escucharescucharUn piloto de combate que es abatido por los japoneses salva milagrosamente su vida en una balsa inflable y llega exhausto a una isla. Estamos en la Segunda Guerra Mundial, y el norteamericano descubre que justo en aquel solitario pedazo de tierra y vegetación rodeado de océano, pernocta otro sobreviviente: un soldado del imperio del Sol Naciente, que intenta eliminarlo. A partir de entonces se desata una violenta partida de ajedrez, que reproduce en proporciones reducidas la gran guerra, entre esos dos hombres entrenados que van ganando y perdiendo, que alternativamente pasan de cazadores a prisioneros, y que se gritan sin comprenderse, puesto que ninguno domina el idioma del otro. Ése es el planteamiento inicial de “Infierno en el Pacífico”, un clásico del inglés John Boorman que reunió en una interpretación antológica a una estrella mítica de Kurosawa (Tōshiro Mifune) y a un actor emblemático de John Ford (Lee Marvin). Aseguran que durante el riguroso rodaje, los dos actores se hicieron muy buenos amigos, al calor principalmente del whisky y del sake. El film, sin embargo, resulta estremecedor, no por su crueldad latente (nunca llegan a pelear cuerpo a cuerpo) sino por el odio que al principio se prodigan esos dos náufragos perdidos y por la ferocidad de la naturaleza, que los acorrala y los castiga. Sin la voluntad real de asesinarse, con una rara humanidad de última instancia, finalmente se aburren de combatirse, se entregan a la frustración y acaban dándose cuenta de que deben construir juntos una balsa con troncos y ramas de bambú para salir de aquella cárcel inhóspita y salvar su pellejo. Deponen entonces el rencor y las agresiones y fabrican no sin dificultades aquella precaria embarcación; en ese punto ocurre una escena inquietante: el nipón le saca filo a los dos cuchillos que tienen, y el yanqui lo mira, inerme y desconfiado, creyendo que al cabo lo apuñalará, pero su antagonista hace todo lo contrario, y salen juntos al mar, y sobreviven a la rompiente, a una tempestad destructiva, al hambre y a la sed, hasta que divisan una costa nueva y silenciosa. Allí llegan arrastrándose y encuentran un campamento abandonado: Mifune se adelanta porque parece un enclave japonés, pero Marvin ve también huellas del ejército norteamericano y sale del follaje y grita: “No disparen, es mi amigo”. Ya no queda nadie en ese lugar donde hubo una refriega devastadora entre los dos bandos en pugna, y los náufragos se bañan, se afeitan, se visten con ropa seca, se emborrachan juntos, se siguen hablando en idiomas que no entienden y recuerdan, ojeando un ejemplar de la revista Life, las crueldades de la guerra que libran sus compatriotas. Vuelve entonces el resquemor entre ellos: la amistad forjada en la odisea se esfuma y cada uno regresa a su papel y decide tomar un rumbo diferente.Se preparan, en caso de perder, para deslegitimar cualquier triunfo que no sea el propio y lanzar una campaña destituyenteEsta obra maestra sin concesiones desnuda no solo las vetas psicológicas de los conflictos bélicos, sino cualquier dinámica amigo-enemigo que fatalmente se alimenta de prejuicios, rivalidades, rencores, ambiciones, narcisismos y malentendidos especulares. La película puede, por lo tanto, servir como un estudio de polarizaciones extremas y de acercamientos tácticos. El mundo occidental parece inmerso en esas pesadillas binarias, pero la Argentina combina una grieta profunda –una “guerra civil de los espíritus”– con una inclemencia económica solo comparable a la catastrófica tormenta que azotó nuestros lares en 2001. Una lógica directa haría pensar que, en medio de la desesperación colectiva, las partes enfrentadas podrían renunciar a sus mutuos enconos, unir fuerzas y construir la balsa salvadora; ese sentido común asoma en las encuestas y hace emitir consignas ingenuas y facilongas a determinados candidatos, que miran primero la nube de palabras y luego van a la televisión a recitarlas como panelistas. El asunto, sin embargo, no es tan sencillo como lo presentan ciertos pacifistas de salón, empeñados en igualar a unos y a otros para ponerse por arriba: se acumulan en el campo republicano voces apaciguadoras e ilusionadas que jamás obtienen una respuesta al otro lado de las líneas. No hemos encontrado todavía un kirchnerista de paladar negro que responda las señales de luces en mitad de la noche más oscura: no solo persisten en hablar un idioma propio y a veces ininteligible; también se encargan de demostrar cada día que el problema de la patria es precisamente el otro, y que el juego consiste en luchar hasta doblegarlo e imponerle sus condiciones. Que precisan de un Nuevo Orden y no una alternancia con los molestos acuerdos de una democracia liberal. La grieta fue creada por la dinastía Kirchner y sus ideólogos setentistas, y es consustancial a su proyecto de fondo: sin esa política agonal, sin esa fractura permanente, está en peligro su propia conciencia identitaria.Una muestra cabal de esa patología divisionista pudo verse esta semana en la Cámara de Diputados, cuando el jefe de Gabinete cargó ferozmente contra el campo argentino, acusándolo de haber iniciado la “violencia política” en 2008. La acusación no solo es falsa, sino tremendamente grave. No digiere el kirchnerismo, que es un movimiento autoritario, la rebeldía ciudadana frente a determinadas políticas, ni siquiera las protestas llevadas a cabo democráticamente, como las que impulsaron la agroindustria, los chacareros y el campesinado, que fueron acusados de ser herederos de las dictaduras militares y de la antigua oligarquía, que fueron vejados por sus militantes, y a quienes hoy ordeñan de rodillas–con el dólar soja– para que el peor gobierno de los últimos 40 años no vuele por el aire. El desastre de la 125 se ha convertido ahora en el puntapié inicial de una presunta violencia política que se entronca con los “discursos de odio” supuestamente producidos por los medios y convalidados por la oposición republicana; todo ello produjo un intento de magnicidio, según el jefe de ministros de los dos Fernández: Rossi también pretende ser un candidato bendecido por Cristina. Como se ve, regresan los grandes hits del pasado. El campo despreciado, los republicanos cascoteados (también con 14 toneladas de piedra) y los periodistas críticos son los renovados “enemigos del pueblo”. Y la plaga resulta el endeudamiento, no el déficit fiscal, que es el que provoca deuda, ajuste o inflación, o todo eso al mismo tiempo, como se ha demostrado en el exitoso programa de Sergio Massa. Los hits desafinan y dan vergüenza ajena, pero se utilizan igualmente como una letanía para retener el núcleo duro y tapar el fracaso más estrepitoso de una facción que le ruega ayuda al imperio norteamericano y al FMI mientras con gran hipocresía los denuncia. Ni “Juan Domingo” Biden ni Donald Trump son líderes lúcidos y admirables, más bien todo lo contrario, y suelen proferir sobre la Argentina estupideces de distinta índole con sonrisas de propaganda de dentífrico, pero la Justicia de los Estados Unidos es capaz de procesar a un expresidente sin que se le mueva un músculo y de fallar contra la estatización de YPF realizada por el genial Axel Kicillof y su brillante madrina: una trastada de marca cañón, un monumento a la mala praxis que podría costarles hasta 17 mil millones de dólares a los argentinos. Todos estos desaguisados –los 18 millones de pobres, los 3.800.000 de indigentes, la inflación proyectada de 120%, la hemorragia dramática de las reservas, una beba que muere en la intemperie y la mishiadura a metros de la Casa Rosada– serán maquillados por un discurso de victimización falaz y de hostigamientos venenosos; la descomunal negligencia debe ser disimulada con más y más grieta. Está en su naturaleza, el discurso del jefe de Gabinete así lo anticipa; se preparan, en caso de perder, para deslegitimar cualquier triunfo que no sea el propio y para lanzar una campaña destituyente a la que llamarán pomposamente “la nueva resistencia peronista”. Volverán a asociarse con las mafias y a repartir suvenires de helicópteros, y no harán ninguna autocrítica como no sea prometer una radicalización mayor en el próximo turno. Al contrario que los antagonistas de “Infierno en el Pacífico”, no son capaces de firmar una tregua para salvar juntos lo poco que queda de esta isla abandonada a la buena de Dios. Que ellos mismos incendiaron.Jorge Fernández DíazTemasActualidad políticaCristina KirchnerAxel KicillofSergio MassaConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de Actualidad políticaHaciendo el ridículo dentro y fuera del paísMalvinas. Revelan testimonios de los reclamos argentinos a Gran Bretaña en 1833Tras los cruces. Macri recibió a Lousteau para discutir el armado electoral de Juntos por el Cambio en la Ciudad
Category: opinión
Anunció que se retira de la candidatura, no de la política. Habrá que ver qué pasa. Pero adquiere más estatura.
El ex presidente, que estaba decidido a no ser candidato, ahora avisó que se tomará un tiempo para decidir si se presenta o no.
REUTERS/Oleksandr Ratushniak (STRINGER/)El lenguaje condiciona la manera en la que vemos al mundo. Cuando usamos el lenguaje para comunicarnos y pasar información a otros, transmitimos nuestra percepción de la realidad. Es mediante la articulación de las palabras que le damos sentido a todo lo que nos rodea. Somos lo que decimos que somos. Las palabras definen “nuestra verdad”.Esto es importante, porque existen aspectos de nuestra realidad a los que no podemos acceder de forma directa. Para simplificarlo, supongamos que podemos definirlo como la realidad directa y la indirecta. La directa comprende mi realidad cotidiana y todo aquello a lo que yo puedo acceder de forma directa, mientras que la indirecta es la realidad que otros construyen para mí.En el marco de la política, tanto nacional como internacional, existe una realidad que es construida a través del discurso y la palabra por otros.Esta realidad alberga hechos que son desconocidos. No me puedo enterar por mí misma, alguien me lo tiene que contar. He incluso, hechos, temas, complejidades que se escapan a mi conocimiento, entonces, alguien me lo tiene que explicar. Es ahí, cuando yo, el receptor, comienzo a bucear en aguas desconocidas y la palabra del otro se transforma en una guía para moldear esa realidad indirecta que percibo como propia.Te puede interesar: La libertad no es gratis: un panorama incierto para UcraniaLos conflictos armados son fenómenos sociales y políticos que atraviesan múltiples áreas que afectan al individuo y a la sociedad en su conjunto, y por eso es que la comunicación supone una herramienta de poder que posee un nivel de importancia estratégica de gran impacto e interés en la agenda política.(RELEASED)
(PH1(SW) Arlo Abrahamson/)Cuando se trata de temas delicados como la naturaleza de los conflictos armados, la defensa y la política exterior, tenemos que comprender que la información nunca es completa. No se nos presenta la imagen total. Solo vemos una parte.Es fácil observar como un conflicto, – tomemos el caso de la guerra en Ucrania, – puede ser abordado desde distintas perspectivas que buscan darle al hecho el impacto de preferencia con el objetivo de establecer una agenda política.Esto me lleva al siguiente punto: mi impresión sobre los respectivos discursos de los presidentes Vladimir Putin y Joe Biden, del pasado 21 de febrero, y a un gran interrogante: ¿Estamos siendo arrastrados a una guerra, sin precedentes, entre las potencias más poderosas de la humanidad que ostentan las armas más letales que existen?Lo que se percibe en el ambiente de las altas esferas de la política estadounidense, e incluso en Rusia, es una alta probabilidad de escalada del conflicto entre ambos países, que bien podría resultar en una guerra convencional.¿Qué nos están contando?Vladimir Putin en su discurso anual ante la Asamblea Federal centró la conversación en la guerra con Ucrania, los esfuerzos por detener el ataque hacían Rusia, la reconstrucción del Donbás, etc.Sobre el conflicto en Donbás afirmó;“Hemos hecho absolutamente todo, todo lo posible para resolver este problema pacíficamente. Negociaciones muy pacientes y minuciosas para poner fin a esta situación tan difícil”, (…) “Pero se ha desatado un nuevo escenario, y las iniciativas de paz han sido completamente subvertidas por la mentira, la hipocresía, y Occidente ha cerrado los ojos ante la hipocresía y el régimen asesino en Kyiv, y la actividad terrorista que se ha desatado en el Donbás”. Sobre occidente – más específicamente sobre EE. UU – alegó que habrían estado suministrando armas a los terroristas y que incluso “antes de la operación militar especial – léase la invasión a Ucrania – habían estado recibiendo artillería pesada y sistemas de defensa aérea”.La conclusión del presidente ruso: Rusia no tuvo más remedio que atacar a Ucrania.REUTERS (SPUTNIK/)Durante su discurso afirmó que la invasión fue producto de la necesidad del país de defenderse dado que occidente albergaba un plan de convertir a Ucrania en una plataforma de lanzamiento repleta de armas que podían atacar al país, lo que implicaba que Moscú debía actuar antes de que esto sucediera.En parte esto es real. Desde hace unos años que predomina una lectura negativa sobre la expansión de la OTAN y la venta de armas a Ucrania entre los expertos militares occidentales, aunque claro, está quienes consideran totalmente necesario tomar este camino. Ambas posturas tienen su porción de verdad.Entonces, se podría decir que la estrategia rusa fue iniciar una guerra preventiva con el objetivo de repeler una ofensiva por parte de occidente a futuro y, de este modo, ganar ventaja estratégica frente a un conflicto que, él y su gente, percibían como inminente. Estados Unidos, probablemente hubiese hecho lo mismo en esa situación.Imaginemos por un momento que, en vez de Ucrania y Rusia, estemos hablando de México y Estados Unidos. Supongamos que Rusia proporciona a México misiles, sistemas de defensa áreas, etc. y, además, se encontrará en negociaciones cuyo objetivo final sería la integración del país latinoamericano a una organización como la OTAN, pero en versión rusa. ¿Cómo reaccionaría Estados Unidos ante esto?Joe Biden, en su discurso en Polonia también habló de la guerra, pero la imagen que presentó fue muy diferente.A los 1.24 minutos de iniciado su discurso comenzó diciendo que:“Un año desde que comenzó la guerra, Putin no duda de la fortaleza de nuestra coalición, pero todavía duda de nuestra convicción, de nuestro poder de permanencia, duda de nuestro continuo apoyo a Ucrania, duda de si la OTAN podrá mantenerse unificada, pero no debe haber ninguna duda de que nuestro apoyo flaqueará. La OTAN no se dividió y no nos cansaremos. (…) el deseo anhelante de tierra y poder del presidente Putin fallará y el amor del pueblo ucraniano por su país prevalecerá en las democracias del mundo”.También habló sobre la OTAN como una alianza comprometida con los valores de la democracia y la libertad. Sobre el art. 5. dijo:“Que no quepa duda de que el compromiso de los EE. UU. con nuestra alianza de la OTAN en el artículo 5 es sólido como una roca. Todos los miembros de la OTAN lo saben, Rusia lo sabe. Un ataque contra uno es un ataque contra todos”.REUTERS/Kevin Lamarque (KEVIN LAMARQUE/)Recordemos que Ucrania no es miembro de la OTAN. Por eso, el presidente Biden hizo la siguiente aclaración…“Estados Unidos se ha unido con nuestros aliados y socios en una coalición extraordinaria para oponerse a la agresión rusa, pero el trabajo que tenemos por delante no se trata solo de lo que estamos en contra, se trata de lo que estamos a favor de qué tipo de mundo queremos construir”.De ahí su compromiso rock solid con Ucrania. En su narración, Rusia representa una amenaza inminente para el mundo libre que occidente quiere construir, y no van a flaquear a la hora de brindar apoyo militar y/o económico a Ucrania.Antagonizar a Rusia es ya una práctica vieja que viene utilizando nuestro vecino gigante del norte desde hace décadas. Durante la Guerra Fría se practicó numerosas jugadas estratégicas cuyo objetivo era asfixiar al enemigo, restarle zonas de influencia, presionarlo económicamente y realizar campañas de desprestigio a tal punto que el enemigo quede en posición de jaque mate, sin posibilidades de realizar maniobra alguna y demasiado debilitado para negociar desde una posición de iguales.Es el juego de ajedrez que juegan todos los jugadores que poseen relevancia en el sistema internacional. El resto sobrevive como puede, buscando alianzas poderosas o pasando desapercibidos por el radar.¿Qué lectura podemos hacer de ambas versiones?Qué no existe un punto de encuentro entre las partes, que sus posturas son duras en ambos lados, que ambas potencias creen que el otro está equivocado, y que harán lo que sea necesario para lograr sus objetivos.Si seguimos así, ¿Dónde se termina esto?¿Con Rusia retractándose? Ni lo esperen. No va a pasar. Por el contrario, probablemente busque fortalecer y consolidar una alianza con China. ¿Con Estados Unidos dejando a Ucrania sola? Ya escuchamos al presidente que eso no va a pasar tampoco porque va en contra de sus intereses.Seamos claros…Lo que Rusia hizo retrasa mil años. Totalmente repudiable. Pero la actitud cowboy americana también lo es. Veamos la imagen completa, dentro de lo posible, y dejemos de buscar héroes y villanos. Esos solo existen en las películas de Marvel.Por eso, antes de caer ante el encanto de discursos bonitos, sea quien sea el orador, sepamos que la narración es una herramienta de comunicación poderosa que se puede usar para informar o desinformar y disuadir según convenga.La dinámica amigo/enemigo le es funcional a ambos. Ambos se han alimentado de esta narrativa, pero en los últimos años, el avance significativamente más exitoso de Estados Unidos sobre Rusia, lo ha obligado a tomar la decisión de avanzar sobre sus ambiciones de recuperar territorios perdidos por miedo a su propia supervivencia. Pero la forma en cómo ahora se están moviendo las piezas buscando provocar al otro, escalando situaciones de no retorno, es peligroso, y en mi opinión, irresponsable.No hay héroes ni villanos, hay poderosos y débiles. La política internacional es hipócrita y cruel, dónde algunos ganan mucho, y otros lo pierden todo. Como dijo Tucídides, “Los fuertes hacen lo que desean y los débiles sufren sus abusos”.Seguir leyendo:En algún lugar entre globos espías y ovnis
En el último siglo el consumo de agua potable se duplicó al crecimiento de la población pero la disponibilidad disminuyó en latinoamérica (AP Foto/Fareed Khan) (Fareed Khan/)El agua, indispensable para la viabilidad y desarrollo de toda civilización, es un recurso muy escaso. Las sequías, agravadas por el cambio climático, sumadas a la contaminación de ríos y océanos, producto de las actividades humanas y el inadecuado tratamiento de efluentes, ha hecho que la disponibilidad de agua apta para consumo esté en constante descenso.La gravedad del problema se puede dimensionar si se considera que, según un informe de la ONU del año 2020, mientras que en el último siglo el crecimiento del consumo de agua duplicó al crecimiento de la población, en América Latina la disponibilidad de agua por habitante disminuyó un 22 % en los últimos diez años, siendo la situación mucho más grave en otras regiones del mundo como en África Subsahariana en la que se registró un descenso del 41%.La disminución de la calidad del agua por contaminación es una problemática compleja y abarca un espectro muy amplio de contaminantes como: metales pesados, agroquímicos, colorantes y los denominados “contaminantes emergentes”, que son aquellos que se han detectado recientemente en los cursos de agua, como productos medicinales, cosméticos y microplásticos.Te puede interesar: Por qué se celebra el Día mundial del agua el 22 de marzoEn particular, la contaminación con metales pesados es especialmente preocupante, dada la elevada toxicidad de los mismos a concentraciones tan bajas que no afectan las características organolépticas del agua (sabor, color, olor), por lo que, el consumidor no advierte el riesgo al que se somete al consumirla.La contaminación con metales pesados puede ser imperceptible para los consumidores (Moisés Pablo/)La contaminación con metales pesados puede ser antropogénica o geológica. En el caso de la contaminación geológica, el metal se encuentra naturalmente presente en la tierra y su concentración depende de las zonas por las que fluye el curso de agua. En el mundo existen muchas regiones en las que la concentración de metales del suelo o las rocas es muy alta y, por lo tanto, al ser transferidos al agua, alcanzan concentraciones de riesgo para la salud humana, vegetal o animal; este, por ejemplo, es el caso del arsénico en muchas localidades de nuestro país.Por lo tanto, desarrollar tecnologías orientadas a lograr que este recurso sea física y económicamente accesible a toda la población es uno de los grandes desafíos del siglo XXI. El interés creciente por la búsqueda de soluciones en este campo se refleja en el número de publicaciones científicas relacionadas con el desarrollo de materiales y metodologías para el tratamiento de aguas contaminadas, que ha crecido 10 veces en los últimos 20 años.En el Centro de Ingeniería en Medio Ambiente del ITBA, se está trabajando en el desarrollo de materiales eficientes para la remoción de metales y contaminantes emergentes, utilizando materias primas provenientes de residuos (caparazones de crustáceos, residuos de cosechas, aserrín de madereras), con el objetivo de intentar contribuir a la resolución, tanto de la problemática del agua, como de la acumulación de residuos orgánicos.La celebración del Día Mundial del Agua que tuvo lugar el 22 de marzo, fue y es una oportunidad para visibilizar la problemática de la escasez de este recurso y contribuir a la concientización de la población acerca del impacto que tiene a nivel mundial la suma de las pequeñas contribuciones individuales respecto a la moderación del consumo y el cuidado del agua.*la autora es Directora del Centro de Ingeniería en Medio Ambiente del ITBASeguir leyendo:Día del Agua: desde cambio climático hasta supervivencia, la importancia que tiene para el planeta
Sergio Massa: crónica de un ángel caído
escucharescucharAl peronismo se le está disolviendo la figura que, según varios de sus dirigentes, era la más taquillera frente a las próximas elecciones presidenciales. Se trata del ministro de Economía, Sergio Massa, envuelto en una nube negra de pésimos datos económicos y de serias sospechas sobre su sensibilidad moral para administrar los recursos del Estado (y no solo del Estado). En rigor, Massa fue siempre una fantasía de peronistas y de no pocos empresarios nacionales, que tienen históricos lazos con el ministro. Sin embargo, nunca las encuestas de opinión pública señalaron una caída de su alta imagen negativa, una referencia fundamental para encarar el ballotage que requiere de más del 50 por ciento de los votos. Esa fantasía se está convirtiendo en utopía tras la difusión de los últimos datos económicos. La inflación de febrero fue del 6,6 por ciento, pero lo más grave se esconde en otras estadísticas. Por ejemplo, la inflación de la canasta básica familiar (los productos imprescindibles que la gente común necesita para vivir todos los días) fue del 8,6 por ciento. La inflación viene creciendo sin parar desde noviembre pasado, durante los últimos cuatro meses. La mezcla de inflación alta, sequía y escasez de dólares está espoleando otro fenómeno: el de una aguda recesión de la economía. Economistas privados estiman una caída del PBI de este año del 3 por ciento, por lo menos. La sequía y la gripe aviar convertirían en inútil ahora hasta un nuevo “plan platita” preelectoral, porque la gente no tendría qué comprar. Verduras, frutas, carne, pollo y huevos están escaseando. El anterior “plan platita”, el de 2021, no les evitó una derrota humillante en las elecciones legislativas de ese año.El precio del dólar paralelo (el único al que tiene acceso la sociedad) se acerca dramáticamente a los 400 pesos. Alberto Fernández heredó un dólar a 60 pesos en el peor momento del gobierno de Mauricio Macri. El intendente de Avellaneda, el hiperkirchnerista Jorge Ferraresi, acaba de confesar que “Massa asumió un día antes de que nos vayamos en helicóptero”. Otros peronistas dicen que “Sergio nos salvó de una Asamblea Legislativa”. Quieren decir que la situación era tan terminal que el presidente renunciaría; que Cristina Kirchner seguiría su camino porque nunca se haría cargo de semejante crisis, y que la presidenta provisional del Senado, Claudia Ledesma Abdala, convocaría en ese caso a la Asamblea Legislativa para que eligiera un presidente hasta la conclusión del actual mandato presidencial. Nadie puede establecer con precisión si la crisis política y económica de julio del año pasado fue tan grave como la pintan, pero en todo caso fue responsabilidad de toda la nomenklatura gobernante (incluidos Alberto Fernández, Cristina Kirchner y el propio Massa). Las alarmas retrospectivas son menos importantes que las preguntas que deben hacerse con lógica política. ¿Es posible la elección como presidente de un ministro de Economía con una inflación del 110 por ciento anual, que en otros países se llamaría hiperinflación; en un país con severa recesión, y con el precio del dólar (la única moneda que les importa a los argentinos) fuera de control? Improbable, si no imposible. La esperanza blanca de no pocos empresarios argentinos, que el ministro frecuenta (y ayuda), es ya la esperanza desierta de los desahuciados.Se supo en estos días, además, que el ángel caído tiene muy poco de ángel. La empresa que la AFA contrató para la venta de entradas al partido de la popular selección argentina de fútbol con Panamá, el próximo 23, resultó propiedad de funcionarios o exfuncionarios estrechamente vinculados a Massa. Un negocio multimillonario. Para peor, el sistema tecnológico para la venta por internet de entradas no pudo ser peor. Todo es muy frágil. Según reveló el periodista Carlos Pagni en LA NACION, la empresa de agua AySA, que preside la esposa de Massa, Malena Galmarini, llamó a una licitación para la provisión de elementos químicos hecha para beneficiar al empresario Mauricio Filiberti, que ya es el proveedor casi monopólico del imprescindible cloro a la compañía de agua potable. Filiberti es socio de los empresarios Daniel Vila y José Luís Manzano, otros amigos de Massa, y los tres compraron Edenor poco después de que asumiera el actual gobierno. “Los Massa son un matrimonio político y empresario como los Kirchner”, dice un político que los conoce de cerca.“Los Massa son un matrimonio político y empresario como los Kirchner”, dice un político que los conoce de cercaEdenor tuvo un mejor desempeño (aunque registró también algunos cortes de luz) durante los días de calor africano que vivieron los argentinos y que dejó sin electricidad a miles de personas. Pero no fue obra de Filiberti, Vila y Manzano, sino de las inversiones que hizo su anterior dueño, Marcelo Mindlin, luego de que el gobierno de Macri aumentara las tarifas. Un porcentaje inmenso de cortes correspondió a la empresa Edesur, a la que el gobierno culpa hasta de violar derechos humanos. Edesur le respondió que discutan antes qué pasó con las tarifas. No deja de tener razón. Una facción política, el kirchnerismo, que intervino durante 15 años en los precios o congelamientos de tarifas no puede desvincularse de sus consecuencias. Edesur es propiedad de la italiana Enel, pero ésta ya había anticipado que se irá del país y que está buscando un comprador. Más vale que la dejen ir, porque el kirchnerismo perdió todos los juicios en los tribunales internacionales de empresas extranjeras a las que nacionalizó, expropió o confiscó. Massa es también el ministro de los cortes de luz, porque la Secretaría de Energía depende de él y es él quien mantuvo la política populista de tarifas de lo Kirchner.Paralelamente, se conoció una denuncia penal de la Coalición Cívica que echó un manto de sospechas sobre la honestidad del gobierno en la administración del gasto social. Sucedió en los mismos días en que el centro de la Capital se había convertido en un infierno insoportable por las protestas de los movimientos sociales de izquierda. Varios diputados del partido que lidera Elisa Carrió se presentaron ante la Justicia para denunciar que gran parte del dinero destinado a la ayuda social va a las cooperativas y unidades de trabajo del Movimiento Evita, una organización social muy cercana a Alberto Fernández. Denunciaron fundamentalmente a Emilio Pérsico, el líder del Movimiento Evita, que es, al mismo tiempo, un alto funcionario del Ministerio de Desarrollo Social, que es el que distribuye esos recursos estatales. Los organismos de control y fiscalización de la administración de esos recursos están también en manos de dirigentes del Movimiento Evita. El círculo se cierra, perfecto. Los legisladores estimaron que cerca de 4000 millones de pesos fueron a cooperativas y unidades de trabajo de ese movimiento y que nadie sabe qué se hizo con ese dinero. Un agujero negro donde van a parar multimillonarios recursos del Estado. El propio Ministerio, en manos de la albertista Victoria Tolosa Paz, es una dependencia hermética en cuanto a la información sobre qué se hace ahí con el dinero público. Los diputados señalaron que una unidad de trabajo, por ejemplo, recibió en diciembre de 2021 unos 200 millones de pesos de esa época (400 millones actuales), pero no se conoce dónde funciona esa unidad ni quiénes trabajan. Los recursos que recientemente Tolosa Paz les sacó a la izquierda, sobre todo al Polo Obrero, más de 200.000 planes sociales, fueron redistribuidos hacia cooperativas del Movimiento Evita. El único dirigente del Movimiento Evita que no fue denunciado ni está bajo sospecha es Fernando “Chino” Navarro, porque este cumple funciones políticas cerca de Alberto Fernández. El Movimiento Evita es el único respaldo político destacado que tuvo el Presidente en sus peleas con Cristina Kirchner. Por lo que se ve, ese apoyo es caro y lo paga el Estado.La dependencia de Alberto Fernández del Movimiento Evita exhibe la debilidad presidencial. La vieja fantasía de muchos peronistas de que Massa podría ser un buen candidato presidencial muestra la orfandad electoral del peronismo. Massa les dice a algunos que será candidato presidencial y a otros que será el futuro jefe de la oposición. Quién lo sabe. ¿Quién puede estar seguro de la palabra de alguien que en pocos años pasó de ser aliado de Margarita Stolbizer a caer en brazos de Cristina Kirchner, varias veces denunciada por corrupción por la misma Stolbizer? El estómago de Massa resiste la bueno, lo malo y lo peor.Joaquín Morales SoláTemasSergio MassaAlberto FernándezCristina KirchnerConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de Sergio MassaCaen los ingresos impositivos. El Gobierno ajustó fuerte el gasto y ahora aparecen síntomas de recesión económicaUna Argentina minúscula con ineptitud mayúsculaCarlos Melconian. “El dólar soja III no alcanza, la magnitud de la sequía lo ha liquidado antes de nacer”
¿Cuestiones políticas “no judiciables”?
El hambre también es mundial
La inseguridad alimentaria compromete a las futuras generaciones.
escucharescucharEse viejo cascarrabias con parche y habano que le da una inolvidable lección al joven Spielberg en los epílogos de The Fabelman es acaso uno de los mayores artistas del siglo XX. Cuando le preguntaron a Orson Welles quiénes era sus tres directores favoritos, respondió sin dudar: “John Ford, John Ford, John Ford”. Para rodar El ciudadano, Welles estudió plano por plano La diligencia; posteriormente, le envió al viejo gruñón un saludo de una gran precisión literaria: dijo que Ford era “un comediante y un poeta”. Varias generaciones de argentinos vieron sus filmes en Cine de Super Acción sin saber que eran obras maestras, y luego en cinematecas de prestigio, cuando aquel realizador que se rebajaba autodefiniéndose como un mero “director de películas del Oeste” había sido ya descubierto y glorificado por la más excelsa crítica francesa. No hablaremos aquí de su maestría narrativa, épica, pictórica o poética, pero sí de su extraño don de la comedia, que Welles envidiaba y que el cine contemporáneo no logra reproducir acabadamente. Porque no se trataba de un comediante puro y duro ni de un simple parodista, sino de alguien que tocaba cualquier otro género dramático con pinceladas de un humor tierno, contradictorio o socarrón, y cambiaba así la atmósfera y la perspectiva completa de cualquier fábula. Con tantas novelas de detectives que actualmente asaltan las librerías del mundo, solo un autor contemporáneo del género poseía esa misma virtud: Andrea Camilleri. La serie del comisario Montalbano no se hizo célebre por sus tramas ingeniosas, sino por ese humor piadoso, costumbrista, inefable o cruel, basado en su profundo conocimiento de la condición humana, que flota en el ambiente y entra y sale de la pesquisa transformándola. Camilleri era guionista y dramaturgo y la comedia italiana también había ejercido su influencia. En todos los casos hablamos de toques tragicómicos y paradojales que modifican el tono, pero que jamás llegan a los esperpentos chatos del presente, donde triunfan películas densas sin el menor sentido del humor (como si la vida más penosa no lo tuviera) y abundan comedias para descerebrados o cintas involuntariamente humorísticas: es decir, bodrios pretenciosos pero risibles. Rara vez una historia grave se permite la elegancia de una sonrisa.El otro día un abogado español me comentó una escena cinematográfica pero real que le había acontecido hacía muy poco con dos amigos porteños; sentí de inmediato que quien filma desde el cielo a este bendito país posee el don maravilloso de Ford y Camilleri, porque agrega a nuestro océano dramático manchones de comicidad peligrosa. Dos matrimonios se encuentran a cenar y a compartir los pesares de la Argentina: el abogado y su esposa están perplejos frente a la deriva grotesca del peronismo, y sus interlocutores, que son dueños de una empresa familiar, los acompañan en el sentimiento de indignación a lo largo de toda la velada; añaden incluso anécdotas escandalosas y decadentes y datos que causan alarma, y así llegan a los postres y más allá. Con algún whisky encima, los empresarios informan entonces que este año volverán a votar al peronismo. Los españoles abren los ojos como si los hubieran electrocutado, y uno de sus amigos porteños se ataja y le explica que el peronismo es más cómodo para ellos, porque se han amoldado a su praxis, porque aprendieron cómo transar bajo la mesa y porque les permitirá seguir cazando en el zoo; también porque quien venga de la oposición será demasiado exigente, nadie sabe cuánto aguantará en el poder, y cambiar en esas circunstancias da mucha pereza. Los cuatro sonríen por igual y celebran la hilarante incoherencia, pero los visitantes solo lo hacen con los labios y los dientes: los ojos permanecen serios.Arman una reunión de emergencia pero no para resolver la crisis, sino para ver cómo van a repartir la tortaEl elenco de este gobierno está lleno de personajes que parecen diseñados para expandir catástrofes y sazonarlas con pasos de comedia, y ahora acaban de incorporar a un nuevo maestro del gag: Antonio Aracre, flamante jefe de asesores del Presidente y hasta hace muy poco CEO de Syngenta. El compañero Aracre, que hizo negocios en el mundo del agro durante décadas y sabe muy bien lo que el kirchnerismo le ha infligido a la gente de campo, dudaba entre plegarse al shopping de Rodríguez Larreta o refugiarse en el paraíso de Alberto Fernández. Lo ganaron la ansiedad, pero también las convicciones, según le contó a la periodista Cecilia Devanna: agarró viaje con Fernández (más vale pájaro en mano) y lo hizo principalmente por tener “una afinidad intelectual e ideológica progresista” (sic). Esto es cierto: el kirchnerismo progresivamente nos ha hundido en un foso de 17 millones de pobres, casi cuatro millones de indigentes y 100% de inflación. Habría que aflojar un poco con tanta progresividad, ¿no?Para solucionar algunos de todos estos problemitas, el asesor que vio la luz propone ahora crear un nuevo impuesto y considera a Cristina Kirchner un “faro dentro de la política”. Entre los empresarios que no quieren cambiar y los que cambian para figurar en el escaparate, este país es un plato. Pero maloliente y de digestión pesada. Sumemos a esto, para contar la película completa, que el “candidato potable” del establishment es el mismísimo ministro de Economía del 6% mensual que ya ha fracasado en toda la línea, y que los sindicalistas multimillonarios de la CGT también lo respaldan, en un acto insólito de traición hacia sus sufridos afiliados y al más elemental sentido común. Podríamos sumar a los funcionarios del FMI, que según el economista Marcos Buscaglia están jugando “fuerte para el peronismo” y que son cómplices del genio de la picaresca Sergio Massa en la construcción de su previsor plan B, que consiste “en dejarle una peligrosa bomba a la siguiente gestión”, echar a correr y ponerse a buen resguardo hasta 2027. El medular análisis no deja lugar a dudas técnicas, y Buscaglia lo decora con una confesión sarcástica: “Si hubiese una marcha en contra del Fondo en los próximos meses, consideraría seriamente asistir a ella. Aunque por distintas razones, allí estaré junto a les compañeres de izquierda”. Si la oposición denuncia este truco siniestro es por supuesto irresponsable e incendiaria, según los “peronistas involuntarios”, que abundan en las zonas intermedias y buenistas, y que corren siempre presurosos en auxilio del partido del poder, en significativa coincidencia con muchos banqueros, que son socios y víctimas de los timos financieros del oficialismo y les ruegan a los opositores que no levanten demasiado la perdiz y se coman la galletita.En una nación donde ya son pobres dos de cada tres niños y adolescentes, las canastas de pobreza escalaron más que la inflación, el acumulado inflacionario de esta presidencia es de 324% y se acelera la caída de reservas, todos los sectores de la coalición arman una reunión de emergencia en la sede del PJ. Pero no se trata de formar un comité de crisis, sino de ver cómo repartir la torta en los próximos comicios; una vergonzosa comedia de enredos, sobre un fondo de gravedad, donde el catering lo dice todo: los oligarcas de Estado ya no cenan pizza con champán, sino empanadas de camarón, metáfora más actual y perfecta: envoltorios populares para rellenos que nos salen caros. Como practicar pobrismo para volverse rico; como militar en La Matanza y vivir en Puerto Madero. En ese ágape de barones, en ese mitin de magnates, en ese aquelarre tan risueño, resulta que se acordó centralmente asumir una mentira fatigante: Cristina Kirchner ha sido proscripta. Traduzcamos esto: hay que salvarla de su propio renunciamiento histórico, al parecer vociferado bajo estupor y cólera, y mantenerla en el tablero porque los demás son personajes secundarios y no llenan ni una sala de cinco. Ya lo dijo Hitchcock: “El cine es el arte de llenar butacas”. La política es entonces el arte de juntar porotos, y Máximo, Wado y los demás no juntan ni para una ensalada. Dios, que es argentino pero que siempre me imagino como el entrañable cascarrabias de John Ford, ha montado un drama de proporciones bíblicas, pero también nos da estos toques de comedia que nos salvan de la negrura. Que merecemos.Jorge Fernández DíazTemasNota de OpinionActualidad políticaCristina KirchnerAlberto FernándezSergio MassaConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de Nota de OpinionVida digital. Las redes nunca se toman vacaciones, y vos tampocoPepe Sánchez comparte sus técnicas. Fue campeón olímpico y explica cómo la respiración puede ayudar a bajar cambios y vivir mejorUn billete tardío, que nace devaluado y sin honrar a nadie