complicado ser escritor, en tanto trabajador.¿Podría ser diferente? Señalemos la experiencia mexicana. Todos los años la Secretaría de Cultura, a través del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales convoca al ingreso al Sistema Nacional de Creadores de Arte (para creadores –en distintas disciplinas pero la mayoritaria se centra en los creadores literarios– mayores de 35 años con una trayectoria artística comprobable, aunque también existe otra línea para jóvenes con o sin obra publicada) que otorga, a los ingresantes elegidos por sus pares y en concurso, un estímulo mensual, por tres años, de 32.173 pesos mexicanos (esto equivale a 1.884 dólares por mes).Debe haber otras opciones a imitar, pero sería tiempo de pensar que el Estado reconozca a los escritores como tales y les otorgue un salario, así sea por un tiempo limitado, para poder usar su fuerza de trabajo en una nueva realización que llegará a manos de los lectores, probablemente, en una FED que cobra vida como la que se realiza actualmente en Buenos Aires.Seguir leyendoEl discurso completo de Selva Almada en la apertura de la Feria del Libro de RosarioComienza la Feria de Editores: en la variedad está el gustoExpectativa y realidad: cómo trabajan las editoriales independientes argentinas en el exterior

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Presentan nuevas versiones del Cancionero Patrio, realizadas por los elencos nacionales

“Es un proyecto de verdadero alcance federal”, expresó el ministro de Cultura Tristán BauerEl Ministerio de Cultura de la Nación, a través de su Dirección Nacional de Elencos Estables convocó al productor musical Oscar Mediavilla para llevar adelante la realización de este proyecto inédito que reúne versiones de las distintas canciones patrias y del Himno Nacional Argentino bajo la dirección musical de Gustavo Fontana. Tiene como objetivo poner este material sonoro a disposición de todas las escuelas argentinas y estará disponible a partir del 20 de junio en la página y redes del Ministerio.“El cancionero patrio es un hermoso proyecto cultural integrado por versiones inéditas de aquellas canciones que nos representan y nos definen como argentinas y argentinos. Fueron realizadas por nuestros elencos nacionales, que reúnen músicos y músicas de excelente nivel, con tecnología de primera calidad y en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner. Este cancionero va a poder ser disfrutado por todos los y las estudiantes de nuestro país. Un proyecto de verdadero alcance federal”, expresó el Ministro de Cultura Tristán Bauer.Te puede interesar: La original experiencia del “Vivero Musical” cambia el paisaje cultural de MendozaSe trata de un ambicioso proyecto que por primera vez reúne a todos los elencos y demandó un profundo trabajo de revisión de arreglos para respetar las consideraciones oficiales en cuanto a tonalidades y partituras de referencia y adaptar cada una de ellas a las características de los elencos. Además, todos realizaron una hermosa versión en conjunto de nuestro Himno Nacional.Las canciones fueron interpretadas por los elencos nacionalesLa directora nacional de Organismos Estables, Mariela Bolatti, comentó: “Desde que soy niña he escuchado en los actos escolares muchas de nuestras canciones patrias en diferentes versiones. Sentí que era una deuda para los argentinos y argentinas contar con estas piezas que son tan queridas y simbólicas. Desde que estoy a cargo de los elencos estables tengo el deseo de llevar adelante un nuevo registro de estas composiciones en la interpretación de los mejores profesionales de nuestro país, que son los integrantes de nuestros organismos orquestales y corales, nuestros cantantes e instrumentistas que llevaron adelante la concreción de este proyecto. Ahora va a poder ser disfrutado en las escuelas de todo el país”.Participaron de esta histórica realización el Participaron de esta histórica realización, la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos, el Coro Nacional de Música Argentina, el Coro Nacional de Niños, el Coro Polifónico Nacional, el Coro Polifónico Nacional de Ciegos, la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, la Orquesta Sinfónica Nacional y el programa Escuela de Canto Coral.Fue una producción de Oscar Mediavilla“Tuve la suerte y el honor de haber sido convocado para realizar esta grabación que incluye a los elencos estables, o sea, a las orquestas más importantes que tenemos en el país. Además, lo hicimos con la tecnología más avanzada, con Dolby Atmos. Es un trabajo que me enorgullece y me llena de alegría y, para corresponder que me hayan elegido, hemos puesto muchísimo cariño, muchísimo trabajo que no tiene que ver solamente con el arte, sino también con la voluntad de hacer algo que va a quedar para siempre. Estamos haciendo las canciones patrias, que son realmente bellísimas, y eso no es poco. Los mejores músicos están ahí tocando y deleitándonos para que todos las podamos disfrutar”, afirmó el productor musical del proyecto, Oscar Mediavilla.Las canciones estarán disponibles a partir del 20 de junioLos ensayos y las grabaciones fueron realizadas en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner bajo la supervisión y el trabajo técnico de los estudios Media Music, que también tuvo a su cargo la edición y la mezcla final. Los temas que integran el Cancionero Patrio son: “Aurora”, de Héctor Panizza, interpretado por la Orquesta Sinfónica Nacional con la voz solista del tenor Sebastián Russo, integrante del Coro Polifónico Nacional; “Himno a Sarmiento”, por el Coro Polifónico Nacional; “Canción a la Bandera”, por el Coro Nacional de Niños; “Marcha de San Lorenzo”, por el Coro Polifónico Nacional de Ciegos con acompañamiento de piano; “Himno a las Malvinas”, por la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto y el Coro Nacional de Música Argentina; “La chacarera de Güemes”, por la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto y el Coro Nacional de Música Argentina y el “Himno Nacional Argentino”, por todos los elencos nacionales, incluidos los niños miembros del programa Escuela de Canto Coral.Seguir leyendoEl histórico Teatro Alvear de Buenos Aires tiene fecha confirmada de reaperturaMaría Suárez estrena su ópera, una historia de amor inclusiva y desafiante frente a los prejuiciosFilba: todo lo que tenés que saber sobre la nueva edición en Santiago del Estero

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50 años de hip hop, el género que nació marginal y hoy es el motor económico del Bronx

50 años de hip hop, el género que nació marginal y hoy es el motor económico del Bronx (EFE)El hip hop nació hace cinco décadas en El Bronx, una zona entonces asociada con la violencia y la droga, y medio siglo más tarde este distrito de Nueva York busca convertirse en la Meca de este arte, que ha pasado del underground a la cultura popular, con el potencial de atraer a miles de turistas.Todo comenzó el 11 de agosto de 1973 en el edificio 1520 Sedgwick Avenue cuando DJ Kool Herc montó una fiesta y decidió probar algo nuevo en sus dos tocadiscos: estiró el ritmo instrumental -breaking (romper)- para que la gente pudiera bailar esa parte por más tiempo.El Grand Wizzard Theodore añadió otra técnica a la caja de herramientas del hip-hop: scratching (rascar). Inventó esta técnica, que consiste en mover los discos de un lado a otro mientras suenan, en su habitación mientras hablaba con su madre.50 años del Hip HopPoco a poco el sonido, ritmo, estilo y baile del hiphop fue tomando forma en el barrio de South Bronx, donde se daban conciertos y montaban fiestas, a veces incluso en edificios en ruinas o abandonados. El término hip hop en sí mismo tardaría unos años en hacerse conocido, hasta finales de los 70 en Nueva York.La cultura del hip hop va más allá de un sonido y en su medio siglo ha tenido diversas ramificaciones, pero se expresa en cuatro pilares: rapear, pinchar música, el breakdance y el graffiti.Te puede interesar: Del jazz al hip hop, una historia de improvisación y libertad a través de la músicaPese a que han salido grandes símbolos del hiphop en otras zonas de Nueva York -The Notorious B.I.G. en Brooklyn, Puff Daddy en Harlem o Nas en Queens-, el Bronx sigue siendo el lugar de referencia por sus raperos de la vieja escuela como: Grandmaster Flash, Fat Joe o KRS-One.El sueño de rapear en el Bronx“Cualquier artista de hip hop sueña con estar en el Bronx”, relata Leonidas, un chileno que lleva cantando en las calles y metros de Nueva York desde que llegó a la Gran Manzana hace un año. Leonidas, un chileno que lleva cantando en las calles y metros de Nueva York (EFE)Aunque su estilo es muy distinto al hip hop original -su sonido es mezcla de merengue, house y hip hop y su referente es Sandy & Papo-, Leonidas dice que tiene “mucho respeto al estilo underground del rap”.Su lugar favorito para cantar en el Bronx son las inmediaciones del estadio de los Yankees. “El Bronx es puro arte, tienes que crear un producto bueno porque te critican, te dicen: ‘Eso no está bueno, eso no suena bien’. Y si ven que tú das algo bueno, ellos dice: ‘Oh, wow. Qué bueno hermano, mis respetos”, anota el artista.El hip hop, un “catalizador económico” para El BronxA finales de 2024-principios de 2025 se abrirá en South Bronx, a la orilla del río Harlem, el Museo Universal del Hiphop.“El Bronx es la nueva Meca de las artes culturales. Somos el primer gran museo que se construye dentro de un distrito que no es Manhattan, lo cual es una gran ventaja para El Bronx”, explica el director ejecutivo del museo, Rocky Bucano, en un tour a la prensa por el museo aún en obras.Te puede interesar: Wu-Tang Clan, la enciclopedia del hip hop globalEste museo cuenta con un presupuesto de 65 millones de dólares (60,7 millones de euros) y está financiado en gran parte por la ciudad y el estado de Nueva York, aunque también han ayudado sendas donaciones de 5 millones de dólares de los senadores neoyorquinos Chuck Schumer y Kirsten Gillibrand (demócratas), más otra similar de Microsoft.El lugar contará con dos plantas, en las que se repartirán varias salas para exposiciones en las que se relatarán el pasado, presente y futuro de este movimiento convertido en internacional, además de dos teatros y una terraza restaurante.Una calle del Bronx (EFE)Bucano tiene claro que este museo será de un gran atractivo turístico, ya que ve el éxito que está teniendo una sala de exposiciones paralela que se abrió en la zona a la espera de la inauguración del museo.“La mayoría de las personas que vienen a visitarnos nunca han estado antes en el Bronx antes, así que ya sabemos que el Museo Universal del Hiphop será un importante catalizador económico para esta área del sur del Bronx”, recalca.Propiciar viviendas asequibles en un barrio humildeMás allá del hip hop y el turismo, el museo busca integrarse en la comunidad de este distrito -que a día de hoy sigue siendo el hogar de grupos minoritarios y personas con recursos limitados-. Por ello, la galería formará parte de un edificio de 23 pisos que acogerá 500 viviendas asequibles.“Somos el ancla cultural de este desarrollo de viviendas (…) La ciudad de Nueva York, como todas las grandes ciudades, necesita viviendas asequibles y estamos muy emocionados de que este proyecto represente el verdadero espíritu de comunidad (del Bronx)”, anota Bucano y explica que hasta el momento unas 40.000 personas se han apuntado a esta lotería para solicitar vivir en estos apartamentos que se levantarán por encima del museo.Fuente: EfeSeguir leyendoEl hip hop cumple 50 años y lo celebra con una muestra de fotografías en Nueva York“5 mil disparos”, una radiografía de la cultura hip hop en los barrios

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Fernando Aramburu: “Nunca he entendido que se pueda construir una sociedad mejor matando a los demás”

La idea de “Hijos de la fábula” surgió al mismo tiempo que la de “Patria”, cuando la organización terrorista ETA anunció en 2011 el cese definitivo de la actividad armada.Conocí a Fernando Aramburu en febrero de 2017. En realidad debería decir que me escribí con Fernando Aramburu en febrero de 2017, cuando le propuse hacerle unas preguntas a propósito de su novela Patria, que, recién llegada a Latinoamérica, me había dejado sin habla, a mí que si algo no me cuesta es hablar. Entonces intercambiamos preguntas y respuestas y la entrevista se publicó en Infobae. Me quedo con el título de esa charla: “No hay nada admirable en quienes tratan de construir un paraíso social con sangre ajena”. Y me quedo con esa frase porque es un buen resumen del modo en que Aramburu piensa el tema ETA o, mejor, del modo en que piensa sobre el terrorismo.Unos años después, en 2020 y en plena pandemia, nos vimos las caras pero a través de la pantalla, cuando lo entrevisté a propósito del estreno de la miniserie basada en Patria. El mundo estaba entre paréntesis entonces pero la literatura y las ideas seguían circulando. Txato, Bittori, Joxian, Miren, Joxe Mari, Arantxa, Xabier, Gorka, Nerea: todos esos nombres vascos daban vueltas en las cabezas de los lectores y comenzaban a ser inolvidables también para los espectadores de la serie. Esas dos familias amigas que terminan enfrentadas por el terror y la manipulación política se convertían para siempre en símbolo de sociedades resquebrajadas y sufridas.Hace algunas semanas pude por primera vez hacerle preguntas sobre su obra a Aramburu de manera presencial durante la presentación de su novela Hijos de la fábula (Tusquets) en la Feria del Libro. El centro de la conversación fue este nuevo libro, una suerte de tragicomedia que también tiene a ETA en el centro de una historia y que narra las peripecias de dos chicos jóvenes y entusiastas que son reclutados y viven en una granja de pollos de Francia, donde fueron recibidos por una pareja que colabora con la organización terrorista, a la espera de las instrucciones para convertirse en militantes.Te puede interesar: Fernando Aramburu, después de “Patria”: “Todavía queda mucha gente convencida del proyecto terrorista, pero ahora la vía no es la violencia”Es octubre de 2011 y la historia conspira contra sus deseos: ETA anuncia el cese definitivo de la actividad armada de la organización. Así, Asier y Joseba buscan esconder su frustración y deciden seguir adelante y actuar por su cuenta aunque les falta todo: armas, entrenamiento, disciplina, dinero…Fernando Aramburu nació en San Sebastián en el año 1959. Es autor de libros de cuentos como Los peces de la amargura y de las novelas Fuegos con limón, Los ojos vacíos, El trompetista del Utopía, Viaje con Clara por Alemania, Años lentos, Ávidas pretensiones, Patria y Los vencejos.”Hijos de la fábula”, de Aramburu, vuelve a ETA pero en clave tragicómica.—Lo primero que tengo para preguntarte es cómo surge la idea de Hijos de la fábula. Leí en alguna entrevista que en ese octubre de 2011 aparecieron al mismo tiempo las ideas de Patria y la de esta novela.— Sí, exacto. Bueno, por fortuna la organización decidió detener su actividad, denominada por ellos mismos actividad armada. Y entonces tampoco estábamos muy seguros de que cumplieran con lo que estaban diciendo; no habría sido la primera vez que anunciaban una tregua y la aprovechaban para reorganizarse, y al cabo de un tiempo volvían a cometer atentados. Me surgieron algunas preguntas, entre ellas si todos los militantes estarían de acuerdo con esta decisión o se escindirían y continuarían la lucha por su cuenta. No tenía respuesta ni a quién preguntar, entonces, como tantas otras veces, recurrí a la literatura para responderme a mí mismo en forma de una historia. Y esto coincidió con el hecho de que yo tenía desde hacía mucho tiempo el deseo de mofarme de los terroristas. Cosa que, mientras actuaban, no me parecía posible puesto que estábamos demasiado ocupados en asistir a funerales, en llorar, en protegernos para que no nos hicieran daño. Y, por otro lado, yo tenía, lo sigo teniendo, un escrúpulo moral que me impide afortunadamente aumentar el dolor de quienes ya han sufrido haciéndolo por vía de la mofa, de la sátira, del sarcasmo. Entonces, tirando de esa punta de hilo, fue surgiendo la posibilidad de una trama.Y esto coincidió con la idea de Patria y entonces consulté con los amigos, les pregunté qué hacía primero, puesto que yo no soy capaz de escribir dos libros simultáneamente. Entonces los amigos y “la costilla” me dijeron que primeramente abordase el proyecto dramático, serio, oral, que fue Patria.— Y, al mismo tiempo, más tarde decidiste que no fuera Hijos de la fábula la siguiente novela a publicar. Hay otra novela en el medio, Los vencejos. ¿Por qué?— Es fácil de entender que una cosa es escribir y otra publicar. Y entonces el editor y yo nos dimos cuenta de que Patria estaba teniendo mucha repercusión y estaba mereciendo una cantidad considerable de elogios, con la posibilidad de que después me los cobrasen y que los pagase el siguiente libro. Para escurrirme de esta posibilidad, lo que hice fue dedicarme a otros géneros; tampoco me apetecía volver a afrontar un éxito desmedido, que tiene una faceta agradable y halagadora pero también tiene unos ingredientes de trastorno puesto que lo aleja a uno del escritorio, que es el lugar donde yo francamente me siento a gusto en esta vida y en este planeta. Y esta novela ya estaba hecha hace bastante tiempo y decidimos mantenerla en el refrigerador. Lo que me permitió, además, un par de años después darle un repaso que creo que le ha venido bien.— Decís que hubo un repaso y que le vino bien y seguramente la pensaste desde otro lugar, años después. Pero el género imagino que era el mismo y la idea tragicómica estaba ya en la base, como la construcción de personajes protagonistas jóvenes, ingenuos y entusiastas, que se parecen bastante a Joxe Mari, de Patria, en algún punto.— Sí, bueno, mis detractores, que se ocupan de mí más que mi propia familia, suelen decir que mis terroristas son simplotes, son ingenuos. En cierto modo reflejan lo que han sido muchos de ellos en la vida real porque hay que ser muy simplote para sacrificar la propia vida, abandonar a los amigos, el pueblo, renunciar a una vida laboral o a la construcción de una familia para dedicarse a matar a otros. Y en la mayoría de los casos terminar en la cárcel durante mucho tiempo, ¿no? En mi novela no se explícita cómo son los personajes. Yo no narro nunca explicando. Tampoco antepuse un prólogo ni notas al pie de página donde se indica a los posibles lectores “este personaje es tonto”. No hace falta. Yo pongo a los personajes a actuar, van, vienen y dialogan. Y después cada lector sacará sus propias conclusiones.Yo no narro nunca explicando. Tampoco antepuse un prólogo ni notas al pie de página donde se indica a los posibles lectores “este personaje es tonto”. No hace falta.De todos modos, quien lea con cierta atención asistirá al concepto, a la idea que tienen estos muchachos de lo que es la vida humana. De su relación con el colectivo humano, con la sociedad, y percibirá que tienen una serie de ideas fijas que no son propias, que les han transmitido. Dicho de otra manera, tienen una ideología que les ha colonizado el cerebro, a la que yo mismo estuve expuesto. Yo también nací en pleno País Vasco y también tuve 14, 15 años, y ahí estaba en el ambiente esta ideología o la presión grupal, que atrajo a algunos. Por fortuna no caí en este paso. Y todos los personajes actúan de una manera lógica, racional, pero conforme a una ideología. Y, particularmente, uno de ellos es muy aficionado a la disciplina, está como muy militarizado aunque jamás ha empuñado un arma; no tiene experiencia ninguna, pero sí tiene una idea fija de lo que pretenden y tienen las ideas muy claras. Él mismo dice “necesitamos pocas pero claras ideas, ¿no? Así y todo hice un esfuerzo para dotarlos de unas biografías, de unas peculiaridades psicológicas. O sea, no solamente son recipientes de ideas o de ideas políticas.”La lectura a tiempo de Albert Camus me terminó de vacunar contra la violencia”, dijo Aramburu en la Feria del Libro. (Foto: Alejandro Guyot)— Estoy pensando en algo que tiene que ver con la ternura de estos personajes. Porque posiblemente también tiene que ver con la edad que tienen y con el momento en que decidieron abandonarlo todo. Son muy chicos.— A mí mismo me daban pena. Yo sentía compasión con ellos pero, claro, es una compasión que no está asociada a la admiración.— Claro.— Porque tengo una idea más bien afectuosa del ser humano. Afortunadamente. Bueno, pues tal vez porque ya de pequeño la religión que me transmitieron y que luego abandoné me procuró unos rudimentos morales que me servían ya a edad temprana para saber lo que está bien y lo que está mal. A mí ya a los 5 años me habían vacunado contra el terrorismo porque nunca he entendido que se pueda construir una sociedad mejor matando a los demás. No sé, es como jugar al ajedrez pero no siguiendo unas normas sino derribando las piezas del contrario hasta quedarse a solas con el tablero. Esto no me convenció nunca. Y, posteriormente, en una edad peligrosa en la que podía haber sido susceptible también de convencerme de todo esto que estaba allí, como digo, en el ambiente, en la cuadrilla de amigos, en el colegio, muy visible en las calles en forma de pintadas, pancartas, manifestaciones, pues la lectura a tiempo de Albert Camus me terminó de vacunar contra la violencia. Y, de hecho, aunque yo no conduzco mis novelas a una moraleja, no intento dar lecciones, sí es verdad que cuando escribo mis manos están determinadas por mi absoluta negación de la violencia en cualquier sentido, no solamente aquella que tuve cerca desde la niñez.— Hablamos de la lectura, estás hablando de Camus, y digamos que un lector que tenga una cierta experiencia de lectura encuentra resabios de literatura, de lecturas, desde el Quijote hasta Esperando a Godot y hasta el esperpento de Valle Inclán. Decís que querías mofarte de los terroristas pero me gustaría que me contaras como pensaste el modo en que lo ibas a hacer. Si había un modelo literario que tenías en la cabeza o si fue surgiendo esa forma.— No, no, no, a mí me halaga mucho cuando una persona que se ha tomado la molestia de leer mis libros afirma que se leen fácilmente porque el trabajo que cuesta alcanzar eso es considerable. Yo sé por experiencia que es mucho más fácil y más rápido escribir intrincado, barroco, abstruso, aparentando decir algo mediante palabras. O sea, el arte de no decir nada mediante palabras no forma parte de mis actividades.Esta novela forma parte de una serie, Gentes vascas. De hecho es el tercer título. Y en cada uno me impongo una dificultad. Soy muy aficionado a imponerme retos técnicos que muchas veces proceden de una decisión arbitraria, caprichosa, pero que, aplicada, se convierte en norma. Y además me resulta productiva. Digo esto porque si noto que el trabajo fluye con demasiada rapidez, desconfío. Desconfío del trabajo y de mí mismo. Entonces, antes de empezar las novelas tomo una serie de decisiones del tipo técnico, siempre con la esperanza de que los lectores no perciban el sudor del escritor. El esfuerzo no debe notarse. Quiero decir, sí, en este caso opté por una concisión extrema. ¿Qué quiere decir esto? El final no lo revelaré pero esto sí: en toda la novela no hay una frase con más de un verbo.Te puede interesar: Dos jóvenes vascos que quisieron seguir siendo ETA después de ETA: el autor de “Patria” vuelve a meter el dedo en la llaga— Eso es increíble.— Entonces yo pensé, ingenuamente, que esto sería muy sencillo. Como si la novela consistiera en una sucesión interminable de telegramas. Sin terminar la primera página ya me di cuenta de que me había metido en camisa de once varas. Yo aprovecho la ocasión para aconsejarles un juego, sobre todo si les cuesta conciliar el sueño resulta entretenido en lugar de contar ovejas. Una vez apagada la lámpara intenten ustedes hablar en frases de un solo verbo. Quizás no en voz alta, si tienen vecinos o familiares que se puedan preocupar. Y se darán cuenta de que antes de un minuto ya han cometido un error. De hecho, en la versión que entregué a la editorial había media docena de frases con un verbo porque algunos están como entreverados en dichos, en refranes, en frases hechas. Bueno, para que la prosa fluyera tuve que idear una serie de recursos sin los cuales creo yo que esto no habría funcionado.Bien. ¿Por qué hice esto? Bueno, si he de ser sincero no lo sé. Pero sí me fui dando cuenta de que formaba el suelo verbal adecuado para el tipo de historia que yo pensaba contar. Y, por otro lado, porque estoy acostumbrado a esta manera lacónica, concisa, de hablar de los varones vascos, no de todos, naturalmente. Pero me resulta muy familiar ese tipo de diálogos con frases inacabadas. Yo recuerdo haber estado con mi padre los dos sentados a una mesa durante largo rato sin hablar y, sin embargo, había una intensa comunicación. Qué nos decíamos no lo sé, pero algo nos decíamos. O simplemente pues eso, nos encontrábamos y uno decía “¿Qué?” “Bien”, decía el otro. Y estaba todo dicho. Entonces, esta manera de expresarse lacónica, como muy ahorrativa de palabras, me parecía que les iba bien a los personajes y a su situación. Intuitivamente noté que la historia me pedía expresarme de esta manera.Aramburu: “Si uno contara realmente algunas chapuzas, torpezas cometidas por algunos comandos de ETA, nadie se las creería. Lo que pasa es que como hacían tanto daño no había ocasión para reírse”.(Martín Rosenzveig) (Martin Rosenzveig/)— Hay un personaje importante en la novela, Txalupa, que es más grande que estos muchachos pero de quien ellos dependen en un par de ocasiones que son clave dentro de la historia, y que es alguien que estuvo justamente en la organización pero que ya no cree en sus propósitos. Hay como un cinismo en él, me gustaría que contaras un poco sobre la construcción de este personaje.— Bueno, Txalupa fue un militante verdadero que tiene un recorrido personal dentro de la organización. Que conserva el arma. Que tiene un problema físico en forma de asma que le impide participar plenamente de las actividades de la organización y que ya terminó su carrera y, entonces, como tantos otros que no terminaron en la cárcel, pues queda colgado en cualquier lugar de Francia sin un horizonte vital digno de cualquier persona, trabajando con la mente, viviendo en un ático en malas condiciones. Y como éste, ha habido otros. Se menciona un caso real que hubo en la ciudad de Toulouse, que es donde vive Txalupa. Apareció un cadáver que llevaba más de un año en la morgue del hospital sin que nadie supiera quién era. Y era un militante de ETA que había muerto por causas naturales en un parque. Lo curioso del caso es que yo conocía a este militante. Era un chico, un chaval, un pibe de mi barrio. Uno que sí cayó en este asunto en compañía de otros. Y eso me golpeó fuerte. Muchas veces me he preguntado por qué yo no ingresé en esa organización y otros con los que yo jugaba al fútbol en la playa de mi ciudad, en el patio del colegio, sí lo hicieron. Y de alguna manera tengo respuesta, aunque quizás no completa. La circunstancia de haberme criado en una ciudad creo que fue ventajosa para mí. En un pueblo pequeño no hay escapatoria posible. El control de la población es fácil, rápido y completo. Es muy arriesgado disentir cuando uno vive en una comunidad en la que todos se conocen.Otra posible causa es, ya lo dije antes, el hecho de que he tenido unos principios morales que no es que me apartaran de hacer el mal sino que, cuando lo hacía, me generaban unos grandes remordimientos de conciencia. Yo confieso que alguna vez en alguna librería “se me olvidó” pagar el libro correspondiente y una vez leídos los devolvía a la librería. Pero además en buen estado. Y devolverlos, dejarlos en su sitio, era más difícil que llevárselos. Y lo peor de todo no es eso sino que con los años supe que el librero se daba cuenta. ¿Y por qué no me lo decía? Bueno, por cierto, yo he escrito sobre esa librería que fue atacada, quemada, etcétera. Pero era así, no tenía dinero suficiente pero tenía el afán de lectura y entonces tomaba clandestinamente prestados los libros. Digo esto porque naturalmente yo desarrollé en el proceso una conciencia moral que me determinaba.Imagen capturada de la página digital del diario Gara en la que se publicó un comunicado de la organización terrorista ETA anunciando “el cese definitivo de su actividad armada”. (EFE/Javier Etxezarreta/Archivo)
(Javier Etxezarreta Javier Etxezarreta/)Y la tercera razón, y aquí sí que no tengo dudas, es el hecho afortunado de que me hice lector a edad temprana. Esto se lo debo sobre todo a un profesor de colegio. Era un hombre de espina bífida. Llegaba con sus muletas, era un hombre pequeño, frágil, del cual la manada de chavales, éramos todos varones, se podrían haber aprovechado para reírse de él pero no, se ve que irradiaba una especie de prestigio con el cual nos tenía dominados. Y este señor tenía la costumbre de leernos al principio de la clase. Era profesor de lengua y literatura y sin que estuviera en el temario, nos leía un fragmento de Juan Salvador Gaviota. Luego nos hacía escuchar fragmentos de música clásica y fue como si hubiera entrado de repente una cebra en el aula. O un jabalí. Es decir, un animal extraño. Y entró en medio de aquel grupo de muchachos con las botas embarradas y caras de criminales tremendos. Y por curiosidad le pedí prestado un disco y lo escuché en casa en un tocadiscos pequeño y no me gustó nada pero pensé: algo tiene que tener esto porque si a ese le gusta es que tiene que tener algo. Y volví a escuchar y pensé esto para dormir está bien pero… Y vamos a decir que era un disco de Tchaikovsky, que tampoco era un dodecafonista. Era una cosa dulce y en principio era un caramelo musical. Y vamos a decir que a partir de la quinta audición…— Ah, eras bien obsesivo.— Cuando mi madre ya estaba mirando en las Páginas Amarillas números de psiquiatras, me empezó a gustar. Es decir, me empezó a gustar porque era El lago de los cisnes. Me quedé con algunas melodías y entré también en ese mundo. Y creo que esto me separó definitivamente de todo lo que fuera totalitarismo, violencia. Intuí que podía haber una manera creativa de estar en la vida ofreciendo a los demás lo que otros nos ofrecieron con anterioridad, libros, sinfonías, cuadros. Yo encontré ahí un camino, hasta hoy. Y de hecho yo estoy aquí por culpa de ese pibe que concibió el sueño de ser escritor y me he pasado 40, 50 años obedeciendo al muchacho. Por eso estoy aquí. Yo podría estar ahora jugando al golf pero me vigila desde el pasado y estoy acá todavía dándole gusto y le pregunto si no está satisfecho, oye, que te he dado Patria. No, no, no, que todavía, por favor, sigue. Y sigo obedeciendo.Te puede interesar: Fernando Aramburu: “No puedo crear una sociedad mejor causando mal a otros; prefiero cuestionarme mis ideas antes que dejar un reguero de muertos”— Hay un par de momentos creo de la novela en donde los personajes discuten acerca de quién va a contar su historia. Yo quiero contar lo que hacemos nosotros, dice uno de ellos, porque no quiero que lo hagan esos charlatanes que se llenan de plata vendiendo miles de ejemplares y que nos tratan de terroristas asesinos.— Sí. Bueno, ahí hay un juego que procede directamente de Cervantes. Soy muy aficionado a estas capas en las que mantengo un diálogo con la literatura, pero quiero decir que si el lector no lo percibe, tampoco pasa nada. Entonces los protagonistas serán todo lo ingenuos que se quiera, pero tienen conciencia histórica. ¿Qué quiere decir esto? Pues creen que están haciendo o que van a hacer historia. Y que, por lo tanto, deberá quedar para el futuro y para las futuras generaciones un relato de sus heroicidades, de sus hazañas. Pero a veces llevan a cabo acciones perfectamente ridículas. Bien, uno no tiene la facultad de escribir, ni la vocación ni las ganas, así que asigna al otro la futura tarea de escribir la historia del comando cuando estén en la cárcel, le dice. Ya dan por hecho que les va a pasar como a tantos otros etarras o militantes de ETA que terminaban tarde o temprano detenidos. Ellos hacen pruebas o maniobras de tiro. No tienen armas, entonces practican el tiro con palos de escoba y la detonación la pronuncian. Por cierto, esto mueve a risa pero no es creación exclusiva del autor: yo hice el servicio militar obligatorio en España y recuerdo que a menudo lanzábamos piedras que figuraban como granadas de mano. Tampoco había presupuesto para estar ahí vaciando el arsenal en maniobras. Por cierto, y esto lo ha dicho mucha gente, si uno contara realmente algunas chapuzas, torpezas cometidas por algunos comandos de ETA, nadie se las creería. Lo que pasa es que como hacían tanto daño no había ocasión para reírse. No es gracioso que les ordenen matar a una persona y vayan a hacerlo y se equivoquen porque son muy torpes, porque no han leído las instrucciones, porque no han identificado la foto, y matan a otra persona. O que les explote una bomba porque no tienen ni idea de explosivos porque son, pues eso, unos chapuceros y les explota la bomba con las consecuencias que cualquiera puede imaginar, ¿no? Esto no pasa en mi novela pero sí pasan por una serie de aventuras y algunas son ridículas y ellos son conscientes. Y entonces el que va de jefe le dice al otro: “Cuando escribas la historia, esto no hace falta que lo cuentes”.”Patria”, la gran novela de Aramburu— Vuelvo al cinismo, te preguntaba antes por Txalupa.— Txalupa me permite anclar la historia que yo me estoy inventando en la realidad. Y hay varios anclajes de este tipo, lugares o personajes tras los cuales se puede esconder una persona real. Txalupa ya es, por así decir, un terrorista jubilado que además lleva en sí una carga grande de desengaño, de frustración. Es consciente de que ha sacrificado su juventud para llegar a una situación desfavorable desde el punto de vista personal. Y es consciente también de lo poco que cuenta el individuo dentro de una organización. A menos que sea, claro, jefe o ideólogo y tenga una responsabilidad mayor. Los demás son peones, les guste o no. Pero nadie los obligó a meterse en esto. Y quien dice esto dice la mafia o cualquier otra organización a las que es muy fácil entrar pero es muy difícil salir. Quiero decir: salir intacto.— Mucha de esa gente que buscaba o que busca la justicia en estas organizaciones tiene cargas de resentimiento personales o familiares que los llevan a trasladar eso personal a la injusticia del mundo. En este caso aparecen varios personajes así.— Bueno, pero esto se da siempre y lo verdaderamente perverso es que se considera que quien está en esa situación, está en posesión de la justicia absoluta. Y de hecho no actúan en nombre del mal. Todo lo contrario, están convencidos de que están haciendo lo que deben hacer y que lo que están haciendo es bueno. Y que cuando liquidan a alguien es porque es el enemigo al que se deshumaniza de alguna manera. Se le quita el nombre o se le asocia con algo desagradable. Por ejemplo, a los policías los llaman chapur que es perro. Esto no es privativo del terrorismo que vimos en España, esto es en general. Un islamista considerará a sus víctimas como paganas, que no merecen haber nacido, etcétera, etcétera, ¿no? Esto es peligroso. Esas fábulas, no todas las fábulas, conducen al fanatismo, que es precisamente de lo que estamos hablando. Y creo que hay que tener mucho cuidado con eso, donde se produce entonces el desencadenamiento de las tragedias, que son enormes y difíciles de detener.— Hay un momento que funciona como un choque de los nacionalismos porque estos dos chicos son atacados por ser extranjeros en Francia por unos barrabravas.— Sí, para mí es uno de los episodios clave. Ya dije antes que yo no narro explicando, efectivamente ellos reciben violencia de unos muchachos que salen del campo de fútbol después que su equipo perdiera. Dato que saqué de internet. Internet es muy útil para los novelistas (risas). Google Maps nos permite hacer como que conocemos lugares en los que nunca estuvimos. Por otro lado pone en peligro en general a la novela, en el sentido de que hoy día es difícil que el personaje se pierda. Con el GPS encuentra el sitio. Entonces, quiero decir que la épica en nuestros días está en una situación muy precaria. Pero volviendo a este episodio. Ellos son víctimas de la violencia de otros y claro, violencia que les parece injusta, gratuita. Los otros al salir del estadio los reconocen como no franceses y se divierten a costa de ellos. Les dan una zurra buena. Y después, en el piso donde están alojados, argumentan contra la violencia. Bueno, los lectores sacarán sus propias conclusiones.— El espacio del cementerio ya era muy importante en Patria, pero en esta novela también cumple como escenario un lugar importante.— Esto es un rito. Como de alguna manera Hitchcock aparecía en todas sus películas, en todas mis novelas hay por lo menos un episodio de cementerio. Da igual de qué trate la novela. De tal manera que si en el 2104 por la tarde se descubre una novela en un baúl abandonado y polvoriento en un desván y se publica con mi nombre y no tiene episodio de cementerio…Te puede interesar: “Patria”, una novela magistral— Sabremos que esa novela es fake (risas).— Esa novela es apócrifa. Y eso me lo tomo tan en serio que antes de empezar a escribir cada novela ya tengo más o menos situado el episodio del cementerio. Por qué hago esto no tengo ni idea. Cierta fascinación sí tengo por los cementerios. Tienen ustedes aquí un cementerio muy atractivo, la Recoleta, que visité hace cinco años y ahora cobran entrada. Pero me dijeron a los visitantes internacionales. Lo de internacionales da como cierta categoría así y todo me pareció una desfachatez tener que pagar por ver tumbas. Suelo visitar cementerios. Es un lugar que me divierte. Me tranquiliza. Me parece bien. Y probablemente sea el lugar donde más tiempo vivamos (risas).— Hay varias mujeres en la novela como María Cristina, o la granjera o como Karmele, la mujer de Joseba. Brigitte, también. Algunas de ellas con personalidades también dentro del grotesco, que es el tono que tiene tu novela.— Bueno, aquí hay un personaje femenino que es fundamental y que determina el desenlace y que, como en otras novelas mías anteriores, entra a media historia y lo cambia todo. Entonces uno de estos dos muchachos tenía su chica y, cuando entró en la lucha, como él dice, la dejó preñada y no sabe si es padre. En principio ya ha pasado el tiempo suficiente. Y no sabe si ha sido padre de una niña, de un niño. El otro es virgen y tuvo una madre bastante autoritaria que dominaba o gobernaba sus movimientos. Entonces no es que tenga una idea negativa de las mujeres sino que les teme. Las considera superiores en potestad de la palabra, en capacidad organizativa. Le duele reconocerlo pero además las asocia a la familia, al placer, a la intimidad compartida. Por tanto a acciones o actividades que distraen de la batalla. Y por tanto lo que hace es evitarlas. Lo tiene fácil porque ninguna se acerca a él. De manera que llevan una vida clandestina sin que nadie los busque o los persiga. Hasta que, y como ocurre en otras novelas mías donde me apetece provocar y generar prejuicios negativos o crear expectativas que luego no se cumplen, él se expresa negativamente de una mujer. Pero como tantas otras veces en mis novelas, cuando un varón dice bobadas y tonterías, y chorradas contra las mujeres, no faltan, vamos a decir, ni quince páginas para que entre una mujer en escena y le dé una lección. Aunque de una manera femenina, o sea, con sutileza y persiguiendo un objetivo que se va aclarando poco a poco. Entonces, este hombre que va de duro por la vida, a los pocos minutos de convivencia pues ya se ve que su dureza era simplemente una fachada.Aramburu: “No conozco esa sensación de estar ante el ordenador con la pantalla en blanco y no saber qué escribir”. (Foto: Eugenia Kais)Rutinas, prácticas, lecturas— Mencionaste dos veces la música. ¿Escuchas música cuando escribís?— No, no. No tengo más compañía que un cactus.— Que tiene nombre.— Tiene apellido. Sí, se llama Mendizábal. Es muy útil. Él y la perra, que la tengo debajo del escritorio, me liberan de la sensación de estar solo, abandonado. No, Mendizábal es el trasunto del posible lector o lectora. Entonces lo tengo ahí, me siento observado. Converso con él. Le adelanto posibles desenlaces. Y tiene la virtud de no llevarme nunca la contraria. No como sucede en casa, después. Y entonces, sí, tengo la sensación de que estoy escribiendo para alguien. Esto es una fantasmagoría pero me resulta productiva.— Dijiste “no como en casa, después”. O sea que no escribís en tu casa.— No, no escribo en casa. Y no puedo escuchar música cuando trabajo. Más que nada porque me gusta mucho la música y escucho un disco diario pero es en el momento en el que descanso. O sea, como, almuerzo y descanso. Entonces escucho un disco. Y a veces busco inspiración literaria en la música, en el sentido de que la sinfonía, la ópera o la improvisación del jazz también siguen unas estructuras, unos pasajes que se repiten, la creación de atmósferas. A veces pienso “esto podría yo trasladarlo tal vez al libro que estoy escribiendo” e introducir unas notas descriptivas o quizás unas determinadas sonoridades. Yo nunca me bloqueo, por ejemplo. No conozco esa sensación de estar ante, iba a decir papel pero yo escribo en ordenador, con la pantalla en blanco y no saber qué escribir. No me pasa nunca, aunque no tenga nada que decir, que ocurre con frecuencia. Pero entonces me impongo, y eso tiene que ver con la música, me impongo algún tipo de…— ¿Ejercicio?— De dificultad lúdica. Por ejemplo, digo, o le digo ahí a Mendizábal, que es el hombre más paciente del mundo, le digo mira, ahora voy a escribir un párrafo sin usar la letra “F”. Y ya está, eso me basta para empezar a probar y empiezo a producir. No descarto la necesidad de suprimir las tres primeras líneas o todo el párrafo, pero de alguna manera ya he entrado en ritmo creativo. Y esto, en realidad, me lo inspira un poco la música también.— ¿Siempre música clásica?— No siempre. También el jazz me atrae mucho.— En novelas en las que hay muchos personajes, ¿vas diseñando, tenés fichas, o alguna pizarra en donde estén puestos los nombres o datos de los personajes? ¿Algo que te ayude, además de lo que estás contando de la música para inspirarte, en el momento de trabajar?— Sí, sobre todo con Patria, que no solamente había muchos personajes sino también muchos narradores y yo tenía que repartir la historia entre nueve protagonistas. Y, entonces, para que no se me quedase ninguno descolgado y para que todos intervinieran de una manera equilibrada, pues tenía no una pizarra pero sí una hoja grande de papel donde iba anotando las sucesivas intervenciones. Acá no necesité esto porque esta novela en realidad sigue una línea narrativa, no tiene muchas ramificaciones. Yo tengo la costumbre de tener encima del escritorio al principio del trabajo un cuaderno en blanco. Es decir, yo no tomo notas y luego empiezo una novela sino que el cuaderno está en blanco y es como una ayuda a la memoria y es donde voy anotando primero las características de cada personaje. Las afirmaciones que hago sobre ellos. También un resumen del argumento de cada capítulo. Posibles ideas que se me van ocurriendo. Las llamo pendientes, como los que se llevan en las orejas. O pongo “Ojo” y hago una llamada de atención sobre, pues yo qué sé, una historia que comenzó e interrumpí para proseguirla treinta y siete páginas después. Sin esto, creo que sería muy difícil escribir una novela. No hay cosa más terrible para un novelista que incurrir en una contradicción. Internet está lleno de buscadores de gazapos. Nosotros llamamos gazapos a las contradicciones en las novelas, ¿no? Pues la chica rubia de la página 17 es de pelo oscuro en la 113. Y hay verdaderos malvados especialistas que van buscando esto y luego se dan el gozo de hacerlo público. Y para que no me ocurra esto, bueno, luego hay un proceso de edición y luego yo tengo dos confidentes literarios que leen todo lo que escribo antes de ser publicado y me señalan erratas, me dan consejos, me hacen críticas demoledoras que es lo que espero de ellos y no elogios porque los elogios no ayudan. Y, entre otras cosas, agradezco mucho cuando me descubren un error, un dato equivocado. El nombre de una calle mal escrito. Una cita inexacta. O sea, no estoy solo con el trabajo.Algunos de los libros escritos por Fernando Aramburu.— ¿Te ayuda vivir afuera para escribir sobre cuestiones vinculadas a España? ¿Sentís que esa toma de distancia física es positiva a la hora de escribir estas historias?— Sinceramente no lo sé porque no puedo comparar. La única perspectiva de la que dispongo es la mía y, si presto atención a lo que dicen otros sobre mí, es posible que sí me haya ayudado, por ejemplo, a sobrevivir. Alguien dijo una vez que vivir en Alemania era mi escolta, pues quizás tenía razón. De hecho yo me salí del tablero de ajedrez, voluntariamente. Como una pieza que se sale sola para que no se la coman. Bueno, yo me desplacé a Alemania hace 39 años por razones personales, familiares ya, y entonces vuelvo al ajedrez: sí que me da la perspectiva del que ve la jugada desde fuera. Ve las distintas piezas, lo que hace éste, lo que dice el otro, lo que añade esta. Y entonces sí, esa perspectiva puede que me haya ayudado. Me pierdo pues los detalles de la pieza que estaría a mi lado, esto es posible. Creo que no soy explicable sin mi cercanía a la literatura centroeuropea. Bueno, en general los críticos españoles me buscan padres y parientes literarios en la tradición literaria española, pero yo he leído e introducido mucha literatura en lengua alemana y soy consciente de que, después de haber leído y estudiado la obra de unos autores, he cambiado mi manera de escribir porque me han hecho consciente de algunos aspectos de la creación en los cuales yo no habría reparado sin ellos. Y, por otro lado, tengo acceso a la prensa alemana cuando escribe sobre mi país de origen y eso es muy interesante, es una perspectiva sin prejuicios. Y creo que me ayuda a completar un poco la visión de los hechos de mi tierra natal. Soy incapaz de escribir historias que no transcurren en España.— ¿Quiénes son esos autores centroeuropeos que leíste y cambiaron tu manera de escribir?— Bueno, hay varios. Una experiencia que me marcó mucho fue leer a Kafka en la versión original y descubrir que es un escritor que trata a toda costa de no incurrir en la literatura. Es decir, que escribe en una prosa aparentemente administrativa, plana, en la que nunca comete una metáfora, en la que nunca se permite una comparación. Me molesta un poco, aunque creo que es una batalla perdida, que se traduzca uno de sus libros como La metamorfosis porque es un título muy anti kafkiano, es muy literario. La traducción literal sería La transformación. Como titularon otros El castillo, El proceso. Es decir, son títulos que pretenden no ser literarios. Esto, modestia aparte, me parece que lo descubrí por mi cuenta y decidí incorporarlo a mi literatura. En mis libros desaparecieron hace mucho las metáforas brillantes, o la sintaxis demasiado cincelada. Y las comparaciones, que en el 99,99% de las veces son superfluas. Años después tuve un parto doloroso al traducir un autor que es poco conocido en el ámbito hispanohablante, que es Arno Schmidt, de quien yo traduje un libro de 120 páginas. Me costó nueve meses de sufrimiento continuo y estoy más orgulloso de esa traducción que de muchos de mis libros. Y, además, me propuse que el lector hispanohablante entendiera el libro. De hecho, creo que mi versión es más comprensible que la original para los lectores alemanes. No me estoy alabando, de verdad. Para ello introduje al final del libro cuatrocientas y pico de notas explicando las citas ocultas, la traducción de frases en noruego, también en lengua española, que son incorrectas.Aramburu se declara influido por autores centroeuropeos. Sobre el alemán Arno Schmidt, a quien admira y tradujo, dijo que “es un hombre curioso, que escribía contra los lectores”.— ¿Cuál es la obra?— La obra es El brezal de Brand. Y este Schmidt es un hombre curioso, que escribía contra los lectores. Este no es un caso que se da en nuestro ámbito literario, normalmente los autores de mi país, los de acá no lo sé, somos muy aduladores del público y “gracias por venir”, “qué bien que me leen”, “los lectores me dan libertad”, etcétera ¿no? Este escribía contra los lectores. Para que solo lo leyeran los que merecían leer sus obras. Se consideraba un genio pero no lo decía con soberbia sino de una manera objetiva. Y era un misántropo, pues se retiró con su pobre mujer a un pueblo, a una aldea cerca de donde yo vivo y que visité. Y además consulté el original de la novela escrito a lápiz y comprobé que en la edición alemana hay una errata que no está en la versión española. Y ese me marcó mucho porque tampoco aceptaba las normas ortográficas del alemán. No es que yo haga lo mismo, yo no escribo contra los lectores, porque Mendizábal no me dejaría (risas). Pero esto me abrió un poco la mente a jugar con el idioma. Es decir que escribir una novela no es contar una historia solamente sino que, en muchos casos, es mantener una pelea lúdica con el idioma.Seguir leyendo:“Patria”, una novela magistralFernando Aramburu, después de “Patria”: “Todavía queda mucha gente convencida del proyecto terrorista, pero ahora la vía no es la violencia”Fernando Aramburu: “No puedo crear una sociedad mejor causando mal a otros; prefiero cuestionarme mis ideas antes que dejar un reguero de muertos”

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