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¿Son tan seguras como creemos las aplicaciones de mensajerías?: el caso Telegram

El reconocido código QR en Telegram. (foto: Cinco Días – EL PAÍS)Hace tiempo vengo reflexionando sobre cuáles son los niveles de protección de la privacidad que tenemos como individuos en el mundo actual. Las aplicaciones y las redes sociales han avanzando culturalmente y se han incorporado en nuestra vida como algo indispensable para poder ser “parte” y “pertenecer” a los distintos grupos.La pandemia ayudó a consolidar esta situación. La tecnología sirvió para acercarnos a nuestros seres queridos y para seguir de manera remota con nuestros trabajos y clases e introdujo a una franja etaria que no estaba incluida en el mundo virtual.Antes de seguir, tengo que aclarar que considero positiva la posibilidad que nos dan estas plataformas para incentivar la comunicación entre los individuos, para estar más informados de lo que pasa y para hacer del mundo un lugar más interconectado y accesible.Solo hace falta ver cómo en la sangrienta invasión a Ucrania las víctimas se valen de la tecnología para hacernos conocer lo que esta pasando, publicando imágenes de la guerra, con una crudeza que nunca antes habíamos visto.Imagen de vigilancia muestra el impacto de un misil en un edificio residencial en Kiev, Ucrania, el 26 de febrero. Imagen transmitida por el Telegram de Vitali Klitschko. (foto Reuters)OSINT se ha convertido en estrella estos trágicos días. Gente de todos los lugares analizando metadatos de fotos o imágenes publicadas, estudiando su veracidad o falsedad. Determinando la ubicación exacta de las hileras de los tanques invasores o señalando ataques contra escuelas, universidades, jardines de infantes, tumbas, memoriales del Holocausto, hospitales, centrales nucleares, departamentos y casas. Mostrando la utilización de bombas racimo y otros armamentos prohibidos por las convenciones internacionales. Brindando al Fiscal Khan de la Corte Penal Internacional la más amplia prueba jamás obtenida para documentar atroces crímenes de guerra y de lesa humanidad. Habiendo dicho esto, lo que me pregunto es si nos planteamos cuánto de nuestra privacidad estamos entregando y cuántos datos damos involuntariamente sin saber exactamente qué es lo que las apps toman de nosotros.¿Garantizan la seguridad que creemos todas las aplicaciones que supuestamente son seguras? Imaginemos a la oposición a las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua. O a la resistencia ucraniana. Muchos de ellos arman grupos de Telegram para intercambiar opiniones u organizar cuestiones operativas.En el pasado, esta aplicación se impuso como la mensajería más segura. En un primer momento, mucha gente migró a Telegram porque era la única que ofrecía proteger las comunicaciones. Hasta que, por ejemplo, apareció Signal y WhatsApp encriptó los chats.Si bien no conozco en profundidad los aspectos técnicos, he leído y me he informado con expertos. Parecería que lo único seguro de Telegram podrían ser los chats secretos. ¿O tampoco? Las llamadas, los chats abiertos y los grupos no lo serían porque -a diferencia de los primeros, que son de persona a persona- todos los otros pasan y se almacenan en el servidor de la app y aún suponiendo que sus dueños, perseguidos por el gobierno ruso, no brinden la información a terceros, ese servidor podría ser hackeado por algún Servicio de Inteligencia o por algún grupo paraestatal afín a las dictaduras o a los invasores.Unos coches pasan por delante de la sede del Servicio Federal de Seguridad en el centro de Moscú. (Foto Reuters)Es más, hay otras cuestiones a tomar en cuenta. ¿Sabían que el Tribunal Supremo Ruso ordenó a Telegram entregar todas las claves al Servicio Federal de Seguridad Ruso aun cuando no haya una orden judicial? Ocurrió en 2018 y la sentencia, que fue apelada por Telegram, quedó firme ese mismo año.En este caso, el Tribunal Supremo de Rusia dijo: “De acuerdo con la Ley Federal 40 -sobre los Servicios Federales de Seguridad (FFS)-, este tenía derecho a publicar actos jurídicos normativos con el fin de proteger la seguridad nacional de Rusia”. Además, sostuvo que “el artículo 10 (1) (4.1) de la Ley de Información obligaba a las empresas que difundían información en línea y que cifraban dicha información a proporcionar al FSS las claves de descifrado necesarias, previa solicitud”. Como consecuencia de esto y de varias normas dictadas, “el Tribunal concluyó que la FFS no excedió su autoridad al emitir la Orden N° 432 del FSS que regulaba cómo podían obtener los medios para descifrar la información. Los artículos 3 y 5 de la Orden N° 432 del FSS obligaban a empresas como Telegram a compartir la información necesaria para descifrar los mensajes electrónicos. El Tribunal añadió que la Constitución rusa y las leyes sobre privacidad y secreto de la correspondencia no protegían la información utilizada para el descifrado. Como resultado de esto, el FSS no estaba obligado a proporcionar a Telegram una orden judicial al solicitar las claves de descifrado, ya que dichas órdenes eran necesarias únicamente en situaciones en las que las autoridades buscaban acceso a información protegida por la Constitución. El Tribunal también hizo hincapié en que, según la legislación rusa, Telegram no tenía la tarea de evaluar la legalidad de las solicitudes de información de los órganos operativos e investigación”.Es decir, el Tribunal ordenó a Telegram entregar las claves de descifrado. Como ciudadanos tenemos el derecho y la obligación de conocer la letra chica de las distintas redes sociales y ser conscientes que esto es imprescindible para proteger nuestra seguridad personal y nuestras libertades. Así podremos decidir con mayores elementos que información personal queremos entregar, a quién y de qué manera. A veces puede ser una cuestión de privacidad. Otras veces, de vida o muerte, de dictadura o libertad.* Darío Richarte es profesor de DDHH y Derecho Penal Internacional – Universidad de Buenos Aires

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Feminista en falta: la violación de Palermo y el nombre de los monstruos

Elizabeth Gómez Alcorta y Patricia Bullrich polemizaron por Twitter acerca de la violación de una chica de 20 años por seis jóvenesNo existen palabras para modificar los hechos: el lunes asistimos desde nuestras pantallas al horror de una violación en grupo a plena luz del día en una zona aparentemente segura de la Ciudad, y de repente el trauma se hizo colectivo. Lo que vimos en la televisión y en nuestros celulares esta semana no es ficción, no pasó en un barrio bajo ni a miles de kilómetros; nos explotó en la cara.Los seis responsables del ataque sexual contra una chica de 20 años en Palermo tenían casi su misma edad, eran amigos, tocaban la guitarra, militaban en política, iban a la facultad, no crecieron en la indigencia ni en la marginalidad, y eran adolescentes cuando el #NiUnaMenos y el #MeToo instalaron por fin en nuestro país y en el mundo la obviedad necesaria de que “No es No”. Algunos, incluso, se autoproclamaban aliados feministas. Nada de eso les importó cuando decidieron retener por la fuerza la víctima en un auto estacionado para atacarla por turnos, mientras dos hacían de campana.Ni Ramón Ángel Pascual (23), ni Tomás Fabián Domínguez (21), ni Lautaro Dante Ciongo Pasotti (24), ni Ignacio Retondo (22), ni Steven Alexis Cuzzon (20), ni Franco Jesús Lykan (24) tenían antecedentes penales. Eran hijos de familias relativamente acomodadas que posteaban historias en las redes sociales. Parecían normales. Y lo seguirían siendo a los ojos de su entorno de no mediar el gesto valiente de Natalia Duarte y Orlando Ibarra, los dueños de la panadería de la cuadra en la que ocurrió el hecho, que intervinieron a golpes de palo de escoba para rescatar a la chica que era sometida en banda, y el de otro vecino que los filmó –y fue golpeado por hacerlo–.Se sabe que uno de ellos ya había abusado hace años y sin consecuencias de una adolescente que hasta ahora no se había atrevido a denunciarlo. El por qué está muy claro. La chica que ahora se cansó de callar tenía sólo 14 años cuando Ignacio Retondo la manoseó en una fiesta sin su consentimiento, mientras ella le rogaba que parase. Hasta entonces, para ella, su victimario era un chico del club que jugaba bien al básquet y que le gustaba aunque nunca hubieran hablado. Después de eso, sus compañeros lo cubrieron, pero también lo minimizaron las propias amigas de la abusada. Por eso, hasta que no vio su nombre y su cara entre los violadores de Palermo, terminó casi por convencerse de que era su culpa. Por el short, por “hacerse la linda”, por haber accedido a hablarle, por la “pollerita corta”.Es doloroso que todo eso pasara en diciembre de 2015, el año en que las mujeres comenzamos a manifestarnos masivamente contra la violencia machista. Es tremendo pensar que a la par de esa red enorme de solidaridad femenina que nos hizo sentir que ya no estábamos solas, se tejían nuevas redes de solidaridad masculina como las que desde hace siglos fomentan y encubren estos comportamientos.Es un espanto enfrentarnos a la revelación de que Retondo era uno de los que, en medio de nuestra pequeña primavera feminista, posaba como deconstruido, participaba de las marchas y repetía las consignas como si fuera a cumplirlas. Una joven vecina de Munro, donde vivían él y Pasotti contó incluso que eran de los que la acompañaban a su casa de noche para que no volviera sola. Lo mismo el resto del barrio, donde los Retondo eran una familia ejemplar y querida.Y no quiero caer tampoco en la falsa dicotomía de que frente a la unión positiva de las mujeres hay una solidaridad masculina que necesariamente se constituye en contra nuestra. Hay colectivos negativos para ambos sexos; ni los grupos de mujeres somos siempre justos y bienintencionados, ni los de varones únicamente malos. Pero hay conductas machistas que terminan por matarnos o en horrores como el de este lunes: las de la patota, esas que a veces las mismas mujeres naturalizamos.A principios de los años 90, el psiquiatra norteamericano Chris O’Sullivan estudió a grupos de atletas en campus universitarios que registraban un alto número de casos de violaciones. El feminismo de la segunda ola había puesto el foco en la cultura de la violación, esa línea directa entre la cosificación de la mujer, la misoginia y la violencia sexual, y las denuncias habían aumentado, pero la Justicia todavía era esquiva. El estudio de O’Sullivan mostró que eso pasaba porque, pese a que las violaciones en grupo se repetían, el entorno no percibía el crimen cuando entre los involucrados había un atleta popular.Igual que con Retondo, la comunidad tendía a defenderlos y culpaba a la víctima por el problema que le causaba al equipo. Casi siempre, en lugar de hablar de violaciones en grupo, se las llamaba orgías o sexo grupal, como si fueran consentidas. Como era habitual el consumo previo de alcohol o drogas, eso servía para exculpar a los victimarios –”No sabían lo que hacían”– y culpar a la víctima –”Una chica no debería portarse así”–.Las violaciones grupales, concluyeron varios estudios, eran perpetradas por grupos de varones con un vínculo fuerte: siempre eran equipo, parte de una fraternidad, vivían o entrenaban juntos, compartían sus viajes y sus experiencias sexuales, igual que los seis detenidos por el ataque en Palermo. Como ellos, también eran parte de una cultura que toleraba que trataran a las mujeres así. Y esa misma cultura hacía que sus víctimas no los denunciaran, porque el costo era demasiado alto: ser revictimizadas por un sistema judicial como mínimo ineficaz, pero sobre todo misógino; por la comunidad y por su propio entorno, además de por los medios si el tema cobraba trascendencia pública.Los violadores detenidos en PalermoCuando en 2016 cinco hombres violaron a una mujer en las fiestas de San Fermín, en España, los cuestionamientos por la levedad de las condenas llegaron a las calles. El fallo de primera instancia había considerado que sólo se trataba de un abuso, ya que la víctima no se resistió lo suficiente. Fueron las masivas movilizaciones las que instalaron el “Yo te creo, hermana” e hicieron que el Supremo español les aplicara a los acusados penas por violación.Ahora nos dicen que no tenemos que hablar de manadas, que eso deshumaniza a los victimarios y les quita responsabilidad sobre sus actos: los animales no controlan sus impulsos, mientras los hombres sí. Pero la verdad es que el término viene de ese caso español, que se conoció como “La Manada” porque los violadores habían creado un grupo de Whatsapp que se llamaba así. A ese grupo mandaron el video del ataque en tiempo real, junto a mensajes como “Follándonos a una entre los cinco”, “Todo lo que cuente es poco, puta pasada de viaje, hay video”. Y también fue ahí donde uno de sus miembros, que no estaba presente, respondió: “Cabrones, os envidio. Esos son los viajes guapos”. Porque no bastaba con violarla entre cinco, también había que compartirlo para tener la validación del resto.Hay algo perverso en cómo para hacernos fuertes las mujeres nos constituimos en un “nosotras” solidario que entendió que nuestras experiencias no eran individuales, mientras algunos varones siguieron aliándose en torno a esas prácticas donde la cosificación es tal, que sus acciones muchas veces son tomadas como algo liviano y hasta gracioso. No hay registro del daño ni siquiera desde afuera, como mostró el mensaje del hombre del caso La Manada que respondía desde su casa que los envidiaba.Esa alianza negativa entre varones, que hace que violen en grupo o golpeen hasta matar a un chico indefenso como Fernando Báez, es parte de una cultura que, como mostró O’Sullivan, tolera y minimiza sus crímenes como si fueran un juego de amigos que tomaron de más. Como mucho, un error que no debería arruinarles la vida. La de sus víctimas no tiene relevancia.En la Argentina donde las últimas cifras dicen que muere una mujer cada 24 horas por violencia machista –seis menos que en 2015, con el primer #NiUnaMenos–, la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, tal vez convencida de que su función ante un hecho como el del lunes es apenas opinar, escribió un tuit que indignó a unos cuantos, y otros usaron para confundir más.La redacción es en efecto confusa para quien no tiene marco teórico y simplemente se dio de frente con el horror en su pantalla. Dice: “Es tu hermano, tu vecino, tu papá, tu hijo, tu amigo, tu compañero de trabajo. No es una bestia, no es un animal, no es una manada ni sus instintos son irrefrenables. Ninguno de los hechos que nos horrorizan son aislados. Todos y cada uno responden a la misma matriz cultural”. Antes había dicho también en la TV Pública: “No son monstruos, son varones socializados”.Para muchos es difícil entender esa lógica que es bastante evidente si no leemos con literalidad que están acusando a nuestros hermanos. Y aunque la ministra nos explique qué palabras debemos usar, poco importa el nombre que le pongamos a hechos que la impunidad reproduce y exacerba.Los tuits de Patricia Bullrich, referenta de la oposición, y Elizabeth Gómez Alcorta, ministra de las Mujeres, Género y Diversidad. La grieta llegó a una violaciónEn lugar de pensar el problema como un asunto tan grave y sensible que debe ser encarado en conjunto por todo el arco partidario, la líder de la oposición, Patricia Bullrich, decidió reinterpretar las palabras de Gómez Alcorta para exigir su renuncia –y en esto último probablemente tenga razón más allá del análisis tergiversado de las declaraciones de la ministra, precisamente porque se conduce como si alcanzara con eso, con declarar–. Según Bullrich, la funcionaria kirchnerista estaba justificando la violación. A su juicio, los que drogaron y violaron a esa chica eran sólo seis cobardes, seis monstruos cuya culpa no debería ser diluída en algo tan abstracto como la “matriz cultural”.Pero es innegable que esos seis cobardes no representan un caso aislado. Ataques como el de Palermo ocurren mucho más de lo que imaginamos, justamente porque la cultura y la impunidad desalientan las denuncias. Los abusos y violaciones son mucho más frecuentes de lo que preferimos creer. Y al contrario de lo que nos dicen los medios y nuestros terrores, la mayoría no ocurre en la calle ni es fortuita: los victimarios, en general, son parte del entorno de las víctimas.Entonces, sí, claro que los violadores pueden ser nuestros padres, compañeros y vecinos. Las estadísticas dicen que casi siempre son ellos. Varones funcionales que no vienen con cartel indicador ni máscara de monstruos. Varones que posan de aliados como Retondo y Pasotti, y acompañan a sus amigas a casa a la noche para que no vuelvan solas. Varones queridos y respetados. Sería mucho más fácil identificarlos si no fuera así.En un punto, todo es cierto: un monstruo bajo cualquier otro nombre, cometerá monstruosidades; un grupo de varones monstruosos se vuelve peligrosamente parecido a un grupo de animales; y esos animales monstruosos, esas bestias que violan y matan aunque parezcan funcionales, bien pueden ser nuestros padres.De ahí en más, el dilema es grande. ¿Cómo romper con la cultura que los ampara si ni las marchas, ni la prédica, ni el cambio de clima social –ese en el que crecieron los violadores de Palermo, oyendo y repitiendo una y otra vez que “No es No”– lograron detenerlos? ¿Cómo entender lo que ocurre sin caer en la culpabilización colectiva de todo el género masculino (porque que todos puedan ser bestiales no significa que efectivamente lo sean, y de hecho, la mayoría de las veces no lo son)? ¿Cómo proteger a nuestras hijas, hermanas, amigas y a nosotras mismas si los hijos de puta no se visten de monstruos, sino que van a la facultad y al club y son queridos por su entorno?Todas las respuestas se desdibujan ante la persistente falta de Justicia, pero también ante la nula seriedad de nuestra dirigencia para encarar una cuestión tan tremenda como transversal. Porque convertir a una violación en carne de la grieta, eso sí es monstruoso. Es de lo único que no tengo dudas.SEGUIR LEYENDO:Violación grupal en Palermo: una pericia será clave para conocer los roles de los abusadoresViolación grupal en Palermo: a 48 horas del ataque, la víctima pudo contarle a la Justicia lo que sucedió

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Alemania y su regreso a la historia

El canciller alemán Olaf Scholz (REUTERS/Fabrizio Bensch)Mientras los ojos del mundo están puestos en Ucrania y Europa Oriental, se suceden hechos que hubieran sido impensados hace una semana atrás. Minuto a minuto, hora a hora, día a día, va siendo más claro que la disrupción que vive el sistema internacional tiene una dimensión claramente mayor al shock que provocó el ataque terrorista de Al Qaeda en el 2001. Los ejemplos a enumerar son masivos, y se multiplican.Empecemos por un país símbolo de neutralidad, tal como es Suiza: luego de 207 años ha informado que toma partido en términos diplomáticos y de asistencia humanitaria por el Estado ucraniano. Al mismo tiempo, anunció sanciones contra funcionaros de Rusia. Pero una mutación aún más impactante, y cuyas consecuencias profundas las veremos en el mediano y largo plazo, es la decisión del gigante económico alemán de calzarse los guantes y afiliar sus dientes. Pocas horas atrás, en un fuerte discurso ante el Parlamento, el Canciller anunció el envío de sofisticado armamento antitanque y antiaéreo a Ucrania, así como un paquete presupuestario de emergencia para asignar, rápidamente, un fondo de poco más de 100 mil millones de dólares (un cuarto del PBI de Argentina) a las fuerzas militares alemanas.También tomó la decisión de asignar más de 2 puntos del PBI al presupuesto de Defensa en los próximos años. En las ultimas dos décadas, Berlín venía con niveles inferiores al 1,3 del PBI para su brazo armado. En otras palabras, Alemania tiene decidido, al menos duplicar poder militar. Este coloso económico venía transcurriendo las décadas posteriores al fin de la Guerra Fría y su unificación como un ejemplo claro de una tendencia pos moderna y pos heroica; con énfasis en la ecología, la paridad de género, la diversidad sexual, mayor y mayor flexibilidad en la aceptación de inmigrantes ilegales, entre otras. Así como una escasa, o nula, preocupación geopolítica por depender más y más del gas ruso. En otras palabras, una foto perfecta de lo que se imaginaba F. Fukuyama cuando escribió su famosísimo articulo El Fin de la Historia, en 1989. Un mundo en donde las guerras entre las principales potencias desarrolladas serían cosa del pasado.Antes de seguir, pongamos la magnitud alemana en cifras: una población altamente educada y calificada de 83 millones de habitantes; un PBI de 4,3 trillones de dólares, o sea, más de diez argentinas; y, lo que es más importante en esta situación, 2 veces y media el PBI ruso de 1,7 trillones. En otras palabras, cada dólar adicional que invierta Berlín en Defensa deberían ser compensados por un gasto de 2,5 dólares por parte de Moscú. El PBI per cápita alemán es de 51 mil dólares versus 10 mil del ruso. Alemania es el cuarto PBI mundial, sólo superado por los EEUU con 20.5 trillones, China (13.4 trillones) y Japón (5). Por debajo de Alemania, vienen el Reino Unido (2.83), Francia (2.78), India (2.72), Italia (2, Brasil (1.8) y Canadá (1.72).Por esas vueltas inesperadas de la historia y de las acciones humanas, quizás en poco tiempo volvamos a escuchar un latiguillo muy presente en los ambientes militares europeos durante el siglo XIX y primera mitad del siglo XX: si no combatiste contra los alemanes, no sabes lo que es la Guerra. Dos mil años antes, los emperadores romanos parecían entenderlo claramente. Las tribus germanas fueron siendo integradas a las Legiones de Roma. Su capacidad era tal, que terminaron siendo la guardia personal o pretoriana de los mismos Emperadores. Su poder militar e influencia, derivó en que los últimos césares fuesen precisamente de ese origen.SEGUIR LEYENDOLa sabiduría realista versus la intuición de Putin: alguno de los dos no acertó

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Producto de la emisión, la inflación permanecerá en 4% hacia adelante

Desde el segundo semestre del 2021, cuando el Gobierno sembró una fuerte emisión fiscal (4% del PBI), el resultado no podía ser otro más que una fuerte cosecha de inflación (Reuters)Tal como venimos anticipando desde el segundo semestre del 2021, cuando el Gobierno sembró una fuerte emisión fiscal (4% del PBI), el resultado no podía ser otro más que una fuerte cosecha de inflación. En efecto, por segundo mes consecutivo, la inflación fue cercana al 4%, tras el 3,8% de diciembre y el 3,9% de enero, bien lejos del 2,5% registrado en noviembre y del 3,2% promedio de los anteriores seis meses. Claramente, la inflación se aceleró.Específicamente, la de enero fue una combinación de mayores precios estacionales y de los regulados, que subieron 9% y 2,8%, respectivamente, por encima del 3,7% y 1,7% registrados en mes previo.Fuente: Portfolio Personal Inversiones en base a datos del IndecEn tanto, sorprendió a la baja la inflación núcleo (con fuerte correlación con el desequilibrio monetario) subiendo 3,3% tras el 4,4% de diciembre. Sin embargo, no es para celebrar.Sorprendió a la baja la inflación núcleo (con fuerte correlación con el desequilibrio monetario) subiendo 3,3% tras el 4,4% de diciembreEn diciembre, hubo una clara expectativa de salto cambiario que elevó la núcleo al 4,4% (promedio del segundo semestre 3,4% mensual). Siendo otro indicador de dicha expectativa que 10 de los 12 capítulos que componen el IPC, subieron por encima de noviembre. Esta “medida de posición” cayó a cinco capítulos en enero. Entonces, sería “explicable” que la menor núcleo de enero habría sido por el “adelanto” de diciembre.Dejando de lado las particularidades de la inflación del pasado mes, estar cerca del 4 % por segundo mes consecutivo da lugar a pensar que la multicausalidad (caballito de batalla del Gobierno) de la inflación, está financiada por el desequilibrio monetario del segundo semestre del año anterior.Factores impulsoresEntendemos que no hay razón alguna que lleve la inflación hacia el andarivel del 3% mensual (ó 40% interanual según las proyecciones del rechazado presupuesto). Esta continuaría varios meses en el rango del 4% (estrictamente 3,8% según el REM).Simplemente, los efectos expansivos de la política fiscal pre eleccionaria financiada con emisión se verifican en la inflación del siguiente semestre (o sea, el que transitamos). A esta causalidad, de déficit fiscal financiado con emisión, se le suman “aditivos adicionales” dados por una creciente indexación de la economía.Los efectos expansivos de la política fiscal pre eleccionaria financiada con emisión se verifican en la inflación del siguiente semestreEn los bienes transables (fuerte componente de la inflación núcleo), por la aceleración del crawling peg del 13% interanual hasta noviembre hacia 32% interanual en febrero y proyectado hacia 36/40% en marzo.En los bienes y servicios no transables, los ajustes tarifarios (gas, electricidad y transporte en CABA) operarán en los próximos meses; así como las estacionalidades de colegios y textiles.Súmese que la escasez de divisas para importar implica una “prima adicional” en los precios de los importados y los substitutos.Todo favorece a una inflación elevada del orden del 4% mensual hacia delante y por varios meses (EFE)En sencillo, todo favorece a una inflación elevada del orden del 4% mensual hacia delante y por varios meses.No obstante, de la mano del acuerdo con el FMI, el Gobierno está dando señales muy tímidas de reequilibrar las cuentas fiscales y monetarias y, por ende, de la inflación.Tasas de interés más altasEn esa dirección, y por segundo mes consecutivo subió las tasas de interés nominales 2,5 puntos porcentuales, llevando la pasiva (personas humanas), el 41,5% anual (hasta $10 millones) y una tasa efectiva (TEA) del 50,4% anual. Dicha tasa nominal sería en términos reales negativa, dada la expectativa de una inflación anual del 55/57% para el corriente año (aunque menos negativa que la del 2021). Ello anticiparía que la suba de tasas de febrero no fue la última por parte del BCRA.De la mano del acuerdo con el FMI, el Gobierno está dando señales muy tímidas de reequilibrar las cuentas fiscales y monetarias y, por ende, de la inflaciónPensar en una inflación menor al 4% mensual solo podría ser esperable hacia el segundo semestre; de la mano de “menor desequilibrio fiscal” y emisión del BCRA, junto a mayores tasas de interés real (o claramente menos negativas que las actuales).En el contexto actual de inflación, seguimos prefiriendo los bonos con CER en nuestro portfolio de inversiones para los excedentes de pesos.SEGUIR LEYENDO:Inflación: el Gobierno confirmó que planea crear una Empresa Nacional de AlimentosLos controles de precios no llegan al conurbano y los alimentos son 50% más caros en los comercios de barrioMartín Guzmán aseguró que el acuerdo con el FMI será enviado al Congreso con todos los detalles y sin documentos secretosPara ahorristas: la tasa “efectiva” para plazos fijos ya está en 50% anual y buscan darle más atractivo al peso

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¿Y los derechos humanos?

El general Hugo Torres, frente al edificio que se tomó en 1978 para exigir la liberación de prisioneros sandinistas. (Foto cortesía La Prensa)“Las dictaduras carecen de imaginación y repiten sus mentiras, su saña, su odio y sus caprichos. Son los mismos delirios, el mismo empecinamiento ciego por el poder” – Sergio Ramirez, ex vicepresidente de Nicaragua.Un ex guerrillero sandinista muere en las mazmorras de una dictadura y un ex vicepresidente marxista debe huir al exilio para no correr la misma suerte. Aturde el silencio de los llamados ”defensores de los derechos humanos”!! Pasa, que el dictador es Daniel Ortega (un lacayo de la autocracia china) y no Anastasio Somoza.Quien falleció, fue Hugo Torres, el legendario Comandante Uno, quien irónicamente, rescató al entonces revolucionario Ortega, de la cárcel de Somoza, en 1978. Una veintena de guerrilleros liderados por Eden Pastora (comandante 0), Hugo Torres y Dora Maria Tellez (comandante 2) tomó el 22 de agosto de ese año el Palacio Nacional y secuestró a dos ministros y medio centenar de diputados.Los intentos de la Guardia Nacional para recuperar el lugar, fracasaron y el Obispo Miguel Ovando Bravo, fungió de mediador para lograr la libertad de los ministros y diputados, a cambio de una actitud similar del gobierno respecto de los presos sandinistas. Dora Maria Tellez también está arrestada por defender la libertad del pueblo nicaragüense y criticar la detencion y tortura de cientos de estudiantes que reclamaban en las calles de Managua.Sergio Ramirez, fue otro hombre clave en la lucha contra Somoza. Luego de la caída del dictador, formó parte del Gobierno de Unidad Nacional y posteriormente, fue vicepresidente de Daniel Ortega.Escritor de fama internacional, Premio Cervantes de Literatura, nunca adjuró de su ideología, pero debió exiliarse a Costa Rica para evitar que la policía secreta de Nicaragua lo arrestara por el ”delito” de oponerse al tenebroso dúo de Daniel Ortega y Rosario Murillo, la corrupta vicepresidenta cuyo poder crece día a día.Los pueblos soportan las dictaduras solo por un tiempo. Como dicen los jovenes cubanos: “No más mentiras. El pueblo pide libertad, no más doctrina. Ya no gritemos Patria o muerte, sino Patria y vida”.SEGUIR LEYENDO:Alberto Fernández: “No voy a imponer un régimen maoísta en Argentina”Alberto Fernández revisó su crítica a Estados Unidos al comprobar que había recibido un dato inexacto que involucraba a Joseph Biden

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El acuerdo con el FMI y los precios de los bonos de la deuda

(Foto: Franco Fafasuli)Luego de semanas ásperas para el riesgo país y la brecha cambiaria, el Gobierno decidió pisar el acelerador y acordar con el FMI un nuevo programa, despejando el riesgo de una gran crisis y mayor radicalización. Básicamente, se acordó postergar los vencimientos de capital a cambio de objetivos económicos y revisiones trimestrales acordadas con el organismo. El acuerdo es solo un punto de partida y el inicio de una nueva relación. Sin cumplimiento de metas, no hay desembolsos para cubrir los vencimientos, y sin desembolsos habrá default.La noticia sin dudas es positiva, pero sin hablar de reformas estructurales, el dilema de la factibilidad del cumplimiento de las metas acordadas persiste en el mercado. De cumplirse las metas, se postergan 10 años los vencimientos. Y éstas, podemos afirmar, son mucho más laxas respecto a programas de ajuste en otros países.El entendimiento entre las partes se basó en la materia más difícil para la política local, la consolidación fiscal. Se acordaron metas del 2,5% y 1,9% y 0,9% entre 2022-2024, y la limitación de asistencia monetaria del BCRA al Tesoro del 1%, 0,6% y 0% para los próximos tres años (tras emitir 3,7% en 2021). Se proyecta que el déficit financiero del 2022 alcanzaría 4/4,5% del PBI, que se cubriría un 3/3,5% con colocación de deuda local y organismos internacionales.El acuerdo es solo un punto de partida y el inicio de una nueva relación. Sin cumplimiento de metas, no hay desembolsos para cubrir los vencimientos, y sin desembolsos habrá defaultA simple vista, el nuevo sistema de tasas del BCRA posibilita a que parte de los flujos de los bancos se redireccionen hacia el Tesoro, pasando de pases pasivos a Ledes, incrementando duration y riesgo. Este traslado de pasivos remunerados también debe entenderse como crecimiento de base monetaria, lo que puede presionar aún más tanto la brecha como la inflación.Mientras la aceleración de la inflación a nivel global se estima como algo temporal, lamentablemente en Argentina lo asumimos como natural, y no se espera que una desaceleración significativa sea un acontecimiento probable, al menos en un futuro cercano (claramente en el primer semestre de 2022 vinculado a la emisión del segundo semestre de 2021).En contraposición, Martin Guzmán apunta a reducir el déficit únicamente desde el lado de los ingresos a partir de un crecimiento real del 3% para 2022, remarcando las pocas intenciones de ajuste del gasto. A simple vista, esto sería poco probable.El ministro de Economía, Martín Guzmán, y el jefe de Gabinete, Juan Manzur, anuncian el entendimiento con el FMI. Foto: REUTERS/Agustin MarcarianPara lograr las metas propuestas será necesario reducir el gasto, lo que dará lugar a fuertes peleas internas, siendo los principales candidatos de recorte los subsidios de energía (representan el 3% del PBI) y las transferencias a provincias (0.8% del PBI).La evidencia demuestra que al oficialismo le cuesta mencionar públicamente perspectivas de austeridad. Sin dudas, el apoyo dentro de la coalición gobernante será una variable a monitorear, incluso supo complicar la llegada al acuerdo. Los cumplimientos trimestrales de las metas podrían estar afectados por ruidos dentro del frente gobernante.En conclusión, si bien ahora hay entendimiento, ello no debe entenderse que pavimentaría el camino hacia un crecimiento sostenido, ya que el gobierno no es creíble. Dadas las características del entendimiento tampoco habrá reformas laborales e impositivas, ortodoxia monetaria, apertura económica, un banco central fuerte; es solo un plan de estabilización light En el transitar de esta coyuntura con el FMI, crucemos los dedos, recemos a que llueva (pero tampoco tanto) y a una soja firme en Chicago, a ver si aguantamos unos meses más.Oportunidades de inversiónAhora bien, la incertidumbre es alta y las dudas persisten, esto no quita la presencia de oportunidades de inversión en activos locales. Si bien, a diferencia de lo que planteó Guzman, las expectativas de devaluación siguen altas (por bajas reservas, liquidez, inflación, tipo de cambio real, etc.), los precios de los bonos soberanos en dólares continúan siendo oportunidad, aún tras las subas reflejadas a partir del viernes.El entendimiento light (mucho más flexible que los acuerdos de 2018 y 2019) mejoraría las expectativas económicas hacia delante por reducción lenta del déficit fiscal y menor asistencia monetaria, a lo que se sumaría una creciente probabilidad de cambio de color político para 2023 que en conjunto favorecerán a los bonos en dólares. Aunque las paridades actuales y la curva de CDS siguen descontando un nuevo evento de crédito para 2024/2025 con fuertes quitas de Valor Presente Neto.Aún proyectando escenarios de quitas tan agresivas como las de 2020, los títulos presentan un importante upside. Los fundamentals muestran mejores señales que hace pocos meses y eso por el momento no luce reflejado en los precios. En septiembre de 2021, con peores expectativas fiscales, de crecimiento económico, de poder político y sin un acuerdo con el fondo, los bonos valían 30% más que actualmente. Si miramos octubre del 2020 alcanzamos un 45%. Es muy probable que el mercado se encuentre sobre-estimando eventos adversos.Aún proyectando escenarios de quitas tan agresivas como las de 2020, los títulos presentan un importante upside. Los fundamentals muestran mejores señales que hace pocos meses y eso por el momento no luce reflejado en los preciosAhora, imaginemos un escenario hipotético y muy optimista para el mercado, en donde el Gobierno realiza el ajuste pactado y en 2023 tenemos un cambio de color político. En ese caso, le estarían dejando el terreno allanado a la siguiente administración. Claramente, el recorrido de los activos sería mayor aún.En este marco, los títulos “Old Indenture” (GD38/GD41) mantienen la preferencia siendo los mas defensivos dados sus mayores flujos de corto plazo con interés corriente entre el 7.5/8% y Tires del 17/19%. De todos modos, es importante remarcar el riesgo implícito y son recomendados únicamente para inversores profesionales con una aversión al riesgo sumamente baja. Las revisiones trimestrales generarán volatilidad en los bonos. Sin cumplimientos de metas, no va a ser posible que los títulos de deuda recuperen de forma sostenida.SEGUIR LEYENDO:Cruzamos el puenteLo pida el FMI o no, el país debe cambiar el rumboQué impacto puede tener el acuerdo con el FMI en los precios y las expectativas de inflación

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Mis 80 años y la desesperanza de la política

Movilización a la Plaza de Mayo por el Día del MilitanteUna pasión que se convierte en frustración nos divide, enoja, lastima, no ayuda ni a crecer como individuos ni a mejorar como sociedad. Nos fanatiza el miedo a la duda, ese lugar de la sabiduría que cuesta alcanzar.Cumplo ochenta años, nací en un mundo de obreros que alcanzaban a ser clase media y llegué a este momento de mi vida en una sociedad donde los restos de esa clase añorada viven el miedo de caer en la pobreza.Hijos y nietos de inmigrantes europeos y migrantes del interior convivían, todos unidos en el trabajo, en el esfuerzo, que era el dogma unificador. No creo que mis padres hubieran terminado la primaria, eran hogares sin libros, solo herramientas. Educaban en la exigencia y el afecto, solían enseñar con su ejemplo. Mis padres nacieron antes que la radio, a nosotros nos asombró la televisión mientras que nuestros hijos no imaginan vivir sin internet. Te sostenían hasta el secundario, luego, la vida era la que cada uno fuera capaz de armar. La religión o la revolución te sacaban de la rutina familiar, que en nuestro caso no esperó demasiado. Manejar un taxi, para sostenerse uno y ayudar a la familia. Luego, ser cajero del Abasto, del remate de carnes, una tarea de pocas horas pero de compleja responsabilidad.El dólar y el golpe giraban en torno a nuestra temática del hogar y del café. Barrios humildes donde se mezclaban todas las sangres, el tango era la melodía de esos tiempos, en carnaval se anunciaba “ocho grandes bailes ocho” y cada club llevaba su orquesta. El trabajo abundaba, el dinero no era un tema, crecer en bienes y vivienda dominaba la lógica familiar. El lavarropas, la heladera, el televisor y el coche medían los niveles del desarrollo social. Hacerse rico no estaba entre los sueños de nadie, con ganar bien alcanzaba para el desafío de ese tiempo.Mientras iniciaba el secundario, los militares apoyados por buena parte de la sociedad civil derrocaron a Perón, luego, a Frondizi y finalmente, a Illia. La excusa era variable, nuestros ricos nunca vieron en la democracia el sistema más justo posible. En el 66, asumen que no soportan la libertad en ninguna de sus variantes; el peronismo era una excusa, lo de ellos era imitar a Franco y sostener una dictadura para siempre. Por eso la violencia fue un estallido, la guerrilla hija dilecta de una dictadura sin tiempos. Diez años después, en el último golpe, asesinan y endeudan, decididos a terminar con la industria e imponer las finanzas sobre el trabajo y la importación sobre la propia producción. Así, surgieron herederos rentistas educados para gerentes de casas matrices imperiales.Viví el desarrollo nacional con peronistas, radicales e incluso con algunos golpistas, con altibajos, pero sin que nadie se atreviera a destruir lo forjado por generaciones. El patriotismo le imponía límites a las ideologías hasta el último golpe donde decidieron asesinar, endeudar y desindustrializar, todo junto en una misma propuesta. La idea era imitar al imperio, no en su conducta, sino en lo que ordenaban para sus colonias. Nunca asumieron que las leyes no eran las mismas para el fuerte que para el débil. Así, sin pudores, dejamos de “soñarnos Europa” para enamorarnos de Miami.Visité Roma y Madrid cuando eran ciudades más pobres que Buenos Aires, hoy transitamos los restos de lo que supimos ser. Conocí la inseguridad en Roma cuando no existía entre nosotros, luego, ellos integraron mientras que nosotros expulsábamos. Triste paralelismo entre la cordura y la insensatez, entre la política en serio que se ocupa del conjunto y las deformaciones de teorías económicas que eligieron los negocios por encima del hombre y de la misma sociedad. Fuimos los más avanzados del continente, el ultraliberal Vargas Llosa dijo haber conocido una ciudad admirable anterior al peronismo, grave confusión cronológica por repetir el relato de sus amigos que odian a los humildes, esa ciudad a la que refiere, también y especialmente, era hija del peronismo. Derrocan a Isabel con una deuda de 6 mil millones y abandonan el gobierno debiendo cerca de 50 mil, números que la historia los llevó a repetir en democracia. Son aquellos cuyo sueño nunca fue generar riquezas, sino tan solo copiar conductas y fugar divisas.Pudimos recuperar la democracia mientras la impotencia nos impedía volver a tener la voluntad de ser nación. Muchos de nuestros abuelos vinieron cuando imaginaron que Europa se agotaba, sus nietos repiten la pesadilla del exilio. Nuestras historias vieron el heroísmo y la corrupción, muchos amigos entregaron sus vidas, otros dejaron de vernos tan solo porque cambiaron de clase social. La derecha abandonó el modelo productivo y la supuesta izquierda terminó convertida en burocracia. En Chile, surge hoy un gobierno que cuestiona el autoritarismo, reivindica la libertad, esa que Cuba primero y más tarde Venezuela y Nicaragua abandonaron a cambio de una justicia que no dieron. Bolivia logró un camino propio, ese que nuestra derecha intentó ayudar a derrotar y quienes nos gobiernan defendieron sin imitar. Cuba soñaba revoluciones, exportaba violencias e imponía su dictadura. Hoy, Venezuela y Nicaragua copian la excusa de combatir al imperio mientras ni se les ocurre reivindicar la libertad. La caída del muro permitió terminar con el sueño marxista, claro que en nosotros fue asumido como triunfo definitivo del dios Mercado.Uruguay, Bolivia, Chile ahora y lentamente Brasil encontraron su destino, su manera de insertarse en el mundo e integrarse como sociedad. Nosotros seguimos deambulando entre extremismos que poco o nada tienen para aportar. Nuestros jóvenes se van en la desesperanza de la política, fracasamos como conjunto, en todas y cada una de las áreas la viveza derrotó al talento, la picardía se impuso al esfuerzo, la mediocridad se engoló de soberbia. La complicidad es la argamasa que sustituyó a los ideales y es motor de la mayoría de las propuestas en boga. Fuimos correligionarios, compañeros, hermanos o camaradas, ahora los socios imponen sus normas. Los enriquecidos de los últimos tiempos son la nueva aristocracia parasitaria al lado de la cual el agro es revolucionario. Hubo un tiempo donde los industriales compraban los campeones de Palermo, competencia productiva; ahora los nuevos ricos compran caballos deportivos para marcar con su omnipotencia los símbolos de status. Rentistas que disfrutan hasta en el desprecio de su pueblo, importadores orgullosos de sus casas matrices, siempre quejosos de sus países nativos.Albert Memmi escribió hace décadas Retrato de un colonizado, anterior a la tecnología digital pero en demasiados rostros sigue marcando rasgos más nítidos que la precisión de las tecnologías actuales. Los que amamos la política somos muchos, no nos creemos revolucionarios ni nos hicimos ricos, tampoco burócratas. Como los poetas- si la analogía me es permitida- , habitamos espacios laterales reservados para iniciados y con ellos a veces me junto a soñar. La política, como todo arte, ya tendrá los cultores que merece, esos que hoy brillan por su ausencia. Los ricos nos desconocen, gozamos de paz en la conciencia, riqueza mayor que la que abarca una caja fuerte. Me conformo con el regalo que la vida me hizo, poder seguir caminando por la calle.SEGUIR LEYENDO:El comienzo de una nueva etapa: cómo impactó el acuerdo del FMI en los planes políticos del GobiernoFrenazo a la emisión monetaria: el FMI impuso una medida contraria al dogma kirchnerista

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Ucrania y el riesgo de una profecía autocumplida

Soldados ucranianos en Kiev¿Qué sucede en Ucrania?Una valiosa enseñanza de Henry Kissinger prescribe que la Historia representa para los estados el equivalente a lo que el carácter significa para las personas. Por ello, recorrer el reciente devenir del desencuentro entre las dos mayores potencias nucleares contribuye a desentrañar las claves del interminable drama ucraniano. Un conflicto aparentemente condenado a subsistir eternamente y frente al cual Washington y Moscú no parecen encontrar puntos en común.Atrapada entre Europa y Rusia, Ucrania vuelve una y otra vez a la portada de los periódicos y los sitios de noticias. Pero al igual que todos los estados, Ucrania es cautiva de su geografía y de su historia. Una realidad que la une inexorablemente a la de su vecino mayor, con quien comparte una misma historia y un lazo indisoluble. Al punto que muchos interpretan que rusos y ucranianos pertenecen a un mismo y único pueblo y recuerdan que los orígenes mismos de la civilización rusa tienen raíces en el Kievan Rus.Razones que llevan a la convicción rusa -correcta o no- que Ucrania no es enteramente un país extranjero. Tal como lo expuso magistralmente el legendario embajador George F. Kennan en su Long Telegram de 1946. Cuando simple pero gráficamente explicó que Ucrania es para Rusia lo que Pensilvania es para los Estados Unidos.Pero un hito fundamental tuvo lugar hace tres décadas, dando inicio al tiempo histórico en que vivimos. En diciembre de 1991, junto a los líderes de Rusia y Bielorrusia, Ucrania decidió declarar su independencia de Moscú. Convirtiendo, de la noche a la mañana, a la Unión Soviética en una cáscara vacía. Y determinando que Mikhail Gorbachov pasara a presidir una entelequia, obligándolo a decretar el cese de la URSS como realidad geopolítica y sujeto de derecho internacional.Marcando un punto de inflexión que inauguró el orden global que se extiende hasta nuestros días. Una vez más, las fuerzas inexorables de la Historia demostraron que ni siquiera los hombres más poderosos pueden controlar ni detener sus designios. Tal como lo comprobaría el presidente George H. W. Bush, quien meses antes había advertido contra las aspiraciones independentistas ucranianas al alertar sobre las consecuencias de las “suicidas tendencias nacionalistas”, en un mensaje que pasaría a la historia como el “Chicken Kiev Speech”.Pero Ucrania no es una más de las ex repúblicas soviéticas. Con aproximadamente cuarenta y cinco millones de habitantes, dotada de las praderas más fértiles del mundo y con acceso a los puertos de aguas templadas, Ucrania fue siempre la perla más preciada del imperio ruso. Al punto que como explicó el ex asesor de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski, Rusia adquiere las características de un imperio cuando controla Ucrania y cesa en esa condición cuando la pierde.A partir de los tempranos años noventa, Ucrania inició una difícil transición hacia la consolidación de su independencia como estado soberano. Una verdadera novedad en términos históricos dado que Ucrania ha vivido como nación independiente tan sólo durante pocos años en los últimos siglos. Al tiempo que profundizaría en su interior la tensión eterna entre dos vocaciones nacionales diferentes. El sector occidental del país -incluyendo Kiev- desea incorporarse a la Unión Europea mientras en el Sur y el Este la población es rusa o pro-rusa.En tanto, en 1994, tuvo lugar un hito fundamental cuando a través del llamado Memorando de Budapest, las potencias reconocieron las garantías de seguridad ucranianas a cambio de que ésta renunciara a la posesión de armas nucleares, que fueron transferidas a la Federación Rusa después de la disolución del imperio soviético.En los años que siguieron tendría lugar la decisión más controvertida del orden global de la post-Guerra Fría. Una circunstancia cuyas consecuencias en ese momento no fueron enteramente comprendidas. La OTAN se expandiría hacia el Este, una iniciativa que no pudo realizarse sino a expensas de los intereses de seguridad de Moscú.Gasoductos rusos en UcraniaA través de una medida que los rusos interpretaron como la ruptura de las promesas de 1990. Más precisamente las formuladas por el secretario de Estado James Baker III a Mikhail Gorbachov en febrero de aquel año, cuando el entonces jefe de la diplomacia norteamericana aseguró al secretario general de la URSS que la unificación alemana no supondría la expansión de la OTAN hacia el Este (“Not one inch eastward”).Pero una ola sucesiva de ampliaciones de la Alianza Atlántica llevaron a que los países que hasta pocos años antes habían pertenecido al Pacto de Varsovia se convirtieran en miembros plenos de la OTAN.Por entonces los Estados Unidos habían adquirido la categoría de única superpotencia emergente del final de la Guerra Fría. China aún no había completado su ascenso económico que la llevó a convertirse en el segundo país más poderoso del mundo y Rusia atravesaba un periodo de extrema debilidad. Llevando a los amos del Kremlin a experimentar un síndrome de potencia disminuida del que recién se recuperarían años más tarde, cuando se elevó el precio del petróleo. En esas circunstancias el presidente Boris Yeltsin tuvo que aceptar la expansión de la OTAN a cambio de la incorporación de Rusia al G-7. Una concesión menor que fue vista como un premio consuelo para Moscú.La ampliación de la OTAN se convertiría en el punto angular del conflicto global de la post-guerra fría. Los EEUU actuaron en un ejercicio de puro poder. Acaso propio de las circunstancias excepcionales del momento unipolar. Otros observaron que, simplemente, la OTAN se terminó expandiendo como consecuencia de un “exceso de distracción”, tal como alguien dijera en su momento sobre el Imperio Británico.En cualquier caso, Washington había olvidado algunas advertencias. Como las formuladas por el propio Kennan. El legendario autor de la doctrina de la contención había advertido muchos años antes que los ojos del Kremlin sólo veían en la frontera “vasallos o enemigos”. Y ya el 5 de febrero de 1997 había asegurado a través de una columna en el New York Times que la expansión de la OTAN era “un error catastrófico” que dañaría el interés nacional de los Estados Unidos al comprometer su vínculo con Rusia.Al comenzar el nuevo siglo, algunas esperanzas parecieron renacer. La llegada al poder de Vladimir Putin, el 31 de diciembre de 1999, inauguró un tiempo en el que el Kremlin buscó restaurar las relaciones con los EEUU. Llegando a ofrecer dos pruebas de amistad como fueron el cierre de las bases en Cuba y Vietnam, dos reliquias de la Guerra Fría. Asimismo, el 11 de septiembre de 2001, Putin se convirtió en el primer mandatario en ofrecer su solidaridad a Bush. Y en permitir que la operación sobre Afganistán se realizara a través del espacio de las ex repúblicas soviéticas de Asia Central sobre las que Moscú conserva una gran influencia.Pero la segunda guerra de Irak (2003) alejó a Moscú de Washington. Los rusos sostuvieron -igual que los franceses y los alemanes- que la operación virtualmente unilateral para desalojar a Saddam Hussein del poder tendría costos más elevados que los beneficios que eventualmente pudieran producirse. Y advirtieron que si a una nación, por más poderosa que fuera, se le habilitaba la posibilidad de realizar “ataques preventivos”, toda la estructura del orden de estados soberanos pasaría a estar en entredicho.Un año más tarde la virulenta política ucraniana volvió a atrapar la atención en las violentas y controvertidas elecciones entre un candidato pro-occidental y otro pro-ruso (Viktor Yuschenko y Viktor Yanukovich) en las que no estuvieron ausentes acusaciones de fraude, manipulación y el caso del envenenamiento de uno de los contendientes.Pero la “Revolución Naranja” en Ucrania no fue un hecho aislado. O al menos así lo interpretaron los ojos del Kremlin que pronto vieron cómo su periferia corría riesgo de ser penetrada a través de revoluciones de colores detrás de las cuales parecía esconderse la mano de Occidente.El malestar en la relación terminaría de quedar expuesto el 24 de abril de 2005 cuando durante su discurso sobre el Estado de la Nación Putin pronunció la que probablemente sea la frase más importante y controvertida de su vida al sostener que “la caída de la Unión Soviética fue la peor catástrofe geopolítica del siglo XX”.Un concepto que Putin complementaría ante la Munich Security Conference, en febrero de 2007, cuando se preguntó cuál era el sentido de la subsistencia de la OTAN toda vez que se suponía que Rusia ya no era un enemigo sino un socio de las potencias occidentales.En abril de 2008 la persistente cuestión ucraniana volvió a irrumpir en la cumbre de la alianza en Bucarest, cuando Kiev y Tbilisi pretendieron ser admitidas como miembros plenos de la OTAN, extremo que motivó a que Putin no solo rechazara esa posibilidad sino a que llegara a confesar ante Bush sus íntimas convicciones sobre que “Ucrania ni siquiera es un estado nacional”.La guerra en Georgia, en el verano de ese año, presentó un escenario que algunos señalan podría servir como ejemplo en las actuales circunstancias. Los hechos tuvieron lugar cuando en una acción irresponsable, el entonces presidente georgiano se lanzó a una operación contra Rusia, suponiendo que las potencias occidentales acudirían en su auxilio.En los años que siguieron, las relaciones ruso-americanas volvieron a deteriorarse a pesar de las declaradas intenciones de la Administración Obama de “resetear” el vínculo con Moscú. En 2011, la llamada “Primavera Árabe” separó más aún al Kremlin de la Casa Blanca. Acaso rusos y norteamericanos tuvieron una interpretación opuesta sobre los mismos sucesos. Dado que mientras en buena parte del Establishment creyó ver un florecimiento repentino de la democracia en Medio Oriente, los rusos advirtieron que la sustitución de regímenes laicos podía derivar en el surgimiento del islamismo extremo o en guerras civiles interminables.En tanto, los sucesos del invierno de 2013/14 provocaron un colapso en las relaciones ruso-americanas. A partir de una reaparición de la recurrente crisis en Ucrania. Específicamente al estallar una extendida y violenta protesta (Euromaidan) como consecuencia del malestar emergente de la población pro-occidental del país al conocerse la decisión del presidente Yanukovich de cancelar las negociaciones con la Unión Europea y volcarse abiertamente a una alianza con el Kremlin.Para arribar al punto en que Moscú anexionó -o recuperó- la estratégica península de Crimea, hecho que luego fue ratificado en un referéndum en el que el 97 por ciento de la población manifestó su deseo de pertenecer a la Federación Rusa. Circunstancia que no impidió que el entonces secretario de Estado John Kerry afirmara que era “inaceptable” que Rusia se condujera con reglas de comportamiento internacional propias del siglo XIX.Hasta llegar a nuestros días, cuando el mundo parece estar expectante ante una incursión rusa sobre el territorio ucraniano. Con el agravante de eventualmente provocar una profecía autocumplida.El dramatismo de estas horas volvió a dotar de actualidad las palabras de Robert Gates, ex secretario de Defensa de Bush y Obama, quien en su día sostuvo que una Guerra Fría había sido suficiente. Advirtiendo que el mundo no podía darse el lujo de que las dos principales potencias nucleares no encontraran algún punto de entendimiento común.La ausencia de un entendimiento mínimo entre EEUU y Rusia implica riesgos para la paz y la seguridad internacional. Al tiempo que significa un menoscabo a los intereses de largo plazo de Occidente, toda vez que el deterioro en las relaciones ruso-americanas ha provocado una profundización del acercamiento entre Moscú y Beijing.Acaso ese sea el corolario de un conflicto en el que hay culpas compartidas entre Washington y Moscú y en el que los mayores beneficiarios son los poderosos miembros del Politburó de la República Popular.SEGUIR LEYENDO:Alberto Fernández ensaya una nueva estrategia de comunicación y resalta el vínculo con los miembros más cercanos de su GabineteLos tiempos se aceleran: el Gobierno quiere un acuerdo con escaso ajuste pero se queda sin dólares y el FMI aguarda un plan más sólido

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Cerca del default, lejos de la sociedad

A veces, las cosas son como parecen que son. Todo indica que la Argentina camina hacia una colisión estrepitosa con el Fondo Monetario. Y tal vez será así, aunque los optimistas prefieren suponer que las actuales tensiones son propias del tramo final de una negociación. No hay ningún argumento que respalde el optimismo, salvo la presunción de que el Presidente y su vice saben que la ruptura con el organismo multilateral significará desbarrancarse hacia una oquedad sin fin. El problema nodal tiene temas y también tiene nombres. El tema más importante es la falta de un plan económico; hay solo consignas donde debe haber un plan, pero ellas solo sirven para los parlanchines políticos. Los nombres son el de Cristina Kirchner; el de Martín Guzmán, ministro de Economía, y el de Alberto Fernández, que tiene la lapicera, según la metáfora de la vicepresidenta, pero sin tinta. La tinta está en poder de Cristina. Todo es muy extraño, porque refiere a un exceso de microclima, a un debate endogámico que solo conforma al pequeño núcleo que manda en el país. Según encuestas de D’Alessio-Berensztein, el 90 por ciento de la sociedad prefiere un acuerdo con el Fondo Monetario antes que una ruptura. Más significativo aún: el 85 por ciento de los que votaron por el Frente de Todos tiene la misma opinión. ¿A quiénes les hablan, entonces?Al Fondo Monetario no le pueden decir que bajarán el déficit fiscal, sino cómo harán para bajarlo. Ahí es donde se terminan las palabras. El déficit estará en 2022 en el 5 por ciento del PBI, que es una cifra enorme. También deberán explicarle cómo dejarán de emitir dinero espurio (sin respaldo cierto) y cómo irán sincerando el tipo de cambio. ¿Una devaluación? El tipo de cambio está atrasado, pero una devaluación sin confianza solo deparará una mayor brecha cambiaria. Ya sabemos que los argentinos están dispuestos a pagar 500 pesos por un dólar, en valores actuales, si desconfían de los que gobiernan o de sus planes. Por ahora, no existe un plan, ni bueno ni malo. La oportunidad de firmar rápido un acuerdo con el Fondo ya pasó. Hubo dos oportunidades imperdibles, aunque las perdieron: cuando asumió el gobierno de Alberto Fernández y las cifras macroeconómicas estaban más o menos ordenadas (consecuencia de los pactos de Macri con el FMI), o cuando comenzó la pandemia y nadie sabía cómo sería el mundo que la sobreviviría. Dos años y dos meses después, solo hay discursos tribuneros.Alberto Fernández tiene una sola alternativa para no empeorar las cosas: pedirle la renuncia a Capitanich y mandarle una carta de severa protesta al dictador Daniel Ortega. ¿Puede hacerlo? ¿Quiere? Improbable, si no imposibleAhora, ya es tarde. En el Fondo los aguarda el nuevo director del Hemisferio Occidental del organismo, Ilan Goldfajn, un economista con ciudadanía de Brasil e Israel. Goldfajn fue presidente del Banco Central de Brasil, al que condujo como un halcón de la economía, y desempeñó además importantes cargos en la banca privada brasileña e internacional. “Quiere hacer política económica. No está en el Fondo por el dinero. Eso ya lo tiene”, dice un político brasileño que lo conoce bien. Guzmán no hace de mediador entre Cristina Kirchner y el Fondo, lo que significaría un papel destacado; al contrario, abrazó las políticas y el discurso de la vicepresidenta porque le encontró el gusto al cargo. El Presidente hace lo mismo que él: le habla a Cristina en lugar de trabajar el acuerdo para no caer en otro default vergonzoso. La política suele tener conflictos que los encarnan las personas o la sola presencia de ellas. Cristina es un problema para acercar posiciones con el Fondo Monetario, porque ha hecho de este un ícono perverso del capitalismo. Su marido muerto, Néstor Kirchner, inauguró ese mito cuando decidió pagarle al organismo toda la deuda (entonces de unos 10.000 millones de dólares). La decisión habría sido correcta si el país no hubiera necesitado más préstamos poco tiempo después. Terminó pagándole a Hugo Chávez tasas de interés tres veces más altas que las que pedía el Fondo. El FMI ha tenido, es cierto, recetas muy duras de ajuste económico, pero ya no es lo mismo que era. Tampoco ha cambiado tanto como para avalar desvaríos populistas. Alberto Fernández y Guzmán deberían arbitrar entre la sinrazón y el sentido común, pero eligieron los eslóganes que no dicen nada.En ese contexto, el Gobierno llamó a la oposición de Juntos por el Cambio, que probablemente se reunirá con Guzmán el próximo martes. La oposición debería analizar solo una carta de intención ya redactada con el organismo. Esa carta es la tarea del Gobierno, pero no está escrita aún. Los economistas que trabajaron en el Fondo o con el Fondo suelen decir que esa carta debe escribirse a cuatro manos. Dos del gobierno argentino y dos del propio Fondo. Es la manera de superar el examen del staff permanente del organismo (de Goldfajn, para decirlo con nombre y apellido) y llegar en buenas condiciones al directorio, que lo integran los representantes de los países. La oposición no puede ser redactora de esa carta ni tampoco puede respaldar consignas vacías. Para peor, la dirigencia política no está en condiciones ni siquiera de compartir un diagnóstico. Para el kirchnerismo gobernante, la crisis es culpa del endeudamiento de Macri. Macri se endeudó –qué duda cabe–, pero heredó un déficit fiscal de casi el 7 por ciento del PBI y muchas deudas impagas de Cristina Kirchner por valor de miles de millones de dólares. También los Kirchner heredaron un país en default, aunque luego tuvieron un irrepetible viento a favor con los precios de las materias primas. Es hora de que la política hable de problemas concretos y de soluciones prácticas y deje de regodearse con las miserias del pasado.Estados Unidos tiene un poder de veto en el Fondo, indirecto, pero lo tiene. El Presidente gira siempre hacia el lado incorrecto y después le manda mensajes a Joe Biden de que trata de hacer lo correcto. Biden es más competitivo con China que Trump, y el campo de batalla de las dos principales potencias del mundo es América Latina. Alberto Fernández no se cansa de firmar acuerdos estratégicos con China, que superan el mero intercambio comercial. Ahora aceptó ir a Moscú en las próximas semanas, justo en el mayor momento de tensión entre Biden y Putin por el acoso ruso a Ucrania, país al que ya el déspota de Rusia le manoteó Crimea.El escándalo por la cercanía con la dictadura de Nicaragua y con la criminal dirigencia iraní demostró la incapacidad de su gobierno (o su complicidad). Funcionarios importantes aseguran que el gobierno nacional nunca estuvo enterado de la presencia en Managua del vicepresidente iraní, Mohsen Rezai, pero lo que sucedió es peor: los servicios de inteligencia argentinos se enteraban del paso de Rezai por cada país en el que hizo escala después de que se había ido. Seguramente, estaban entretenidos haciendo aquí operaciones políticas. Rezai también estuvo en Venezuela por una escala técnica de varias horas. Ese funcionario iraní tiene pedido de captura internacional porque entrenó a los que ejecutaron el atentado contra la AMIA, según las conclusiones de la Justicia argentina. El embajador argentino en Nicaragua, Daniel Capitanich, no pidió su detención, como no la reclamó el embajador en Venezuela. ¿Tanto cuesta el voto nicaragüense para que Alberto Fernández sea presidente de la Celac, un organismo irrelevante que se creó en 2010 en Caracas, cuando gobernaba Hugo Chávez? La Celac tuvo siempre la intención de neutralizar la influencia de Estados Unidos en América Latina. A su vez, Biden es auténticamente más crítico de las dictaduras bolivarianas que Trump. ¿Con qué cara Alberto Fernández le pedirá un favor a Biden después de hacer tanto antinorteamericanismo?El peor conflicto, porque también es moral (o inmoral), sucedió en Managua con el iraní. Alberto Fernández tiene una sola alternativa para no empeorar las cosas: pedirle la renuncia a Capitanich y mandarle una carta de severa protesta al dictador Daniel Ortega. ¿Puede hacerlo? ¿Quiere? Improbable, si no imposible. Al final, las cosas sucederán como parece que sucederán.Joaquín Morales SoláTemasNewsletter columnistasNota de OpinionCristina KirchnerAlberto FernándezMauricio MacriMartín GuzmánFMIFrente de TodosJuntos por el cambioNéstor KirchnerHugo ChávezChinaDonald TrumpAmérica LatinaVladimir PutinUcraniaRusiaCrimeaNicaraguaVenezuelaConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de OpiniónHistorias. Parejas de artistas: cómo viven los que unen trabajo, creación y amorPanorámica. Postales de un verano que nos pone a pruebaResiduos textiles: el lado B (y no sustentable) de la moda

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Panorámica. Postales de un verano que nos pone a prueba

Todo puede ser entendible. El hartazgo por la pandemia que no termina, la frustración, la acumulación de demasiados días de encierro, falta de encuentros, de amigos, de piel. Puede entenderse que veinte años se tienen solo una vez, y solo una vez la vida sabe realmente a nuevo, los padres están lejos, la playa cerca, y qué mejor que bailar sobre la arena, llenarse los pulmones de mar, los oídos de música, el cuerpo de deseo.Todo puede entenderse, y sin embargo cuesta aceptar que esta foto se haya tomado en los días en que los casos de Covid-19 no paraban de subir.Es verano y debe quedar poca gente que no tenga ganas de revolear el barbijo, olvidarse de la distancia social y guardar en el más olvidado de los cajones el frasquito de alcohol en gel.Es verano, se supone que todas las personas que salen en esta foto recibieron al menos dos dosis de vacunas. Están al aire libre, lo que reduce riesgos. Son jóvenes, lo que suele ser sinónimo de sentirse inmortal.Así y todo, y aunque el after beach sea algo que, evidentemente, no se realiza en espacios cerrados; aunque la vacunación masiva haya reducido la capacidad de daño del virus y aunque la variante ómicron sea más contagiosa que letal, la foto hace ruido.El mismo que produjo otra foto, también tomada esta semana, más exactamente el martes pasado, cuando la cifra de contagios rondaba las 134.439 personas. Ese día hubo cámaras frente a un edificio ubicado en Coronel Díaz al 1700, para cubrir el allanamiento de un consultorio donde se falsificaban certificados médicos para eludir la vacunación.Los ruidos, en todo caso, son globales. Lo confirma el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que recientemente generó lo suyo al referirse a los antivacunas con una expresión inusualmente agresiva para sus elegantes estándares.Es un hecho: la pandemia no nos hará mejores; solo nos seguirá poniendo a prueba.Diana Fernández IrustaTemasNota de OpinionEl BerlinésConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de OpiniónParejas de artistas: cómo viven los que unen trabajo, creación y amorResiduos textiles: el lado B (y no sustentable) de la modaEl secreto de los relojes de arena

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